Agustina Blanco
La sociedad del conocimiento requiere una educación adaptada a las necesidades del siglo XXI. Existe un cierto grado de consenso en relación al tipo de competencias, tanto académicas como socio-emocionales, que nuestros niños y jóvenes necesitan desarrollar para poderse insertar con éxito en la sociedad actual. La escuela debe preparar para el trabajo colaborativo, el pensamiento crítico y creativo, la selección y aplicación del conocimiento, y la resolución de problemas reales. Así mismo, debe enseñar a sus alumnos a perseverar, reflexionar sobre el propio aprendizaje, y a desarrollar un sentido de compromiso y ética. Las escuelas enfrentan una meta sumamente desafiante, pero indispensable a la vez. Desde la etapa de escolarización formal, el docente cumple un rol esencial para que las probabilidades de que los niños alcancen su potencial aumenten profundamente.
La variable de mayor influencia en el logro de desempeños es la creación de entornos propicios para el aprendizaje, o bien, un buen clima en el aula. El clima del aula es aquel que motiva, genera curiosidad, desafía dentro de niveles de estrés adecuados, permite el error, dialoga con respeto, escucha a todos, valora el esfuerzo y el logro de metas. Además, aquellas aulas donde el punto de partida del docente es la convicción de que todos los alumnos, sin excepción, pueden aprender. El docente que demuestra altas expectativas para todos de manera sistemática, es aquel que prepara las mejores condiciones para que el aprendizaje ocurra.
La autora es magister en Educación, consultora en temas de mejora escolar y miembro de la Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés @AgusblacoE
Fuente del articulo: http://www.lanacion.com.ar/1851446-apostar-a-que-todos-aprendan
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