Por: Aula Planeta
Desde la antigua Grecia se ha diferenciado entre educar el cuerpo y la mente, desligando agon (que significa «certamen» en griego clásico y fue el origen de los Juegos Olímpicos) de philosophia («pensamiento»). Esta idea ha seguido viva en la tradición occidental a través de grandes pensadores como Descartes y de algunos aspectos de la moral cristiana.
De este modo se ha priorizado la educación intelectual y la formación de la mente y se ha relegado la educación corporal a la clase de Educación Física, mientras que en el resto de asignaturas lo que a menudo se intenta es disciplinar y controlar los cuerpos de los educandos. Sin embargo, somos seres corporales y muchas disciplinas como la antropología o la sociología, por no hablar de las artes escénicas, tienen al cuerpo como objeto de estudio. Este «nuevo» interés por el cuerpo se inicia en 1968, cuando se empezó a ver como algo cultural y social, y ha tenido su continuidad en aspectos que van desde el tatuaje o el piercing hasta el transhumanismo.
Cuerpo y educación
Si bien en el ámbito educativo se ha establecido una dicotomía entre cuerpo y mente, las pedagogías del cuerpo (o sensibles) buscan romper con esa división para dotar a la persona de un aprendizaje integral. De hecho, parte de la educación del niño implica despertar sus sentidos, aunque este despertar acabe derivando en usos y maneras concretas de «utilizar» el cuerpo en el aula. Pero si pensamos en ello, la relación del cuerpo con la educación es capital:
- En la disposición de los pupitres.
- En la autonomía corporal que aprenden niños y adolescentes.
- En las discapacidades o malformaciones (físicas).
- En los cuerpos curados o convalecientes.
- En la identidad y la educación sexual.
- En la alimentación.
- En las salidas y excursiones fuera del aula.
Esta idea de educar teniendo en cuenta cuerpo y mente no es nueva: el método Montessori o la Escuela Nueva ya buscaban sacar el aprendizaje (y, por extensión, el cuerpo del alumno) fuera del aula. Por contra, hay diferentes medios que tradicionalmente se han empleado para controlar los cuerpos en la educación:
- Las filas para acceder al patio o a las aulas.
- La uniformidad o igualación mediante los uniformes.
- La expulsión de niños de clase o la separación entre compañeros.
- La separación por sexos.
- La ausencia de educación sexual (y de la mirada de género).
- Las «buenas maneras» en clase.
Las pedagogías sensibles tratan de poner el cuerpo en el centro de la educación, conseguir que la expresión corporal sea algo cotidiano y explorar sus posibilidades pedagógicas: aprender sobre y con el cuerpo, vincularlo con nuestra sensibilidad (educación emocional), hacer con el cuerpo, entender nuestro cuerpo, etc. También pretenden integrar a aquellos alumnos más corporales (menos intelectuales), no separar por géneros en juegos o actividades y fomentar el autoconocimiento, la autonomía y la empatía.
Cómo introducir las pedagogías sensibles en el aula
Entre muchos de vosotros puede que esté cundiendo el pánico en relación con este punto. La pedagogía del cuerpo no implica que los alumnos hagan lo que quieran con su cuerpo en el aula ni que la disciplina se esfume del centro. Significa transformar el escenario pedagógico para tener en cuenta los preceptos antes citados. ¿Qué podemos hacer? Aquí van algunas ideas:
- Organizar el aula o el centro de manera diferente. No regular la disposición del alumno en el aula.
- No utilizar prácticas que impliquen la expulsión del niño. Esto es una forma de invisibilizar una problemática, por lo que debemos buscar una solución inclusiva.
- Introducir prácticas de danza, cocina o teatro con las que fomentar la expresión corporal.
- Mostrar la diversidad sexual (mediante la educación sexual) y corporal.
- Introducir el aprendizaje fuera del aula.
- Eliminar la separación por sexos (en actividades, roles, etc.).
Obviamente, estas ideas deben ir acompañadas de cambios metodológicos que impliquen romper con las formas más tradicionales de enseñanza: la educación por proyectos o basada en el descubrimiento, el trabajo en equipo y en diversos espacios o la gamificación encajan a la perfección como metodologías que, a su vez, sirvan como catalizador para aplicar pedagogías corporales.
Como viene siendo habitual, no nos gusta dejar al docente solo ante el peligro. Recordad que hay libros, artículos e incluso conferencias acerca de las pedagogías sensibles fruto de ciclos realizados sobre innovación educativa. De entre todos estos materiales, tenemos que destacar uno que es ya un auténtico fenómeno mundial: se trata del libro, del que ahora se estrena la película Wonder, La lección de August. Escrita por R. J. Palacio, la novela lleva tres años entre los best sellers juveniles gracias a la emotiva historia de August Auggie Pullman, un niño de diez años con el síndrome de Treacher Collins (un trastorno genético que causa malformaciones craneofaciales) que se enfrenta al posible retorno a la escuela. La película se ha estrenado recientemente, protagonizada por Julia Roberts y Jacob Tremblay en el papel de August. La repercusión de este fenómeno ha sido enorme: se ha llegado a convertir en lectura prescriptiva en infinidad de escuelas e institutos, y ha dado lugar a proyectos universitarios vinculados a la educación social por su tratamiento de las diferencias físicas, la integración o de valores como la empatía. En fin, todo un recurso para los docentes.
Por último, os recordamos que si lleváis a cabo un acercamiento a las pedagogías sensibles o si visionáis o leéis Wonder, no os olvidéis de hacernos llegar vuestra experiencia.
Fuente del Artículo:
http://www.aulaplaneta.com/2018/02/19/recursos-tic/pedagogias-del-cuerpo-una-educacion-sensible/