Estados Unidos quedó atorado en una diatriba política sobre el control de las armas, mientras ve como aumentan los asesinatos masivos en escuelas y calles.
Hay realidades que no se pueden negar. Cada cierto tiempo una tragedia toma por asalto las noticias y revive una vieja discusión en la que no ha habido ganadores: el tema de las armas de fuego y la violencia en Estados Unidos.
Una estéril discusión política no ha logrado evitar la masacre a cuentagotas que parece no tener fin, mientras los tiroteos masivos se repiten ante la mirada atónita de propios y extraños.
El pasado 24 de mayo ocurrió una de estas tragedias cuando Salvador Ramos, de 18 años de edad, armado con un rifle semiautomático AR-15, asesinó a 19 niños y dos maestros en un lugar que debería ser un santuario para la paz y el aprendizaje, la Escuela Primaria Robb de Uvalde en Texas.
Es el tercer tiroteo más grave ocurrido en una escuela en EEUU.
Años de violencia armada en escuelas
Analistas sociales han alertado sobre el problema de violencia armada en Estados Unidos. La página web Mother Jones levantó una base de datos sobre los tiroteos masivos ocurridos desde 1982 y registró 128 de estos hechos.
Vale destacar que la pesadilla de la violencia en las escuelas no se inició en 1982, el reporte más antiguo sobre este tipo de hechos se remonta a 1764 cuando 11 niños y un maestro fueron masacrados.
Según datos del Centro de Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) estas masacres representan 0,9% del total de muertes por armas de fuego en EEUU, “de allí que los esfuerzos de prevención se enfoquen en el 99% de los asesinatos, que para el año 2013 fueron 11.208 muertes”, señala J. Scott Lewis en el estudio “The Relationship between Gun Control Strictness and Mass Murder in the United States: A National Study 2009-2015”.
Los tiroteos masivos han triplicado su frecuencia en los últimos años de acuerdo a análisis realizados por el Buró Federal de Investigación (FBI) y la Universidad de Harvard. Vale destacar que este tipo de ataques no ocurre solo en las escuelas, la mayoría han sido en la vía pública, lugares de trabajo, iglesias, discotecas, salas de cine, conciertos y reuniones familiares, en fin en cualquier momento un sujeto armado puede disparar y asesinar a decenas de personas, pero cuando se ataca a una escuela se busca un gran impacto en la opinión pública.
Armas al alcance de todos
Mucho se ha discutido sobre estos hechos y sus causas. Se han señalado como promotoras de ellos a las letras de rock y de rap, a series, películas y videojuegos, también se ha hablado de enfermedades mentales, problemas sociales y culturales, se ha señalado al acoso y al bullying como detonantes de esas masacres.
Casi todos los países tienen exposición a los mismos problemas y a otros más graves, música, películas y videojuegos, acoso, bullying, sin embargo su población no repite esos sangrientos guiones, entonces ¿qué marca la diferencia?
Deshojando la margarita terminamos encontrando el elemento diferenciador y es que en EEUU el individuo que potencialmente puede perpetrar este tipo de masacres tiene acceso a cualquier tipo armas de fuego sin mayores limitaciones.
El estudio “Public Mass Shooters and Firearms: A Cross-National Study of 171 Countries” realizado por Alan Langford arrojó que las naciones con altas tasas de propiedad de armas de fuego son particularmente susceptibles a masacres armadas, inclusive se trate de países pacíficos o con una población general mentalmente saludable.
La población estadounidense tiene el derecho constitucional a portar armas, al menos 265 millones de ellas están en manos privadas, según un estudio de 2016 llevado a cabo por las universidades de Harvard y Northeastern que arrojó además que más de la mitad de esas armas están en manos del 3% de la población.
Otro estudio encontró una relación entre los niveles de educación y la tendencia a portar armas y según el cual mientras más bajo sea el nivel educativo, mayor será el interés por ellas.
Armas, políticos y una oscura relación
Ahora bien, si se ha determinado que los tiroteos masivos están relacionados con el acceso a las armas de fuego, especialmente a las semiautomáticas, entonces, ¿por qué no se limita su venta o simplemente se prohíben?
Mientras ahondamos en el tema vemos que aparecen otros actores. En EEUU los más acérrimos defensores del derecho a portar armas están afiliados a la National Rifle Association (NRA) con cerca de cinco millones de miembros.
Se trata de una poderosa organización que mantiene un lobby muy activo en la Cámara de rRepresentantes y Senado y además tiene gran fuerte influencia en el Oartido Republicano y más débil, aunque no inexistente, en el Demócrata.
El gran problema para el control de las armas es la interpretación que hacen a la Segunda Enmienda de la Constitución norteamericana, que consagra el derecho del pueblo a estar armado.
Bajo el alegato del respeto a la Carta Magna, el PartidoRepublicano y la NRA, rechazan cualquier tipo de controles, llegando a extremos como los declarados por el fiscal general de Texas, Ken Paxton, y el expresidente Donald Trump, quienes proponen armar a los maestros para prevenir hechos como la masacre de Uvalde, obviando los múltiples casos de docentes que han asesinado a sus alumnos y a compañeros de trabajo.
Lo ideal sería que establecer controles en lo referente a la obtención de permisos para adquirir las armas de fuego, tal como los permisos para manejar u otras actividades, así como prohibir la venta de armas semiautomáticas y de guerra, de esa manera al menos se limitaría el acceso a las herramientas de destrucción masiva que usan para cumplir sus fines.
Fama a cualquier precio
Los analistas consideran necesario estudiar a los tiradores públicos masivos para tratar de encontrar las razones y los factores sociales y culturales que expliquen por qué en algunos países ocurren más este tipo de hechos que en otros.
Uno de los motivos, podría ser mucho más frívolo de lo que se piensa, y es que en Estados Unidos, la fama y la popularidad tienen un enorme peso social. Según encuestas realizadas por el Pew Research Center, el 51% de los estadounidenses de entre 18 y 25 años dice que “ser famoso” es una de las metas más importantes de su generación en la vida.
El sistema de clases que se impone en centros de estudio y trabajo en muchos países del mundo, que se fundamenta en la popularidad de sus miembros, determina altos niveles de estrés entre quienes no reúnen esos requisitos y se sienten víctimas de un sistema injusto, muchos de esos individuos desarrollan conductas asociales y se disocian de la realidad para terminar convertidos en potenciales seres que buscan venganza por una ofensa que sienten haber recibido de la sociedad.
Desafortunadamente, muchos asesinos en masa estadounidenses buscan fama y gloria y la obtienen gracias a la cobertura mediática que reciben. Matar parece darles exactamente lo que quieren.
Fuente: https://www.eluniversal.com/sucesos/127857/cuando-el-asesino-va-a-la-escuela