30 de agosto de 2017 / Fuente: https://www.isep.es/
Por: Maribí Pereira
En la actualidad, se ha demostrado que las deficiencias de neurotrofinas están involucradas en diferentes enfermedades como la epilepsia, la enfermedad de Alzheimer, de Parkinson y la depresión. Las neurotrofinas o factores neurotróficos son una familia de proteínas formada por el factor de crecimiento nervioso (NGF, del inglés nerve growth factor), el factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF, del inglés brain-derived neurotrophic factor), la neurotrofina-1 (NT-1), la neurotrofina-3 (NT-3) y la neurotrofina-4 (NT-4). Se vierten al torrente sanguíneo y son capaces de unirse a receptores de determinadas células para estimular su supervivencia, crecimiento o diferenciación. Una de sus funciones es impedir a las neuronas diana que inicien la apoptosis, permitiendo así que las neuronas sobrevivan.
¿Qué es el BDNF?
Mark Tuszynski, de la Universidad de California, demostró que uno de los factores integrado en esa familia de proteínas -conocido como BDNF– evitaba la muerte neuronal en modelos de lesiones cerebrales en primates y ratas, y también la disfunción cognitiva en los mismos animales de edad avanzada. El BDNF se considera, además, importante para la memoria a largo plazo (Insua, 2003).
Una forma de incrementar las neurotrofinas cerebrales es hacer trabajar al cerebro para que fabrique mayores cantidades de estas sustancias. Es decir, cuanto más activas estén las células del cerebro, más cantidad de neurotrofinas producirán y esto generará, a su vez, mayores conexiones entre las distintas áreas del cerebro. La consecuencia será un cerebro con mejor funcionamiento, una mejor memoria y un mejor estado de ánimo (Insua, 2003).
La mayor parte de actividades que se realizan a diario consisten en una serie de rutinas que hacen que el cerebro funcione automáticamente, con un mínimo de desgaste, para lo cual requiere un mínimo de energía. En decir, las actividades rutinarias son inconscientes, las experiencias pasan por las mismas carreteras neuronales ya formadas y no hay producción de neurotrofinas. Al cerebro conviene hacerlo “correr” con acciones nuevas y diferentes. Formación como el Máster en Neuropsicología Clínica de ISEP ampliarán tus perspectivas de evaluación, diagnóstico e intervención dentro de las diferentes patologías clínicas que cursan con afectación del Sistema Nervioso Central y alteraciones y/o deterioro de los procesos cognitivos y conductuales.
Para Iván Izquierdo, prestigioso neurocientífico argentino, la mejor recomendación es leer, leer y leer pues con la lectura se activan todas las regiones de la corteza cerebral (Insua, 2003). Por otro lado, la actividad física es uno de los recursos efectivos para aumentar los niveles de neurotrofinas. De hecho, ha emergido como un modulador de las funciones mentales superiores durante la vida, ya que ha demostrado afectar varios sistemas de neurotransmisores. Específicamente, el factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF), es un mediador clave en el mejoramiento de las conexiones sinápticas y en la capacidad del cerebro de cambiar y remodelar dichas conexiones (plasticidad), dependiente de uso.
Ejercicios Neurotróficos
En experimentos realizados con ratas se observó que después de varios días de correr voluntariamente en una rueda, al menos 1-2 km por día, los niveles de BDNF se incrementaron en las células del hipocampo, una estructura altamente plástica, que normalmente se asocia con las funciones cognitivas superiores, más que con la actividad motora. Los cambios en los niveles de este factor se hallaron en neuronas, particularmente las del giro dentado (gyrus dentatus o GD), el hilus y la región CA3 del hipocampo. Estos cambios aparecieron en pocos días, tanto en ratas hembras como machos, y fueron sostenidos en el tiempo, luego de varias semanas de ejercicio, con un incremento consecuente de las cantidades de proteína BDNF. Además de hallarse niveles aumentados de BDNF en el hipocampo, también se hallaron en la médula espinal lumbar, el cerebelo y la corteza.
Por otra parte, se encontró una correlación positiva entre la distancia promedio corrida por día y el aumento del BDNF en el hipocampo. A pesar de que otros factores tróficos, incluyendo el factor de crecimiento nervioso (NGF) y el factor de crecimiento de fibroblastos-2 (FGF-2), también son inducidos en el hipocampo en respuesta al ejercicio, su aumento fue transitorio y menos sostenido que el provocado sobre la expresión del BDNF, sugiriendo que este último es un mejor candidato como mediador de los beneficios a largo plazo provocados por el ejercicio en el cerebro.
Investigaciones realizadas en humanos, sugieren que el ejercicio puede mantener o mejorar la plasticidad cerebral. El aprender, una función superior que requiere alta plasticidad, incrementa la expresión del gen del BDNF, y éste, a su vez, facilita el aprendizaje. Estas evidencias predicen que mecanismos que inducen la expresión génica del BDNF, tales como el ejercicio, pueden mejorar el aprendizaje. Más aún, el correr incrementa un mecanismo relacionado con la memoria llamado potenciación a largo plazo (LTP) en el GD y mejora el aprendizaje espacial en pruebas con laberintos de agua, en ratas.
Con el fin de incrementar la producción de neutrofinas y con ello ampliar la plasticidad cerebral, el Centro de Neurobiología del Duke University Medical Center (EEUU) propone una serie de ejercicios sencillos que podrás trasladar a tus pacientes con la formación obtenida con el máster en neuropsicología:
1. Intentar ducharse con los ojos cerrados: localizar los grifos, ajustar la temperatura del agua, buscar el jabón y encontrar el champú.
2.Utilizar la mano no dominante para comer, escribir, destapar el dentífrico o lavarse los dientes.
3. Leer en voz alta para activar otros circuitos cerebrales que cuando se lee en silencio.
4. Cambiar los itinerarios y tomar diferentes caminos para ir al trabajo o volver a casa.
5. Modificar las rutinas y cambiar la ubicación de los objetos cotidianos de uso.
6. Aprender algo nuevo: informática, fotografía, cocina, yoga, baile o un idioma.
7. Identificar objetos sin mirarlos. Por ejemplo, reconocer a través del tacto diferentes frutas o vegetales
8. Hacer cosas diferentes. Salir, conversar con personas de diferentes edades, trabajos e ideologías. Usar las escaleras en lugar del ascensor. Salir al campo, caminar por la playa, la montaña, escalar, etc.
Fuente artículo: https://www.isep.es/actualidad-neurociencias/los-factores-neurotroficos-y-el-ejercicio-fisico-y-mental/