Por: jovenesemergencia.
“Si no nos mata el virus, nos mata el Gobierno”*
Patricia Juárez, trabajadora doméstica mexicana
Se dice que la expresión Ojalá vivas tiempos interesantes es una maldición china. La frase fue popularizada por Robert F. Kennedy en un discurso en Cape Town, Sudáfrica, en 1966. Parece que la primera persona en atribuirle a los chinos esa expresión que no existe en su lenguaje fue el británico Joseph Chamberlain a fines del siglo XIX.
Hoy, sin duda, vivimos tiempos interesantes. No se trata de una maldición china, aunque también se le atribuya a China la visible maldición y su principal divulgador sea un político yanqui, Donald Trump. La humanidad ha llegado a su más alto grado de desarrollo tecnológico y sin embargo se ha paralizado por un virus tan parecido a un catarro común. Esto último se pone de manifiesto al ver que una de las herramientas más eficaces y aplicables para contrarrestarlo sea indicarle a la gente cómo ejercer una actividad humana tan antigua y cotidiana que pareciera no necesitar mayor explicación (lavarse las manos) y que aún así 3 mil millones de personas no lo puedan hacer por carecer de agua y jabón en sus hogares. O que la posibilidad de garantizar la vida humana sea dejar de acercarse a otros humanos, con una “distancia social”. O que veamos estados de excepción característicos de las más nefastas dictaduras como “un mal necesario” y que incluso sea aplaudido.
Parece que presenciamos una película sobre el fin del mundo. Si nos detenemos y rememoramos un poco, veremos hace tan sólo unos meses imágenes de grandes bloques polares derritiéndose, miles de animales huyendo del fuego y millones de hectáreas en llamas en Australia. Rebeliones populares en Haití, Bolivia, Ecuador, Chile. Cientos de miles de personas muriendo en los mares o en el desierto, tratando de buscar una vida mejor. Imágenes de caída de precios del petróleo y caídas de las bolsas de valores. Grandes guerras en curso en medio oriente y la amenaza de una mayor guerra ¿recuerdan cuando el asesinato del líder militar iraní nos tuvo tan cerca de que todo volara por los aires? Quizás no es sólo una película la que pareceríamos observar. Mas bien, es como si estuviésemos frente a una inmensa pantalla en la que simultáneamente y de modo sobrepuesto se emiten imágenes de destrucción incomprensibles. Lo único que nos queda claro, en medio de tanta confusión es que estamos ante un horror inédito, que eufemísticamente podríamos llamar tiempos interesantes.
- La pandemia
El SARS-CoV-2 que causa la enfermedad COVID-19 es un nuevo virus de alto contagio con bajo índice de letalidad. Sin embargo, por ser un nuevo patógeno, nuestros organismos no tienen inmunidad contra él y no existen hasta ahora vacunas para prevenir el contagio. A la fecha las cifras de personas contagiadas ronda las 600 mil, con más de 27 mil muertes y poco más de 131 mil personas recuperadas en 176 países. Aunque el virus surgió en China, ahora es Estados Unidos el país con más número de contagios: más de 104 mil. Y son Italia y España los países con mayor número de muertos, con 9134 y 5138, respectivamente.
En las últimas décadas las epidemias que han surgido en el mundo han crecido en su niveles de expansión y en su frecuencia de aparición: el SARS (2002-03), la gripe porcina H1N1 (2009), el MERS (2012), el Ébola (2014-16), el Zika (2015), el dengue (2016) y ahora el COVID (2019-20). Aún no se sabe cuál fue el origen del más reciente virus. La investigadora Silvia Ribeiro del grupo ETC señala que hay tres causas concomitantes y complementarias que han producido los virus en las últimas décadas: 1. La cría industrial, masiva e intensiva de animales. 2. El contexto general de la agricultura industrial y química. Y 3. el crecimiento descontrolado de la mancha urbana e industrial. Al cual tendríamos que añadir la falta de estrategias de salud preventiva; la resistencia y mutación de virus por las formas en que se consumen los fármacos en el mundo y tampoco podemos descartar, de ninguna manera, la posibilidad de surgimiento de este virus en laboratorios militares como ha sido denunciado por funcionarios chinos.
