Por: Norberto Pons
Investigaciones recientes aportan procedimientos que sirven para elaborar propuestas prácticas para mejorar el rendimiento escolar. Ignacio Morgado, un catedrático de Psicobiología de la Universidad Autónoma de Barcelona y autor de «Aprender, recordar y olvidar: Claves cerebrales de la memoria y la educación» (Barcelona: Ariel, 2014), expresa en su trabajo que, la mayoría de las propuestas ofrecidas para mejorar la educación en nuestro país predominan los razonamientos teóricos y filosóficos sobre cómo lograrlo. En este artículo se pretende complementar con sugerencias prácticas. Son procedimientos avalados por la investigación en neurociencias y psicobiología, que pueden tener su versión particular en cada nivel y contexto educativo.
1. Practicar regularmente deportes. El ejercicio físico aeróbico beneficia las capacidades cerebrales tanto en el niño como en el adulto. Logran una mejor memoria, mayor flexibilidad y velocidad de procesamiento de información mental.
2. Evitar el exceso de grasas en la alimentación. Son dietas que reducen la sensibilidad de los receptores NMDA, que son moléculas del cerebro que forman parte de los mecanismos de plasticidad neuronal que hacen posible la formación de la memoria en lugares como el hipocampo y la corteza cerebral.
3. Dormir lo necesario con regularidad. El sueño anticipado prepara al cerebro para aprender y, cuando ocurre tras el aprendizaje, potencia la formación y estabilización de las memorias.
4. Entrenar la memoria de trabajo. Esta la que utilizamos para pensar, razonar, planificar el futuro y tomar decisiones. Materias como la filosofía o las matemáticas promueven este tipo de memoria.
5. Guiar el aprendizaje con preguntas. Este procedimiento motiva al estudiante, concentra su atención y que busca en cualquier fuente de información posible, la solución a los interrogantes que se le plantean.
6. Practicar el recuerdo de lo aprendido. El preguntar sobre la información recientemente aprendida beneficia a la memoria a largo plazo.
7. Aprendizaje y memoria. En situaciones emocionales o de estrés moderado, la activación de estructuras cerebrales como la amígdala y la liberación en la sangre de hormonas como la adrenalina y los glucocorticoides pueden contribuir a la facilitación del aprendizaje y la memoria actuando directa o indirectamente sobre los circuitos neuronales del cerebro.
8. Incentivar la lectura. Esto es, de todas las actividades intelectuales potenciadoras de capacidades mentales. La que proporciona un mejor balance costo/beneficio es, sin duda, la lectura. La actividad de leer requiere poner en juego procesos mentales como percepción, memoria y razonamiento.
9. Aprender más de una lengua (Bilingüismo). Los individuos que adquieren múltiples lenguas en su infancia y las practican a lo largo de su vida tienen una mayor atención selectiva.
10. Evaluaciones orales. Los exámenes orales no sólo permiten una evaluación muy rigurosa del conocimiento adquirido por los alumnos, sino que, sobre todo, inducen en ellos un tipo de estudio mucho más basado en la comprensión e información que en su simple memorización. Son además métodos que generan una memoria a largo plazo.