Por: La Tercera
SE HAN interpretado dichos recientes de Pascal Saint-Amans, director del Centro de Política y Administración Tributaria de la OCDE, como un apoyo a la reforma tributaria llevada a cabo por el actual gobierno. Lo probable, sin embargo, es que Saint-Amans esté siendo mal interpretado a la luz de lo consignado en el último informe de la OCDE sobre la economía chilena (Estudios Económicos de la OCDE Chile Noviembre 2015), donde se indica: “Si bien la carga tributaria general es relativamente baja, el aumento de la tasa del impuesto a las empresas posicionará a Chile entre las jurisdicciones tributarias más altas para las empresas, tras haber sido una de las jurisdicciones más bajas. La evidencia empírica sugiere que las tasas a las empresas son el factor más perjudicial para el crecimiento económico, ya que deprimen los niveles de inversión y reducen la productividad laboral”.
Mal podría la OCDE desconocer lo que estuvo en el centro del debate tributario en nuestro país: mayores impuestos a la renta empresarial, cuando en el mundo éstos disminuyen, desviarían la inversión desde nuestro país hacia otras “jurisdicciones tributarias”; el incremento mismo en la tasa de impuesto a la renta empresarial desde 20% (y 17% hasta muy poco antes) hasta 27% de las utilidades, restaría recursos para invertir, lo que sería enfrentado con mayor deuda y menor inversión; y, si bien la idea de “eliminar el FUT” finalmente no prosperó, sí se reducía, aunque en magnitud menor, el costo tributario de retirar las utilidades de las empresas, lo que incidiría en mayores retiros y menor liquidez para invertir. Según la misma OCDE, la mantención del elemento básico del FUT, que es mantener en la memoria tributaria lo que se ha pagado como impuesto sobre utilidades en las empresas, para poder descontarlo del pago que recae sobre las personas cuando retiran utilidades, suavizaría el efecto de la reforma: “No obstante, el sistema semi-integrado chileno permite a los propietarios de capitales utilizar el 65% como crédito fiscal de cara a su impuesto a la renta personal”. Como sea, la reforma ha tenido un enorme costo en inversión.
Lo que Saint-Amans sí indicó es que, dado que Chile, en comparación con los países OCDE tiene una carga tributaria más baja, y por otro lado exhibe niveles de desigualdad más elevados, aumentos en la carga tributaria parecen bien orientados. Este es un juicio delicado que puede inducir a errores serios. Tras la reforma tributaria Chile quedaría con una recaudación tributaria, neta de cotizaciones previsionales, entre 21% y 22% del PIB, mientras el promedio para los países OCDE alcanza un nivel entre 24% y 25% del PIB. La comparación en términos de promedios, sin embargo, esconde que aproximadamente un tercio de los países OCDE tendrán una carga tributaria, neta de cotizaciones previsionales, inferior a la de Chile. Y no es claro que pasar del grupo de países con menor carga tributaria al de mayor carga tributaria sea gratis: así se deduce de observar que numerosos países asiáticos, altamente exitosos en materia de crecimiento, no solo tienen cargas tributarias menores que Chile, sino que incluso las han reducido en años reciente.
Fuente: http://www.latercera.com/noticia/ocde-debate-carga-tributaria-chile/