Por: José Antonio Marina
El humanismo se bate en retirada. En todos los países se presiona a los sistemas educativos para que den prelación a las STEM (Science, Technology, Engineering, Mathematics). Son conocimientos imprescindibles para sobrevivir en una sociedad del conocimiento. Una ‘persona culta’ parece un ser anacrónico en la época de Google. Un dinosaurio digno de exhibirse en un parque temático. Prestigiosas voces tecnológicas nos hablan de la aparición del ‘transhumanismo’, de la superación de la especie humana. Sucederá alrededor de 2040, dice la Singularity University, creada por Ray Kurzweil, jefe de investigación de Google. Es decir, a los recién nacidos les va a coger al llegar a la adolescencia. Esto vuelve más obsoletas aún las tradicionales disciplinas humanistas, que para esos tecnólogos se referirán a la ‘antigua especie’.
En esta situación resulta escandaloso que los ‘humanistas’ actuales defiendan tan mal el valor de lo que hacen, tal vez porque piensen, equivocadamente, que el buen paño en el arca se vende. Periódicamente se oyen voces reclamando una mayor presencia de las humanidades en nuestras aulas, pero sin explicar qué se entiende por ‘humanidades’ y por qué se las debe prestar atención. Son afirmaciones que se repiten retóricamente, más como queja que como propuesta. Hoy día, los padres se tranquilizan si sus hijos dicen que quieren hacer ciencias, y se angustian si les oyen que quieren estudiar letras. De nada vale decirles que en las humanidades está la salvación porque, dicho así, es una tontería sin credibilidad.
No da por sentado que leer a Homero sea mejor que aprender a manejar una aplicación o que el latín es mejor que la informática
Por eso, creo que es necesaria una justificación de las humanidades ‘base cero’, es decir, sin dar por supuesto que son valiosas. Pondré como ejemplo una de las disciplinas humanísticas más castigadas en los actuales programas: la historia. ¿Debe un futuro científico conocer la historia de su ciencia o solo su estado actual? Los economistas han inventado una noción de gran utilidad: el ‘coste de oportunidad’. Una inversión económica no debe evaluarse solo por lo que va a conseguir, sino también por lo que se deja de conseguir al emplear los recursos de esa manera. ¿Qué es mejor, construir una línea de AVE o tres hospitales? Respecto a la educación, sucede lo mismo. Sería estupendo estudiar griego, latín, historia del arte, música, filosofía, plástica, manualidades, cocina, además de inglés, informática, matemáticas, etc. El problema aparece cuando hay que administrar un tiempo limitado y es preciso elegir.
El Proyecto nuevoHUMANISMO, en que trabajo, se encara con este problema. No da por sentado que leer a Homero sea mejor que aprender a manejar bien una aplicación de móvil. No se le ocurre pensar que el latín organiza mejor la mente que la programación informática. Podría llamarse también ‘humanismo de tercera generación’ (Humanismo3G).
Dos culturas separadas
La primera generación se definió por oposición a la teología. Las ‘letras humanas’ se separaban de las ‘letras divinas’. El humanismo entonces incluía letras y ciencias, filosofía y matemáticas, arte y técnica. Si leen la ‘Enciclopedie’, símbolo de la Europa ilustrada, verán esta mezcla. Junto a artículos sobre las religiones o la inmortalidad del alma aparecen otros dedicados a los tornillos y a los telares. La segunda generación escindió este humanismo básico, e introdujo la división entre ‘ciencias’ y ‘letras’, entre las ‘ciencias de la naturaleza’ y las ‘ciencias del espíritu’. Como Snow señaló con frase certera, han acabado por ser ‘dos culturas’ separadas. Lo expuso elocuentemente, en el texto que les invito a leer:
«Son muchos los días que he pasado con científicos en las horas de trabajo para salir luego de noche a reunirme con colegas literatos. Y, viviendo entre dichos grupos, se me fue planteando el problema que desde mucho antes de confiarlo al papel había bautizado en mi fuero interno con el nombre de ‘las dos culturas’. Se trata de dos grupos polarmente antitéticos: los intelectuales literarios en un polo, y en el otro los científicos. Entre ambos polos, un abismo de incomprensión mutua; algunas veces (especialmente entre los jóvenes) hostilidad y desagrado, pero más que nada falta de entendimiento recíproco. Los científicos creen que los intelectuales literarios carecen por completo de visión anticipadora, que viven singularmente desentendidos de sus hermanos los hombres, que son en un profundo sentido anti-intelectuales, anhelosos de reducir tanto el arte como el pensamiento al momento existencial. Cuando los no científicos oyen hablar de científicos que no han leído nunca una obra importante de la literatura, sueltan una risita entre burlona y compasiva. Los desestiman como especialistas ignorantes. Una o dos veces me he visto provocado y he preguntado [a los no científicos] cuántos de ellos eran capaces de enunciar el segundo principio de la termodinámica. La respuesta fue glacial; fue también negativa. Y sin embargo lo que les preguntaba es más o menos el equivalente científico de ‘¿Ha leído usted alguna obra de Shakespeare?’. (C. P. Snow, ‘Las dos culturas y un segundo enfoque’, Alianza Editorial, Madrid, 1987, pp. 14 y 24).
