El futuro de la escuela. La visión de tres transformadores

Por Graduate SXXI

Para mirar el futuro quizás hay que comenzar por quienes lo están “practicando”, transformando sus escuelas en espacios educativos fascinantes para los alumnos. Ese es el caso de Jorge Yzusqui, de las Innova Schools en Perú, y Mónika Horch, del Colegio Monserrat en España. Un tercer invitado a la conversación fue Alfredo Hernando Calvo, autor del libro Viaje a la escuela del Siglo XXI (con más de 200 mil descargas), luego de recorrer escuelas innovadoras de todo el mundo.

Los entrevistamos en un encuentro de innovadores educativos organizado por el Banco Interamericano de Desarrollo en San Francisco. Sus visiones mezclan realidades posibles con sueños en construcción. Son parte de una nueva conversación educativa que cruza la tecnología, la pedagogía y la escuela del futuro. Así inauguramos una serie de entrevistas con actores decisivos del mundo de la innovación educativa en este blog.

¿Cuáles deberían ser los fines, la dirección que priorice la educación escolar en los próximos años?

Alfredo: La clave pasará por poner al alumno en el centro de la educación. La gran pregunta que se hacen las escuelas que han logrado transformarse a sí mismas para crear un ambiente educativo donde los alumnos disfrutan aprender es: ¿cómo hacemos para que la escuela ponga en disposición todos sus recursos para que cada alumno se desarrolle en todo su potencial? En esas escuelas el objetivo central no es repetir contenidos sino ampliar el horizonte de cada alumno.

Jorge: Mi primera pregunta siempre es ¿cómo va a ser el mundo dentro de 15 años para saber cómo preparo a los alumnos para ese mundo? Como no sabemos cuál es la respuesta, pese a que tenemos muchos indicadores, lo que tenemos que hacer es preparar al alumno para adaptarse a un mundo cambiante y que sepa administrar el conflicto del cambio constante.

Un desafío cada vez mayor es preparar a los alumnos para enfrentar nuevos dilemas éticos, que van a venir de la tecnología de las ciencias, de la genética. La escuela tiene que acentuar más que nunca la formación de valores y principios. Tenemos que preparar a los alumnos para situaciones nuevas que todavía no existen.

Mónika: Hay que prepararlos para convivir en un mundo globalizado y multicultural. Hoy todo el mundo es tu casa en cierto sentido. Hay que vivir en la diversidad y aprender de la diversidad. A esto se suma la incertidumbre sobre el futuro: como no sabemos lo que vendrá tenemos que generar la motivación de querer aprender toda la vida, no sólo durante la escuela.

¿Qué deberían cambiar las escuelas para viajar en esta dirección? ¿Hasta qué punto se necesitan ciertas disrupciones para lograr esos fines? ¿Cuánto hay que crear un cambio profundo?

Alfredo: Hay un falso debate entre escuelas innovadoras y escuelas tradicionales. En realidad hay escuelas en proceso de crecimiento, que van a distinta marcha. La innovación es una forma más de crecimiento, como muchas otras maneras de mejorar.

Jorge: Yo veo la creación de un caldo de cultivo, no es una disrupción, es un cambio de época que se va materializando en innovaciones. Creo que estamos en un tipping point donde hay escuelas eficientes pero ineficaces: están haciendo bien lo que tienen que hacer pero no están haciendo lo que deberían hacer. Hay escuelas que enseñan bien los contenidos tradicionales, pero ya no es eso lo que debería definir el rol de una escuela, sino la formación de las competencias del siglo XXI.

Mónika: La tecnología ha cambiado todo: el conocimiento está a la mano y las neurociencias nos han mostrado una revolución del campo científico de la educación. No es suficiente mejorar sino transformar la escuela, de manera sistémica, toda la escuela entera. Hay que combinar el cambio en currículum, pedagogía y evaluación. Esto cambia por completo el rol del docente y el rol de la escuela. Cambian los tiempos, los ritmos y los espacios, incluyendo los espacios digitales.

¿Cuáles son las claves, los elementos decisivos, los secretos de sus escuelas que son tan transformadoras?

