Venezuela/ 19 de Julio 2016/Abriendo el Aula/Voces Cotidianas/OVE
Por: Rose Mary Hernández Román
En una sociedad convulsionada se habla mucho de querer pero nos estamos volviendo incapaces de amar. El corazón está referido como el órgano a través del cual se expresan las emociones y sentimientos, y en las escuelas, liceos y universidades, se les refiere como eso: una parte del cuerpo, y se trata solamente en las asignaturas propias de las ciencias naturales o de carreras o y programas de salud. Reflexionando aún más sobre esa misma sociedad, la cual también tiene la connotación de machista, es curioso ver a un hijo besar a su padre y casi imposible ver a un padre besar a su hijo. Solamente nos atrevemos a caminar agarrados de las manos de nuestros papás mientras estamos en la escuela, es decir hasta los 11 o 12 años, puesto que al haber crecido se afianzan los estereotipos y patrones culturales que rompen con la afectividad y calidez de una familia.
Para los jóvenes de hoy, existen intereses y necesidades que se alimentan del te quiero. Es común escuchar decir, yo quiero desde la vanidad del pensamiento, donde lo material se convierte en los retos que se trazan los chicos y chicas, realidad que poco cambia con el tiempo o con los años vivido. El amor por lo que se tiene o se desea se vuelve frívolo, a tal punto que casi ni existe, quedando remplazado por un deseo de placer, posesión y de posición.
No se enseña amar desde el significado de las realidades que hay en cada persona, pareciera que reina una educación en todos los contextos contraria al amor, lo que a mi juicio, es el una educación egoísta, porque el egoísta es incapaz de amar, solo sabe tener para él, para el placer, los quehaceres o el prestigio. El amor es la fuerza que hace que el otro realmente vaya creciendo y realizándose. En pedagogía, amar al alumno no implica consentirlo o alcahuetearlo. Significa hacerle ver que lo queremos y por eso deseamos que sea cada día mejor, y por eso le exigimos. Pero es imposible ser afectivo sin ser efectivo. El principio pedagógico fundamental de todo docente debe ser amar a sus estudiantes.
El amor siempre da una nueva oportunidad, sin tilde romántico, mira con los ojos del corazón para ver más allá de la apariencia y descubrir el tesoro que esconde cada quien. Educar desde el amor es educar para la felicidad, en enseñar a encontrarse con la mismidad y la otredad, es hacer personas libres, desde el aula, espacio para construir el mundo que se anhela, donde prevalezca la diversidad, la aceptación, el respeto y los valores.
El principio pedagógico fundamental de todo docente debe ser amar a sus estudiantes.Muy importante , así permite al docente explorar al discípulo desde el punto de vista del ser, de esta manera lo va formando con valores éticos y morales , premisas que necesita nuestra sociedad actual.