29 de marzo de 2017 / Fuente: http://blog.tiching.com/
Por: Germán Cánovas
El fomento de la lectura a partir de la adolescencia (me refiero aquí a la lectura como fuente de placer, de descubrimiento del mundo y de autoconocimiento) debe ser, a mi entender, un ejercicio honesto, liberado de prejuicios y alejado del sermón. Resulta horrible escuchar a un alumno admitir, cuando es cuestionado sobre el asunto, que debe leer para tener cultura “y esas cosas”. Me parece una tarea improductiva la de promover la lectura entre los jóvenes si se hace desde una perspectiva evangelizadora y universal. El alumno entiende el sermón, lo incorpora a su discurso y probablemente consigamos, con el tiempo, que se sienta culpable por el hecho de no leer. Nada más.
Leer no es una necesidad, pero empezar a leer puede generar la necesidad de seguir leyendo. La lectura no nos salvaguarda de la estrechez de miras, de la intolerancia o de la idiotez. Nunca he intentado introducir la medicina adoctrinadora entre las mieles de lo literario, por la sencilla razón de que creo que la miel ya es suficiente medicina, y no querría que mis alumnos acabarán pensando que la literatura es una golosina inconsistente que sirve para hacer pasar mejor el mal trago de la cultura.
Más de la mitad de los adultos no lee si no es por cuestiones de trabajo. Miren a su alrededor en una sala de profesores (y hablo de profesores) y pregúntense cuántos libros han leído en los últimos seis meses. No tienen tiempo, se ve. Lo mismo que me dicen los alumnos antes de que yo les responda que el problema no es el tiempo, sino que no les gusta lo suficiente. Y no pasa nada. La amenaza de que la falta de lectura va a tener graves consecuencias en sus vidas nunca se cumple, y por lo tanto es una estrategia que hay que empezar a replantearse.
En fin, en las recetas que ofrezco a continuación para el fomento de la lectura tengo en cuenta siempre estas cuestiones: que la mayoría de los adultos no lee, que la lectura como prejuicio no crea lectores, que la verdadera lectura es un descubrimiento, que existen otras opciones para experimentar placer estético y para evadirse de la realidad, que la lectura de novelas nunca ha estado bien considerada o ha sido considerada incluso como perniciosa y que fue en estos contextos cuando la novela vivió sus etapas de auge y esplendor. En fin, que la mejor manera de fomentarla es no adoctrinar ni mostrarse desesperado por fomentarla. La desesperación está reñida con la capacidad de seducir. Prefiero dejarles intuir un espacio infinito y riquísimo al que están invitados a entrar y dejar la puerta entreabierta. Que no entre nadie cuya alma no tenga sed, les digo fingiendo que, por bromear, me pongo estupendo. Quien quiera entender, que entienda.
Por si a alguien le sirve de inspiración, ofrezco algunas recetas que empleo con mis alumnos para fomentar la lectura a partir de la adolescencia en Europa International School.
- No les imponemos en el colegio lecturas obligatorias, les damos a escoger entre una larga lista de lecturas optativas y cuando las han leído me reúno con ellos en el recreo o después de clase para hablar de sus impresiones.
- Intento evitar prejuicios hacia lo que ellos leen, acepto recomendaciones de lectura y procuro leerlas porque a ellos les hace ilusión que sea el profesor quien descubre un libro gracias a su recomendación.
- No controlo si se ha leído un libro con un cuestionario. Prefiero evitar un clima de sospecha y desconfianza. No hay ninguna razón para pensar que me están engañando. ¿Por qué deberían hacerlo? La lectura es voluntaria, solo para subir nota.
- Arranco novelas en clase. Leo las primeras páginas en una sesión e intento despertar en ellos la necesidad de seguir leyendo.
- Llego a clase diciendo que me siento apenado porque acabo de leer una novela que me encantaría recomendarles pero que no puedo hacerlo porque es “demasiado fuerte”. Siempre caen.
- Nunca les hago sentir inferiores intelectualmente por el hecho de no querer leer novelas o poesía. Entre otras cosas porque no creo que sea así. Les hago notar, eso sí, que creo que son más infelices.
¿Se te ocurren más ideas para fomentar la lectura sin convertirla en algo obligatorio? ¿Crees que son más efectivas? ¡Comparte con nosotros tus opiniones!
Fuente artículo: http://blog.tiching.com/recetas-para-fomentar-la-lectura-en-adolescentes/