Cinco sesgos cognitivos y sus efectos

Por: Sofía García-Bullé

La forma en que nos aproximamos al conocimiento está sesgada por nuestra percepción y preconcepciones.

 

Todos tenemos una opinión, idealmente esta perspectiva se basa en conocimiento, lógica y razonamiento. En realidad esto viene de lo que percibimos como estas variables, en la mayoría de los casos esta percepción podría estarnos bloqueando de usarlas correctamente.

En artículos anteriores hemos hablado sobre cómo el sesgo de confirmación es un obstáculo serio para ser objetivo al momento de aproximarse a información nueva, pero este “hipo” cognitivo no es el único que nos hace tropezar en nuestra búsqueda de ser objetivos y analíticos con determinado tema.

Si hablamos de la situación actual, en la que es cada vez más difícil obtener información certera y confiar en los expertos, se vuelve crítico que seamos conscientes de cómo y cuándo aparecen nuestros sesgos cognitivos. Es crucial identificarlos y retirarlos de nuestro proceso de pensamiento para entender la situación de pandemia extendida y hacerle frente.

Tipos de sesgos:

1. Sesgo Optimista

El sesgo optimista es la tendencia de ver el futuro como invariablemente más positivo que el pasado y el presente. Esto puede ser útil para reducir niveles de estrés y construir un estado mental que nos habilite a superar retos, pero también puede ser riesgoso en situaciones de peligro generalizado, como la violencia sexista a nivel nacional en un país o una pandemia a nivel mundial.

Este mecanismo cognitivo nos lleva a disasociarnos de eventos negativos y verlos como ocurrencias lejanas, ajenas a nuestra realidad. Por ejemplo, sabemos que el contagio de COVID-19 al salir de nuestras casas es una posibilidad, pero no pensamos realmente que nos pudiera suceder a nosotros o a alguien cercano hasta que realmente sucede.

Este es sin duda uno de los sesgos más difíciles de detectar y eliminar cuando es necesario, sobre todo porque no siempre es necesario retirarlo de nuestro proceso de pensamiento. La dificultad estriba en desarrollar la capacidad física para razonar cuándo ser optimista es algo beneficioso y cuándo puede ser más riesgoso que positivo.

2. Sesgo de Confirmación

Este tipo de sesgo sucede al encontrar información nueva que contradice algo que sabíamos previamente, nuestra primera reacción es la de defender nuestro punto de vista. En artículos anteriores hemos hablado de las reacciones adversas al momento de admitir errores o equivocaciones, esto es lo que motiva el sesgo de confirmación.

Cuando lo aplicamos, es porque estamos leyendo o interpretando información nueva bajo el lente de nuestras propias creencias y conocimiento previo, de forma que las confirmen, no que las contradigan. Por ejemplo, al presentar una serie numérica y pedir que se descubra la regla en la que estos números están organizados, nuestras preconcepciones pueden jugar en contra.

3. Efecto de Desinformación

Solemos creer que no hay mejor manera de conocer algo que experimentarlo, nuestra memoria nos dice lo contrario. El sesgo de desinformación sucede al momento que intentamos recordar fielmente un evento y lo que recordamos no es el evento en sí, sino cómo lo procesamos.

Nuestra memoria tiende a ser más influenciada por lo que sucede después del evento que el evento mismo, lo que cuenta es cómo construimos la memoria del suceso. Estudios demuestran que tanto la forma en que la información es presentada y los estímulos presentes al momento de construir determinado recuerdo pueden comprometer la memoria y volverla menos precisa.

4. Sesgo de Actor vs Observador

Al momento de explicar las acciones de otros y las nuestras, en ocasiones pareciera que usamos criterios diferentes. Constantemente nos encontramos con personas que son muy demandantes consigo mismas e indulgentes con otros o a la inversa; este es el sesgo de Actor vs. Observador.

Usualmente cuando hablamos de nosotros mismos y nuestras fallas buscamos causas externas para explicarlas, mientras que si se trata de alguien más encontramos más fácil recurrir a causas internas. Por ejemplo, si llegas tarde a una junta podrías tratar de explicarlo citando un vuelo tardío o tráfico pesado. Si es alguien más quien se retrasa, se tiende a explicar el evento con base en sus acciones, no en eventos fuera de su control, pensando quizás que la persona se quedó dormida, o que olvidó la hora de la reunión.

Esto aplica también a la inversa, en casos en los que una persona explica una falla propia con base en sus acciones y fallas de otros con base en factores externos.

5. La heurística de disponibilidad

Este sesgo sucede cuando nuestra exposición a determinada cuestión nos hace subestimar o sobrestimar su reincidencia. Por ejemplo, si en una ciudad suceden solo 20 robos de autos al año, pero 5 de ellos suceden en tu colonia durante un lapso de dos meses, tú podrías llegar a creer que el número de robo de autos es mayor que el real. O, por ejemplo, si durante toda tu carrera nunca fuiste testigo de ninguna instancia de sexismo o acoso sexual podrías pensar que ese no es un problema tan severo en las universidades y que las personas que sostienen que si es una situación grave están exagerando.

Calculamos la cantidad o reincidencia de determinado suceso u objeto con base en nuestra percepción, este es un atajo mental que nos ayuda a evaluar riesgos y beneficios rápidamente pero depende completamente de nuestra percepción, que podría estar sesgada, incompleta o equivocada.

Estos sesgos son especialmente riesgosos cuando tratamos de evaluar y formular respuestas ante situaciones como una pandemia mundial o un encierro prolongado. Para no caer en el uso de estas muletas mentales es necesario ser autocríticos, comprobar la información que recibimos y sobre todo no tomar nuestra perspectiva ni nuestra experiencia como la norma al momento de aprender u opinar sobre algo.

¿Te has topado con alguno de estos sesgos en tu proceso de aprendizaje o el de tus alumnos? Cuéntanos en los comentarios.

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/sesgo-cognitivo

Comparte este contenido: