Paro, educación e institucionalidad.

El  sistema educativo colombiano, no facilita y menos garantiza  educación de alta calidad.

Por:  Marcos Silva Martínez.

Las leyes 30/92 y 115/94, definieron,  en forma general, el modelo  y  flexibilidades del sistema.
Los resultados del nuevo sistema, después de más dos  décadas  de  vigencia, no corresponden a lo que demanda un desarrollo educacional académico integral, de calidad.
El estado incumplido la vigilancia, control y financiación necesarios. No  desarrolló  innovación y actualización, que demanda el desarrollo del conocimiento y tecnologías.
El espíritu  de la Constitución del 91 y las leyes que la desarrollan, imprimieron al sistema educativo colombiano,  las dinámicas del mercado y la rentabilidad.
Así, la educación en Colombia se convirtió negocio, con franquicia legal para  particulares, con precarios controles y regulación.
La  relación entre, educación, sociedad, mercado laboral y conocimiento técnico-científico,  es contradictoria y  dominada por el afán de lucro y estatus social.
La  atención que  da el sistema educativo a la formación para  el trabajo y el desarrollo humano, son precarios y carentes de articulación con el desarrollo económico y social.
La  formación en competencias y habilidades, son  insuficientes y de escaso entrenamiento y desarticuladas con los requerimientos de los diversos sectores de aplicación del conocimiento.
La ciencia, la tecnología y la innovación, motores del desarrollo del mundo, son quimera en un país con una economía basada en el extractivismo rentista,  especulación financiera e inmobiliaria, consumismo y debilidad institucional.
La síntesis de la pésima calidad de la educación, en todos los niveles, está en los resultados de las Pruebas Saber 11, Pruebas Saber Pro (ECAES),  y Pruebas Pisa, en las que Colombia siempre ocupa las últimas casillas (lectura, matemáticas y ciencias), desde que participa en ellas (2006).
Docentes y ciudadanos,  deberían ser conscientes de lo que ocurre con el sistema educativo y exigir al estado, una inmediata reingeniería para lograr una reestructuración capaz de conducir a estadios de formación académico-cultural óptimos,  en el mediano y largo plazo.
Los docentes, de todos los niveles educativos, deben  hacer de las reclamaciones salariales al gobierno,  el escenario  para exigir, mínimo los siguientes puntos:
1.-Reestructuración  de la financiación del  sistema,  con la obligación de  incrementar  0.5% del  PIB anualmente hasta el 8.0% y para ciencia y tecnología, incrementar anualmente, en 0.2% del PIB, hasta el 3.0%.
2.-Implementar políticas de capacitación y actualización académica de docentes, con cargo al presupuesto del sector educativo.
3.-Ampliar y mejorar  la planta física, de las instituciones educativas.
4.-Redefinir escala salarial para docentes, con un mínimo de $2.500.000/mes y precisar requisitos únicos, para ingreso y acenso en el servicio docente, fundamentados solo en capacidad académica, demostrada en pruebas escrita, de conocimiento específico y ampliación de planta docente, en todos los niveles del sistema educativo, que corresponda a la reestructuración y optimización del sistema.
Las peticiones planteadas, le darían plena justificación al paro y solo así, todos los colombianos, sin excepción, debemos apoyarlos en sus reclamaciones.

Fuente: http://www.lanacion.com.co/index.php/opinion/item/288708-paro-educacion-e-institucionalidad

Imagen: https://i2.wp.com/otrasvoceseneducacion.org/wp-content/uploads/2017/05/319473_800x600_crop_5915d5f815607.jpg?resize=350%2C200

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Marcos Silva Martínez

Escritor Argentino