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Las escuelas en EEUU no son inmunes al aumento de los crímenes de odio

Los crímenes de odio en EEUU tuvieron un aumento considerable en el año 2022 respecto a períodos anteriores, según un informe divulgado por el FBI el lunes.

 

Las escuelas en Estados Unidos no se están librando del drástico aumento de los crímenes de odio que se ha extendido por todo el país.

Un nuevo informe publicado este lunes por la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) encuentra que el 10 % de todos los delitos de odio en EEUU en 2022 tuvieron lugar en las escuelas, lo que las convierte en el tercer lugar más común ese tipo de delitos en el país.

Sólo los hogares (27 %) y las carreteras, caminos o callejones (16 %) registraron más delitos de odio.

El informe encontró que el número de delitos de odio denunciados en las escuelas (desde el preescolar hasta la universidad) ha aumentado constantemente desde 2020, cuando las autoridades registraron 500 delitos de odio en el sector educacional. En 2021, el número de infracciones escolares aumentó a 896 antes de alcanzar un máximo de más de 1.300 en 2022.

Esos aumentos se corresponden con lo que los funcionarios del FBI han descrito como un aumento preocupante de los delitos de odio en general: los datos más recientes muestran un récord de 11.643 incidentes en 2022, superando el récord anterior de casi 11.000 incidentes en 2021.

El informe es el primero de su tipo emitido por el FBI, y los funcionarios dicen que aún no está claro si emitirán informes adicionales sobre crímenes de odio en las escuelas en el futuro.

 

«El objetivo es llamar la atención sobre los datos y los casos de crímenes de odio en las escuelas, para dar posiblemente a otros la oportunidad de responder», dijo a los periodistas un funcionario del FBI, bajo condición de anonimato, según las reglas básicas establecidas por la oficina.

 

«[Esta] no es una situación en la que la oficina esté buscando tomar medidas inmediatas al respecto», añadió el funcionario. «Pero al proporcionar la información, creemos que esto les permite llevarlo a cabo a nuestros socios encargados de hacer cumplir «.

 

El informe, que analizó datos del período de cinco años que abarca de 2018 a 2022, encontró que el delito de odio más común fue la intimidación, seguido del vandalismo y la agresión.

 

Los delitos de odio más comunes fueron los delitos contra personas negras (12,6 %), seguidos de los delitos contra judíos (5,6 %) y los delitos contra lesbianas, gays, bisexuales o transgénero (2,6 %).

 

Los crímenes de odio contra musulmanes representaron el 0,5 % del total.

 

El informe del FBI también encontró que los crímenes de odio en las escuelas fueron más frecuentes en octubre, noviembre y diciembre, y casi un tercio de los crímenes de odio en las escuelas tuvieron lugar durante esos meses.

 

En general, el informe dice que más del 30 % de los niños que fueron víctimas de crímenes de odio durante el período de cinco años fueron victimizados en la escuela. Casi el 36 % de los delincuentes juveniles que cometieron delitos de odio los cometieron en la escuela.

 

Según datos del FBI, casi dos tercios de los delitos de odio denunciados tuvieron lugar entre preescolares, escuelas primarias y secundarias.

Fuente: https://www.vozdeamerica.com/a/escuelas-eeuu-no-inmunes-aumento-odio-/7462025.html

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Entrevista a Lucía Mbomío-activista antirracista: Los medios arrebatan su humanidad a las personas negras.

Fuentes: Ctxt

Hablamos con la periodista y activista Lucía Mbomío (Alcorcón, 1981) en el marco del VIII Congreso ULEPICC-España sobre “Comunicación y Paz” (2023), que abrió con su conferencia sobre periodismo y racismo.

Hija de José Mbomío, natural de Guinea Ecuatorial, y de Sofía Rubio, de Segovia, trabaja actualmente en Aquí la Tierra y la hemos podido ver anteriormente en proyectos como En tierra de los nadie, El método Gonzo o Españoles en el Mundo. Ha grabado en más de 30 países y, en los últimos años, ha escrito obras literarias muy relevantes como Hija del camino. Si hay algo que destaca de ella es su continua reflexión sobre qué significa y qué supone ser una persona racializada en la actualidad. En esta entrevista se centra en el papel de los medios de comunicación en la difusión del racismo. El vídeo de la entrevista extendida está disponible en el canal de ULEPICC.

