Entrevista/16 Mayo 2019/Autor: Daniel Sánchez Caballero/Fuente: El diario la educación
Óscar González es un maestro preocupado por el uso de las tecnologías y las redes sociales que hacen niños y niñas. Por eso ha dedicado buena parte de su tiempo a ayudar a las familias para que puedan enfrentarse a ellas.
Óscar González se ha convertido en uno de los grandes difusores educativos de España. Desde el aula de primaria de un centro valenciano que nunca ha dejado pese a los siete libros que lleva publicados y todas sus otras ocupaciones —conferenciante, asesor educativo y director de la Escuela de Padres con talento y Educar con talento—, González se dedica a la pedagogía social, a ayudar a las familias a educar a sus hijos a partir de toda la experiencia acumulada en 19 años como maestro. Su último libro, Tus hijos y las nuevas tecnologías (Amat Editorial) está concebido a modo de guía práctica para ofrecer soluciones a familias en cómo afrontar la aproximación (o uso) de sus hijos a móviles, tablets, internet, etc. Su recomendación general: información, comunicación y control. No espiar, controlar.
¿Por qué has decidido escribir un libro sobre tecnología ahora?
En las escuelas de padres el tema de las tecnologías es recurrente y, aunque hay mucha información, hay mucha desinformación. Así que pensamos en trasladar lo que hacemos en las escuelas de padres al papel. El origen del libro no es tanto mi interés sino la necesidad de las familias, que me lo han pedido. He intentado que fuera un libro sencillo, con ideas prácticas y, sobre todo, dividido por tramos de edades, porque las necesidades no son las mismas para un peque de dos años que para un adolescente de 14 ni para las familias las soluciones que tenemos que aplicar son las mismas.
Tú trabajas mucho con padres. ¿Cuáles son sus preocupaciones con estos temas?
Los padres nos preocupamos sobre todo porque los hijos tengan acceso a contenidos inapropiados. A veces es porque los buscan, pero a veces los encuentran. También que puedan sufrir cyberbullying. Además está el miedo a que entren en contacto con alguna persona que les puede hacer daño, el grooming (acoso sexual en la red). Otra preocupación básica es el tiempo, aunque a veces esa preocupación no se da como tal. Hay familias que pueden pensar que sus hijos son adictos a internet, pero no se miran a sí mismos y ven que están haciendo un uso excesivo, y hay que buscar dónde está la línea entre el uso y el abuso o adicción.
La adicción, supongo que es una de las principales preocupaciones. El libro, aparte de estar escrito a modo de manual, contiene citas de informes, datos contrastados que demuestran que esto no es una preocupación abstracta, que tiene una base detrás. ¿Qué consecuencias tiene para los chicos estar enganchados al móvil?
Muchas. Por ejemplo, el sueño. Está demostrado que los niños que utilizan en exceso el móvil y lo hacen hasta tarde se están quitando horas de sueño, no van a rendir lo que deberían. Ese uso excesivo también suele conllevar que hacen varias tareas a la vez, como usar el móvil, estudiar, escuchar música… Y está demostrado que no estamos capacitados para hacer tantas cosas a la vez. Tenemos que concentrarnos. Si estamos con la multitarea reducimos la productividad. Cuando has alcanzado el pico de concentración y abres la red social, aunque sean dos segundos, luego te va a costar 15-20 minutos recuperar ese pico de concentración. Aparte, muchos niños prefieren estar con el teléfono a salir a hacer deporte o a la calle. Son tres pinceladas de las posibles consecuencias que puede tener ese abuso del móvil.
Abro un paréntesis y dejo de lado a los chicos por un segundo. ¿Esto de la concentración afecta también a los adultos?
Claro. Estás trabajando con el ordenador y te salta una notificación de Facebook y ya la has liado. Solo con la notificación ya pierdes la concentración. Si lo abres, estás perdido. Pero esa pérdida de atención la sufrimos todos y creo que es uno problema de la sociedad. Por eso creo que están tan de moda el mindfullness, el yoga, la meditación… para recuperar la capacidad de centrarnos en el mundo presente, que cuando estamos hiperconectados no estamos en el momento presente, al contrario. Uno de los grandes peligros de la tecnología es el miedo que tienen los chavales de perderse algo el tiempo que no están conectados. “¿Y si han publicado algo en Facebook y no lo he leído?”. Nos pasa mucho en vacaciones, que enseguida preguntan los chavales si donde vas hay wifi. Pero también los adultos, es algo que tenemos que trabajarnos como sociedad.
