Joaquín Urías: “Poca gente se está preocupando de la educación de los refugiados”

España/Julio de 2016/Sevilla Directo

Hablamos con Joaquín Urías, profesor de Derecho Constitucional, miembro del grupo de voluntarios que el 1 de julio partió hacia dos campos de refugiados griegos para poner en marcha un proyecto de escolarización de menores.

20.000 menores dos años sin escolarizar. Reducir esa cifra es el objetivo de un grupo de voluntarios con experiencia en la pedagogía que partió el pasado viernes 1 de julio hacia el norte de Grecia para poner en marcha el proyecto educativo #SchoolsForRefugees,concretamente en los campos de Lagadikia y Kavaleri, donde se encuentran los refugiados desalojados del campo de Idomeni.

El profesor de Derecho Constitucional Joaquín Urías es uno de ellos, aunque su condición de profesor se queda corta para explicar su trayectoria en el trabajo con refugiados. Entre clase y clase se podría decir que ha sido voluntario en Bosnia durante la Guerra de los Balcanes, ha llevado a cabo proyectos en Costa de Marfil, México, Azerbaiyán, Indonesia, Beijing y por supuesto ha estado trabajando como voluntario estos meses en Grecia. También ha estado realizado labores en barrios marginales de Sevilla.

Pero fue tras su trabajo en campos de refugiados de Lesbos, Atenas y el Pireo, labor realizada junto a unos compañeros, donde se dieron cuenta de la necesidad de paliar las carencias escolares de los menores refugiados.

“En marzo pasado sobre todo detectamos que se estaba produciendo en los campos de refugiados un problema que se produce en muchos sitios, pues es un problema que ya hemos visto incluso en Sevilla, en El Vacie, donde estuvimos algunos de nosotros trabajando. Y es que cuando en un campo de refugiados, que es un espacio cerrado, hay muchos niños y están todo el día jugando solos, lejos de la autoridad de los padres, que los padres llegan un momento que no pueden controlarlos, pues los niños se embrutecen. Se embrutecen quiere decir que como están todo el día juntos, hay pandillas de niños, se lo pasan muy bien, para la mayoría de los niños de refugiados, en mi experiencia, la mejor época es cuando fueron refugiados porque son vacaciones eternas, pero eso implica también mucha agresividad entre ellos, implica que los niños más fuertes machacan a los chicos, implica que se acostumbran a no ir al cole, entonces los niños refugiados de Grecia ahora mismo, según los datos, llevan dos cursos escolares perdidos”.

Foto: Ismael Molina

Foto: Ismael Molina

Así, con su trabajo, en coordinación con Unicef y con asociaciones que se encargarán de poner en marcha escuelas en los campos a partir de septiembre, pretenden llevar a cabo un plan intensivo de reeducación de los menores. “Básicamente es volver a poner a esos niños en la mentalidad de un niño que va al colegio. Porque son niños que no respetan las normas sociales, porque viven en un mundo casi embrutecido por la situación del refugiado, entonces se trata de hacer respetar normas, de trabajar en grupos, que aprendan otra vez a hacer cosas con concentración. De tal manera que cuando en septiembre se empiecen a poner colegios provisionales en los campos, pues que esos niños por lo menos lo puedan aprovechar”.

El grupo inspirador del proyecto, como explica Joaquín, es de Sevilla (cerca de doce personas), aunque el grupo en total lo componen alrededor de cuarenta personas, todos con experiencia en el campo de la pedagogía y en el trabajo con niños con problemas,concretamente, en el grupo de Sevilla hay quienes han llevado a cabo proyectos en el poblado chabolista de El Vacie o en la barriada de Las Tres Mil Viviendas del Polígono Sur. Hay desde profesores de institutos y de universidad hasta psicólogos y pedagogos. También hay quien ha desempeñado su labor pedagógica en prisiones.

“Todos tienen experiencia en situaciones conflictivas, sobre todo con menores, y todos somos conscientes de que los niños en un momento dado de mucha libertad y mucho juego, lo que necesitan es volver a entrar de buena manera en la dinámica escolar. Es exactamente casi el mismo proyecto que aplicamos en El Vacie, donde se escolarizó a casi todos los niños, y es el mismo proyecto que llevé en Bosnia con niños que llevaban mucho tiempo en campos de refugiados con los mismos problemas. Son niños que han perdido dos años escolares, si por culpa de esto pierden otro… Imagínate un niño tres años sin ir al cole, ya no se recupera en la vida”. 

Son los niños y niñas de entre ocho y doce años el grupo principal de menores en los que se centra este proyecto. “Son niños que si pierden tres años escolares se han arruinado la vida. Ya nunca recuperan. No tienen futuro. Entonces son en los que nos estamos centrando”.  “Con los niños a partir de 13 a 14 años vamos a trabajar muy pocos con ellos, porque ya en temas escolares pues digamos que han perdido, con ellos vamos a trabajar temas más formativos, que aprendan fotografía o que aprendan de ordenadores, que aprendan temas concretos. Con los niños más pequeños de cuatro a siete añosnuestras actividades son menos importantes porque son niños que todavía están en condiciones de coger el colegio”.

Con estas intenciones partió ayer viernes 1 de julio un primer grupo de siete personas hacia Grecia. Posteriormente volverá un grupo y partirá otro, permaneciendo en los campos entre 15-20 personas. El lunes tendrá lugar la primera reunión con la ONG Danish Refugee Council que gestiona los campos de refugiados donde llevarán a cabo esta labor. También se reunirán con los profesores encargados de poner en marcha las escuelas.

“Ya tenemos pensado lo que vamos hacer cada semana, cada mes, habrá que adaptarlo un poco a la realidad. Vamos a trabajar con casi 400 niños, entre 300 y 400, y tenemos que adaptar un poco a lo que veamos en el campo, a eso dedicaremos los primeros días de la semana que viene. Estaremos dos meses. Nuestra idea en principio es que nosotros nos vamos justo cuando los maestros contratados empiezan a dar clase. Lo que hacemos es derivar a los niños de una situación de falta de control y de estar todos los días libres y fuera de reglas y normas, derivarlo para que el día 1 de septiembre estén en condiciones. Posiblemente haya gente nuestra que se quede durante septiembre para hacer la transición”.

Foto: Ismael Molina

Foto: Ismael Molina

Sobre la financiación de este proyecto, según explica Joaquín, la lentitud de los procedimientos administrativos a través de los cuales se pueden acceder a subvenciones les ha imposibilitado el acceso a algún tipo de ayudas públicas, así pues la mayor parte del gasto para poder realizar este proyecto, gastos como el viaje o el alojamiento, lo afrontan los propios voluntarios, el resto estará financiado a través de lo conseguido por una línea de crowdfunding abierta para recaudar fondos en la página Migranodearena.org.

“El gasto que tiene este proyecto es de material para los niños, también hemos hablando con la organización danesa para que construyan un edificio. Es decir, nosotros en gasto material tenemos poco, así que bueno, a través del crowdfunding hemos conseguido unos 7.000 euros. Nuestro objetivo es llegar como mínimo a 10.000 euros. Como máximo lo ideal sería 12.000 euros para trabajar bien, tener un proyecto estable. El resto lo vamos a poner de nuestro bolsillo. Mientras más financiación tengamos más calidad va a tener el proyecto, lo que pasa es que también nos planteamos que el dinero no tiene que ser un obstáculo”.

Habida cuenta de la importancia de esta carencia que tratan de paliar, importancia para con el futuro, no solo ya de esos menores y de sus familias, sino para la sociedad futura en la que desembocará esta situación marcada, entre otros factores, por la Guerra de Siria, se impone una pregunta por encima de las demás que debió plantearse antes incluso de las presentaciones, pues ¿cómo es posible que no se hayan llevado a cabo proyectos de escolarización antes?

