07 de junio de 2017 / Fuente: http://www.excelsior.com.mx/
Por: Carlos Ornelas
La contienda entre la Secretaría de Educación Pública y la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación por el destino del sistema escolar en Oaxaca, Chiapas, Michoacán y Guerrero, está lejos de concluir. Sin embargo, la SEP avanza en la aplicación de evaluaciones del Servicio Profesional Docente (SPD). Parece que la tecnología del poder que administra el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, le reditúa ganancias.
En el boletín de prensa 139, la SEP ofrece cifras de maestros y directivos que desde abril y hasta julio presentan exámenes, pues, “por diversas razones, habían quedado pendientes de evaluarse en procesos anteriores. Hasta este domingo, dos mil 868 docentes han participado”.
El tono del mensaje de la SEP es de satisfacción, habla de la tranquilidad con que se realizaron las evaluaciones, aunque los maestros de Chiapas y Oaxaca tuvieron que hacerlo fuera de sus estados. En Michoacán, el gobierno local se aplicó, los sustentantes presentaron sus pruebas en Morelia.
Convencer a casi tres mil maestros de territorios de la disidencia de participar en exámenes (algunos para regularizar su situación, otros para concursar por una promoción) insinúa que la parte silenciosa de la tecnología del poder ofrece resultados. Detrás de ese avance, me imagino, hubo negociaciones arduas —pero discretas— entre altos mandos de la burocracia y dirigentes de la Coordinadora, labor de convencimiento de docentes de base más allá de la propaganda masiva y la oferta de cierta garantía de que los concursantes obtendrán beneficios. De otra manera, no se atreverían a desafiar a los líderes que mantienen el discurso antiReforma Educativa.
Me pregunto qué motivó a esos docentes y a otros 36 mil que, a comienzos de este mes, presentaron exámenes para promoción a puestos directivos. Conjeturo que la CNTE no se rinde, que entre los maestros de banquillo persiste desconfianza e incertidumbre y, sin embargo, aceptan las evaluaciones.
No he platicado con alguien que se haya presentado a estos exámenes, no tengo un asidero —aunque sea anecdótico— para responder a esa duda. Empero, con base en conocimiento previo y el seguimiento que he dado a la pugna por la educación en este sexenio, puedo aventurar conjeturas.
Es probable que un porcentaje de docentes que aceptan la propuesta de evaluación lo hagan por convencimiento. Ve en ello un mecanismo legítimo de ingreso a —o promoción en— la carrera docente. Son maestros que sienten “vocación” por la docencia. No que acepten todas las premisas de la Reforma Educativa, pero perciben que es una vía de profesionalización.
Otra porción, acaso acepte participar en busca de un provecho, una palanca para ingresar o promoverse en su carrera. Este segmento, por una parte, obtiene beneficios —si aprueba los exámenes— y, por otra, legitima el hacer la SEP y las consignas del SPD.
Un tercer sector tal vez lo haga por adhesión a los mandatos de la autoridad, por cumplir con la norma o por hábito. Les enfada el conflicto, quieren realizar su práctica con la menor interferencia posible y, por lo tanto, acatan las instrucciones de la SEP.
Cualquiera que sea el motivo, la realización de los exámenes del SPD —con relativa calma, además— exhiben que la institucionalización de los cambios camina y que el gobierno quiere consolidarlos lo más que se pueda en lo que le resta al sexenio.
La SEP trata de no tensar mucho los hilos de la tecnología del poder, el secretario Nuño ha bajado el tono de enfrentamiento; si bien todavía de vez en cuando habla de que se desterró la herencia y venta de plazas, ya no lo hace con la enjundia que mostró cuando llegó al cargo.
En la casa de enfrente, aunque no abandonan la retórica contestataria y las acciones de protesta, perciben que sus márgenes de autonomía disminuyen. Las fuerzas de la CNTE tienen experiencia y quizá no quieran arriesgar mucho. Aún tienen bastantes cosas que perder y saben que éste no es su mejor momento. Malicio que esperan a finales de este año, cuando las candidaturas para la Presidencia ya se hayan definido, para retomar sus exigencias.
La SEP haría mal en cantar victoria por este logro; es una etapa —importante, pero nada más un paso— de un camino largo por recorrer. No obstante, el hecho indica que el secretario Nuño mantiene la dialéctica del control. Aunque disguste a los opositores, paso a paso, reduce los márgenes de autonomía relativa de la CNTE. ¿Tendrá tiempo suficiente para consolidar la reforma?
Fuente artículo: http://www.excelsior.com.mx/opinion/carlos-ornelas/2017/05/31/1166721