11 septiembre 2017/Fuente: Blog Tiching
La escuela, tal y como está concebida actualmente, ¿es un reflejo de la realidad que los niños se encuentran al acabar su escolarización?
Nuestro actual sistema educativo está concebido para dar un protagonismo casi absoluto a los contenidos, en detrimento del desarrollo de las habilidades, destrezas y actitudes del alumnado. Seguimos preparando alumnos y alumnas para vivir en una época que ya no es la suya, que no les corresponde y, añado, que nunca va a volver.
¿Hacia dónde deberíamos avanzar?
Organismos internacionales como la OCDE, nos avisan sobre la importancia de centrarnos menos en el contenido, incluso en menos contenidos pero trabajándolos con mayor profundidad. Repensar la educación no es una moda, sino la necesaria respuesta a un cambio de ciclo. Sin embargo, para ser realista, me gustaría añadir que el sistema no está parado. Ya se han empezado a producir modificaciones. La escuela, muy lentamente y a diferentes ritmos, empieza a asimilar la necesidad de hacer importantes cambios estructurales.
¿Qué competencias cree que deberíamos transmitir para que puedan gestionar los distintos retos a los que se enfrentarán en el futuro?
Todas las competencias son importantes, pero me gustaría poner en valor la necesidad de desarrollar en el alumnado su capacidad para aprender a aprender. Aprender ya no se circunscribe a un único contexto, ni a una época determinada de la vida. La sociedad del s.XXI, con su vertiginoso ritmo, nos obliga a estar siempre en “modo aprendizaje”.
¿Qué quiere decir con eso?
Aprendemos en la escuela, pero también en los centros de trabajo, en la comunidad a la que pertenecemos, en el ámbito familiar y, por supuesto, en la vida cívica y social. La escuela debe aportar herramientas para la vida, pero sobre todo debe aportar la capacidad para seguir aprendiendo fuera de su entorno.
Los docentes son quienes están en contacto directo con los estudiantes y conocen sus necesidades e intereses. ¿Se tiene en cuenta su opinión a la hora de redactar las leyes educativas?
No lo suficiente. El profesorado debe participar activamente y tener voz a la hora de marcar pautas normativas. Aunque respecto a esto también voy a ser crítica. Creo que los docentes, entre los que me incluyo, deberíamos prestar atención e interesarnos más por todos los procesos que finalmente desembocan en la regulación de nuestro trabajo. Muchas veces nos enteramos por la prensa y no hemos participado en los mecanismos previos a una regulación normativa. Repito que me incluyo.
¿Cree que el currículum debería ser más abierto y flexible, dando más libertad a docentes y centros educativos para adaptarlo a su realidad, como se hace en países como Finlandia?
Creo sobre todo en la necesidad de un mayor autonomía de los centros para adaptar y contextualizar los currículos a su realidad. Aquellos países donde los equipos directivos y los docentes tienen más autonomía en las decisiones, se alcanzan mejores resultados. Y esto lo avalan recientes informes internacionales.
¿Y cómo se puede conseguir?
Las Administraciones educativas deberían favorecer en mayor medida la autonomía pedagógica y organizativa de los centros, el trabajo en equipo del profesorado y deberían estimular la actividad investigadora a partir de la práctica docente. Todo ello unido a una consecuente rendición de cuentas, acorde con la realidad de cada contexto educativo, de cada escuela, de cada grupo.
¿Es eso compatible con consensuar unas leyes educativas supranacionales, por ejemplo, a un nivel europeo? ¿Debe ser un objetivo a conseguir?
Todos los sistemas educativos tienen como objetivo último el éxito del alumnado. Compartimos un mismo fin, pero reitero que es importante no perder de vista las realidades concretas y específicas de cada contexto. Si lo que vale en mi escuela puede no servir en la de al lado, difícilmente servirá en otras a miles de kilómetros… o sí.
