Por: Pedro Echeverría
1. La educación escolarizada en México –aunque se siga hablando que es de siete años como promedio- lo seguro es que siga siendo de 4 años, como en 1984 cuando Reyes Heroles desde la SEP, denunció con su “Revolución Educativa” que la educación en México era de tres años como promedio. Luego los siguientes secretarios de Educación, sin demostración alguna, le fueron subiendo. De todas maneras, aunque la moda sea repartir títulos o certificados en “escuelas abiertas”, hay una realidad innegable: la educación escolarizada ha servido de poco a algunos y de nada para muchos, cuya educación es su práctica diaria.
2. Nunca la educación escolarizada fue para el pueblo; al contrario, cuando el llamado Plan de 11 años (1959-70) puesto en práctica por el presidente López Mateos y el secretario de Educación Torres Bodet, sacudió la educación primaria, entonces estancada en los centros urbanos, se inició una gran irrupción de niños y jóvenes en todos los niveles que la clase gobernante nunca fue capaz de frenar. Desde 1973, siendo yo profesor en el CCH/UNAM, dimos las batallas apoyando a miles de estudiantes “rechazados”; rechazados no porque reprobaran los exámenes, sino porque se determinaba mucho antes cuantos serían admitidos.
3. En los años setenta se publicaba que el 20 por ciento de los que presentaron su prueba fue “rechazado”; al siguiente año se hablaba de que un 30, luego un 50, luego un 60 y hoy se rechaza alrededor de un 90 por ciento de los estudiantes que presentan. Sólo los tontos creen que se debe a que los muchachos no están preparados, no estudian, o se debe a errores. Sin embargo la población debe saber, sobre todo los padres, que los que elaboran, preparan y administran los exámenes saben que porcentaje los aprobará y cuántos deben ser rechazados, según las instrucciones u órdenes de la autoridad.
4. La educación está pensada y planeada para una minoría; la mayoría debe quedarse en el camino y capacitarse para el trabajo como “mano de obra barata”. De allí la pregunta y los argumentos de la clase dominante: ¿Para qué se quieren más profesionistas si luego van a ocupan el ejército de desempleo? Por ello las universidades –señalan triunfantes los empresarios- no deben estar abiertas para todos, sino sólo a quienes puedan cursarla con facilidad; por el contrario, deben impulsarse universidades técnicas y centros de capacitación para el trabajo productivo con el fin de construir un país con enormes riquezas.
5. La realidad condenable es por ser una política criminal contra los jóvenes estudiantes que abren sus esperanzas para estudiar una carrera en escuela pública. Lo negativo es que vivan engañados pensando en que no ingresaron porque son “burros” o tontos y que por esa misma “tontería” viven en la pobreza y la miseria. Además es un buen negocio para los colegios particulares que mediante ofertas engañosas de “becas”, “becas crédito” y otras trampas, hacen maravillosos negocios que les permiten crecer. Hace 60 años la educación privada representaba menos del 10 por ciento ahora más del 40 por ciento. ¡Qué buen negocio!
6. No hay que buscarles más pies al gato; los planes educativos escolarizados obedecen a un país capitalista que debe controlar su producción escolar, tanto de estudiantes que acepta, como de profesores que ideológicamente deben ser controlados. Cuándo se habla de lanzamiento de planes y programas educativos desde el jardín de niños hasta la universidad, se está anunciando más de lo mismo. No me olvido cuando Gómez Farías y el doctor Mora defendieron en 1833 la educación de su tiempo: “No hay que dejar la educación de la niñez en manos de nuestros enemigos. La escuela es la primera que se debe controlar y dominar.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=230161&titular=educaci%F3n-para-una-minor%EDa-