“Cuando se montan los campos de refugiados lo primero que se intenta solucionar es que tengan donde dormir y donde comer, lo que no está resuelto todavía. Nosotros estamos en dos campos, uno de ellos es una fábrica abandonada, y en mitad de la fábrica, en lo que era las naves, están en tiendas viviendo. Y el otro son tiendas de campaña que están al sol, imagina lo que es vivir 1.200 personas en tiendas de campaña al sol, con el suelo de tierra lleno de mierda, donde hay una ducha para cada cien personas y un baño para cada treinta. En esas condiciones dan dos comidas al día. A veces yo he repartido cenas que eran una patata”.

Si entre los nueve y los doce años no vas al cole, ya no vas a ir en tu vida

“El alojamiento no es el ideal, las condiciones de vida no son las ideales, entonces por ahora poca gente se está preocupando de la educación de los refugiados, ahora se está empezando, y el problema de la educación es que como nadie se ocupa, entonces llegan voluntarios con buena voluntad, o gente sin preparación, e intentan solucionarlo sin saber exactamente el problema. A nosotros nos preocupa lo que te decía, si en septiembre los niños no van al cole, sería el tercer curso escolar que se pierden y cualquiera sabe que un niño tras años sin ir al cole…Si entre los nueve y los doce años no vas al cole, ya no vas a ir en tu vida”.

El asunto de los voluntarios que con buena voluntad llegan a los campos a ayudar, según explica Joaquín, es uno de los dos principales problemas que se pueden encontrar al llegar, pues como matiza, deberían llegar sabiendo a lo que van.

“A veces me he pasado un mes trabajando con un grupo de niños que aprenden a respetar las normas, a colaborar entre ellos, a llevarse bien en vez de estar compitiendo, a colaborar, a no machacar al más débil, y después llega un grupo de diez voluntarios cargados de buena voluntad y se dedican a darle besitos a los niños y nos crean un problema y nos destrozan el trabajo. Que lo destruyen con mucha facilidad porque parten de ideas equivocadas. Dicen: “los niños necesitan cariño”, mentira, los niños tienen a su familia, entonces llegan y es muy habitual que se pasen una semana dándole besitos a los niños, y cuando se van los niños se hartan de llorar, niños que lo han perdido todo y que se quedan con un trauma porque han perdido también a su amigo español o francés”.

Foto: Ismael Molina

Foto: Ismael Molina

“También dicen, “los niños necesitan jugar”, que es un tópico que es falso. ”Los niños necesitan reírse”, falso. Los niños refugiados están todo el día jugando y todo el día riendo. “Los niños necesitan libertad, saltarse las normas”, y es lo contrario, esos niños en concreto, un niño en España quizás necesita libertad y aprender a saltarse las normas, un niño en un campo de refugiados que lleva dos años sin normas, lo que necesita es aprender a respetar las normas. Entones muchas veces los voluntarios con la buena voluntad y sin plan, lo que hacen es que ahondan en estos problemas”. 

El otro principal problema que se pueden encontrar al llegar, según explica Joaquín, tiene que ver con la ausencia de coordinación entre las agencias internacionales que estén trabajando en los campos. “Es un problema habitual, tú llegas a un campo y te encuentras a 20 agencias haciendo lo mismo. Nosotros en principio estamos en contacto con todo el campo, nos han dicho que no pero igual llegamos allí y hay gente haciendo lo mismo que queremos hacer nosotros y hay que coordinarse, evitar duplicidades”.

