Racismo y restricciones, el otro lado de Corea del Sur

Redacción:La Silla Rota

Corea del Sur tiene muchos mejores índices de crecimiento y prosperidad, pero también tiene un lado plagado de racismo y nacionalismo extremo

Para ser un país tan pequeño —ocupa el puesto número 109 en el mundo en cuanto a área total, justo detrás de Islandia— Corea del Sur es uno de los países con la economía más floreciente.

Con un PIB de US$38.000 per cápita, según datos de la OCDE, su economía supera a países como España o México y se coloca muy cerca del nivel de potencias europeas como el Reino Unido.

El éxito económico surcoreano se debe en parte a un tejido empresarial competitivo, inversión extranjera y un sistema educativo competente.

Todavía está lejos de alcanzar el patrimonio Estados Unidos, pero en 50 años los ingresos medios de sus habitantes han recortado la distancia con el ciudadano medio estadounidense en un 60%, según la misma fuente.

Ciertamente, Corea del Sur tiene muchos mejores índices de crecimiento, prosperidad y democracia que su vecina Corea del Norte, pero también tiene un lado más oscuro, especialmente en cuanto a la recepción de inmigrantes, por razones humanitarias o no, dio a conocer BBC Mundo.

Nacionalismo étnico

Corea del Sur ha sido una nación tradicionalmente homogénea étnicamente, una condición impulsada desde un nacionalismo étnico muy arraigado que se extiende también a los coreanos del norte de la península.

Este patriotismo exacerbado se remonta a miles de años atrás, durante el nacimiento de la nación y de lo que se llama minjok, la raza coreana.

Pero fue la ocupación japonesa que vivió la península en gran parte de la primera mitad del siglo XX la que hizo resurgir un nacionalismo moderno de corte más moderno y, si cabe, más polémico.


«Es un nacionalismo de ‘sangre y tierra’ como el que se puede encontrar en otros países», explica a BBC Mundo Steve Denney, experto en estudios Asiáticos de la Universidad de Toronto.

Es, dice, como cualquier buena tradición nacional o historia nacionalista, «una invención destinada a justificar una causa política. En este caso, la soberanía del estado-nación coreano».

La península coreana estuvo bajo dominio nipón entre 1910-1945 y era considerada «colonia japonesa» hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial.

Miller, el doctor que antes valoraba la calidad de la democracia en el país, no ve particularidades destacables en el caso surcoreano.

Él sostiene que, efectivamente, nació como una respuesta a la colonización japonesa pero también influenciado por las corrientes sobre racismo, socialismo darwiniano y nacionalismo étnico que a finales del XIX y principios del XX llegaban desde Europa y fueron filtradas por Japón durante la ocupación.

«El nacionalismo étnico coreano y japonés tiene muchas similitudes y se centra en ideas como linajes sanguíneos y razas únicas, pero no es algo único de Corea del Sur, puede verse en otro lugares».

Pureza de la raza

Pero es precisamente este tipo de nomenclatura, con alusiones a sangre y razas, lo que hace ver este nacionalismo con desconfianza. Hasta hace muy poco en Corea del Sur se usaba de forma institucionalizada el término danil minjok para referirse a la «raza pura» coreana.


«Es la idea de que Corea ha mantenido su yo distintivo y racialmente ‘puro’ al rechazar a los invasores, evitando así la disgregación de su linaje sanguíneo con extranjeros. Implica que Corea es y debe seguir siendo un país étnicamente homogéneo», aclara Denney.

Cuando se le pregunta si esa idea de raza puede ser equiparada con la de raza aria, Denney reconoce que «es en gran medida comparable con otras concepciones de pureza étnica y nacionalismos étnicos de todo el mundo».

Tras el fin de la ocupación, surcoreanos y japoneses tardaron 20 años en restablecer relaciones pero ahora son importantes socios comerciales. Presidente surcoreano Moon Jae-in y el primer ministro de Japón Shinzo Abe.

Durante décadas el mito de una raza pura fue enseñado en la escuelas. Lo explica en un artículo de opinión de el New York Times el surcoreano Se-Woong Koo, editor de un periódico en el país que recibió parte de este adoctrinamiento cuando era niño para justificar la «unidad nacional».

En 2007, una convención de la ONU para eliminar el racismo instó a Seúl a prohibir el uso de esa terminología alegando que «el énfasis puesto en la homogeneidad étnica de Corea puede representar un obstáculo para la promoción del entendimiento de la tolerancia y la amistad entre los diferentes grupos étnicos y nacionales que viven en su territorio».

Pero Koo recuerda en su artículo que los problemas persisten. A pesar del llamado de atención de Naciones Unidas, en 2009 hubo un famoso caso en los tribunales en los que un hombre indio acusó de racismo a un surcoreano.

También en 2017 hubo una polémica por un indio al que se le negó la entrada a un bar de un famoso distrito de la capital del país que reconoció negar la entrada a ciudadanos de ciertos países.

Y hace muy poco, una reciente crisis con refugiados yemeníes, un país en guerra civil desde hace más de tres años y en estado de hambruna, ha puesto de manifiesto el clima antiinmigración de Corea del Sur que se puede ver en parte de la población y también ciertas medidas que ha adoptado el propio gobierno.

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Adictos al trabajo

Los surcoreanos están tan acostumbrados a estudiar -el país tiene el nivel de educación más alto de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), ya que el 98% de la población ha completado la educación secundaria y el 63% ha obtenido educación universitaria- que no pueden dejar el hábito una vez se han unido a la fuerza laboral.

Según este mapa poco convencional de thedoghousediaries, Brasil establece el estándar por los títulos de la Copa del Mundo de la FIFA y Corea del Norte ocupa el primer lugar en la categoría de «censura», pero Corea del Sur se lleva la corona por la cantidad de adictos al trabajo que hay entre su población.

