Entrevista a José María Usón Presidente de la Asociación de Escuelas de Segunda Oportunidad: Las escuelas de segunda oportunidad somos el coche escoba, pero nuestros jóvenes encuentran una salida”

Entrevista/05 Septiembre 2019/Autor: Víctor Saura/El diario la educación

“Las escuelas de segunda oportunidad somos el coche escoba, pero nuestros jóvenes encuentran una salida”

Las escuelas de segunda oportunidad (E2O) llaman a la puerta del sistema para que se reconozca y extienda su modelo. El presidente de la asociación de E2O advierte que están desbordadas, sobre todo a causa del fenómeno ‘mena’, y pide a los poderes públicos que sigan el ejemplo del Ayuntamiento de Barcelona.

José María Usón es responsable del área de formación de la Fundación Federico Ozanam, de Zaragoza, una de las pioneras en trabajar con jóvenes que han fracasado en la etapa educativa y que no tienen ningún tipo de expectativa laboral. También preside la Asociación española de Escuelas de Segunda Oportunidad (E2O), y como tal pasó por Barcelona a principios de verano para «bendecir» la presentación de la primera E2O del Ayuntamiento de Barcelona, una de las primeras del Estado impulsada por una administración pública. La asociación que preside Usón está formada por 23 instituciones y entidades con este tipo de escuelas, que se distribuyen por ocho comunidades autónomas (País Vasco, Cataluña, Aragón, Madrid, Comunidad Valenciana, Andalucía, Extremadura y Canarias… pronto se puede incorporar una de Castilla y León). La asociación se encarga de acreditar que los candidatos a ser llamado escuela de segunda oportunidad cumplan los principios fundamentales de las E20.

¿Qué hace una escuela de segunda oportunidad?

Las escuelas de segunda oportunidad nos hemos ido conociendo a lo largo de los últimos 25-30 años, hacemos lo mismo pero en diferentes ciudades de España. Lo que intentamos todos es, en primer lugar, el retorno educativo de los jóvenes.

¿Que vuelvan al sistema educativo del que salieron rebotados?

El que abandonó la ESO, por ejemplo en 2º o 3º, posiblemente tiene más o menos accesible un corto recorrido hasta conseguir la secundaria. Y de ahí seguir escalando a lo que podría ser un grado medio. Y para aquellos jóvenes a los que el retorno les sería muy complicado, porque hablamos de chicos y chicas con dificultad de idioma, y con una gran necesidad de llevar ingresos a casa, o porque su fracaso escolar viene de muy atrás y tienen una aversión a todo lo que sea la escuela, entonces puede ser que valoremos que ahí hay dificultades y busquemos otro itinerario.

Aceptan alumnos de 16 a 24 años, pero la realidad de unos y otros no tiene nada que ver. ¿Hay unos que son reinsertados en el sistema educativo y otros en el mercado laboral directamente?

Hasta que no conocemos al joven no sabemos por qué vía vamos a llevarlo. Si vemos que es un chaval que tiene posibilidades de volver al sistema educativo, ese va a ser el principal empeño. Creemos que la vía está en la formación. Una persona con una formación de secundaria o un grado medio siempre optará a un puesto de mayor calidad, con más garantías, mayor continuidad, nivel salarial… o sea que intentamos que sea a través de una formación. Y aquellos que vemos que es complicado, vamos a empezar por la parte profesional, pero en paralelo con matemática, lengua, tecnología y todos los refuerzos que tengan que estar alrededor de su oficio.

¿Entre estos chicos y chicas hay menos fracaso laboral que fracaso escolar?

Aquí hay una máxima importante. La mayoría de los jóvenes que acuden a una escuela de segunda oportunidad vienen de situaciones de extrema vulnerabilidad, y me refiero a temas de vivienda, problemas económicos, temas sociales, de adaptación, problemas familiares, temas de consumos. O trabajamos integralmente o no conseguiremos sacar adelante a estas personas. Si sólo intentamos la vía profesional, mal estamos avanzando: a ese chico o a esa chica le vamos a dejar a mitad del camino. Tenemos que abordar el tema desde un concepto integral, y con procesos personalizados para cada chico o chica. Lo que le puede ser útil a uno no tiene por qué serle útil a otro, porque cada uno parte de un punto diferente y cada uno, además, en su proceso vital tiene unas mochilas que le lastran más que a otros. Explicamos lo mismo a los dos alumnos, pero si yo después voy a una casa donde el deterioro es importante (malos tratos, incapacidad de poder comer de una manera normalizada, o un dormitorio en el que duermen varias personas juntas, etc.) esa persona al día siguiente no va a tener la misma mente preparada y abierta para recibir conocimientos que un chico que comparte una habitación con su hermano y que se encuentra un plato de comida siempre en la mesa. Todas estas cuestiones periféricas es lo que tenemos que trabajar integralmente.

