La importancia de un programa educativo.

Por: La Gaceta.

El programa “Escuela de mi barrio”, que cubre a 50 centros educativos localizados en áreas periféricas de nuestra ciudad y zonas y rurales de la provincia ha comenzado a constituirse en una virtuosa respuesta para enfrentar los daños, el vandalismo y los robos que padecen los establecimientos educativos que prestan servicios en zonas donde la batalla contra la delincuencia parece no lograr su cometido.

Básicamente, el proyecto puesto en marcha por el Ministerio de Educación de Tucumán consiste en proceder a una apertura de las escuelas lo más ampliamente posible, incluso los fines de semana, para que la comunidad educativa de la zona avance o mejore su integración y sociabilidad con el espacio institucional. Los directivos de esos centros educativos han revelado el drama al que prácticamente se enfrentan todos los días lunes, en los que se inicia la actividad escolar de la semana, tras el fin de semana en el que el establecimiento queda cerrado y sólo al cuidado de alguna que otra patrulla policial: han debido sobreponerse al robo de bancos, computadoras, materiales didácticos o bien a destrozos de vidrios, ventanas, puertas.

El programa promueve -entonces- actividad de talleres de oficios de distinto tipo (por ejemplo, peluquería, manualidades, cocina, talabartería) para avanzar en la alfabetización o para mejorar los conocimientos en matemáticas; y los niños y adolescentes practican fútbol u otros deportes, comienzan a aprender el juego de ajedrez, se expresan a través del dibujo y la pintura, o bien toman clases de distintos bailes, en todos los casos, guiados por talleristas o directamente por docentes que se han sumado a la experiencia ofreciendo clases de apoyo.

Muy marcadas por las condiciones particulares del contexto sociocultural donde se encuentra cada institución educativa, lo cierto es que las escuelas se han ido constituyendo en un espacio articulador central de la vida y las vicisitudes de los vecindarios, barrios y lugares de influencia y su presencia física, geográfica e institucional han trascendido como una referencia de alfabetización, conocimiento, civilidad. En los tiempos de crisis sociales -como los que vivió la Argentina entre fines de 2001 y gran parte de 2002, por caso- los gobiernos han recurrido a los centros educativos para transformarlos, además de su función específica, en espacios de cobijo, refugio, asistencia social y hasta en comedores o sedes de programas alimentarios destinados a atender necesidades básicas de la comunidades más golpeadas por la crisis. Aun cuando el cometido esencial de la institución escolar es la función pedagógica, proyectos como el encarado por la autoridad educativa provincial están en línea con los continuos cambios estratégicos que cruzan a la escuela: expertos aseguran que tiene la tarea de preparar a los alumnos como futuros ciudadanos formándoles una base para construir su futuro. Así, la incorporación de esos valores de ciudadanía junto a la vivencia de nuevas prácticas de vida yde una vecinalidad superadora de la dura realidad, encuentran en esos espacios de ampliación del servicio educativo una apoyatura de gran importancia y valía para miles de personas.

El informe que publicó LA GACETA el lunes pasado advierte, sin embargo, que el programa “Escuela en mi barrio” aún no tiene garantizada su continuidad tras la finalización del presente período lectivo. Sería oportuno entonces, en vista de los resultados y de los significativos alcances proyectados -según el relato de los propios beneficiarios y de técnicos- que esta iniciativa se mantenga, se profundice y se transforme en sistemática.

Fuente: http://www.lagaceta.com.ar/nota/708668/opinion/importancia-programa-educativo.html

Imagen: http://www.ceibarquitos.com/files/pages/thumbs/140309222210.jpg

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