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Colombia: La educación no es botín de la burocracia

Por: La República/19-01-2018

La mala hora que vive el sector educativo debe ser temporal, no puede convertirse en un lío crónico que le haga perder credibilidad.

El frenesí informativo de un país como Colombia ha hecho que temas neurálgicos como la educación siempre sean un asunto secundario, a no ser de que la mancha de la corrupción o las protestas sociales lo hagan ocupar las primeras páginas de los diarios o los titulares gancho de la radio, la televisión o las redes sociales. Ahora que empieza con todos sus bríos la campaña política, es un imperativo que los aspirantes a suceder a Juan Manuel Santos tengan una propuesta innovadora en materia de educación. Pero no sin antes ser conscientes de lo que sucede con este sector ahora que esta administración tiene el sol a sus espaldas. Las denuncias permanentes de politiquería en el Sena; lo ocurrido recientemente en Colciencias y todo el desgobierno al interior del Ministerio de Educación, obligan a que el alto Gobierno se ponga las pilas con este sector, que dicho sea de paso, maneja el presupuesto más alto de esta vigencia, demostrando que todo no es una asignación bruta de recursos, sino saber dónde, cómo y quiénes lo van a manejar.

Hace pocos meses cuando el Congreso de la República aprobó el presupuesto, el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, dijo: “destacamos el presupuesto del sector educación por $37,5 billones que es el más alto de todos, le sigue el sector Defensa que tiene $31,6 billones, por lo que va a ser muy difícil que en los próximos años la educación pierda protagonismo. Esto demuestra que, lo que se estableció como prioridades de Gobierno, se refleja en el presupuesto, porque de nada sirve hacer anuncios, si no se ponen los recursos y acá estamos haciendo un gran esfuerzo por mejorar la educación desde la primera infancia hasta la universidad”.

Los últimos escándalos demuestran que no es cuestión de recursos escasos -que en este caso son abundantes- sino de administración y planeación. Para esta vigencia se aprobó el incremento de los recursos para las universidades públicas, muchas de las cuales se ubican bien en los rankings internacionales, y que fueron beneficiadas con un incremento de $100.000 millones para sus inversiones. Es un hecho que el presupuesto destinado al sector educativo se ha incrementado hasta los $37 billones, otrora no llegaba a $20 billones anuales.

El presupuesto destinado a ciencia y tecnología es $339.000 millones, una cifra levemente inferior a la del año pasado que era de $379.000 millones, por razones de la apretada del cinturón que obligan los menores ingresos fiscales. El punto es que no puede seguir sucediendo que el país disponga de los recursos provenientes de los impuestos para avanzar en una buena educación, pero que la voracidad de los politiqueros regionales condenen al sector a permanentes escándalos que lo único que logran es congelar las inversiones.

Con semejante asignación presupuestal para rematar la administración Santos, con la inmensa presión social para que la educación mejore, y por la misma esencia del sector educativo como punta de lanza del bienestar colombiano, no se puede dejar que instituciones como el Sena, Colciencias, Icetex, las universidades públicas y demás entidades del sector bajo el paraguas del Ministerio de Educación, estén en el desmadre administrativo en que hoy se encuentran. Lo peor que le puede pasar al país social es que la educación sea capturada no solo por corruptos, sino por burócratas.

*Fuente: https://www.larepublica.co/opinion/editorial/la-educacion-no-es-botin-de-la-burocracia-2589763

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La escuela de educación básica después del sismo: a dónde vamos

México / 1 de octubre de 2017 / Autor: Miguel Ángel Gallegos / Fuente: Educación Futura

En México se nos está cayendo la letra “e”, de escuela y de esperanza. Se ha teñido de rojo sangre. El pasado 19 de septiembre del presente año dejó marcada a la sociedad mexicana, sobre todo a la capitalina. Una vez más sucedió la tragedia, después de treinta y dos años volvió a pasar. ¡No aprendimos la lección!

Pareciera ser que los simulacros que se habían realizado aquella mañana de septiembre, no habían servido de mucho. Justo al momento del terremoto la gente había olvidado las indicaciones repetidas por más de treinta años. Muchos jóvenes y niños sólo llevaban algunos años de repetición ¿Acaso los protocolos de seguridad no han sido los correctos?

Parece que en México los simulacros son solo eso, simulacros que sirven para fingir que se hace algo, que permiten justificar mediante avisos y comunicados banales de que se está cumpliendo con las recomendaciones.  Hoy la burocracia administrativa pide informes y evidencias de todo, pero cuando la realidad nos alcanza, esas informaciones escritas difícilmente sirven de algo ¿Acaso estos métodos informativos son adecuados para algo?

Lo que importa a la mayoría de las autoridades educativas son los informes, mientras más fotos y evidencias mejor, es lo que decía un distinguido directivo de una escuela para la que trabajé durante algunos años. Eso le pedían a él, eso le exigían sus superiores. Estimo que a la burocracia no le importan los procesos, las vivencias, los sentimientos, las emociones y la seguridad de la gente.