No pienso que haya una especie de conspiración de los tecnólogos para robotizar a nuestra especie o cosas parecidas
El asunto es que ha triunfado claramente la ‘cultura tecno-científica’, entre otras cosas porque ha producido mejoras admirables en el bienestar humano. Lo que me preocupa es que esa cultura va a ser la encargada de redefinir la naturaleza humana. No pienso que haya una especie de conspiración de los tecnólogos para robotizar a nuestra especie o cosas parecidas. Los grandes cambios aparecen como consecuencias no buscadas intencionadamente. La técnica —como el mercado, como las modas, o como los atascos de tráfico— tiene un dinamismo circular, en el que los propios agentes son sujetos pacientes de lo que hacen. El nuevoHUMANISMO parte de un axioma fundacional: las instituciones humanas —políticas, religiosas, culturales— guardan la experiencia de la humanidad. Cada vez que algún movimiento ha querido olvidar esa experiencia, comenzar de cero —como ha ocurrido en las revoluciones políticas, y puede suceder también en la tecnológica—, se cometen tremendos errores por ignorancia.
De la misma manera que para mejorar nuestra salud en el futuro necesitamos conocer nuestro genoma biológico —efecto de cientos de miles de años de evolución—, necesitamos conocer nuestro ‘genoma cultural’, que se ha ido configurando también a lo largo de miles de años. Pondré un ejemplo político. Nuestro modo de pensar la política utiliza herramientas mentales heredadas, que se fueron elaborando para enfrentarse con problemas. ¿Por qué apareció la idea de ‘soberanía’, o la de ‘nación’, o la de ‘derecho subjetivo’, o la de ‘dignidad como fuente de derechos’, o el valor de la ‘autonomía’? El nuevoHUMANISMO se basa por ello en la ciencia de la evolución de las culturas, que nos permitirá comprender nuestros aciertos y nuestros errores, nuestra grandeza y nuestra ferocidad, lo que nos une y lo que nos separa.
Aspiramos a comprender
El nuevoHUMANISMO, el Humanismo3G, no enfrenta letras y ciencias, laicismo y religión, arte y técnica, sino que aspira a comprender todas esas creaciones humanas. No pretende conocerlas en sus inabarcables realizaciones, sino comprender por qué y cómo surgen de la inteligencia que las ha inventado. El gran Wilhem Dilthey, uno de los padres del nuevoHUMANISMO, pensaba que la única forma de definir al ser humano es estudiando aquellas actividades a las que se ha dedicado a lo largo de la historia: ha creado arte y ciencia, matemática y juegos, religiones y formas políticas, poesía y técnica. Antes de dar un salto hacia el transhumanismo, me parece imprescindible conocer la humanidad, no sea que vayamos a tirar al niño con el agua de la bañera.
El Proyecto nuevoHUMANISMO necesita el mayor apoyo posible. Espero que El Confidencial, tan atento a lo que pasa, acoja y proteja la iniciativa, que me parece apremiante. Quien desee recibir más información, o colaborar de alguna manera, puede enviarme su referencia a contacto@joseantoniomarina.net.
Fuente: http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/educacion/2017-04-18/educacion-humanismo-letras-ciencias-pedagogia_1368022/