En ningún momento podemos poner en duda la existencia de este virus, aunque tengamos tanta desconfianza de los gobiernos y organismos internacionales. Tampoco podemos subestimar los riesgos que tenemos. Además de impulsar el auto cuidado, tenemos que pensar en cómo enfrentar esta crisis, reflexionar sobre los escenarios que se están configurando y, ante ellos, qué podemos hacer para los tiempos venideros.
- Lxs más afectadxs
Existe una idea de que el Covid-19 sólo afecta a los ricos por tener su mayor número de afectados en Europa y en Estados Unidos y porque los medios llenan sus titulares con una veintena de famosos infectados. La conjetura es fácil de hacer, pero si se piensa tan sólo un poco ¿acaso en Europa y Estados Unidos sólo existen ricos? Se mencionan unos 20 casos de famosos, de los cuales casi ninguno ha muerto, pero ¿quiénes son los casi 600 mil afectados? ¿Cuándo la muerte de un pobre ha aparecido en los grandes titulares? Quizás lo único angustiante en este sentido es que no es una enfermedad que sólo afecta a los pobres, como la mayoría de las que matan a miles diariamente.
Ciertas condiciones biológicas señalan como más vulnerables a muerte por COVID-19 a lxs mayores de 65 años, infantes menores de cinco, mujeres embarazadas y personas con enfermedades crónicas no transmisibles (hipertensión arterial, pulmonar, insuficiencia renal, lupus, cáncer, diabetes mellitus, obesidad, insuficiencia hepática o metabólica, enfermedades cardiacas o algún padecimiento o tratamiento farmacológico que generen supresión del sistema inmunológico).
Las condiciones socioeconómicas complejizan el espectro de afectadxs a la gente que carece de seguridad social, a los que no pueden permanecer bajo aislamiento por tener que buscar su sustento día a día, los trabajadores “informales”, las micro y pequeñas empresas También están las personas indocumentadas que día a día cruzan las fronteras de sus países en búsqueda de mejores condiciones de vida. Y los presos comunes, hacinados en espacios ideales para el contagio.
Conjuntado ambos condicionantes que hacen más propenso el contagio y la muerte, así como los impactos económicos que tienen las medidas de cierres de negocios, los despidos, etc. encontramos que la gente más afectada es un amplio espectro de pobres y clase media baja. Enfatizamos que gran parte de las enfermedades crónicas que vulneran a las personas tienen una mayor propagación entre esos sectores por la destrucción de las formas de producción de alimentos campesinos y su sustitución por “alimentos” de bajo costo producidos industrialmente y regados por todo el país bajo el “libre comercio” que son los que alcanzan a pagar para su consumo, el vivir cerca de fuentes de contaminación (antenas de celulares, plantas de alta tensión, pesticidas, entre otros) que sólo se colocan en las zonas pobres.
Hay un elemento básico de clase que afecta a los más pobres. Lxs más pobres serán los más afectadxs y los daños vendrán por los contagios, los impactos económicos de las medidas tomadas por el COVID-19 y la crisis económica en curso. Ya los sectores dominantes se frotan las manos para hacer de la crisis “una oportunidad” de negocios, que seguramente afectará a esa parte de la población excretable, desechable, como le ha nombrado Giorgio Agamben. Dentro de esa población “sobrante” las mujeres serán las más afectadas, por ser los principales sostenes económicos de muchas familias y estar expuestas al contagio, pero también por el riesgo de que se dispare la violencia intrafamiliar contra las que permanecen en cuarentena.
- El papel de los Estados.
A pesar de ser el foco original de contagio, China sorprendió al mundo por medidas que lograron frenar la expansión del mismo, controles para frenar la infección y la construcción de un hospital en un par de semanas. Corea del Sur ha tomado medidas parecidas. En Europa se señala que los países tomaron mediadas tardías, que llevaron a su alta expansión, hoy tienen paralizadas sus naciones, pero el número de muertos va en un ascenso aparentemente incontrolable.