En Grecia hay 20.000 niños que necesitan ir al cole, si España cogiera 5.000 o 6.000 niños, habría quitado una parte gorda del problema

Respecto al papel que juega y ha jugado la Unión Europea en todo esto, Joaquín asegura que “pasan muchísimo”. “La UE lo que ha hecho es desentenderse.Ahora están dando dinero a organizaciones grandes. Ha dado mucho dinero a Unicef y aAcnur, y a su vez Acnur y Unicef se lo dan a otras organizaciones como el Consejo Danés de Refugiados. La UE directamente no aparece y el gobierno griego no tiene mucho dinero pero sí quiere demostrar que como los campos están en Grecia, ellos tienen el control. Ellos coordinan y gestionan, pero la verdad es que no han puesto tanto recursos, los recursos son internacionales”.

En el caso opuesto, en comparación con las posibilidades, destaca Joaquín el comportamiento de los propios griegos. “Grecia está reaccionando muy bien, con matices pero a veces digo: “esto pasa en España y no sé si reaccionaríamos igual de bien”. En Lesbos, que es una isla pequeñísima, el verano pasado llegaban 7.000 personas al día, en diez días 70.000 personas, y en Lesbos viven 20.000. Yo tengo amigos en Lesbos que se iban todos los días por la mañana a la playa con el coche, con la furgoneta. He visto a señoras jubiladas que en los ratos libres hacían té, sopas y se iban a esperar a las barcas para ayudar. La gente creo que a veces cuando peor están mejor reaccionan. Con pequeños matices porque también he visto grupos de ultra derecha en el puerto del Pireo que iban a intentar a echar a los refugiados, pero es una minoría”.

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Foto: Ismael Molina

Y si seguimos comparando, España también está lejos de haber asumido una posición digna acorde a sus recursos. “Por Grecia han pasado en un año un millón de personas. Aquí hemos cogido 50 y ya está la gente diciendo “cuidado que nos van a quitar las casas, el trabajo…””.

“El Gobierno español se comprometió hace ya ocho meses a acoger 17.000 refugiados, han cogido 50. Tampoco hay una presión en la calle. Yo he ido a dar charlas en los institutos contando esto y se me han levantado chavales jovencitos diciéndome eso de que nos van a quitar los trabajos. Que son 17.000, que no es nada, en cada provincia vendrían 400 personas, que si los distribuyen entre cuatro pueblo son 40–50 personas, que son nada, que es muy poca gente. Pero no se quiere acoger. En Grecia hay 20.000 niños que necesitan ir al cole, si España cogiera 5.000 niños o 6.000 niños, habría quitado una parte gorda del problema”.

En Grecia, en mi experiencia, ha habido una respuesta social bestial. Hemos recibido 250 solicitudes de personas que estaban dispuestas a ir por lo menos 15 días a pasar su verano allí

Y a través de las comparaciones, en una especie de balance entre lo que cada uno hace y lo que cada uno puede hacer y lo que debería de hacer, es inevitable preguntarse por eso que debe prender en una persona para pasar del lugar que ocupa como espectador más o menos pasivo de desgracias que como ésta se viven a través de la televisión, de la radio o de los periódicos, al otro lado de la pantalla o del transistor o de las páginas de los periódicos y tratar de contribuir a la solución.

“Hay gente que llevamos toda la vida haciéndolo. Yo hace 20 años que todas mis vacaciones las paso en distintos proyectos. Hay gente que viene del mundo del activismo político y que siempre ha estado metida en movidas y que de pronto dice que no solamente es cuestión de protestar y de hacer manifestaciones, que quiere ir y echar una mano. Hay otra gente, mucha, la mayoría de nosotros, que ya tenemos cierta inquietud, que ya hemos trabajado en barrios de aquí o que en verano ha realizado campamentos con niños. Esa gente que tiene ya una conciencia social, cuando en la tele ven un problema y ven que hace falta gente con sus capacidades inmediatamente van”. “De todas formas creo que esta vez, más que nunca, en Grecia, en mi experiencia, ha habido una respuesta social bestial. Hemos recibido 250 solicitudes de personas que estaban dispuestas a ir por lo menos 15 días a pasar su verano allí. Hemos tenido que seleccionar”.

