Por: Heriberto Rivera
Indudablemente que el llamado poder local, caso de las alcaldías, esta más cerca de la gente, más cerca de su sentimiento de los problemas cotidianos de esa ciudadanía que es la expresión de lo local.
Para aspirar a ser el líder local, para investirse de alcalde, quien así lo desee debe tener tres virtudes: trayectoria, honestidad y capacidad de gobierno.
Lastimosamente, desde hace tiempo, los poderes locales fueron secuestrados por los partidos políticos y esos a su vez por la maquinarias partidistas y comenzaron a fabricar “liderazgos” que viene sustituyendo (usurpando) al liderazgo ciudadano.
En ese contexto, la selección de los “lideres” se produce en el juego de la lucha por el poder, pacifico o violento, pero la verdadera evaluación de los mismo, corresponde hacerla en el ejercicio del poder.
Para ejercer con propiedad y mesura un liderazgo, este debe comenzar a forjarse desde la lucha cotidiana, vivir y sentir los problemas de los ciudadanos, debe ser un estudioso, no es suficiente haber logrado titularidad académica, sino haber obtenido una laboriosa formación integral; entendiendo, que una cosa es ser un líder competente para ganar elecciones y otra es ser incompetente para gobernar; así el líder puede ser guerrillero competente pero a la vez llegar a ser un gobernante mediocre.
En el campo de la política, independientemente de su signo ideológico, existen dirigentes políticos y sus aprendices, que piensan que la política es un arte puro, la ven como algo ingénito que no requiere estudio ni preparación y conocimiento sobre la planificación.
Es un exabrupto, desvincular la gestión publica de la razón como también es una extravagancia incluir sólo la razón; toda gestión publica eficiente, siempre ha de tener su orientación ideológica, pero jamás debe realizarse sin el fundamento de las ciencias, del estudio y aplicación de la planificación asertiva.
Sin tener en cuenta lo anterior, hemos venido observando, como las gestiones públicas en el caso del poder local, han venido siendo sumisas en el fracaso a causa de la inexistencia de métodos y herramientas que le otorguen capacidad de gobierno sobre el proyecto a liderar.
Se sabe, que todo líder lucha consciente o inconscientemente entre dos posiciones que pueden ser excluyentes, una es ser consecuente con su pasado y la otra es ser consecuente con la búsqueda de la verdad superior a la vigente en la circunstancia que vive.
Planteada así esa dicotomía, el liderazgo local, se debate entre la lealtad versus creatividad, por un lado debe deslindarse de la lealtad al pasado o seguir rezagado en el conocimiento y dejar de lado la creatividad que significa la búsqueda constante de una verdad más pujante, mejor fundamentada en la ciencia y en la ética incluyendo la ética del discurso.
Hasta ahora, quienes han ocupado el poder local tradicional, han tenido un agente auto condicionante, pues al final de sus gestiones atribuyen sus deficiencias a otros, a la oposición implacable, a los medios de información, a alguna conspiración imaginaria; La ceguera les impide mayor visión situacional.
El poder local requiere de un nuevo liderazgo, que sea proactivo, que tenga capacidad para ver más allá de los caminos conocidos, que asuma su responsabilidad y para ello se requiere que deje atrás el “tecnocratismo infantil”, pues la política y la gestión publica, el poder local no depende de dotes naturales que exige inteligencia, arte, una profesión universitaria si es posible y experiencia. Es más que eso.
El ciudadano que ya no es el hombre-masa del pasado, repudia de modo creciente el liderazgo político tradicional, atribuyéndole negligencia, deshonestidad e irresponsabilidad.
hriverat1@hotmail.com
FELICITACIONES, me interesaria contactarme con uds.