Italia/Roma/Agosto de 2016/La Nación
Tal como había anticipado en mayo, conformó un grupo de 13 especialistas que analizará la posibilidad que sean diáconos, el primer grado de ordenación de la Iglesia.
Tal como había prometido en mayo pasado -dando lugar a grandes expectativas de una histórica apertura al clero femenino-, Francisco creó una comisión para estudiar el diaconato femenino, anunció ayer el Vaticano. La comisión tiene 13 miembros, seis mujeres y seis hombres, más un presidente.
El diaconato es el primer grado de ordenación en la Iglesia Católica, seguido por el sacerdocio y el episcopado. Los diáconos -sólo varones en la Iglesia Católica- no pueden celebrar misa, pero sí pueden administrar algunos sacramentos, como el bautismo y el matrimonio. Al parecer, en las primeras comunidades cristianas el diaconato también estaba abierto a las mujeres.
Un comunicado de la Sala de Prensa recordó que el 12 de mayo pasado, durante un encuentro con 900 madres superioras de diversas congregaciones de todo el mundo, el Papa aceptó la propuesta de formar una comisión oficial para estudiar el diaconato de las mujeres, «sobre todo en lo que respecta a los primeros tiempos de la Iglesia». «Después de intensa oración y madura reflexión, Su Santidad decidió instituir la comisión de estudio sobre el diaconato de las mujeres», agregó el comunicado, que también difundió los nombres de quienes la componen. El presidente es el sacerdote jesuita español Luis Francisco Ladaría Ferrer, secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe.En un dato significativo, en la comisión hay cuatro laicas y dos monjas y personalidades de tendencia teológica variada, tanto progresista como conservadora. De hecho, figura la laica estadounidense Phyillis Zagano, académica que enseña en la Universidad Hofstra, de Nueva York, conocida por su fuerte postura en favor de las mujeres diácono. También está la laica italiana Francesca Cocchini, docente de Historia de los Primeros Siglos de la Iglesia en la Universidad La Sapienza y en el Instituto Patrístico Augustinianum de Roma; la también italiana y laica Michelina Tenace, docente de Teología Fundamental en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, y la laica austríaca Marianne Schlosser, docente de Teología Espiritual en la Universidad de Viena y miembro de la Comisión Teológica Internacional del Vaticano. Hay dos monjas: la italiana sor Mary Malone y la española sor Nuria Calduch-Benajes, de las Misioneras Hijas de la Sagrada Familia de Nazaret, que es también miembro de la Pontificia Comisión Bíblica, al parecer cercana al fallecido cardenal Carlo Maria Martini, punta de lanza de los sectores progresistas.
Entre los hombres figuran monseñor Piero Coda, cercano a los focolarinos, rector del Instituto Universitario Sophia; el reverendo Robert Dodado, rector del Instituto Patrístico Augustinianum de Roma y docente de Patrología; el sacerdote español Santiago Madrigal Terrazas, jesuita, docente de Eclesiología en la Universidad Pontificia Comillas de Madrid; el reverendo alemán Karl-Heinz Menke, docente emérito de Teología Dogmática en la Universidad de Bonn; el sacerdote salesiano originario de Ruanda, Aimable Musoni, docente de Eclesiología en la Pontificia Universidad Salesiana de Roma, y el sacerdote belga Bernard Pottier, también jesuita, docente en el Instituto de Estudios Teológicos de Bruselas.
La apertura a las mujeres diácono podría representar un giro histórico para la Iglesia, que no acepta el sacerdocio femenino y que le pondría fin, de esta forma, a un clero exclusivamente formado por hombres.
Contó que había hablado del tema con el prefecto de la Doctrina de la Fe, Gerhard Müller, que le dijo que existía un estudio sobre la cuestión realizado en los años ochenta y que había hecho consultas con él y con la presidenta de las superioras para conformar la comisión.
En su carta apostólica Ordinatio Sacerdotalis, de 1994, Juan Pablo II les cerró las puertas de la Iglesia Católica a las mujeres sacerdote, al recordar que Jesús eligió a 12 apóstoles hombres como servidores.
Muchos historiadores de la Iglesia, sin embargo, sostienen que hay numerosas pruebas de que algunas mujeres sirvieron como diaconisas en los primeros siglos de la Iglesia.