Carmen Sanz: “Lo mejor para un superdotado es subirle de curso”

20 de septiembre de 2017 / Fuente: http://blog.tiching.com

Carmen Sanz

El título de su libro reza La maldición de la inteligencia. ¿Es una maldición ser superdotado?
Ser diferente a los demás siempre es complicado. Si además destacas por algo que tu no conoces y hace que los demás te rechacen, sí que se convierte en una maldición. Los niños que son superdotados deben enfrentarse al rechazo de sus compañeros porque tienen intereses diferentes, gustos diferentes, etc.

Ser rechazado en la infancia debe ser muy duro.
En muchos casos pasan verdaderos dramas, sufren mucho psicológicamente y a veces hay episodios de acoso físico. Muchos de los casos que nos llegan a El mundo del superdotado son niños con graves problemas psicológicos, ansiedad, depresión, etc. Por cosas como esta sí que es una maldición, pero viene de la no atención a este colectivo.

¿La sociedad percibe que es un problema que alguien sea superdotado?
La sociedad tiene un concepto erróneo de la superdotación. Generalmente, y sobretodo los profesores, asocian la superdotación con alto rendimiento o con excelencia  y esto no tiene porqué ser así. Una cosa es que tengas el potencial, pero si no lo sabes dirigir va a terminar en fracaso escolar, como poco. Nosotros vemos niños con problemas psicológicos y de integración social y otros con fracaso escolar. Son niños que se aburren, que no han sido bien dirigidos, que no aprenden a esforzarse, que no están motivados, y cuando llegan a la ESO empiezan a fracasar.  Estos niños no son identificados como superdotados.

¿Es un problema de atención de sus necesidades?
Claro. Mucha gente piensa que por ser superdotado ya puedes triunfar en la vida sin ayuda y esto no es cierto.

¿Es fácil detectar un niño o niña superdotado?
No, no lo es. Además hay mucho estereotipo sobre este tema. Oigo muchas veces que “es que ha aprendido a leer muy pronto” o “saca todo sobresalientes”, etc. Hay muchos niños que no hacen estas cosas, que aparentemente son como los demás, pero luego hacemos las pruebas y resulta que tienen un coeficiente intelectual elevadísimo. No es fácil detectarlo. Sí que hay síntomas que pueden llamarnos la atención. Yo siempre digo a los padres que ante la duda hagan la prueba. Nosotros la hacemos en tres horas, viene gente de todas partes, y salimos de dudas.

¿Todos los niños que os visitan vienen sin diagnosticar?
No, también hay mucho niño mal diagnosticado. A veces nos vienen niños con trastorno de hiperactividad, o con un diagnóstico de síndrome de Asperger, que al final lo que tienen es una superdotación que no está siendo tratada.

¿A qué señales debemos estar atentos?
Cuando los niños son rechazados por su entorno, tienen dos formas de manifestarlo. Por un lado, encontramos niños que actúan de forma pasiva e intentan integrarse, disimulan su alta capacidad y dejan de sacar buenas notas. Tienden a acabar aislados, se quedan solos en el patio, tienen pocos amigos, etc. Algunos manifiestan ansiedad, tienen dermatitis espantosas, no comen bien…

¿Todos actúan igual?
Hay otro tipo de niños que lo que hacen es rebotarse contra el entorno que no les acepta. Son niños conflictivos, agresivos, hostiles. Sus problemas se agudizan porque su entorno les intenta contener.

¿Ninguno consigue formar parte del grupo?
Otro tipo de niños sí que consiguen integrarse y desarrollar su asertividad.

¿Qué hacer con ellos?
La principal medida, sin duda, es subirlos de curso. Sin embargo, en este país lo más probable es que un niño superdotado acabe por repetir curso. Es increíble que un niño con altas capacidades que ha sido maltratado por el sistema educativo, porque no se le ha dado la atención que necesitaba, encima se le haga repetir curso. Es lógico que terminen abandonando en muchos casos los estudios.

¿Las terapias son todas iguales?
Nosotros utilizamos el método Darwin que está dando muy buenos resultados. En primer lugar, porque las terapeutas son también personas con altas capacidades, es condición sine qua non.
Con cada uno trabajamos lo que necesita: técnicas de autoestima, motivación, aprender a estudiar, resistir a la frustración... y también trabajamos todos los traumas. La atención es totalmente personalizada porque cada individuo tiene una vivencia distinta.

¿Y funciona?
Tenemos un 90% de éxito con los niños que tratamos. Los niños levantan la cabeza. Los vemos llegar encogidos, mirando hacia abajo, pasándolo mal. En un tiempo no excesivamente largo les vemos hacer un cambio de chip, te miran a los ojos, vienen felices. Esto no significa que se resuelvan todos los problemas. A menudo hay que actuar también en el centro escolar. Si el niño está siendo acosado, hay que poner en aviso al centro para que actúe. El acoso existe y es frecuente. También hay que hablar con los profesores, a veces no son conscientes de lo que tienen en clase y no saben cómo tratarle.
Si a un niño superdotado le subes de curso, le das incentivos y le motivas, se ponen las pilas. El resultado siempre es positivo. Pero es muy importante que los profesores sepan lo que les pasa a estos niños, y cómo deben actuar.