Cuestiones prácticas: ¿Cómo recomiendas a una familia que afronte la compra y uso del primer móvil de un hijo?
Antes de plantearnos la compra no me centraría tanto en la edad, aunque sea importante. Lo retrasaría al máximo, 14 mejor que 12 y 16 mejor que 14. Pero hay que centrarse en las características del niño, su madurez. Lo más importante es el papel que vamos a adoptar como padres a la hora de comprar el móvil. ¿Vamos a supervisar, controlar, estar al tanto de lo que hace con el móvil? Sí, adelante, nos planteamos la compra. Si el papel va a ser darle el móvil y olvidarse, ni te lo plantees. Da igual que tenga 12, 14 o 16. En el momento en el que no hay control surgen los problemas. Además, el niño debe entender que cuando le compramos el móvil lo hacemos con una serie de condiciones. Por eso es tan importante que podamos firmar un contrato con condiciones, hay muchos por las redes, uno de la Policía incluso. Se ponen una serie de condiciones, como que si no se cumple lo acordado inmediatamente el móvil se retira. Eso lo tienen que saber previamente, porque después es más difícil quitárselo una vez comprado y hecho el mal uso. Pero si le hemos advertido antes él va a valorar que eso es así y no se sorprenderá tanto.
Dentro de ese seguimiento recomiendo que se ponga alguna aplicación de control parental. Yo recomiendo Custodio, no por hacer publicidad, sino porque es la que uso yo. La herramienta nos ayudará a controlar, que no espiar, a nuestro hijo. Si entra en webs inadecuadas se pueden bloquear, nos dice el tiempo que ha estado utilizando el móvil y haciendo qué, etc. Esto es importante tenerlo claro, porque cuando compramos el móvil una de las condiciones es que se va a instalar el control parental. No para espiarle, sino porque no queremos que accedan a ciertos sitios. Es mejor explicarle esto y que sea consciente de que tiene el control parental activado a que lo instalemos sin decirle nada y luego vayamos a decirle que ha estado entrando en tales webs. Se sentirá espiado y se perderá confianza, que es la base de todo, junto a la comunicación. Para llegar aquí necesitamos un trabajo de comunicación, porque hablamos de tecnología, pero creo que debemos hablar de educación, que es la base.
Ya que hablamos de educación, ¿cómo aborda la escuela la ‘educación tecnológica’?
Es una asignatura pendiente aún. Debemos ponernos las pilas y desde la escuela deberíamos impulsar esta educación tecnológica más y darle más importancia. No en todas las familias se le está ofreciendo a los chavales esa formación tecnológica, esas herramientas, y nosotros deberíamos compensarlo de alguna manera. Cuando dices que sería interesante incorporar otra asignatura para hablar de esto la gente piensa, “otra asignatura”. Creo que no debería ser evaluable, simplemente formativa y en la que se puedan aplicar estas estrategias de primera mano. Saber cuáles son los peligros, los problemas en los que se pueden meter solo por compartir una imagen que no deben. Alguien debe darles esta formación y la escuela puede ser el sitio, pero para eso deberíamos formarnos los profesores. Se está haciendo un buen trabajo desde la Policía, que vienen a dar charlas. Pero es una cosa puntual, vienen un día, que está muy bien porque el alumnado se acuerda mucho, pero ya. Y eso con el tiempo se diluye, no es lo mismo que trabajarlo a diario en una asignatura y que veamos casos reales. Que aquello que han visto en las noticias es cierto y que tiene unas repercusiones y unas consecuencias, porque nos quedamos con el titular, pero luego no vemos que el chico que compartió esa fotografía ha tenido problemas. Hay que ponerles en la realidad y qué mejor que la escuela para hacerlo. Y, sobre todo, en la etapa primaria. En secundaria te van a decir que qué les estás contando, pero en primaria, que hay más receptividad. En 3º y 4º de primaria tienen unas edades muy buenas para empezar a explicar ciertas cosas.
