Por: UNESCO/21-07-2017
Entrevista con Ameenah Gurib-Fakim(link is external) realizada por Isabelle Motchane-Brun
Vivimos un periodo de transición inédito a nivel económico, demográfico, ecológico y tecnológico. ¿En qué medida pueden la ciencia, la tecnología y la innovación afrontar los retos que plantea nuestra época?
La ciencia, la tecnología y la innovación siempre han sido los cimientos del progreso social y la mejora de vida de los pueblos del mundo. Debido a la explosión demográfica mundial –nuestro planeta tendrá 9.000 millones de habitantes en 2050– el ser humano tendrá que dominar más y mejor las tecnologías para adaptarse al uso de menos recursos, a fin de garantizar su seguridad alimentaria, su abastecimiento en agua y su autonomía energética en un medio ambiente sobre el que pesa la amenaza del cambio climático.
En enero de 2017 usted presentó en el Foro Económico Mundial la ‘Coalición para la Investigación, Innovación e Iniciativa Empresarial Africanas’ (CARIE). ¿Cuál es su objetivo?
Esta Coalición agrupa a diversos organismos que han decidido aunar esfuerzos para promover la investigación e innovación en África, por ejemplo la Fundación Bill y Melinda Gates, la Nueva Alianza para el Desarrollo de África (NEPAD), la Fundación Wellcome y los Institutos Nacionales de la Salud de los Estados Unidos.
Su objetivo es fomentar la excelencia de los investigadores africanos y contribuir al fortalecimiento del ecosistema en el que llevan a cabo su labor. África realiza enormes esfuerzos en el ámbito de la investigación, pero el impacto de los trabajos de sus científicos es relativamente limitado y con frecuencia poco notorio.
¿Qué hacer para remediar este problema?
Muy a menudo los investigadores carecen de medios para que sus ideas se plasmen en la creación de productos o empresas. Además, el marco jurídico de protección de la propiedad intelectual adolece de insuficiencias, ya que los resultados de la labor científica suelen acabar sepultados en cajones, aireados en la prensa o dados a conocer públicamente, incluso antes de que se hayan protegido con patentes. La Coalición pretende actuar en estos ámbitos a fin de que los investigadores cuenten con los medios necesarios para cambiar la vida diaria de los africanos.
La palabra “coalición” nos remite al vocabulario político más que al científico. ¿Acaso el fomento de la ciencia es ante todo un combate político?
La “política” está presente en todos los niveles. Es obvio que se produce un impacto inevitablemente positivo en las instituciones científicas cuando los políticos –esto es, quienes tienen poder de decisión– adoptan medidas adecuadas. En África, la ciencia sólo progresará si los decisores en materia de políticas reconocen cuán importante es su financiación.
La palabra “coalición” debe entenderse más bien en el sentido de medio para agrupar fuerzas, con vistas a que los avances de la ciencia en África contribuyan al bienestar de sus poblaciones.
¿Cuál es la diferencia con la Alianza para la Aceleración de la Excelencia Científica en África (AESA), creada por la NEPAD y la Academia Africana de Ciencias (AAS)?
Más que de diferencias, cabe hablar de complementariedad. Con la ayuda, entre otras, de las fundaciones Wellcome Trust y Bill y Melinda Gates, la AESA tiene por objetivo centrarse en trabajos científicos sobre la salud.
¿La multiplicación de organismos con objetivos similares no entraña el riesgo de duplicar los trabajos y dispersar las financiaciones?
No hay duplicaciones, porque todas esas entidades realizan trabajos complementarios.
Es bien sabido que el retraso acumulado por África es tan grande y sus necesidades tan enormes que no se corre riesgo alguno de que las financiaciones se “dispersen”. Nuestro deber es prestar apoyo a cualquier iniciativa destinada a crear recursos y fomentar la investigación.
A este respecto, conviene recordar que el continente africano necesita aún varios millones suplementarios de ingenieros y científicos para que el porcentaje de éstos, con respecto al número de habitantes, iguale al de los países desarrollados.
Los pequeños Estados insulares, como Mauricio, son vulnerables por definición a los peligros que se ciernen sobre el medio ambiente. ¿Qué pueden hacer para afrontarlos?
Mauricio se halla entre los países en situación de peligro, sobre todo en el contexto del cambio climático. Aunque, por desgracia, tenemos pocas soluciones para contrarrestar la subida del nivel del mar, debemos centrarnos en la consolidación de los suelos y la ordenación territorial. Por ejemplo, para frenar la erosión de nuestras playas es preciso plantar más mangles, que además forman un ecosistema excelente para los peces y la fauna marina en general. Y de todas formas tenemos que seguir creando toda suerte de plantaciones, ya que la vegetación es el medio más seguro para reducir el dióxido de carbono atmosférico. También debemos redoblar los esfuerzos encaminados a desarrollar las energías renovables, así como el reciclaje y la gestión del agua, porque la escasez de recursos hídricos promete ser muy aguda.
Mauricio ha ratificado el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático. ¿Qué medidas concretas ha tomado el Estado para luchar contra el calentamiento del planeta?
Ante todo, señalaré que tanto Mauricio como el conjunto los países de África no han contribuido realmente a la emisión de gases con efecto de invernadero (GEI), aunque figuran entre los más afectados por ella.
