Por: Jose Darwin Lenis Mejía.
Los directivos docentes son una ficha fundamental en el rompecabezas de la calidad del sistema escolar. Porque sobre su gestión directiva, administrativa, pedagógica, humana y académica se soporta la misión y el impacto de la gestión social de las instituciones educativas.
En pleno siglo XXI, movilizar con solvencia las competencias de Liderazgo (capacidad de realización efectiva y motivacional para hacer en favor de un bien común) Diseño (modelación y proyección de metas) y de Seguimiento Escolar (acompañamiento a compromisos o realizaciones institucionales) son fundamentales para garantizar el éxito integral de las instituciones escolares. Es probable que, una institución avance poco en su modelo educativo si los directivos les falta dimensionar planes pertinentes de articulación y desarrollo de la escuela en la comunidad. Soñar con una mejor escuela es un compromiso posible, si quienes dirigen u orientan las instituciones tienen las metas claras y una ruta diseñada para recorrer el camino que los integrantes primarios (estudiantes y profesores) demandan. Liderar una institución escolar va mucho más de simplemente dirigir unas personas para que cumplan un “trabajo educativo”. Implica motivar, diseñar, comprender, potenciar, acompañar y evaluar lo que se hace, ¿cómo se hace? ¿Por qué se hace? y ¿Para quién(es) se hace? aquí las consignas que interrogan el hacer en un sentido amplio establecen y evidencian las percepciones e imaginarios del concepto calidad que en su integralidad tienen los directivos. La calidad educativa, se relaciona con las formas de hacer las cosas bien desde la planeación, en la ejecución y en la verificación de las actuaciones que se proyectan para bienestar de toda la comunidad. Para Joseph Juran, la calidad como principio de acción del equipo directivo es disponer buenas formas para relacionar de manera eficiente la planeación, la actuación, el control y el mejoramiento. Esto no depende de un direccionamiento del MEN, es por el contrario la capacidad de hacer lo mayormente posible con lo que se tiene con miras al éxito de estudiantes y de la comunidad en general. La calidad no se supedita a medir resultados, hay una falsa concepción desde el MEN, donde calidad es igual a lo cuantificable en concreción numérica. La calidad también se puede medir en el bienestar, la gestión y aporte que una institución hace al desarrollo del entorno y la comunidad, no solo en el educar niños y jóvenes para apropiar conocimiento. Calidad es pensar en la armonización de convivencia, impulsar las capacidades de la población y educar en diferentes contextos de bienestar común para la comunidad.
En las últimas décadas hemos entrado en una contradicción entre las competencias del mercado económico vs la educación como formación humana, porque por un lado se disminuyen los resultados académicos y del otro aumentan los conflictos escolares de todo tipo. Como ejemplo las escuelas viven hoy un conflicto misional, como factor de mejoramiento el MEN solicita a las instituciones altos resultados en las pruebas saber, éstas a su vez a través de los rectores o coordinadores exigen a sus profesores y estudiantes elevar desempeños, pero algunos padres de familia increíblemente reclaman dejar cero tareas o actividades complementarias por considerarlas inadecuadas e impertinentes para las ocupaciones de sus hijos y de ellos mismos. En este sentido, la educación va en retroceso, sin exigencias mínimas reclamamos calidad total o queremos ser los mejor educados de Latinoamérica.
Aunque en términos institucionales la calidad escolar es una responsabilidad compartida y además transversal a todos los participantes de la comunidad educativa, insisto en que los rectores y coordinadores son pilares en los que se soporta ésta como proceso de mejoramiento integral e institucional. No solo son fundamentales por su investidura del cargo, sino también por la experiencia, impulso y gestión que asumen en sus espacios escolares y comunitarios. Factores como la motivación, los ambientes de aprendizaje, la infraestructura y los materiales de apoyo aportan, pero no definen la calidad. En sí misma, la calidad tiene componentes humanos que armonizan las visiones compartidas entre directivos, docentes, estudiantes, administrativos, padres y agentes comunitarios.
Algunos principios como la comunicación asertiva, la empatía, la organización, el gerenciamiento o los protocolos, determinan la armonía laboral e institucional. También, los planes de mejoramiento, la autoevaluación y la planificación colectiva aportan valores agregados al trabajo diario escolar. Todos ellos, en acción en micro, mediano y macro contexto (aula, institución y comunidad). En otras palabras, calidad no es necesariamente saber más.
Desde esta óptica estandarizar la noción calidad es una equivocación, se requiere pensar otras formas para medirla por ejemplo en términos de valores aprehendidos por lo sujetos, formas de convivencia, aportes institucionales al desarrollo de las comunidades o en el uso de inteligencias para vivir armónicamente en el planeta.
Finalmente, rectores, coordinadores, estudiantes, profesores, padres y comunidad ¿Cómo comprender o dimensionar la calidad? si en la actualidad se presenta como paradigma único de resultados en un mercado comercial que desconoce la unidad de la condición humana.
Fuente: https://www.elespectador.com/opinion/rectorescoordinadores-y-la-calidad-educativa-columna-724140
Imagen: http://www.pasto.edu.co/images/proyecto2017/Portada21212.jpg