En América Latina tenemos una amplia variedad de acciones frente a la emergencia. En El Salvador Nayib Bukele apuesta recuperar su legitimidad con las medidas tempranas que tomó para imponer la cuarentena, luego de su fallido auto golpe de Estado. Bukele, junto con Lenin Moreno, presidente ecuatoriano, han aprovechado este momento para avanzar en el endeudamiento de sus países con el Fondo Monetario Internacional. Sebastian Piñeira, en Chile, retrasó el referéndum sobre la Convocatoria a Asamblea Constituyente. La golpista Jeannine Añez en Bolivia postergó el llamado a elecciones de manera indefinida, con miras a sostenerse en el cargo por más tiempo y buscar revertir la tendencia de las elecciones que anunciaban al candidato del Movimiento al Socialismo (MAS) Luis Arce como posible ganador.
Jair Bolsonaro en Brasil y Donald Trump en Estados Unidos subestiman la crisis del COVID. El primero le llama “gripecita” -Olavo de Carvalho, su ideólogo, afirma que no existe- y llama a no seguir ninguna recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El segundo, insinúa cancelar las medidas de cuidado en el país que ya tiene mayor número de infectados, fomenta su campaña de odio contra China llamándole “virus chino”, reniega de la importancia de los ventiladores de aire para pacientes y lanza una nueva serie de ataques contra Venezuela. Iván Duque, en Colombia, se empeña en impulsar el golpe en Venezuela sin tomar en cuenta la situación tan grave que vive su país y se niega a coordinar esfuerzos de sanidad en la frontera con Venezuela con el presidente Nicolás Maduro para evitar una desgracia.
Mientras tanto, Venezuela se toman medidas extraordinarias con la reducción de actividades a las mínimas vitales, impidiendo que haya despidos a trabajadores hasta el 31 de diciembre del año en curso, suspendió los pagos a prestamos contraídos por el Estado, prohibió que se corten las telecomunicaciones en caso de que no puedan pagar y se han activado las organizaciones de base para garantizar el abasto de alimentos para toda la población. Todo esto mientras el Fondo Monetario Internacional (FMI) le niega un préstamo y las Fuerzas Armadas y los equipos de inteligencia desmontan un intento de asesinato al presidente y se desarrollan medidas preventivas ante la posibilidad de un ataque luego de que Trump pusiera en la lista de financiadores del narcotráfico a Maduro y otros funcionarios de Estado este 26 de marzo.
Fuera de toda esta dinámica, resalta la fortaleza de Cuba para -también en condiciones de bloqueo y acoso- sostener uno de los mejores sistemas de salud del mundo y poniendo a su disposición brigadas de médicos para apoyar a los países más afectados, en esa tradición internacionalista. Además, es un medicamento desarrollado en laboratorios cubanos, el Interferón, el que más eficazmente ha ayudado a atender a las personas infectadas.
Argentina es uno de los países más afectados. Ahí se han tomado las medidas más radicales de contención de población. Las Fuerzas Armadas organizan el estado de sitio. Ya se han dado diversos casos de agresiones y abusos por parte de la Policía y el Ejército frente a personas que no acatan las ordenes, sin que las autoridades reparen en si tienen posibilidades de cumplirlas. A pesar de ser por una causa necesaria, las reminiscencias con la dictadura resultan preocupantes, al mismo tiempo que el presidente Alberto Fernández emprende un viraje discursivo al insistir que las medidas que no se acaten mediante la razón se harán por la fuerza.
En México aún no se alcanza a comprender si las medidas que ha tomado el gobierno son las correctas, indolentes o las únicas posibles. Más allá de los absurdos, cuando no irresponsables comentarios del presidente Andrés Manuel López Obrador que llama a no “apanicarse”, que su escudo protector es no ser corrupto, de presumir unos escapularios “protectores” y de sus reiterados llamados a abrazarse y salir a las calles -a pesar de que la OMS indicaba lo contrario- la cuestión es si el sistema de salud en México tiene condiciones para hacer otras cosas y si la paralización total por la que muchos propugnan se podría aplicar sin que el remedio resulte peor que la enfermedad.
Considerados por muchos como las cabezas de un nuevo ciclo progresista, los gobiernos de Fernández y López Obrador se han topado con un escenario imprevisto que pone en vilo su capacidad para cumplir con las expectativas que los llevaron al triunfo. Lo más preocupante no será su fracaso en tanto individuos, sino que, acorralados por el nuevo escenario, llenos de soberbia y con un grupo de seguidores incondicionales, cataloguen a las expresiones populares de inconformidad como enemigos -y con eso los persigan, hostiguen y judicialicen- y que sigan cediendo más poder, recursos y legitimidad a empresarios y Fuerzas armadas.