Actuamos solidariamente con el resto del mundo, esforzándonos por reducir los GEI cada vez más. Hemos empezado elaborando una estrategia en materia de energías renovables, mejorando la gestión del agua y replanteándonos la ordenación territorial. No obstante, tenemos que esforzarnos más aún para adaptar todas las infraestructuras a estándares “verdes”, multiplicar los paneles solares y adoptar cualquier norma que propicie el desarrollo sostenible.
Debemos fomentar las tecnologías que reducen el despilfarro de recursos y ofrecen más posibilidades de reciclaje, así como las industrias menos energívoras. Estas ideas van ganando terreno y algunas empresas textiles ya están funcionando con energía solar.
La educación y la sensibilización del público son dos ejes importantes de la acción en este ámbito, porque es indispensable que la población y los agentes económicos coadyuven a plasmar en los hechos todas las iniciativas que el Estado desea adoptar.
¿Qué panorama ofrece el desarrollo de las energías renovables en el Archipiélago de las Mascareñas, y más concretamente en Mauricio con respecto a otras islas vecinas?
En el Archipiélago de las Mascareñas, la isla de la Reunión ha logrado grandes avances y creo que el 35% de su energía ya es verde. La isla Rodrigues se ha fijado el objetivo de depender exclusivamente de este tipo de energía en un futuro próximo. En Mauricio se han instalado ya varios parques eólicos y solares. Creo que el futuro del sector de las energías renovables es prometedor y que vamos por el buen camino.
Usted figura entre las cien mujeres más influyentes del mundo en la lista elaborada por la revista ‘Forbes’. ¿Qué opinión le merece esto?
Agradezco a esa revista el nombramiento, ya que el honor que me hace permite centrar la atención en nuestro país y esto siempre es importante. Me congratula mucho que ello contribuya a mostrar al mundo que Mauricio, pese a ser una nación pequeña, aspira a alcanzar metas ambiciosas.
Usted ha dicho en Twitter que “muy pocas veces se ha valorado y reconocido la contribución de las mujeres africanas al desarrollo de su continente, aunque se considere que son un factor esencial del mismo”.
Sí, es obvio que en África no siempre se ha valorado debidamente la aportación de la mujer al desarrollo. En el sector agrario, por ejemplo, son las mujeres quienes garantizan el sustento de las poblaciones y, sin embargo, todavía no se han creado condiciones para que tengan pleno acceso a créditos, títulos de propiedad y cursos de formación. Si las mujeres pudieran salvar esos obstáculos, la producción de alimentos mejoraría enormemente.
Lo mismo ocurre con la educación: en la enseñanza primaria y superior se sigue penalizando demasiado a menudo a las muchachas. Si se encuadrara adecuadamente el potencial que representan las mujeres, su contribución sería realmente decisiva para que África saliera adelante.
¿Qué ocurre ahora con la labor científica que usted venía realizando desde muchos años atrás para elaborar medicamentos a base de plantas y reducir así el costo de la atención médica?
La validación científica de remedios medicinales tradicionales es un proyecto que dirigí en el decenio de 1990, cuando trabajaba en la universidad. Los resultados de esa labor se valorizaron más en 2009 con la creación del Centro de Fitoterapia e Investigación (CEPHYR), una empresa mía que desde 2015 se ha convertido en el Centro Internacional de Desarrollo Farmacéutico I+D (CIDP-R&I). La creación de una gama de medicamentos a base de plantas sigue formando parte de los objetivos del CIDP-R&I, pero pasar del estadio de la investigación al de la comercialización exige tiempo e importantes medios materiales.
Los trabajos del CIDP-R&I continúan, aunque yo ya no esté presente en él. Este centro ha conseguido, por ejemplo, encontrar clientela en el sector de la perfumería para el aceite esencial del limo de la isla Rodrigues. Muchas plantas medicinales de Mauricio proporcionan ingredientes susceptibles de satisfacer las demandas de la industria farmacéutica y cosmética.
Usted concibe el poder como la capacidad de dejar un legado duradero. En su doble condición de Presidenta de Mauricio y científica eminente, ¿qué legado le gustaría dejar?
Mi compromiso con el fomento de la ciencia y la innovación sigue intacto, pero ahora reviste otra forma debido al nuevo papel que desempeño en las esferas de decisión e instituciones de mi país. Abogo por la necesidad de invertir en instituciones científicas, a fin de que los jóvenes dispongan de medios para investigar sobre temas prioritarios para África que exigen un buen dominio de la ciencia. Con esa óptica se creó el organismo CARIE del que hablamos antes.
Espero que mi legado sea una concienciación duradera de cuán necesario es contar con instituciones científicas sólidas y proporcionar medios a los investigadores jóvenes para evitar la fuga de cerebros, fortaleciendo su potencial personal y el ecosistema en el que van a trabajar. Esto exige mayores medios materiales, pero estoy convencida de que dispondremos de ellos. Una acción de este tipo ayudará a los países de la región a desarrollarse. La historia ha demostrado que las naciones que cosechan más éxitos son las que más invierten en ciencia, tecnología e innovación.
Amina Gurib-Fakim es Presidenta de la República de Mauricio desde junio de 2015. Científica de reputación internacional por sus trabajos sobre la flora medicinal de las Islas Mascareñas, fue galardonada en 2007 con el Premio L'ORÉAL-UNESCO "La Mujer y la Ciencia". Es miembro de la Sociedad Linneana de Londres (Reino Unido) del Instituto Africano de Ciencias (Estados Unidos) y de la Academia de Ciencias del Mundo Islámico, con sede en Ammán (Jordania).