Hace años que las escuelas implementan estrategias para que los niños se aficionen a la lectura. En un mundo digital, ¿hay que replantear las estrategias?
Como bien apuntó Prenski, los adultos pertenecemos a una generación que aprendió a entender el mundo a través de la lectura, pero los niños y jóvenes actuales aprenden a entender el mundo a través de la tecnología. A este respecto planteo: ¿existe tecnología sin lectura? Evidentemente no. Simplemente el concepto de lectura se ha ampliado y la escuela debe dar respuesta a esta apertura.
¿Y por dónde empezamos?
En la actualidad las personas interactuamos con otros interlocutores y con los textos en múltiples modalidades, formatos y soportes, para lo que se requiere la interacción de distintas destrezas. Incluir nuevos medios de lectura más allá de los convencionales (websites, blogs, RRSS, chats, audiovisuales…), combinar formatos en papel y digitales y, favorecer la accesibilidad a las nuevas formas de alfabetización es, hoy por hoy, una labor prioritaria de la institución escolar.
¿Cómo podemos promover la afición de la lectura en un contexto como el actual con tantos estímulos de entretenimiento?
No existen recetas para adaptarse a los nuevos retos que nos impone la sociedad del s.XXI. Tampoco en relación a la lectura o a las “alfabetizaciones múltiples”, que según define la Unión Europea “engloban las competencias de lectura y de escritura para la comprensión, utilización y evaluación crítica de diferentes formas de información, incluidos los textos e imágenes, escritos, impresos o en versión electrónica”. Pero se pueden contemplar prácticas que contribuyen a leer de múltiples maneras en las aulas.
¿Qué tipos de prácticas?
Combinar los medios de lectura tradicionales con los modernos o abrir las puertas para pasear por las librerías y bibliotecas virtuales… También facilitar al alumnado los formatos de lectura en torno a un tema, a un texto o a un autor concreto; proponer y facilitar al alumnado la transformación de los textos clásicos a los nuevos formatos; y aprovechar las redes sociales para crear clubs de lectura o implementar espacios para comentar y reseñar textos.
¿Cómo cree que las TIC van a transformar los entornos educativos?
La institución escolar será, cada vez, más abierta a su entorno próximo, pero también al mundo en general. La escuela deberá acercarse a los contenidos para desarrollar competencias del alumnado. Los niños y niñas aprenderán a saber hacer a partir de los contenidos que tendrán siempre a mano gracias a la tecnología (y que siguen siendo importantes, pero no el centro del proceso). Se modificarán las formas de enseñar y aprender, tendiendo invariablemente a contextos de colaboración y cooperación entre alumnos y docentes de un aula, pero también de otras aulas y de otros centros. Variarán, en consecuencia con lo anterior, los espacios de los centros educativos y también las labores de los profesores.
¿Y cómo debería enfocarse la evaluación en la educación actual?
Hacia la evaluación de procesos de aprendizaje. La meta, lo que hemos aprendido, es importante pero también lo es cómo, cuándo, dónde y por qué lo hemos aprendido.
Si pudiera cambiar tres cosas de la educación, ¿qué cambiaría?
Primero cambiaría, por ley, los espacios de las escuelas para hacerlos más abiertos, adaptables, modernos, contextualizados y, ¿por qué no?, bonitos. En segundo lugar, buscaría fórmulas menos “burocráticas” y más abiertas para la rendición de cuentas de las escuelas. Entregar larguísimas programaciones, documentos de mejora, memorias, informes… que pueden estar llenos de intenciones, pero vacíos de realidad y resultados, es poco productivo y ocupa demasiado tiempo de trabajo al profesorado.
Y, ¿por último?
Favorecería la integración de la escuela en su contexto real, a través de prácticas de Aprendizaje y Servicio a la comunidad (APS) que desde mi punto de vista deberían ser obligatorias desde el inicio de la Primaria.
Fuente: http://blog.tiching.com/estrella-lopez-aguilar-repensar-la-educacion-no-una-moda/