- La crisis más profunda
Está en curso una crisis económica profunda que no fue causada por el COVID-19 pero sí precipitada por él. Los paros laborales en China por la epidemia impactaron el crecimiento económico de las cadenas mundiales de valor. Al mismo tiempo que se frustró un acuerdo entre Rusia y Arabia Saudita para fijar los precios del petróleo. Las bolsas del mundo en un mes cayeron entre del 30% al 14%. Y luego vino la paralización, a causa de la pandemia, de varios sectores económicos en gran cantidad de países del mundo.
La crisis actual se concentra en la deuda de las grandes empresas y la deuda de los estados en un mundo lleno de burbujas financieras. Estamos ante una nueva crisis que tiene su conexión directa con la de 2008. Pero a diferencia de aquel momento, que logró ser atenuada, las posibilidades de controlarla son ahora más difíciles. Además de que la crisis en el fondo viene de una crisis estructural que comenzó a inicios de los años 70. Con el distanciamiento social se han frenado las dinámicas de producción y consumo, sobre todo en los países más desarrollados. Su efecto expansivo a los países periféricos ha sido más fuerte. Uno de los mayores impactos, según la estimación de la Organización Internacional de Trabajo (OIT) será la pérdida de 25 millones de empleos en el mundo.
Queda claro que la crisis de salud se utilizará como una herramienta para imponer medidas económicas lesivas para lxs más. Giorgio Agamben ha insistido -sin poner en cuestión la existencia de la pandemia- en la riesgosa tendencia a normalizar y avalar el estado de excepción impuesto. Naomi Klein, por su parte, ha recuperado en días recientes la denuncia del uso de la pandemia como doctrina del Shock. Una vez que el virus se instale y nos hayan metido en un escenario de pánico, será más fácil la instauración de políticas de control, económicas y políticas que de otro modo detonarían protestas.
También es difícil prever si podrán atenuar la crisis y/o reparar las grandes burbujas financieras en lo inmediato, aunque hay quienes dicen que esta crisis puede desenbocar en una mayor al crack de 1929. Sin embargo, es evidente que estamos más próximos a una reestructuración profunda del capitalismo, a la creación de un Nuevo “Consenso de Washington” y un amplísimo esfuerzo por revitalizar la economía, un New Deal post COVID-19 en el que Estados Unidos dará una pelea más voraz para sostenerse como el gran hegemón ante otros países que hoy se encuentran más fuertes que antes como son China y Rusia. Mientras no exista una alternativa radicalmente diferente y opuesta, la salida será del capitalismo y entre sus mejores formas de reestructurarse -nunca hay que olvidarlo- siempre existen las guerras.
- ¿Y qué hacemos?
Varias voces han insistido en que estamos en guerra contra un enemigo invisible, el nuevo virus. Esto puede servir para convocar a cierta disciplina y generar un cuerpo colectivo. Empero, para pensar una salida efectiva no podemos organizarnos contra a un enemigo invisible, que además se propaga a través de seres humanos. Esto daría como resultado ubicar a cualquier persona como un potencial propagador del enemigo, un mecanismo por demás similar a las ideas propagadas por las doctrinas de seguridad nacional de las décadas del 60 y 70 en nuestro continente: el peligro del enemigo interno.
El problema no es el virus, sino los sistemas precarios de salud que tenemos, las condiciones de vida por debajo de lo aceptable que está más vinculado a las necesidades de consumo del sistema que a las de nuestras propias necesidades sociales.
Frente al Estado
Son los Estados, y los organismos internacionales avalados por ellos, los que tienen la responsabilidad de responder a esta crisis. Hacia ellos tenemos que dirigir nuestros reclamos y exigencias inmediatas y, a pesar de las condiciones de aislamiento, tenemos que hacerlo de manera colectiva.
Estamos ante una emergencia de salud y económica. Necesitamos demandar mediadas urgentes para que sea con los recursos del Estado y de los que más tienen y no a costa de lxs que tenemos menos, lxs más afectadsx. Entre ellas:
- Exigir condiciones óptimas para los trabajadores de la salud, reforzar las denuncias públicas que han hecho sobre la falta de medicamentos, insumos y materiales. De ellxs depende nuestras vidas y tenemos que cuidarles.
