España/10 de Julio de 2016/El Diario
Entrevista a Carolina Sánchez Páramo
La igualdad de género y la igualdad de oportunidades no son sólo principios básicos de cualquier sociedad democrática sino también una condición indispensable para el crecimiento y el desarrollo económico. De ello sabe, y mucho, Carolina Sánchez-Páramo, experta en temas de desigualdad y pobreza del Banco Mundial, que esta semana ha participado en Sevilla en la IV Conferencia de Economía y Presupuesto en clave de Género, organizada por la Consejería de Hacienda y Administración Pública.
Llegada de Washington D.C., atiende a eldiario.es/andalucia tras impartir la ponencia marco del encuentro. «Sorprendida», positivamente, por la nutrida presencia masculina, está convencida de que esa es la clave del éxito de cualquier política. «Esto no es una lucha entre mujeres y hombres. La igualdad de género no la ganan las mujeres o la ganan los hombres. Al final ganamos todos». A un problema conjunto, solución conjunta.
Sabemos que hay tres vías en las que la desigualdad afecta al crecimiento. Por un lado, el hecho de que las mujeres participen menos en el mercado de trabajo y que tengan trabajos distintos tiene un coste en términos del PIB de los países y de los ingresos. El trabajo que hemos hecho intentando cuantificar estos impactos muestra que estas diferencias pueden ser de un 10% y hasta un 30%. Por otra parte, que las mujeres no tengan acceso a oportunidades económicas también contribuye a que los niveles de pobreza y vulnerabilidad sean más altos, aunque quizá esta cuestión sea más pertinente en países de ingresos más bajos que España. Por último, cuando las mujeres trabajan y tienen sus ingresos propios tienden a invertir más en sus hijos en términos de educación y de salud. Cuando sumas todo eso, el coste de que las mujeres no tengan oportunidades laborales y económicas es altísimo.
¿Cómo están los niveles de desigualdad de género en España en el contexto de la UE?
En España todavía, en términos de derechos en el mercado laboral, son altos en comparación con otros países europeos, sobre todo de Europa Occidental. Eso se debe en parte a una combinación de factores que tiene que ver mucho con la política social y, sobre todo, con el acceso por ejemplo al cuidado infantil, que hace que sea muy difícil para las mujeres jóvenes compatibilizar el hecho de tener hijos con estar en el mercado de trabajo. Y luego en el fondo están las normas sociales, que todavía fomentan la idea de que si hay hijos o si hay mayores a los que cuidar eso es responsabilidad de las mujeres. Hay que atacar los dos frentes, el estructural de las normas sociales pero también facilitar la incorporación femenina al mercado laboral mediante guarderias, unas condiciones laborales que permitan que las mujeres trabajen desde casa unos días a la semana o a tiempo parcial, etc. Hay países que han hecho eso de manera bastante exitosa, como Francia. Es algo que se puede lograr.
¿Y qué pesa más? ¿El hecho de que las políticas públicas no apuesten por una igualdad real o esas normas sociales que perpetúan de alguna manera la desigualdad?
Es difícil de saber, porque tendemos a pensar en las normas como algo inamovible, pero hemos visto políticas que ni siquiera estaban intentando cambiar la norma directamente sino que estaban creando unas condiciones un poco más fáciles para que estas cosas ocurran y acaban teniendo un gran impacto sobre las normas. Entonces, creo que intentar atacar la norma con la política es difícil, pero intentar crear condiciones más favorables no me cabe duda de que acaba cambiando la norma. La política debe facilitar cambiar los procesos. No debemos pensar que las normas están fijas, sino que evolucionan y, en algunos casos, lo hacen muy rápido.
¿Cuál cree que es la incidencia de la reforma laboral en España y su precarización en el aumento de la desigualdad y de los índices de pobreza?
