Entre la persecución y la decadencia viven maestros venezolanos

Cada 24 de enero se celebra el Día Internacional de la Educación y en Venezuela hay muy poco que celebrar, ya que los maestros y los estudiantes batallan diariamente entre la persecución y la decadencia.

Dentro de los problemas que aquejan a todo el sector de educación se encuentran la baja matrícula, la deserción de los profesores y la precariedad de la infraestructura existente.

Aunque en el país no hay datos oficiales, diferentes informes de ONG y otras instituciones arrojan que miles de maestros abandonaron sus puestos en busca de mejores oportunidades en el extranjero, lo que ha generado una escasez de educadores calificados y ha impactado negativamente en la calidad de la educación.

Una de las principales razones de la deserción de los profesores es el bajo salario que no resulta suficiente para cubrir gastos de alimentación, indumentaria, transporte, salud o estudio de sus propios hijos.

Por otra parte, en las escuelas de Venezuela, se sigue trabajando con el denominado horario mosaico, que fue una de las propuestas implementadas durante la pandemia y que aún persiste en las escuelas públicas; se trata de que los niños asisten a clases entre dos o tres días a la semana.

Actualmente los maestros ganan al mes menos de 800 bolívares, necesitando 29 salarios para hacer la compra de la Cesta Básica.

El pasado 17 de enero, el régimen de Nicolás Maduro detuvo de forma arbitraria al presidente de Fenatev (Federación Nacional de Colegios y Sindicatos de Trabajadores Profesionales de la Educación de Venezuela) en Barinas por liderar varias protestas en el estado.

Los maestros constantemente están en las calles exigiendo sueldos dignos y reivindicaciones laborales.

Entre la persecución y la decadencia viven maestros venezolanos

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