Jorge: Un ejemplo lo tenemos con la clase invertida, donde los alumnos ven un video sobre contenidos y luego trabajan en clase sobre ese material. El principal problema que teníamos cuando empezamos es que algunos profesores no lo aguantaban, porque no sabían qué responder a los alumnos. Entonces los acompañamos y ellos se empezaron a preparar más, se pusieron a estudiar para poder responder a las nuevas preguntas que traían los alumnos. El cambio empieza cuando generamos en los mismos alumnos mecanismos para que ellos generen la demanda de conocimiento, de nuevas formas de enseñanza.

Mónika: En nuestro caso no hay dudas que es una combinación. Por un lado es un liderazgo, que en nuestra escuela tiene Monserrat del Pozo, pero es también el equipo docente que está con la cabeza mirando el mundo. Es un equipo que se interroga, que se hace preguntas, que lee, que busca nuevas respuestas. Es antes que nada cambiar el orden quieto de la cultura escolar y crear una espiral de crecimiento continua. Es crear la capacidad de dudar de lo que uno hace y mirar al mundo, entender qué está pasando.

Jorge: Un disparador del cambio educativo es el director. Un director activo es un transformador, necesitamos líderes pedagógicos que puedan impulsar cambios sin imponerlos, inspirando y motivando a los demás.

Mónika: Para nosotros han sido equipos directivos que muestran a partir del ejemplo. Ellos son los primeros que hacen innovaciones en el aula y demuestran que se puede y no alguien de afuera que viene de la teoría. El equipo directivo lo demuestra en la práctica y arrastra a los demás de esa manera.

Alfredo: Hay líderes colectivos, que se sienten parte de una trasformación que excede a la escuela: tienen la idea de que el mundo puede ser modificado. Eso genera una búsqueda, la necesidad de transformar el mundo desde el aula, se activa en ellos la pregunta de qué están haciendo otros, qué es lo nuevo, qué funciona. Así se genera una actividad constante de mejora basada en la evidencia y en buenas prácticas.

¿Cómo se imaginan que serán las escuelas en 10 años? ¿Habrá un cambio profundo de las escuelas, vendrán cambios por fuera de las escuelas, serán unas pocas las que generarán transformaciones? ¿O se irán los alumnos de las escuelas hacia el aprendizaje digital?

Alfredo: Yo tengo una visión optimista que las escuelas se irán transformando. Las escuelas faro, las que están conduciendo los cambios, serán claves para mostrar caminos. Pero en el medio habrá dilemas porque vendrá un posible choque entre la introducción exitosa de la tecnología para aprender y la resistencia de parte de las escuelas a repensar su modelo.

Jorge: No sé si en 10 años América Latina va a tener un cambio importante. Creo que va a cambiar mucho la escuela secundaria porque allí la tecnología va a aumentar mucho y no tanto en jardín de infantes o en la primaria. Un cambio radical que veo venir es la ruptura de las disciplinas como compartimentos estancos con horarios cerrados. Yo me imagino en 10 años una escuela donde un alumno llega a la escuela y tiene 10 proyectos para hacer y van a trabajar en grupos interdisciplinarios con distintos modelos, no encerados en aulas, con diversos horarios y formatos, como lo está haciendo el Colegio Monserrat y muchos otros.

Mónika: Yo me imagino las escuelas del futuro como lugares de encuentro. Quizás en el futuro no desaparezca la escuela pero sí el aula, como un lugar encerrado. La escuela debe ser un espacio completo, un espacio vivo, donde todo el tiempo se están desarrollando proyectos.

Jorge: En última instancia en el futuro, cuando cambien los trabajos porque se va a automatizar mucho de lo que hacemos hoy, ¿qué es lo que va a quedar para formar desde la escuela? Las cosas que las máquinas no podrán reemplazar: las artes, la sensibilidad, el amor, la empatía, la comunicación humana, las facultades que forman la cultura. Quizás eso pase a ser el centro de la escuela del futuro.

Fuente: http://futuroeducativo.com/el-futuro-de-la-escuela-la-vision-de-tres-transformadores/

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