La escuela, el mejor lugar posible

Por: Fernanda Puga

Necesitamos un sistema educativo que acompañe con liderazgo, formación, ideas y recursos a sus equipos docentes.

Cataluña está viviendo una “primavera educativa” que tiene como elemento distintivo la cantidad de escuelas públicas, subvencionadas y privadas, que están generando modificaciones profundas a partir de la experimentación, la formación y el trabajo en red. El II Simposio de Educación y Cambio, que se desarrolló recientemente en Barcelona, presentó a través de conferencias y visitas a escuelas cómo se gestan, consolidan, comparten y evalúan estos cambios.

En la jornada inaugural, Joan Domenech, miembro de la Federación de Movimientos de Renovación Pedagógica de Cataluña, expresó “las experiencias anticipadoras e innovadoras facilitan las transformaciones posibles”. A la vez, compartió una nueva definición de utopía: eutopía, la cual definió como “el buen lugar posible: lo realizable en las condiciones reales”.

Una de las claves de esta primavera que vive Barcelona tiene que ver con la decisión del gobierno catalán de dejar que las escuelas innoven y, a partir del trabajo en red y la decisión de directivos con altas capacidades de liderazgo, emprendan un camino de transformación radical.

En las escuelas catalanas visitadas durante el simposio, algo que despertó especialmente la atención es el grado de participación y protagonismo de los estudiantes. Activos, en movimiento, en continua búsqueda, a su ritmo, tomando decisiones, aprendiendo a aprender. Algo de lo especial y único que proponen estas escuelas es la cultura del proyecto, de la construcción del conocimiento. Y allí es donde la escuela deja de ser una institución spoiler, cuyos contenidos parecen poco atractivos por su disponibilidad ubicua a través de internet, los libros de texto, los recorridos ya digeridos a través de programas muy definidos, y pasa a ser una institución constructora de conocimiento, cuyos hacedores son los alumnos. La idea de spoiler, muy utilizada en el mundo de la ficción, ilustra de lleno un problema de la escuela. No miraríamos la serie si ya sabemos el final y qué va a ocurrir en el próximo capítulo. Lo mismo sucede con aquellos contenidos que la escuela propone y repite históricamente.

Ahora bien, una escuela donde los estudiantes investigan, reflexionan, resuelven problemas, crean soluciones, deja de ser spoiler. Hacia allí deben orientarse las escuelas que forman para el futuro. Evidentemente, esto solo puede suceder en escuelas (y sistemas educativos) que acompañan con liderazgo, formación, ideas y recursos a sus equipos docentes.

Daniel Wilson, Director del Proyecto Zero de la Escuela de Educación de la Universidad de Harvard, sostuvo en la conferencia de cierre que “el cambio educativo es un cambio complejo, para lograrlo hay que cambiar las creencias básicas acerca de la educación, así se logra el cambio en las prácticas y puede trasladarse a los sistemas educativos”. Esto significa que para lograr una transformación real, debemos creer que algo estamos haciendo mal, reconocer qué y luego pensar en cómo modificarlo. Este es el desafío que se debe iniciar en conjunto: entre docentes, directivos, políticos, decisores e investigadores. Reflexionar, colaborar, compartir, investigar, evaluar y empezar a trazar en conjunto ese mejor lugar posible para la educación.

Fuente: http://www.perfil.com/columnistas/la-escuela-el-mejor-lugar-posible.phtml

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Fernanda Puga

Directora de estudios del Colegio Secundario Aula XXI. Expositora del II Simposio de Educación y Cambio en Barcelona.