No sé si el efecto ha sido tanto de género o más bien generacional. El mercado laboral español estaba ya muy segmentado desde que se introdujeron los contratos temporales y se creó una brecha muy fuerte entre los que eran los trabajadores que tenían empleos permanentes y el resto, que sobre todo eran jóvenes que entraban por primera vez o mujeres que se reincorporaban. Es una reforma que en teoría va orientada a cerrar esa brecha y a tratar de igualar las condiciones de trabajo entre unos y otros. ¿Estás igualando a la baja o a la alta? No me queda muy claro. Necesitas igualar de alguna manera, porque si no estás distribuyendo los costos de manera muy desigual y perjudicando otra vez a jóvenes y mujeres. En cualquier caso, no veníamos de una situación fantástica.
La brecha salarial de género en España es la sexta más alta de la UE (un 18%). ¿Confía en que se pueda cerrar algún día?
Esta brecha indudablemente refleja algo de discriminación pura y dura pero mucha de esta brecha no se explica por eso sino porque hay una diferencia muy grande entre el tipo de trabajo que hacen las mujeres y el que hacen los hombres. Si todos los hombres trabajan en ingeniería y todas las mujeres se dedican a la hostelería, pues claro que hay una diferencia salarial, pero eso no significa que les estés pagando distintas cantidades por hacer el mismo trabajo, sino que sus ocupaciones son completamente distintas. A medida que conseguimos que las mujeres se incorporen más a los sectores masculinos, y viceversa, parte de esa brecha se va a ir cerrando, porque mucho de lo que vemos es esa segregación ocupacional. También hay gente a la que se le paga distinto aun haciendo el mismo trabajo, por supuesto, pero en el fondo esa es una facción pequeña
La desigualdad y la falta de esperanzas es una de las hipótesis más aceptadas para explicar el Brexit. ¿Está usted de acuerdo?
Hay una sensación de que la clase media en Europa, en Estados Unidos, etc, lleva muchos años estancada y que la globalización y el crecimiento económico no se ha traducido en una subida en los niveles de vida para todo el mundo por igual. No me cabe duda. La respuesta que estamos viendo es una respuesta al descontento, a pensar que «la cosa va mejor pero a mí no me va mejor». Creo que sí que ha sido una causa. Y luego evidentemente buscas culpables entre los inmigrantes, etc., pero la preocupación de fondo es que estas personas no se están beneficiando tanto de estos procesos y ves a otros que sí se están beneficiando en la parte alta de la distribución. Ha jugado un papel ahí, o en que Trump sea el candidato republicano, etc.
¿Es un descontento global o a unos les va mejor que a otros?
Es un fenómeno global. En las últimas dos o tres décadas ha habido un crecimiento económico muy rápido en la parte baja de esa distribución (en África, India, China,…) y una reducción de la pobreza global. Pero en la parte media de esa tabla (las clases medias de países europeos, principalmente) el crecimiento ha sido mucho más lento o prácticamente nulo, mientras que el crecimiento entre los ricos ha sido muy rápido.
¿Cómo cree que afecta la globalización con su barra libre para los capitales y las restricciones sobre las personas?
A nivel global, la pobreza ha caído a una velocidad que no habíamos visto en el pasado, por lo que hay que decir que alguno de estos procesos económicos sí ha tenido un efecto positivo, no sólo en términos de PIB de los paìses sino en cómo eso se ha traducido en ingresos a nivel de los individuos. Lo hemos visto en el sur asiático, en Latinoamérica, etc, y se ha apreciado la salida de un montón de gente de la pobreza. La tasa global de pobreza ha caido un tercio en los últimos veinte años y está ahora aproximadamente en un 17% de la población global.
Cuando miras sin embargo a los países desarrollados, donde estas mediciones de pobreza globales son irrelevantes, la crisis ha afectado sobre todo a las clases medias. La medida en que la UE mide la pobreza provoca que haya habido un incremento de la pobreza aunque, si se mide en términos globales, no sea así. Tras la crisis, no ha habido una recuperación de los empleos ni los salarios que haya revertido eso por lo que, aunque las cosas globalmente van mucho mejor, en Estados Unidos y en Europa no es así desde el punto de vista de la pobreza.