Y lejos de lo que se podrá pensar, habida cuenta de las carencias que tienen los refugiados en los campos, que podrían provocar en el voluntario una especie de frustración crónica por la dificultad de solucionar los problemas, de allí, según explica Joaquín, uno se vuelve algo así como premiado.

“No hay nada en la vida más enriquecedor que trabajar con gente que está muy mal. Y con los refugiados en Grecia en concreto es muy gratificante aunque parezca un poco banal decirlo. Porque estás con gente que están sufriendo mucho, todo lo que hagas les cambia la vida. Eso es muy gratificante. Yo en Lesbos tenía turnos de ocho horas, algunas veces el turno me cogía toda la noche, pero salías de allí diciendo: “Lo que he hecho le está cambiando la vida a una persona”. Acaba de llegar un refugiado y gracias a lo que yo he hecho ha podido dormir caliente o ha podido comer, es muy gratificante, lo que pasa es que tampoco te puedes dejar que te ciegue y buscar la gratificación inmediata, no puedes ir allí a repartir chupa chups porque después te dan besitos, hay que ponderar”.

Si preguntas a nuestros abuelos por la Guerra Civil, la guerra no eran los que estaban pegando tiros, la guerra eran las personas que estaban en la retaguardia, que se quedaban sin comidas, sin agua, que les caían las bombas

Todo esto lo dice alguien que se fue en 1993 tres semanas de voluntario a un campo de refugiados en Bosnia, en plena guerra,  porque le pareció “que había que hacer algo, que no era bastante con ver los muertos todos los días en la televisión”. Al final no fueron tres semanas sino seis años. Allí cuenta que realizó su tesis doctoral, escribiéndola por las noches en un barracón. Por supuesto también tiene historias de refugiados que son puro y crudo infierno. Después estuvo poniendo en marcha proyectos en Indonesia, en Azerbayán, en Costa de Marfil, en Beijing . Siempre aprovechando las vacaciones correspondiente a su trabajo como profesor de Derecho Constitucional.

“El mundo del Derecho también es un poco distante y te entran ganas de entrar en contacto con la gente. Yo estuve en el Tribunal Constitucional unos años trabajando. Y yo salía del despacho, de estar todo el día resolviendo escritos, diciendo: “Yo quiero estar en contacto con gente normal”. El mundo del derecho empuja también a eso”.

“Cuando estás en una guerra te das cuenta de que la guerra son los refugiados, es decir, si preguntas a nuestros abuelos por la Guerra Civil, la guerra no eran los que estaban pegando tiros, la guerra eran las personas que estaban en la retaguardia, que se quedaban sin comidas, sin agua, que les caían las bombas. La diplomacia es intentar que pare el conflicto, pero el problema gordo de la guerra, es eso, los niños que dejan de ir al colegio, los que sufren, la gente que esta detrás. El derecho sí, intenta ocuparse, negociar acciones, la política que te cuentan los periódicos, pero la vida real son los millones de personas que hay en una guerra”.

Hacia ellos partió Joaquín Urías el viernes con toda esta experiencia que por un lado se puede sentir como un escudo curtido pero que al parecer nunca curte del todo. “Estoy curtido sí y no, pues en Lesbos te hinchas a llorar cuando ves llegar a los bebés en una barca, empapados de agua, tiritando con un chaleco salvavidas”.

Fuente: http://www.sevilladirecto.com/joaquin-urias-poca-gente-se-esta-preocupando-de-la-educacion/

Fuente de la Imagen: https://www.google.co.ve/search?q=refugiados&espv=2&biw=1024&bih=623&tbm=isch&source=lnms&sa=X&ved=0ahUKEwj5u9D01pjOAhVJHx4KHXA_DNwQ_AUIBigB&dpr=1#imgrc=M4hw1oAbx0oFDM%3A

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Joaquín Urías

Profesor de Derecho Constitucional.