¿Qué diferencia una escuela de segunda oportunidad de una escuela de adultos? 

Conozco mejor la realidad de las escuelas de adultos de Aragón, en las que se trabajan las cuestiones formativas (N2, ESO, preparación para Grado Medio, etc.). No ofrecen ninguna acción en diseño de itinerarios individualizados con el alumnado y acompañamiento en su desarrollo, competencias transversales, orientación personal y laboral, prácticas en empresas, intermediación laboral, tutorías personalizadas, seguimiento social para temas de salud, económicos, familiares, interculturales, etc.

Y ustedes sí, supongo.

Trabajamos tanto las competencias profesionales como muchas competencias transversales que pasan a menudo desapercibidas pero que son fundamentales. Me refiero a la gestión del tiempo y de las emociones, asumir la responsabilidad, la imagen personal, el trabajo en equipo, acatar la autoridad, todas esas cuestiones que también a día de hoy los empresarios valoran casi como más importantes que la especialización en sí.

¿A qué se refiere?

Muchos empresarios te dicen: “No te preocupes; por mí, si el chico es puntual, es majo y me puedo fiar de él, ya le enseñaré yo; es que lo que hacemos aquí es tan específico que no se aprende en ninguna escuela”.

¿La certificación de los estudios que se imparten en las escuelas de segunda oportunidad sería una de las reivindicaciones de la asociación?

Es que todos los esfuerzos que hagan los jóvenes, por pequeños que sean, tienen que ser certificados, porque de alguna manera ellos necesitan ser conscientes de que esos pasos que van dando son para conseguir metas.

¿Qué titulación pueden dar las E2O?

Impartimos programas oficiales, es decir, que dependen de administraciones públicas y obviamente están financiados por ellas. Hablamos de FP Básica, PCI, Programas de Empleo Autonómico, Escuelas Taller, etc. Estos programas se basan en certificados de profesionalidad, por lo que el alumno que supera todos los módulos formativos obtiene dicho certificado. Tal y como vienen diseñados por el SEPE (Servicio Público de Empleo Estatal), los certificados de profesionalidad tienen duraciones de 200, 300, 400, 500 horas o más, dependiendo de la especialidad. La FP básica y los PCI tienen duraciones de curso escolar, aproximadamente 1.000 horas/curso.

Durante estas 1.000 horas, los alumnos reciben, además de la formación del certificado de profesionalidad, competencias matemáticas, lingüísticas y tecnológicas, esas competencias transversales de las que hemos hablado, realizan actividades culturales (visitas a centros de interés, museos, patrimonio, charlas, etc.) y, por último,  prácticas en empresas.

También impartimos programas propios, organizados y financiados por la entidad, para el alumnado que no puede acceder a programas oficiales por llegar fuera de plazo, no cumplir requisitos (normalmente idioma), no haber plaza… se incorpora a formaciones ocupacionales, no vinculadas a certificados de profesionalidad y en las que igualmente se diseña un itinerario personal y se trabajan las competencias antes mencionadas.

Estuvieron en conversaciones con el Gobierno. ¿Qué le piden y, en general, qué piden a los poderes públicos?

Que nos identifiquen como parte de la comunidad educativa, o sea que se considere que no somos un nicho extraño que está ahí para chicas o chicos extraños, sino que esas chicas y esos chicos con los que estamos trabajando son jóvenes, nada más, que por la razón que sea no han encajado en el sistema ordinario, pero que necesitan una respuesta, y como están allí, y como llevamos más de 30 años trabajando con estos jóvenes y vemos que siguen estando, creemos que tenemos que existir, y dar respuesta desde las escuelas de segunda oportunidad a ese colectivo.

Hablamos de muchos miles de jóvenes en España que están en situación de ir a un recurso como una escuela de segunda oportunidad. Con el Ministerio hemos estado compartiendo este mismo lenguaje.