- Demandar mayor presupuesto público para la salud, tanto para la emergencia como para la salud preventiva. Nuestra vida no puede depender de nuestro poder adquisitivo. La salud es un derecho humano y debe ser garantizado por el Estado.
- Impedir despidos de personal ante la cuarentena. Suspensión provisional de cobro de servicios básicos. Cancelación de impuestos de la gente más pobre. Que la salida a la crisis sea con los recursos de quienes más tienen.
- Si bien la población mayor de 65 años es más vulnerable, en México la media de los infectados es de 41 años, de los doce muertos sólo cuatro eran mayores de 65. Por lo que necesitamos atención a toda la población sin diferencia de edad.
- En las defunciones ha quedado evidenciado que los impactos del virus están relacionados con el profundo deterioro de la salud pues las afectaciones que influyeron en la muerte de las personas infectadas por el virus son: tabaquismo, insuficiencia hepática, asma, obesidad, diabetes e inmunosupresión. Problemas de salud directamente relacionados con las dinámicas de consumo fomentadas por el Estado y debido a los daños al medio ambiente. Se tiene que revertir esto a través de políticas públicas y de castigos a las empresas responsables.
- La entrega de 4mil 500 mdp al Ejército y Marina para llevar a cabo planes de contingencia debe dirigirse al sector salud y contratar personal médico para ello. No pueden ser los elementos armados, los principales responsables del derramamiento de sangre inocente en nuestro país, los que usen los recursos para relegitimar su poder y sembrar el terror en la población.
- Debe impulsarse la producción y comercialización de alimentos de origen comunitario-rural. Esos alimentos pueden ayudar a mejorar la salud, activan la economía de sectores pobres y garantizan una estabilidad en los precios.
- Frenar el acaparamiento de productos básicos. Se tiene que impedir se dispare el precio de la tortilla y los ingredientes esenciales de nuestra dieta.
- Tras la crisis de salud, impulsar actividades económicas de emergencia para reactivar la economía sin que vayan en contra de la vida de los pueblos. Se debe cancelar el Tren Maya y el proyecto del Corredor Transistmitco y destinar sus recursos a salvaguardar la economía comunitaria y la cultura de nuestros pueblos. No más excusas: los pueblos sabemos administrar nuestra riqueza; las multinacionales, los grandes empresarios, los intereses espurios y nuestros gobernantes han sido los principales responsables de esta crisis.
Autogestión y colectividades
Más allá de las demandas al Estado, en lo inmediato hay un sin fin de cosas que podemos hacer entre la gente cercana. Frente al distanciamiento social obligado debemos de fortalecer nuestros lazos humanos.
Vivir la cuarentena como se pueda: Quienes tengan condiciones de implementarla lo tienen que hacer y cuidar a los seres más queridos y a las personas que sabemos que serán vulnerables.
No olvidar la importantísima movilización de millones de mujeres contra los feminicidios y el patriarcado que fue inédita hace casi un mes atrás. La lucha sigue vigente y en las condiciones de encierro y pobreza la violencia patriarcal se vuelve más feroz. Armemos formas de prevención y actuación ante la violencia patriarcal.
Crear y/o reforzar redes de solidaridad. Solidaridad con compañeros y compañeras que perderán sus empleos. Apoyar el comercio local, apoyar en el consumo de productores independientes que no pueden aplicar la cuarentena total.
En momentos de crisis y encierro nuestra vulnerabilidad es aún mayor. Debemos cuidar la salud emocional, creando un tejido social envuelto en la identidad solidaria y comunal, poniendo en el centro el bienestar común antes que el propio. Y en eso será importante evitar saturar de información a las personas. Tener cuidado con lo que divulgamos, para no reproducir fake news y deep fakes que sólo buscan generar paranoia, miedo, desconfianza y confusión.
- Alternativas. Desde la raíz, con sueños y fuerza
Ante estos tiempos que nos parecen tener atadxs, asiladxs, con poca energía y sobreinformación que nos empujan a pensar más el fin del mundo y menos el fin de este sistema, podemos hacer algo distinto y construir alternativas.
