Cada día más precoces

Por: Jaume Carbonell

Los medios tecnológicos contribuyen a que todo suceda más pronto en la infancia. ¿Qué hacer para gestionar las nuevas situaciones de riesgo que ello comporta?.

La infancia se está adultizando porque el poder los medios de comunicación pueden acabar con la etapa de la niñez. “La televisión borra toda línea divisoria entre el niño y el adulto, ambos tienen igual capacidad y competencia para presenciar sus mensajes, y ambos reciben exactamente las mismas imágenes. Los niños de hoy día han visto por televisión el asesinato, el sadismo, el adulterio, todos los ‘secretos’ de la vida adulta”.  Esta es la tesis central del ensayo de Neil Postman (1931-2003)  en su obra La desaparición de la infancia (1982) que en su momento tuvo bastante eco. Este discurso, que sobredimensiona el poder de los medios tecnológicos e infravalora la influencia de la escuela -una institución que estima caduca, en crisis y sin futuro- plantea un nuevo escenario sobre la condición y el proceso de socialización de la infancia en que las diferencias entre el mundo infantil y el adulto tienden a difuminarse y, por tanto, el primero tiende a reducirse.

¿Qué diría hoy este lúcido y controvertido ensayista ante la creciente presencia de las tecnologías de la información y la comunicación y las redes sociales? Los vaticinios sobre el fin de la escuela -apuntados por Postman y teorizados sobre todo por I. Illich y E.Reimer entre otros- no se han cumplido. Porque la escuela tiene una enorme capacidad de supervivencia: bien sea para reproducir los mismos fines y la misma estructura de siempre -con ligeros toques de modernidad tecnológica-, bien sea para reinventarse con otros paradigmas y modelos educativos, didácticos y organizativos. Es cierto que la alternativa de la educación en casa ha ganado algunos adeptos, siempre en el entorno de las clases medias, pero al menos en nuestro país tiene poco recorrido.

A pesar del avance de la investigación educativa -con datos, argumentos y evidencias para todos los gustos- se hace difícil precisar en qué medida el comportamiento, la adquisición de hábitos, valores y actitudes se va modelando dentro y fuera de la escuela. ¿Cuál es el protagonismo e incidencia de ese lugar llamado escuela, que bascula entre la uniformidad y la diferenciación; de la familia, con sus múltiples agrupamientos y mutaciones; de los diversos artefactos tecnológicos de información, comunicación y entretenimiento; y de otros escenarios propios de una educación no formal y del tiempo libre que se amplían y enriquecen día a día? ¿Qué juego de controles y mediaciones se establece durante el proceso formativo inicial? Las respuestas son necesariamente diversas siempre en función de dos variables interdependientes: la calidad de los entornos educativos y la posibilidad de acceder y disfrutar de ellos de forma regular. Algo que tiene que ver con la equidad y las políticas de igualdad de oportunidades.

En estos últimos años la voz de Postman en torno a la adultez prematura regresa y resuena con fuerza en la medida que la escuela ha perdido el monopolio del saber;  a la infancia se le ha secuestrado el espacio público con sus juegos y secretos diferenciados; y aumenta vertiginosamente el caudal de informaciones y estímulos compartidos en el hogar, donde los espacios individuales ganan terreno a los comunes. He aquí algunas manifestaciones llamativas de que todo sucede antes: a) El acoso escolar y el ciberbullyng, que amplia el radio de acción. Todos los estudios recientes ponen de relieve que este empieza en niñas y niños más pequeños. b) Los ingresos hospitalarios  relacionados con los trastornos alimenticios como la anorexia y la bulimia, y los problemas de salud mental en la adolescencia, que están creciendo en los entornos socialmente más desfavorecidos. c) El ocio nocturno y el consumo de alcohol. d) La delincuencia infantil y juvenil, el acoso sexual y la violencia de género. d) La creciente adicción al móvil, que si antes se adquiría en la adolescencia hoy ya se compra al empezar la Primaria. E) O el deporte: las competiciones deportivas se anticipan, con la consiguiente presión sobre la obtención de buenas marcas y resultados. Todo ello trae como consecuencia que la infancia esté expuesta a un mayor grado de vulnerabilidad y riesgos,  al no estar  preparada para gestionar emocional y socialmente estas situaciones.

¿Qué hacer ante estas situaciones? Activar todas las alertas mediante una pedagogía de la proximidad para observar, seguir y conocer mejor la extraordinaria diversidad de la niñez y adolescencia  en todo momento, ya que los cambios o episodios críticos se producen, con frecuencia, de manera rápida e  imprevisible.

La clave para abordar con éxito estas situaciones reside, al menos, en estas tres actuaciones simultáneas: una tutoría y acompañamiento intensivos, a fin de crear vínculos de cercanía y confianza: la intervención de otros educadores especializados -orientadores, psicólogos, técnicos de integración social, educadores sociales,…- que eviten la soledad del profesorado y proporcionen una ayuda complementaria; y la estrecha relación entre los tres agentes que intervienen en la socialización de la infancia.

“Para educar hoy es imprescindible un trabajo en red corresponsable entre familias, docentes y comunidad. Nadie puede educar hoy en solitario…. Educar hoy es tan complejo que todo el mundo es necesario

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2017/05/17/cada-dia-mas-precoces/
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Jaume Carbonell

Profesor de Sociología de la Educación y miembro del grupo de investigación de la Facultad de Educación de la Universidad de Vic (Barcelona). Es además director de la revista mensual "Cuadernos de Pedagogía" de la que forma parte de su equipo de redacción desde su primer número en enero de 1975.