El porcentaje de abandono escolar en la ESO y la FP de grado medio es muy elevado, de alrededor del 20%…

Sí, aunque varía según la comunidad autónoma. Pero depende de qué barrios ese porcentaje es mucho mayor.

¿Y cuál es el porcentaje de reinserción o de no abandono de las escuelas de segunda oportunidad?

Teniendo en cuenta que somos el coche escoba de muchos de nuestros jóvenes, nosotros no finalizamos un proceso, siempre estamos allí. Los jóvenes tardarán más o menos en conseguir una meta, pero con nosotros la conseguirán. Yo te diría que, salvo algún alumno que abandona porque su familia decide que tiene que ir a trabajar sí o sí, todos los jóvenes encuentran una salida. Y les estamos acompañando en todo su itinerario, incluso aquellos que no encuentran una empresa o un estudio con el que continuar, seguimos teniendo relación meses y años después de que, de alguna manera, haya finalizado este proceso. El acompañamiento existe y creemos que es muy importante ese post, tienen que tener una referencia, alguien a quien acudir, de alguna manera sustituimos esa figura familiar, esa figura de orientador, que para la familia es complicado porque no están al día de todos los recursos que existen y de qué manera ayudar a sus hijos en la decisión de ese itinerario. Estamos allí, somos su referencia.

¿Hay más demanda que plazas ofertadas?

Sí, y más ahora. Con todo el fenómeno de los MENA [menores no acompañados] estamos desbordados. Pero también, evidentemente, hay que darles solución. Son menores de edad, tutelados por las diferentes comunidades, y son las administraciones las que te dicen: «Por favor, tengo a estos 60, 80 o 100, ¿qué puedo hacer con ellos?». Y es un colectivo que viene con unas necesidades altísimas porque, aparte del idioma, viene también de situaciones de máxima vulnerabilidad de sus países de origen, donde no han tenido tampoco la oportunidad de estar en la escuela, han estado abandonados en la calle, o haciendo trabajos desde muy jovencitos sin tener ningún tipo de formación…

Ahí hay un trabajo muy por encima de lo que aquí podemos entender que es un chico que ha nacido en España o ha vivido aquí muchos años y que ha abandonado la ESO por diferentes circunstancias personales. O sea, estamos desbordados, ese es el resumen. Pero antes de la llegada de los MENA ya estábamos desbordados.

¿Esperan que el modelo de Barcelona sea imitado por otros poderes públicos?

Claro, lo deseamos. No tanto porque los recursos estén allí, sino porque los ayuntamientos vean y reconozcan que hay una necesidad importante y que algo hay que hacer, que no podemos quedarnos de brazos cruzados o taparnos los ojos. Tenemos que trabajar todos de la mano y, por qué no, que sea un ayuntamiento quien ponga en marcha un recurso de este tipo. Y además, la idea de Barcelona de que lo gestionen las entidades que tienen la experiencia y un bagaje importante de decenas de años es muy buena.

Fuente e imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/09/03/las-escuelas-de-segunda-oportunidad-somos-el-coche-escoba-pero-nuestros-jovenes-encuentran-una-salida/

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Escuelas de segunda oportunidad: una responsabilidad pública

Por: Julio Rogero

“La disolución de las fronteras entre lo público y lo privado alimentan una corrupción impune que envilece a las sociedades y pervierte la política en su papel de insustituible instrumento de acción ciudadana y de organización y funcionamiento de la sociedad en función de las necesidades de las personas” (Manifiesto de ATTAC-ESPAÑA (2013)

Hace unos días apareció en el Diari de la Educació la sorprendente noticia de que “Barcelona pone en marcha una escuela de segunda oportunidad. La primera de estas características de titularidad pública de todo el Estado. La gestión se ha adjudicado a Salesianos San Jordi y la Fundación El Llindar”. La noticias señala que las “escuelas de segunda oportunidad son escuela situadas en los márgenes, como sus alumnos, normalmente adolescentes que han dejado colgado sus estudios prematuramente y a los que algunas entidades sociales intentan dar una alternativa”.

Esas son algunas de las características de esas escuelas que recogen alumnado de fracaso y abandono escolar en riesgo de exclusión social. A raíz de la lectura de esta noticia, surgen muchas preguntas desde le asombro. La primera es: ¿Cuál es la novedad? ¿No había y hay en Cataluña centros públicos que han intentado e intentan dar respuestas de nuevas o segundas oportunidades al alumnado que ha abandonado o estaba a punto de abandonar el sistema educativo?, ¿por qué se ignora y silencia que hay muchas escuelas de segunda oportunidad que son públicas y que desde hace mucho tiempo, cuando empezaron los programas de “garantía social” (de desafortunado nombre), dan una magnífica respuesta alternativa a la que les dio de forma inadecuada la escuela ordinaria?

La segunda pregunta que surge es: ¿Cómo denominamos “de titularidad pública” a lo que es gestionado y puesto en manos privadas? ¿Es una confusión intencionada? ¿Dónde queda lo público, en facilitar el negocio de las entidades privadas? ¿Por qué no se ponen en manos de profesionales públicos bien preparados y comprometidos con este alumnado que, sin ninguna duda, hay muchos en Cataluña? No acabo de entender esta iniciativa del Ayuntamiento de Barcelona, que creía que tenía una opción clara por la educación pública y el derecho de todos a la educación, y no por poner en manos del mercado a personas en situaciones tan sensibles. Si es la escuela de titularidad pública la que ha segregado a este alumnado, es la escuela pública la que debe darles respuestas de segunda oportunidad para que lleguen al éxito educativo y profesional.

Tenemos escuelas de titularidad pública de segunda oportunidad, aunque no se llamen así, que son modélicas en muchos sitios. Conozco directamente estas escuelas de la Comunidad de Madrid, las Unidades de Formación e Inserción Laboral (UFIL), en las que trabajé mis últimos diez años de docencia, y los resultados de su labor inclusiva son sobradamente conocidos desde hace ya 30 años. Es verdad que son escuelas silenciadas porque están en los márgenes y en las afueras del sistema educativo, como lo está su alumnado, y uno tiene la sensación de que son “no-lugares” vergonzantes de un sistema que sigue expulsando a muchas personas del derecho a la educación.

Dice la noticia que: “En España se creó hace tres años la Red Española de Escuelas de Segunda Oportunidad, de la cual forman parte 39 centros, todos ellos nacidos de la iniciativa privada, de las cuales 7 están situadas en Cataluña. Las administraciones han reconocido el valor de esta escuela, las han reconocido y subvencionado, pero por primera vez una administración pública ha decidido crear una”. Lo que no dice la noticia es que las UFIL, como centros públicos, formaron parte de la red europea de escuelas de segunda oportunidad, donde fueron un referente importante de las acciones de inclusión social que se estaban llevando a cabo con este colectivo.

Es peligroso publicitar como positiva la penetración de lo privado en lo público, con el apoyo de instituciones como el Ayuntamiento de Barcelona. No es este el papel que deben jugar las administraciones públicas que, como en este caso, parecen no fiarse de sus profesionales de la educación y ponen un programa tan importante en manos de entidades sociales privadas de las que podemos dudar que puedan dar mejor respuesta que los servidores públicos. La noticia nos llena de sonrojo a muchas personas que luchamos por una escuela pública de todos, para todos y con todos.

Me parece bien que la Administración reconozca a estas escuelas. Lo que no es comprensible es magnificar un hecho, sin duda importante, como el de la noticia, cuando se silencian las realidades positivas, consolidadas y esperanzadoras de la escuela pública. Quizás sea que no somos capaces de hacer visibles los valores y éxitos de nuestra escuela. Quizá es que la escuela privada sabe vender, en el mercado educativo y propagandístico, como buenas sus virtudes e, incluso, sus defectos y errores. Es nuestra responsabilidad que se conozca todo lo bueno que tiene la escuela de titularidad pública, difundiendo sus éxitos y no solo mostrando sus carencias, que reconocemos que son muchas, así como reivindicar más recursos y los mejores profesionales para este alumnado.

“La disolución de las fronteras entre lo público y lo privado alimentan una corrupción impune que envilece a las sociedades y pervierte la política en su papel de insustituible instrumento de acción ciudadana y de organización y funcionamiento de la sociedad en función de las necesidades de las personas” (Manifiesto de ATTAC-ESPAÑA (2013)

Hace unos días apareció en el Diari de la Educació la sorprendente noticia de que “Barcelona pone en marcha una escuela de segunda oportunidad. La primera de estas características de titularidad pública de todo el Estado. La gestión se ha adjudicado a Salesianos San Jordi y la Fundación El Llindar”. La noticias señala que las “escuelas de segunda oportunidad son escuela situadas en los márgenes, como sus alumnos, normalmente adolescentes que han dejado colgado sus estudios prematuramente y a los que algunas entidades sociales intentan dar una alternativa”.