Lo que hemos aprendido con el tiempo es que actuaciones individualizadas que sólo van dirigidas a las mujeres tienen un impacto muy limitado.
¿Cuáles son los costos asociados a la violencia de género que ha citado en su ponencia?
Los datos son tan escasos que es muy difícil saberlo. En nuestro estudio global sí pudimos documentar que esa idea de que esta violencia sólo se da en los pobres o en los que no tienen educación es falsa. Hay violencia doméstica en todos los niveles, en todos los lugares, pero es muy difícil cuantificar el coste de esto, porque los datos que tenemos no son suficientemente representativos. Creo además que las tasas son mucho más altas de lo documentado porque mucha gente no denuncia estas cosas. Por otra parte, cuando intentas comparar a unos países con otros los datos no son comparables. Pero aquí el costo es humano. Volviendo a las normas sociales que hablábamos antes, este es uno de los temas en que es más difícil avanzar, porque ni la educación ni el desarrollo es la solución, ya que se trata de un tema más bien cultural.
¿Cuánto tiene que decir la política para una verdadera igualdad de género?
El papel de la política, sobre todo en el área económica, es lograr generar unas condiciones que ayuden a cerrar esas brechas. Porque el empleo lo van a crear en su mayor parte los empresarios del sector privado, las decisiones de estudiar las toman los individuos, etc. Desde esa perspectiva, el papel del Gobierno es limitado, pero creo si tienes una legislación que facilita la igualdad en la entrada al mercado laboral, el acceso a la información necesaria para que los estudiantes tomen las decisiones, etc. pasa por que estos procesos empiecen a materializarse. A veces tendemos a pensar que para cerrar estas brechas necesitamos políticas de género que sean solo para las mujeres. En algunos casos sí son necesarias en el corto plazo, pero para cerrar realmente la brecha de género hace falta más que políticas sólo para mujeres. En el fondo lo que necesitas son políticas que igualen el campo de juego y que no necesariamente sean políticas de género sino pensar cómo cualquier política va a impactar a mujeres y a hombres.
¿Nos puede poner un ejemplo?
Si se va a implementar una polìtica de subsidios salariales para el empleo en los jóvenes, pensemos si va a tener un impacto diferencial entre chicas y chicos, pensemos si a lo mejor se está dirigiendo a determinados sectores, etc. Debemos hacernos ese tipo de preguntas de manera que cualquier política que se implemente no cree mayor desigualdad y, si se puede, pueda ir cerrando alguna de las brechas. Los programas especializados solo para mujeres se corresponden con un número muy limitado de las polìticas y su impacto, por tanto, va a ser muy limitado.
¿Qué hay que hacer y qué no se debe seguir haciendo para un verdadero crecimiento económico en igualdad de género?
Lo que hemos aprendido con el tiempo es que actuaciones individualizadas que sólo van dirigidas a las mujeres tienen un impacto muy limitado. Sin embargo, paquetes de políticas que intentan apoyar a estos grupos en una serie de frentes al mismo tiempo son mucho más exitosos. Por ejemplo, tener una política de crédito que favorece a microesmpresarias sin ningún otro tipo de apoyo vemos que no tiene grandes impactos. Sin embargo, cuando combinas esa iniciativa con capacitación sobre cómo manejar los recursos financieros de la empresa, con capacitación sobre cómo transformar los beneficios en ahorro y reinversión… Entonces tienen muchísimo más éxito. Por tanto, paquetes de políticas frente a políticas individualizadas, y polìticas que facilitan la combinación de la vida familiar y de la vida laboral (ya sean guarderías, horarios de trabajo más flexibles, etc.)
Hay cosas que sabemos que funcionan pero sobre todo que no sean sólo para mujeres y que sean paquetes porque lo que acaba pasando es que las barreras no son únicas sino que lo que tienes es una combinación de barreras en muchas esferas. A veces eso es difícil porque todos estamos organizados en departamentos.
Fuente: http://www.eldiario.es/andalucia/Carolina-Sanchez-Paramo_0_534396616.html