Esto puedes verlo en cualquier ciudad coreana, donde las luces en los edificios permanecen encendidas hasta altas horas de la noche, mientras los empleados trabajan en exceso.

Según información recogida en 2012 por el Ministerio de Estrategia y Finanzas de Corea del Sur, los surcoreanos trabajan 44,6 horas a la semana, en comparación con el promedio de la OCDE de 32,8.

Borrachera de negocios

Cuando no están trabajando, los coreanos celebran sus últimos logros, o ahogan sus penas en soju.

Mientras muchas de las principales compañías están tratando de refrenar la cultura del trabajo/bebida, aún hay muchos jefes que arrastran a sus equipos a beber demasiadas rondas de «bombas» de soju/cerveza/whisky.

Quienes deciden no participar son tachados de maleducados o totalmente aburridos.

Sí, Japón y otros cuantos países podrían afirmar tener participación en esta categoría, pero Corea del Sur cuenta con estadísticas que respaldan el alarde de la visita a los bares.

El jinro soju fue el licor más vendido en el mundo el año pasado, por undécimo año consecutivo; su país de origen representó la mayoría de las ventas.

El fabricante surcoreano de licor destilado de arroz se vendió más que el vodka Smirnoff, el cual ocupó el segundo lugar con 37,48 millones de ventas.

Políticas restrictivas

Tras la llegada de más de 552 ciudadanos de Yemen entre enero y mayo de este año, Corea del Sur eliminó al país de una lista de estados que no necesitan visa para pisar territorio surcoreano. También ha bloqueado la salida de refugiados de la isla de Jeju, una zona libre de visa para ciudadanos de casi todo el mundo y habitual destino turístico.

La llegada de ciudadanos yemeníes a Corea del Sur en los últimos seis meses es mucho mayor que en los últimos 20 años.

La población local reaccionó a la oleada de inmigrantes lanzando una petición online que obtuvo más de medio millón de firmas en apenas dos semanas. Los firmantes exigían al presidente Monn Jae-in, en su día defensor de derechos civiles, que elimine o modifique la concesión del estatus de refugiado.

El Ministerio de Justicia, en una clara respuesta a las demandas de la gente, dijo que endurecerá las leyes para evitar que los inmigrantes «se aprovechen del sistema de protección de refugiados por razones económicas o de residencia para aliviar las preocupaciones de la población».

Pero la actitud de los surcoreanos ante los refugiados, no sorprende a quien, como Koo, conocen la relación histórica del país con los inmigrantes.

Refugiados

De acuerdo con un reporte del Foro Económico Mundial, que usa datos de Amnistía Internacional de 2016 (los más actuales), el país asiático dista en más de 20 puntos de otros como Alemania, España, Reino Unido o incluso de la vecina China a la hora de recibir refugiados.

En el mundo hay 68.5 millones de personas desplazadas por motivos forzados, 25,4 millones de refugiados y más de tres millones de personas buscando asilo (ACNUR 2018).

Corea del Sur pasó a formar parte de la Convención del Estatuto del Refugiado en 1992, aunque empezó a aceptar solicitudes en 1994. Desde entonces, según datos de Human Rights Watch (HRW), solo ha aprobado el 2,1% de las solicitudes de asilo de ciudadanos que no son coreanos. La cifra no incluye a los norcoreanos que se rigen por un índice distinto.

Esto significa que de 40.470 solicitantes solo a 839 se les otorgó el estatus de refugiado.

Vestigios del pasado

El doctor Miller dice que resulta sorprendente que la idea de raza pura, instalada en los años 20 del siglo pasado y superada (hasta cierto punto) en la cultura occidental donde se originó, haya pervivido hasta hace poco en este país.

Pero encuentra dos explicaciones.


«En parte se debe al legado del régimen autoritario que hubo en Corea del Sur hasta finales de los 80 y que usaba ese tipo de discurso. Otra razón es que hasta los 90, no había muchos extranjeros. Es a partir de entonces que el país tiene que decidir si definirse como una sociedad de raza pura o multicultural».

El país optó hace unos años por el multiculturalismo o damunhwa, como se lee en los documentos oficiales. Pero se refiere sobre todo al matrimonio de coreanos con extranjeros.

Ahora, la crisis con los refugiados, las nuevas medidas anunciadas por el Ministerio de Justicia y las protestas en las calles de Seúl con gente llevando pancartas que pedían a los solicitantes de asilo que se fueran, están levantando ciertas dudas sobre lo dispuestos que los surcoreanos están preparados a abrirse a otras culturas.

Protestas en Seúl en junio contra la llegada de inmigrantes a los que acusan de ser falsos refugiados y les piden que regresen a su casa.

Porque los niveles de recepción de extranjeros no solo afecta a quienes solicitan un estatus de refugiados, sino a ciudadanos de otros países.

Los residentes no nacidos en ninguna de las dos Coreas no son más que dos millones en una población de 51 millones, de acuerdo con el censo de 2014. Es apenas un 4%, un porcentaje muy bajo comparado con otros países.

Y pese a que las parejas multirraciales (o de sangre mixta como se decía hasta 2007) dice Denney que ya no son un tabú y van en ligero aumento, sí pueden levantar las miradas de algunos, llamando más la atención aquellas personas con un color de piel más oscuro, me confiesa una colega surcoreana que estudia una maestría en Londres.

«Pero la aceptación de gente de otra raza y con un color distinto de piel, depende de las personas, como en todos lados», defiende Jiye Choi.

Fuente: https://lasillarota.com/corea-del-sur-lado-oscuro-nacionalismo-racismo/237910

 

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