Esas son algunas de las características de esas escuelas que recogen alumnado de fracaso y abandono escolar en riesgo de exclusión social. A raíz de la lectura de esta noticia, surgen muchas preguntas desde le asombro. La primera es: ¿Cuál es la novedad? ¿No había y hay en Cataluña centros públicos que han intentado e intentan dar respuestas de nuevas o segundas oportunidades al alumnado que ha abandonado o estaba a punto de abandonar el sistema educativo?, ¿por qué se ignora y silencia que hay muchas escuelas de segunda oportunidad que son públicas y que desde hace mucho tiempo, cuando empezaron los programas de “garantía social” (de desafortunado nombre), dan una magnífica respuesta alternativa a la que les dio de forma inadecuada la escuela ordinaria?

La segunda pregunta que surge es: ¿Cómo denominamos “de titularidad pública” a lo que es gestionado y puesto en manos privadas? ¿Es una confusión intencionada? ¿Dónde queda lo público, en facilitar el negocio de las entidades privadas? ¿Por qué no se ponen en manos de profesionales públicos bien preparados y comprometidos con este alumnado que, sin ninguna duda, hay muchos en Cataluña? No acabo de entender esta iniciativa del Ayuntamiento de Barcelona, que creía que tenía una opción clara por la educación pública y el derecho de todos a la educación, y no por poner en manos del mercado a personas en situaciones tan sensibles. Si es la escuela de titularidad pública la que ha segregado a este alumnado, es la escuela pública la que debe darles respuestas de segunda oportunidad para que lleguen al éxito educativo y profesional.

Tenemos escuelas de titularidad pública de segunda oportunidad, aunque no se llamen así, que son modélicas en muchos sitios. Conozco directamente estas escuelas de la Comunidad de Madrid, las Unidades de Formación e Inserción Laboral (UFIL), en las que trabajé mis últimos diez años de docencia, y los resultados de su labor inclusiva son sobradamente conocidos desde hace ya 30 años. Es verdad que son escuelas silenciadas porque están en los márgenes y en las afueras del sistema educativo, como lo está su alumnado, y uno tiene la sensación de que son “no-lugares” vergonzantes de un sistema que sigue expulsando a muchas personas del derecho a la educación.

Dice la noticia que: “En España se creó hace tres años la Red Española de Escuelas de Segunda Oportunidad, de la cual forman parte 39 centros, todos ellos nacidos de la iniciativa privada, de las cuales 7 están situadas en Cataluña. Las administraciones han reconocido el valor de esta escuela, las han reconocido y subvencionado, pero por primera vez una administración pública ha decidido crear una”. Lo que no dice la noticia es que las UFIL, como centros públicos, formaron parte de la red europea de escuelas de segunda oportunidad, donde fueron un referente importante de las acciones de inclusión social que se estaban llevando a cabo con este colectivo.

Es peligroso publicitar como positiva la penetración de lo privado en lo público, con el apoyo de instituciones como el Ayuntamiento de Barcelona. No es este el papel que deben jugar las administraciones públicas que, como en este caso, parecen no fiarse de sus profesionales de la educación y ponen un programa tan importante en manos de entidades sociales privadas de las que podemos dudar que puedan dar mejor respuesta que los servidores públicos. La noticia nos llena de sonrojo a muchas personas que luchamos por una escuela pública de todos, para todos y con todos.

Me parece bien que la Administración reconozca a estas escuelas. Lo que no es comprensible es magnificar un hecho, sin duda importante, como el de la noticia, cuando se silencian las realidades positivas, consolidadas y esperanzadoras de la escuela pública. Quizás sea que no somos capaces de hacer visibles los valores y éxitos de nuestra escuela. Quizá es que la escuela privada sabe vender, en el mercado educativo y propagandístico, como buenas sus virtudes e, incluso, sus defectos y errores. Es nuestra responsabilidad que se conozca todo lo bueno que tiene la escuela de titularidad pública, difundiendo sus éxitos y no solo mostrando sus carencias, que reconocemos que son muchas, así como reivindicar más recursos y los mejores profesionales para este alumnado.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/07/16/escuelas-de-segunda-oportunidad-una-responsabilidad-publica/

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