Dinámicas privatizadoras y de destrucción de la escuela pública en América Latina y el Caribe

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La destrucción de la educación pública está en el centro de las estrategias neoliberales en el sector. La fragmentación del abordaje educativo expresado en la destrucción de las pedagogías por su potencial interpretativo de lo que ocurre en los planteles y aulas como una realidad compleja y multidimensional; el ataque a la profesión docente, tanto en su imagen social como en sus condiciones de trabajo y salarios; así como la mutación del concepto de la escuela hacia un volátil definición de “ambientes de aprendizaje” que ha conllevado a una disminución sustantiva del gasto público en infraestructura escolar, apuntan de conjunto, a lo que hemos denominado como el riesgo cierto que se genere a escala mundial un Apagón Pedagógico Global (APG). Es decir, un modelo de educación sin pedagogía, sin maestros y sin planteles como espacio de aprendizaje.  La privatización emerge en consecuencia, como una herramienta que acelera la destrucción de la educación pública en la perspectiva neoliberal.

Pero ello no es el resultado de una perversa intención de los organismos económicos globales en el presente –quienes lo promueven- sino de la natural evolución del modelo de relación mercancía-consumo, con consecuencias directas en el tipo de ciudadanía y aprendizajes que requiere el capitalismo del siglo XXI. En la segunda década del siglo XX la expansión de la producción industrial y de servicios posterior a la segunda guerra mundial implicó un modelo de distribución de mercancías lo más cercano al consumidor; ello demandó la construcción de una infraestructura vial, aeroportuaria y de puertos muy importante que llevaba la mercancía.  Autopistas y carreteras posibilitaron la colocación de mercancías lo más cercano al consumidor.

Los límites del viejo concepto de ampliar “indefinidamente” el mundo de consumo, implicaron una revisión del periodo de obsolescencia de las mercancías. Con el surgimiento del concepto y el modelo productivo de mercancías de rápida obsolescencia, el capitalismo revisó la relación mercancía-consumidor –ajustando márgenes de ganancia-    promoviendo un giro en los mecanismos de comercio.  Surgieron los centros comerciales, los grandes “Moles” de concentración de productos, que no sólo significaron la desaparición de millones de pequeños distribuidores de mercancías sino una práctica en la cual el consumidor se traslada a donde está la mercancía. La globalización hizo suyo este modelo a finales del siglo XX.

Con la revolución científica tecnológica de finales del siglo XX e inicios del XXI se comienza a diseñar, crear y promover un nuevo patrón en la relación mercancía-consumo, el consumo virtual o en línea. La contabilidad del comercio capitalista ve con preocupación no sólo las conquistas laborales y sociales del siglo XX, arrancadas a la burguesía por los trabajadores en el marco del llamado “Estado de bienestar Keynesiano”, sino fundamentalmente los costos, tanto del propio empleo de mano de obra productiva como del proceso de  ventas.  En los últimos tiempos, las grandes trasnacionales del hardware informático han acelerado la investigación y el desarrollo de maquinarias para hacer posible que el “hogar domestico” sea el nuevo centro de consumo[i]. Ello implica una transición en el modelo de ventas de carácter significativo.

El 20 de julio de 2016 el señor Andrés Oppenheimer en su programa de la cadena televisiva CNN entrevistó a dos investigadores que se han dedicado a hacer seguimiento a los cambios recientes en la industria del hardware informático;  en esa oportunidad ellos señalaron, de manera casi alucinante y apocalíptica, la inminente destrucción del 75% de los empleos de vendedores en las grandes ciudades en los próximos seis años, como resultado del surgimiento de una nueva generación de maquinas. Hace sólo unos días la cadena de comida chatarra en EEUU McDonald’s anunció la sustitución de sus vendedores por maquinas, en una expresión concreta de este nuevo giro. Los argumentos de la empresa de la M gigante, es que la incorporación de las maquinas disminuye los costos de operación de manera sensible. En el mismo programa mencionado de Oppenheimer, se advierte las enormes consecuencias que esta mutación del modelo de consumo tendrá para la educación y en el futuro de la profesión docente.

Ya en el año 2014 el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) había señalado la necesidad de invertir la pirámide del aprendizaje escolar señalando que dada la creciente expansión del internet en la región, la multiplicación de competencias de los niños y jóvenes en el manejo de computadores, dispositivos móviles de datos y video juegos, los sistemas educativos deberían comenzar a transformarse (a) concentrándose en la identificación de “buenos profesores” que supieran enseñar contenidos, a quienes se debería grabar y difundir sus “clases” tanto en la internet como en los dispositivos informáticos con los cuales se está dotando a los estudiantes en muchos países; (b) haciendo del “hogar domestico” el espacio privilegiado de aprendizaje de los niños y jóvenes bajo la tutela de sus padres y familiares y finalmente, (c) procurando que la escuela se convierta en el espacio de evaluación cada cierto tiempo.

Es decir, en esta nueva configuración societal que impulsa el neoliberalismo,  la “casa” no sólo es concebida como espacio de consumo sino también de aprendizaje.  Claro está reduciendo los aprendizajes a algunos contenidos de manejo instrumental, dejando a un lado la construcción compartida de convivencia, tolerancia y destino común; no se diga respecto al pensamiento crítico y el aprender a aprender. Para cerrar este círculo, llamo la atención que sea la millonaria señora Betsy DeVos, la Ministra de Educación anunciada por Trump, quien entre otras cosas, es una ferviente defensora de la educación en casa y la escuela como espacio de evaluación de lo aprendido en el hogar.

