Por: laestrella.com.pa/Jaime Flores Cedeño/o7-03-2018
En distintos foros se ha expuesto que esta era digital y tecnológica, debe contener pilares que fortalezcan la personalidad humana desde el nivel inicial
El siglo XXI experimenta cambios significativos en materia científica y tecnológica, que se proyectan en la industria, el comercio, las comunicaciones y todas las áreas del saber humano. Esto ha trazado a escala internacional la necesidad de transformar el contenido de las enseñanzas del sistema educativo, haciéndolo cónsono con un mundo cada vez más cambiante y tecnificado, que exige mano de obra especializada.
Lo señalado manifiesta el reto de dotar en los planteles de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC), que representan una oportunidad para transformar el ecosistema digital y educativo, por medio de conectividad. Las TIC exigen la actualización de los docentes en los sistemas tecnológicos, por ser herramientas fundamentales para la difusión del conocimiento y la puesta en práctica de los aprendizajes.
En distintos foros se ha expuesto que esta era digital y tecnológica, debe contener pilares que fortalezcan la personalidad humana desde el nivel inicial, con la finalidad de no quedar absorbidos por todo aquello que representa la expansión de la tecnología en nuestras vidas, como es el caso del uso de celulares y redes sociales, por citar dos ejemplos.
Urge, aparte de lo tecnológico, fortalecer en los estudiantes el desarrollo de su creatividad, destrezas y habilidades, en todas las áreas del conocimiento. Esto será posible a través de una transformación curricular real y efectiva que incorpore a los docentes, estudiantes, padres de familia y comunidad en general en la toma de decisiones. Un error que tiende a cometerse es creer que los lineamientos del sistema educativo y su diseño curricular le competen de forma exclusiva a expertos, lo cual es falso. Mientras más ideas y aportes provengan de la sociedad, es mejor, en aras de construir conocimiento.
La formación humanística, y en valores, es vital en esta nueva era, para forjar una cultura de paz, de armonía y tolerancia, que permita desarrollar mejor a las naciones y reducir la ola de violencia y delitos, que tanto afectan a la sociedad, y que son propios de sistemas sociales donde impera la pobreza y las desigualdades.
Para llegar a estos estándares internacionales se requiere salir de la crisis que vive el sistema educativo en nuestro país, que es consecuencia de una política de improvisaciones, ausencia de consensos y poca planificación en las últimas décadas, por ello, distintos sectores han coincidido en la urgencia de lograr un gran acuerdo nacional, que proyecte sus decisiones para las próximas décadas, donde los más beneficiados serían nuestros niños y jóvenes, que son los que dirigirán el país en un futuro cercano.
En educación hace falta más que buenas intenciones; liderazgo y compromiso de trabajo en todos los estamentos. Es inconcebible que en un país con escasa población como el nuestro, comparado con otras naciones, y millonarios presupuestos en educación desde 1990, aún tengamos escuelas ranchos, estructuras en mal estado, bibliotecas no actualizadas, demanda de salones de cómputo insatisfecha, altos niveles de deserción, ausencia de gabinetes psicopedagógicos, de sillas, tableros, gimnasios, salones de estudio y laboratorios, por mencionar algunas carencias.
Los altos índices de fracasos en materias como: Español, Matemáticas, Ciencias e Inglés, que son fundamentales para los estudiantes, encienden las alarmas sobre la situación actual, cuyo panorama no favorece en nada el proceso de enseñanza y aprendizaje, que debe estar guiado a formar a los estudiantes por el camino del conocimiento, la tecnología, la investigación y los valores.
Estas concepciones, sobre la educación del siglo XXI, no constituyen una utopía o un simple pensar de teóricos. Finlandia, por citar un ejemplo, ha implementado en los últimos treinta años una revolución en educación. Esto lo pudo alcanzar por medio de un consenso nacional que dispuso salir del atraso, para ponerse a la vanguardia de los adelantos científico-técnicos y humanísticos. En esta nación, no existe la educación particular, todos, el pobre y el rico, van a la misma escuela hasta el último nivel de enseñanza, los docentes pasan por un filtro de concursos y entrevistas, donde se exige vocación, la escuela dimensiona la creatividad de los estudiantes y se han construido aulas tecnológicas que permiten un mejor aprendizaje, todo ello, con la participación activa de la comunidad.
Los que nos gobiernen desde el 2019 deben comprometerse a convocar a todos los sectores del país, ya sea gremios docentes, padres de familia, sociedad civil, empresarios, estudiantes, iglesias y partidos políticos, para diseñar un modelo de educación pública que esté a la altura de la centuria actual y produzca hombres y mujeres emprendedores, autónomos, lectores, pensantes, críticos, éticos, sociales, tolerantes, amantes de la investigación, con habilidades científicas y tecnológicas, creativos, bilingües y con un espíritu patriótico.
Fuente: http://laestrella.com.pa/opinion/columnistas/educacion-siglo/24051128