Demandar al Estado acciones en beneficio de la gente no es suficiente. Tampoco la creación de redes comunitarias en nuestro entorno más inmediato. Construir una gran alternativa frente al sistema es cada día más necesario. Para ello se requiere de todo lo anterior, pero no basta.
También, ha quedado claro que la salida del sistema siempre es para peor: siempre son un salto hacia delante, recrudeciendo las formas de explotación, dominación y opresión. No podemos ser ingenuos frente a esto: sus crisis no lo harán morir, sino transmutar en formas más agresivas.
Habrá que insistir de muchas -nuevas- maneras: es posible, urgente y necesario, vivir de modo diferente. Y que los escenarios de futuro pueden no ser los del fin de la humanidad y sí los del fin del capitalismo y de todas las relaciones de dominación que padecemos. Para ello será necesario ir creando nuevos proyectos, desatando sueños y esperanzas. Y sobre todo generando acciones, haciendo fuerza y aplicándola en contra de quienes nos quieren arrebatar la vida de múltiples formas.
En medio de la contingencia de salud la gente de Mexicali, Baja California, nos dio una enorme lección. Se atrevieron a salir a las calles -con los cuidados necesario- para echar fuera de sus tierras a la empresa gringa Constellation Brands que quería robarse el agua de su Valle para un negocio de cervezas. Contra todo su dinero, contra una consulta amañada a favor de la empresa, de intimidaciones y acarreos, derrotaron a la empresa y a los políticos que la favorecían. Una pequeña victoria nos demuestra, entre tanto mal, que cuando la gente se suma puede vencer a cualquier enemigo.
Resulta imperioso crear una alternativa que movilice. Antes de la cuarentena se venían gestando una fortísima lucha de mujeres, movimiento de familiares de víctimas de la violencia y de comunidades en defensa de su tierra y territorio. Será necesario que vuelvan a cobrar fuerzas y buscar lazos de unidad. El gobierno actual ha demostrado sus limitaciones para atenderles y ha preferido sostenerse en el gobierno a través de los pactos con los grandes empresarios trasnacionales (en especial gringos y mexicanos), dándole más poder a las Fuerzas Armadas y profundizando la violencia e impulsando proyectos de saqueo.
Ya no es posible limitar la crítica y el surgimiento de una alternativa al argumento que cualquier oposición al Presidente le hace juego a la derecha reaccionaria y proto golpista. Si no avanzamos en una alternativa por fuera de la pugna entre quienes hoy dominan el país, siempre estaremos relegadxs a ir detrás de un Presidente que va en contra de nosotrxs. Pensar la política y el destino de este país a través de la elección del mal menor bajo la amenaza de un mal peor, nos seguirá arrastrando a la legitimar sistemas que sólo nos conducen a menos que la supervivencia. Está en nuestro pueblo, en la gente más afectada por todas las crisis (la de salud, la económica, la del crimen), en nosotrxs la responsabilidad de cambiar el rumbo de nuestro país.
Lecturas recomendadas
Manual de prevención del Coronavirus. 101 tips:
https://albaciudad.org/2020/03/libro-manual-prevencion-coronavirus-101-tips/
Guía de salud solidaria, elaborada por médicxs mexicanos:
https://www.educaoaxaca.org/wp-content/uploads/2020/03/GUIA-SOLIDARIA-COVID.pdf
Revista Argentina de Salud Colectiva, elaborada por médicxs:
http://revistas.unla.edu.ar/saludcolectiva/Covid-19
Sobre la crisis económica en el contexto del COVID
Naomi Klein sobre la doctrina del Shock
Sobre la crisis mundial -“Crisis mundial 2020 y transición al postcapitalismo”
https://www.alainet.org/es/articulo/204788
Giorgio Agamben, “La invención de una epidemia”. En: https://www.pagina12.com.ar/250990-la-invencion-de-una-epidemia
De Mike Davis. El impacto de la enfermedad desde la situación de clase
https://vientosur.info/spip.php?article15712&fbclid
Judith Buttler sobre la crisis de salud
https://www.alainet.org/pt/articulo/205377
Opinión de Byung-Chu sobre la emergencia viral
De Misión Verdad sobre la crisis económica y la pandemia:
Fuente de la reseña: https://jovenesemergencia.org/tiempos-interesantes-crisis-y-pandemia-en-el-mundo-actual/