Este es el contexto en el cual debemos entender las dinámicas privatizadoras en América Latina y el Caribe hoy.  El financiamiento de los sistemas escolares y de la educación pública aparece para el capitalismo del siglo XXI, en el lenguaje del Fondo Monetario Internacional, como un costo muy elevado susceptible de ser reducido para redireccionarlo como presupuesto destinado al “sector productivo”.

Una primera generación privatizadora en la región se caracterizó por el ataque al concepto de Estado Docente o de obligación de los Estados Nacionales con la educación pública, intentando limitar la rectoría del Estado a las escuelas con financiamiento público y procurando una “liberación” respecto al Estado de las instituciones escolares gestionadas de manera “privada”, fundamentalmente con el aporte de ciudadanos. La segunda generación privatizadora se expresó en un esfuerzo sostenido por fragmentar y disminuir la influencia de las organizaciones sindicales del magisterio, a quienes se les culpó prácticamente de todos los problemas educativos; la ultima onda tardía de esta generación la vemos hoy en México en los intentos por destruir la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE), limitando la organización gremial al sindicato “charro[ii]”.  Una tercera generación privatizadora la conocimos desde la década de los ochenta con la acelerada desinversión a la educación pública por parte de los gobiernos de la región y el incremento de subsidios estatales a la educación administrada por privados, con el argumento de un uso más eficiente de los recursos públicos en educación por parte de este sector.  Una cuarta generación privatizadora se implemento con los llamados vaucher o cheques  a escuelas según su rendimiento escolar o cumplimiento de las directrices gubernamentales.  Una quinta generación privatizadora vino dada por los procesos de evaluación docente y la incorporación de pagos diferenciados a los educadores conforme al rendimiento estudiantil en las pruebas estandarizadas.

Estas generaciones en las políticas  privatizadoras en educación se desarrollan paralelamente a la creciente desinversión del presupuesto público destinado a las escuelas estatales, hecho que ha implicado una drástica disminución de las condiciones materiales para el ejercicio docente.  Así mismo, resulta evidente y creciente el estimulo financiero, propagandístico y social a la escuela administrada por privados.  Finalmente, estas operaciones privatizadoras se presentan acompañadas en el presente con la estratificación de las escuelas según los resultados de las pruebas estandarizadas.

Pero la destrucción de la educación pública y la promoción del concepto de educación privada se ha ido propiciando progresivamente desde la propia escuela pública, es decir desde su interior, mediante los incrementos de la matrícula de inscripción, la asignación de las llamadas “co-responsabilidades” ciudadanas y de los padres en el financiamiento diario de la escuela, la asignación de crecientes responsabilidades de los padres en la realización de actividades extra escolares que implicaban inversión para ellos, tanto de dinero como de tiempo.  Al final se promueve la idea que si un padre suma todo lo que “invierte” en su hijo en la educación financiada por el Estado, el monto es casi similar al costo de inscribirlo en una escuela privada, las cuales además los medios de comunicación las señalan como instituciones donde se imparte “mejor educación”.

Evidentemente, ante este panorama de desmontaje no sólo de la educación pública sino de la propia escuela como espacio de encuentro y aprendizaje, es importante destacar las resistencias que se impulsan en la región contra las ondas privatizadoras y de destrucción de la escuela.  Gobiernos como el de Cuba o Venezuela son un ejemplo que es posible fortalecer la educación pública. Sindicatos y organizaciones magisteriales como la CNTE en México, el SNTE de Chile, el SUTEP de Perú, el Sindicato de Maestros de Chicago, o sindicatos de base en Argentina, Colombia, Panamá entre otros, muestran que con acciones sindicales y propuestas alternativas es posible enfrentar  y frenar al neoliberalismo educativo.

[i] Ello tendrá profundas repercusiones en el modelo de ciudadanía, en el mundo del trabajo y en los modelos de gobernabilidad social que es imposible desarrollar por  los límites de espacio de este artículo.

[ii] Esta expresión se usa en México como sinónimo de sindicato patronal y organización de esquiroles gremiales

Fuente: https://luisbonillamolina.wordpress.com/2017/02/23/dinamicas-privatizadoras-y-de-destruccion-de-la-escuela-publica-en-america-latina-y-el-caribe/

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Luis Bonilla-Molina

Actualmente es el Coordinador Internacional de la RED GLOBAL/GLOCAL POR LA CALIDAD EDUCATIVA. Miembro fundador e integrante de la Directiva de la Sociedad Iberoamericana de Educación Comparada (SIBEC). Investigador miembro del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), como Presidente de Centro Miembro. Profesor universitario. Investigador perteneciente al Programa de Estimulo al Investigador y al Innovador (PEII). Investigador miembro de Latin American Studies Association (LASA). Es el primer venezolano en integrar el International Task Force on Teachers for Education for All de UNESCO. Además es Presidente del Consejo del IESALC (UNESCO). Así mismo, Director y Coordinador del Programa de entrevistas para redes sociales e investigadores sobre calidad de la educación y otros temas de ciencias sociales: La otra mirada. Es el Presidente fundador de la Sociedad Venezolana de Educación Comparada (SVEC), Organización miembro del World Council of Comparative Education Societies. Usuario y colaborador permanente de la lista internacional especializada EDU-COMP. Coordinador General de la Maestría en educación Comparada del ALBA. Director - editor de la Revista COMUNA. Integrante del Autor de diecisiete publicaciones sobre educación y política; su más reciente trabajo publicado se titula: Calidad de la Educación: ideas para seguir transformando la educación.