08 de enero de 2017 / Fuente: http://www.ultimasnoticias.com.ve/
Por: Aurora Lacueva
Las expectativas de principios de curso se apagan frente a un academicismo acartonado, que fragmenta los conocimientos en piezas aisladas y poco significativas, no diferencia lo importante de lo secundario, y no alcanza a vincular las nociones con los temas vitales de quienes aprenden
Muchas y muchos lo hemos vivido: a menudo las clases en la escuela o el liceo no logran despertar el interés del estudiantado y tampoco resultan en aprendizajes trascendentes y duraderos. Las expectativas de principios de curso se apagan frente a un academicismo acartonado, que fragmenta los conocimientos en piezas aisladas y poco significativas, no diferencia lo importante de lo secundario, y no alcanza a vincular las nociones con los temas vitales de quienes aprenden. Así, se memorizan las capitales de los países de América o las partes del aparato respiratorio, se repite a ciegas el concepto de “valencia” o de “adverbio”, y se clasifican los alimentos sin por ello mejorar los hábitos alimenticios, o los hidrocarburos sin por ello entender la naturaleza del petróleo.
¿Cómo es posible que tantos valiosos saberes producidos por la humanidad a lo largo de su historia, fruto del esfuerzo de hombres y mujeres empeñados en explicar fenómenos y ofrecer respuestas a nuestras necesidades, con frecuencia no alcancen a prender una chispa en la mente y el corazón del alumnado? ¿De qué manera favorece la adquisición de estos saberes y su aplicación en la participación ciudadana activa y crítica y en un mejor desarrollo personal?
El nuevo currículo del nivel medio elaborado por el Ministerio de Educación busca atender estas preguntas, y es así como plantea un estudio más integrado, no por disciplinas como Física o Geografía, sino por áreas amplias como Ciencias Naturales, que engloba Física, Química, Biología y Ciencias de la Tierra, o como la llamada “Memoria, Territorio y Ciudadanía”, que se apoya en nociones de Historia, Geografía y Educación Ciudadana. Al integrar disciplinas e incorporar también otros saberes junto a cuestiones sobre valores y actitudes, se permite explorar el mundo de manera más pertinente y con mayor sentido. A ello se suma la propuesta de abordar cada año, no multitud de pequeños conocimientos vistos rápidamente, sino unos pocos grandes temas, trabajados con tiempo y en profundidad, gracias a procesos de investigación, innovación y acción social. Estas ideas generales están en línea con la mejor pedagogía, pero se presenta ahora el gran reto de concretarlas en la práctica. Para ello, al ministerio le falta mucho que hacer todavía.
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