Mentalidad obsoleta vs. pensamiento creativo

Centroamérica/Cuba/14 de Julio de 2016/Autor: Miguel Febles Hernández/Fuente: Granma

Ahora que el calendario se adentra en el mes de julio y está próxima la celebración del Día de la Rebeldía Nacional, los recuerdos me remontan casi nueve años atrás cuando en tierra agramontina tuvo lugar el acto central por el aniversario 54 del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.

Y es que las palabras de Raúl aquel memorable 26 de julio del 2007 parecen dichas para los tiempos que corren: ya desde entonces llamaba a todos los cubanos a sumarse a la batalla cotidiana contra los errores propios que agravan las dificultades derivadas de causas externas, en especial las provocadas por el bloqueo económico de los Estados Unidos”.

La fórmula para lograrlo quedaba enunciada en el propio discurso: ante todo, trabajo organizado, constancia, control, exigencia, rigor, orden y disciplina; producir más y con sentido de la racionalidad y la eficiencia; no repetir los mismos errores por ingenuidades e ignorancia; y cerrar toda brecha a la confusión, al desánimo y al pesimismo.

Casi al término de su alocución, Raúl convocaba a tener siempre presente, “no para repetirlo de memoria como un dogma sino para aplicarlo diaria y creadoramente en nuestro trabajo”, el concepto fidelista de Revolución, “una definición que constituye la quintaesencia de la labor político-ideológica” para transformar el actuar de los seres humanos.

Cabría preguntarse: ¿hemos sido consecuentes con tales postulados? Si en aquel momento Raúl se refería a la necesidad de trabajar sin anquilosamiento ni esquematismos, en el 7mo. Congreso del Partido se reconoció que el obstáculo fundamental enfrentado hasta ahora es “el lastre de una mentalidad obsoleta, que conforma una actitud de inercia o de ausencia de confianza en el futuro”.

He aquí adonde quiero llegar con este comentario: tales asuntos pasan inexorablemente por la preparación de los cuadros a todas las instancias, su responsabilidad, ejemplaridad y cultura organizacional, competencia profesional, espíritu emprendedor, voluntad de no dejarse aplastar por las dificultades y desarrollo de un genuino pensamiento creativo.

Contrario a ello, se ha entronizado en algunos una cultura de la justificación y de la explicación para no hacer las cosas o dejarlas a medias, cuando se sabe que resolver los problemas y seguir hasta el final el cumplimiento de las tareas es la única manera de ser creíbles y el mejor argumento posible para convencer al pueblo de la certeza de sus actos.

No son pocos los dirigentes administrativos que acostumbran a quejarse: ¡Mira que trabajamos y mira que nos regañan! Como si se tratara de trabajar más o menos horas y no de aprovechar el tiempo y de hacerlo con eficiencia y eficacia en busca de resultados tangibles que contribuyan a transformar el estado de cosas en las entidades subordinadas.

¿Qué significa, en este caso, cambiar? Dejar atrás para siempre la improvisación, los enfoques rutinarios, la falta de previsión, el facilismo, la desidia, el formalismo, la superficialidad, el esquematismo, la blandenguería, la intolerancia, el amiguismo, la insensibilidad, las manifestaciones de impunidad y el divorcio con los colectivos de trabajadores para rehuir el intercambio y el debate.

Si determinada empresa acumula pérdidas económicas, incumple los indicadores de eficiencia, paga sin respaldo productivo, incrementa las interrupciones por averías y andan a la deriva las cuentas por cobrar y por pagar, por solo poner algunos ejemplos, es lógico preguntarse a qué dedica su tiempo el directivo y cuál es el papel que desempeña su consejo de dirección.

En lugar de actuar sin dilación para acabar con tanto desorden, en no pocas reuniones se les ve repetir al dedillo conceptos y citas completas de los máximos líderes de la Revolución, sin interiorizar ni hacer suyas sus esencias, como si en “simbólico” acto de arrepentimiento pudieran encubrir una actitud a todas luces negligente e irresponsable.

Es hora, pues, de estimular y promover a quienes, con su manera consecuente de actuar, contribuyen desde sus puestos a forjar una Cuba mejor. Es el momento también de llamar a capítulo y exigir cuentas a aquellos que, alejados del sentir y las expectativas de los trabajadores, usan las dificultades como escudo y muy poco hacen por el progreso colectivo.

Fuente: http://www.granma.cu/opinion/2016-07-14/mentalidad-obsoleta-vs-pensamiento-creativo-14-07-2016-23-07-29

 

 

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Miguel Febles Hernandez

Columnista Dirio Granma. Cuba