11 enero 2018/Fuente: Ideal
Hablar de la granadina Mar Romera -nacida casi por accidente en Heidenheim (Alemania) en 1967-, es hacerlo de una de las pedagogas más seguidas en nuestro país. Conocida cariñosamente como ‘La seño de la inteligencia emocional’, es una de las más estrechas colaboradoras del pedagogo italiano Francesco Tonucci, quien prologa su más reciente publicación, ‘La familia, la primera escuela de las emociones’, editada con gran éxito por Destino.
–¿Por qué la familia es la primera escuela de las emociones?
-Porque las emociones son respuestas adaptativas del ser humano, que suceden sí o sí, en cualquier circunstancia. Esas respuestas adaptativas son las que nos mantienen vivos. Los mamíferos superiores sienten las mismas emociones que los humanos, pero su córtex cerebral es más pequeño, por lo que no las recuerdan. Recordar las emociones nos salva la vida. Y las emociones no son buenas ni malas, todas son necesarias. Niños y niñas nacen en un vínculo familiar, independientemente de cuál sea su estructura. Nos vinculamos emocionalmente con esa estructura, a través de una correspondencia: si me amas, te amo; si me proteges, te protejo. En ese proceso de vínculo aprendemos las emociones, que siempre se colocan antes de la razón: primero siento, y luego pienso. Y nada ni nadie puede sustituir los vínculos familiares: madre no hay más que una.
–¿Qué ocurre cuando un pilar familiar se cae, por ejemplo, cuando una madre muere prematuramente?
-Que es preciso buscar los referentes en el entorno inmediato. Los hijos necesitan sentir seguridad y admiración, porque la admiración sienta las bases del amor. Si una madre falta, pero hay un pilar importante en casa -el padre, la abuela-, la ausencia de la madre puede ser aceptada como tal, amada y recordada. La dificultad viene dada por la ausencia de ese referente, o cuando ese referente deja de serlo porque se comporta como un igual.
–Es esto de ser amigo de los hijos…
-Efectivamente. Yo no puedo ser amiga de mis hijas. Soy su madre. Si soy amiga, en el momento en que tengan problemas, no tendrán quien las sustente. Ello no implica en absoluto una falta de diálogo. Implica un aprendizaje: nuestros hijos tienen que aprender a perder.
–¿Qué ocurre cuando se educa a un hijo alejándole de la dificultad?
-Que le inutilizamos. Los niños deben tener dificultades, no deben tener todo lo que quieren, porque si no, desconocerán lo que cuesta tener las cosas.
El papel de la escuela
–¿Qué papel debe tener la escuela en la educación?
-La escuela se concibe para compensar las carencias educacionales. Mi padre necesitó la escuela para aprender a leer y escribir. Mi sobrino, que tiene cuatro años, no la ha necesitado, porque tiene a su disposición un aparato electrónico con acceso a páginas web como Google y puede tener todos los libros que quiera. Mi padre, nacido en plena Guerra Civil, no vio un libro hasta que tenía una edad más avanzada. La vida, la calle, lo entrenaron en el arte de vivir y controlar sus emociones. Sin embargo, mi sobrino, con todos los medios a su alcance, no ha aprendido a vivir. Las escuelas no tienen que enseñar a leer, sino a vivir, dicho sea de forma global. Deben actuar como elemento compensador, para enseñar lo que no se aprende de manera natural.
–¿En qué se traduce esto?
-En que deben de prepararlos para ser trabajadores del siglo XXI, es decir, para el cambio, para la frustración, para asumir el fracaso y volver a empezar. Todo ello ha sido durante mucho tiempo el papel de la familia, pero ahora, con padres ausentes en interminables jornadas de trabajo, la familia no puede asumirlo.
–¿Qué valores debe ofrecer la escuela?
-Sobre todo, respeto, y un cambio de paradigma donde el niño tome las riendas para diseñar una educación con infancia, no para la infancia. Debe posibilitar un pensamiento crítico, divergente y creativo, oratoria, capacidad de comunicar de forma oral y escrita, pero no una estructura cultural predefinida e inamovible. Debe entrenar a nuestros hijos para aprender a elegir.
Fuente: http://www.ideal.es/culturas/libros/escuelas-ensenar-leer-20180109011902-nt.html