No sé hasta dónde conoces los planes de formación de los maestros, pero me pregunto si la hay.
Desconozco un poco, sé que se trabaja la presencia en redes sociales, pero no sé hasta qué punto se ofrece esa formación dirigida al alumnado. No creo, ysería interesante. Y no solo en las facultades, también en los centros de formación continua del profesorado. La solución que muchas consejerías de Educación han dado, como por ejemplo en Valencia, ha sido cortar las redes sociales. En esas edades los niños no deben estar en las redes, no tienen la edad legal. Pero la solución no es prohibir o cortar. La solución es educar, explicarles primero que no tienen acceso porque no tienen la edad legal para acceder a las redes, esto es importante. Y que los padres lo tengan bien presente, porque muchos desconocen muchas redes sociales como Instagram, etc. No saben qué es. Y que desconozcas que tu hija de nueve años está colgando fotografías en Instagram es un problema.
¿Hay mucha brecha digital entre padres e hijos?
Creo que la hay, pero como padres tenemos una responsabilidad y debemos reducirla. Nunca vamos a manejar los móviles como ellos en cuanto a habilidad. Pero en cuanto a conocimientos depende del tiempo que inviertas. Si dedico tiempo a formarme y prepararme lo haré funcionar tanto o más que un niño, por supuesto. Pero entran nuestras excusas, tipo “no tengo tiempo, mi hijo lo hace mejor”. Todas las excusas que solemos poner no son más que eso, excusas. Ahí creo que nos equivocamos mucho. Les ganamos en algo que no tienen, experiencia, y por mucho que ellos crean que saben manejar, son muy vulnerables y se pueden meter en problemas por ese desconocimiento nuestro y por no haberles dado formación. Ahí tenemos mucho que hacer y hay trabajo para reducir.
¿Cuál es su postura respecto al móvil en clase?
Creo que no estaría mal siempre y cuando sepamos hacer un buen uso del mismo. ¿Para qué vamos a usar el móvil en clase? Por ejemplo, para grabar y editar vídeos. Fantástico. Pero para eso hay que explicar bien las normas de uso del móvil en el centro, que no serán las mismas que en casa aunque sean parecidas. Te la pueden liar. Pueden hacer una foto o grabar a un niño, y tal y como está la ley de protección de datos podemos tener un problema. El uso debe ser didáctico, pedagógico y educativo, no para entrar en las redes o atender llamadas. Si la finalidad es educativa, puede ser una herramienta. La tecnología no es buena ni mala, es una herramienta y depende del uso que le demos. Si es educativo y provechoso, aprenderán que, además de los usos que ellos le dan fuera de la escuela, tienen esa herramienta para hacer otras muchas cosas que no son conscientes que pueden hacer, para formarse, etc. Pero no como sustituto de nada, sino como un complemento. Que estamos entrando en un ambiente de tecnología donde parece que si no es tecnológico no es innovador y ahí nos equivocamos, hay que buscar un equilibrio.
¿Nos hemos olvidado un poco de la televisión, con tanta atención a móviles y tablets?
Muchísimo. Lo que ocurre es que las teles ya no son teles. Son smart TVs y ahí tienes la opción de ver la televisión a la carta cuando quieras. Ahí tenemos que entender que con estas cosas no estamos fomentando la paciencia. Antes tenías que esperar a que lo emitieran, ahora no. Eso es una cosa más, como Spotify o YouTube. Están acostumbrados a ver un vídeo, si no les gusta cambian en un minuto a otro. Y les está llevando a no saber esperar. Un ejemplo muy sencillo son las fotos. Antes se revelaban y había que esperar. Pero sí, la televisión es un elemento central, que está ahí, a veces de fondo, impidiendo la comunicación en familia.
Imagen y fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/05/16/hay-padres-que-pueden-pensar-que-sus-hijos-son-adictos-a-internet-pero-no-se-miran-a-si-mismos/