¿Los profesores están preparados para atenderles?
Nosotros trabajamos con terapias para los niños o los adultos que nos llegan, pero en lo que más estamos incidiendo es en la formación del profesorado. Hacemos un curso homologado por el Ministerio dirigido a ellos. El congreso que celebramos el próximo 9 de octubre en Caixaforum en Madrid, también está principalmente orientado a los docentes. Y para ellos también hemos escrito el libro. Nuestra idea es que sean capaces de identificar a estos niños y niñas.

¿Cuántos casos cree que están sin identificar?
Según las estadísticas, el 2% de la población tiene altas capacidades. Si tenemos 8 millones de niños en España, son 160.000, y solo hay 15.000 identificados. El resto están en centros educativos sin que nadie sepa que son superdotados, y probablemente tienen problemas.

¿Hay reticencias por parte de los centros o profesores a subir a los alumnos de curso?
Hay dos tipos de problemas: falta de medios y falta de tiempo del profesorado. El que tiene 20 o 25 niños y que tiene uno con dislexia, otro con déficit de atención… al que es superdotado lo deja en una esquina, con unos cuantos deberes de más y solucionado. Craso error. Culturalmente se piensa que acelerar al niño, promocionarlo de curso es malo para su desarrollo emocional. En absoluto. Lo mejor que podemos hacer con un niño es subirle de curso y ayudarle un poco a integrarse. Su edad mental es superior. Un niño de 8 años superdotado tiene una cabeza de 11. Tiene más puntos en común con los de 11, por tanto solo con subirle de curso ya le estamos ayudando mucho.

¿Qué es lo que funciona mejor con estos niños?
Los trabajos por proyectos. Todo lo que ellos puedan investigar, aportar, exponiendo en clase sus logros… Hay que hacer que utilicen su curiosidad innata.

No son medidas demasiado costosas…
Para nada, pero cuando la Administración oye “atención personalizada” en seguida lo relaciona con recursos, de los cuales escasea. Por este motivo cada vez ponen más trabas para que a un niño se le diagnostiquen altas capacidades. Estamos viendo constantemente como suben los índices de CI para que menos niños tengan acceso a esta calificación. Y vemos como dejan fuera chicos y chicas con un CI de 119 porque no llega a 120. Mire usted, con un CI de 119 ya necesita un trato especial. Ni siquiera las Administraciones autonómicas van a la par. Un niño es superdotado en Andalucía, pero no  lo es en Madrid. Esto no tiene ningún sentido.

¿Qué proponen a los centros para ayudar a estos chicos y chicas?
Nuestras propuestas a los centros pasan también por que abran un aula en cada colegio para altas capacidades. Un punto de encuentro para superdotados de todas las edades, para que se conozcan. En un centro con 1000 alumnos tenemos un mínimo de 20 que son superdotados. Deberían juntarlos un par de horas por semana y trabajar con ellos la autoestima, sus habilidades sociales, o desarrollo de proyectos. Con esto haríamos a los niños felices. Si se identifican, dejan de sentirse “bichos raros”. Además, así el resto del colectivo escolar vería también que es algo normal. De esta forma ser superdotado dejaría de ser una maldición.

¿Cómo se involucran las familias en la educación de estos niños?
Antes, cuando le decías a un padre que su hijo era superdotado, se echaba a llorar. Esto ya casi no pasa. La gente se informa mucho. El problema lo suelen tener en las escuelas, ya que cuando van con el diagnóstico los profesores, muchas veces, no lo comparten y no toman medidas. Las familias se sorprenden cuando les decimos que los niños son como los padres, superdotados.

¿Es hereditario?
Sí, por supuesto. No está muy claro cómo se transmite la inteligencia, pero de padres superdotados nacen hijos con altas capacidades también. Además nos encontramos con otra cosa curiosa, y es que la mayoría de veces los padres acuden con hijos varones. Cuando les preguntamos si tienen hermanas suelen responder que sí, pero que la niña no tiene el mismo problema, que “es normal”. Otro caso error. Seguramente esa niña también es superdotada.

¿Y por qué no se detecta?
Las niñas suelen desarrollar mecanismos de defensa al rechazo, se integran mejor en el grupo y por eso no se significan tanto como los niños. También hay un tema sociocultural, y es que a las chicas se les pide que sean guapas, no inteligentes, y en ello centran la mayor parte de su atención a medida que crecen.

Fuente entrevista: http://blog.tiching.com/carmen-sanz-lo-mejor-para-un-superdotado-es-subirle-de-curso/

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