Vislumbro que a las administraciones de gobierno lo único que les interesa es tener informes de todo –aunque en muchos casos, estos no sean revisados por nadie–. Desafortunadamente cuando nos alcanza la realidad, las cosas cambian, como hemos visto, en ella salen a relucir negligencias, carencias, pendientes, complicidades, abusos de autoridad e incluso fallas administrativas. Los anhelados sellos de recibido, plasmados en los formatos de evidencias, en poco ayudan cuando la realidad pone a prueba a la sociedad y sus instituciones.

En México, una gran cantidad de entidades, municipios, localidades, calles y domicilios sufrieron las consecuencias del sismo del pasado 19 de septiembre, en el que por desgracia se perdieron muchas vidas. Respetuosamente pido un momento de silencio, en particular para una institución educativa que desafortunadamente vio vencer su infraestructura en uno de sus edificios, hecho que lamentablemente arrebató la vida de personas adultas e infantes. Un hecho que, a partir de ello marcará el futuro de la vida en las escuelas, particularmente en la educación básica.

La escuela a lo largo de las últimas décadas ha sido la institución más sólida y segura que el Estado puede brindar a la ciudadanía. La sociedad en general confía plenamente en ella, al grado de dejar a sus hijos –desde sus primeros años de vida– por varias horas durante el día. Hoy las jornadas escolares en este nivel educativo, que contempla el preescolar, la primaria y la secundaria, van desde las tres horas en escuelas con horario normal, hasta las ocho horas en las llamadas de jornada ampliada o tiempo completo.

Desde el día del sismo, y hasta nuevo aviso el regreso a algunas escuelas depende de las indicaciones de la Secretaría de Educación Pública (SEP). Por lo tanto, los padres de familia están atentos a los reportes institucionales que emitan las autoridades estatales como las federales. La pregunta es, ¿la vida en las escuelas volverá a ser la misma después de la tragedia sucedida en el Colegio Enrique Rébsamen?

Los padres de familia dejarán a sus hijos cada día con la misma confianza de siempre, en este colegio o en cualquier otra institución educativa, o habrá que tomar nuevas medidas para los nuevos escenarios que los fenómenos naturales en cualquier momento nos puedan sorprender.

Me pregunto: ¿qué dará certeza a los padres de familia para llevar a sus hijos a sus respectivas escuelas?, ¿que brindará certeza a los administrativos, docentes y estudiantes para continuar su vida normal en los centros escolares?, un informe o un dictamen con sus respectivos sellos, será lo que brindara la tranquilidad, o serán obras y acciones las que devuelvan la “e” de la esperanza a nuestro México.

Tengo la fortuna de conocer a muchos docentes de educación básica en la Ciudad de México, quienes me hicieron llegar –vía electrónica- un documento en formato PDF, el cual circuló entre una gran cantidad de docentes de este nivel educativo. Este es un reporte de afectaciones por el sismo, el cual presenta un listado de las 209 escuelas de educación básica, las cuales sufrieron algún daño, que va desde fisuras en paredes, grietas en escaleras hasta bardas caídas.

Puedo mencionar de dicho reporte de escuelas públicas de educación básica dañadas en la Ciudad de México, los siguientes números: preescolar 81; primaria 85; secundaria 41; especial 2, lo que da un total de 209 escuelas dañadas en menor o mayor grado, esto nada más en la capital del país. Habrá que ver si a nivel nacional se tiene algún reporte, tanto de escuelas particulares como de públicas. Es necesario.

Del anterior listado pude corroborar lo que el describe en relación a los daños señalados en algunos planteles. Por ello, mencionó esta información con la seguridad de que la SEP la difundirá de manera oficial, no para alarmar a los padres de familia, sino para hacer sinergia con ellos y tomar las medidas necesarias, las cuales atañen a los cuatro actores escolares: alumnos, docentes, padres de familia y autoridades educativas.

Hoy más que nunca se debe hacer equipo para recuperar la “e” de escuela en nuestro querido México. Debemos aprender de esta mala experiencia y pensar si estamos actuando bien en lo individual, en lo general y si nuestras autoridades educativas están respondiendo a las necesidades que los tiempos demandan.

Cabe preguntarnos ¿por qué algunas escuelas están dañadas y otras no? Dónde queda la inversión en Certificados de Infraestructura Educativa Nacional (CIEN) del Programa del Gobierno de la República para garantizar que los Planteles Educativos sean de calidad “Escuelas al 100”, puesto en marcha en el año 2015, en el cual prometió invertir 50 mil millones de pesos para mejorar las escuelas en todo el país. No vaya a resultar solo un certificado, documento o informe más, que en nada ayuda cuando la realidad nos alcanza.

Finalmente, mencionar que la SEP ha venido evaluando a los docentes en los últimos años; parece que hoy los papeles se invierten, ahora los docentes y la sociedad en general evaluarán el desempeño de esta Secretaría que tiene en sus manos la responsabilidad de las escuelas públicas y particulares incorporadas al Sistema Educativo Nacional, así como de verificar la situación que guarda cada uno de estos planteles para declarar el regreso a clases en condiciones normales o no. Seguiremos atentos.

Fuente del Artículo:

La escuela de educación básica después del sismo: a dónde vamos

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