En la escuela pública el ajuste es una realidad de todos los días, que se ve muy transparente en la decadente infraestructura, en la comida deficitaria que les dan a nuestros pibes y en los magros salarios de auxiliares y docentes. Se palpaba en la época de gobiernos K, y se percibe y se intensifica en el de Macri con Vidal en la Provincia de Buenos Aires.

Pero en la escuela nº 33 de Valentín Alsina el ajuste avanzó aún más. Ante la aparición reiterada de alacranes en el establecimiento, la inspectora se negó a suspender las clases alegando que «el veneno trae leve consecuencias», en un acto de irresponsabilidad inédita, sin ningún tipo de estudio serio ni evaluación científica al respecto.

Sabiendo de la plaga y en pos de ocultar el hecho, la directora hizo ingresar a los alumnos, docentes y auxiliares como si nada estuviese pasando. Es que mostrar normalidad y cumplir con los días de clase a cualquier costo busca esconder la crisis educativa y el ajuste en curso, sin importar exponernos a la picadura del insecto que mide cerca de 12 cm.

Recién plantea la desinfección para el fin de semana, sin importarle los posibles brotes alérgicos o picaduras del alacrán a cualquier miembro de la escuela.

Los docentes, padres y alumnos, es decir, el conjunto de la comunidad educativa, somos los únicos que sostenemos la escuela pública día y a día, y los que peleamos contra gobiernos ajustadores como el de Macri y Vidal, que tienen a algunas directoras e inspectoras como aliadas.