¿Cómo es el racismo en España? Siempre ha dicho que la ciudadanía es racista y machista, pero que no queremos hablar de ello y que, en vez de trabajar para dejar de serlo, lo negamos.

El punto de partida es entender que el racismo forma parte de la sociedad y, a partir de ahí, comprender que nos construye de alguna manera. Nacemos como pelotitas de barro, completamente redondas, y, a medida que vamos creciendo, los diferentes sistemas de opresión –ya sea machismo, racismo, homofobia, clasismo, capacitismo, gordofobia…– nos van construyendo, nos van cincelando y provocan que lo vivamos de una manera o de otra, que estemos en un lado o en otro, o incluso, aunque lo padezcamos, que interioricemos algunos de esos prejuicios.

La gente se quita mucha culpa porque cuando hablamos de racismo todo el mundo lo niega y, además, te suelen decir que es cualquier otra cosa menos racismo. No entiende que los diferentes sistemas de opresión pueden ir entrelazados. Si no reconocemos ciertas cosas, es muy difícil que podamos transformarlas. Partiendo de esa base, hay que entender que el racismo no es solo el insulto o que te peguen por la calle, sino que también puede ser una cuestión de omisión, por ejemplo, de conocimientos generados por personas no blancas, como vemos en los libros de texto. Yo no he estudiado absolutamente ningún personaje histórico, ni del ámbito de la ciencia, ni en la literatura que no sean personas blancas.

¿Qué clase de prejuicios, opresiones o estereotipos asumimos desde la infancia y cuál es el papel de los medios de comunicación?

Estamos creciendo sin unos referentes que construyan a las personas no blancas, pero también a las personas blancas. Por supuesto que también en mi generación –y todavía hoy, aunque menos– había muy pocas mujeres que se estudiaran: estaba Marie Curie en ciencia, Carmen Laforet, Rosalía de Castro, poquitas, pero había.

Pasa lo mismo en los medios de comunicación: no es que no aparezcan las personas negras, sino que suelen aparecer desde una perspectiva deshumanizada. Lo que está haciendo es recoger una narrativa previa que está muy conectada con la esclavitud y tiene que ver con arrebatarle su humanidad a las personas negras, o sea, con provocar que dejen de ser leídas como personas. No nos están contando de la misma manera que se podría contar en la etapa de la esclavitud, pero hay muchas cosas que se mantienen y que, si no las narramos nosotras mismas, no van a cambiar. Ahora bien, tampoco basta con que nos desgañitemos explicando que existimos, también tienen que escucharnos.

Hay elementos que tienen que ver con lo sistémico, que nos afectan en el día a día, que a veces no tienen eco mediático. Muchas veces los medios de comunicación miramos mucho hacia afuera, pero nunca contamos qué es lo que sucede dentro. Yo misma he dado charlas sobre representación en medios de comunicación en España, en varios países, en varias universidades, pero nunca en una televisión. En ninguno de los medios en los que he trabajado, salvo Pikara, se han preocupado por ver qué es lo que podemos aportar, qué es lo que tenemos que decir y que enriquecería muchísimo más.

Profundicemos en el lenguaje de los medios de comunicación. Por ejemplo, a la hora de referirse a personas en situación administrativa irregular, dicen ilegales. ¿Qué te parece?

Ilegales, sin papeles, y más allá de la propia persona, pues también se utilizan términos como MENA, que es el acrónimo de Menor Extranjero No Acompañado, y lo malo es que se usa como sinónimo de criminal. Hubo un verano en el que provocaron con esta palabra lo mismo que con términos como avalancha, que es emergencia, miedo y sensación de peligrosidad.

Hay un estudio de Red Acoge del año pasado que decía que en el 80% de informaciones sobre migraciones ni siquiera aparecen personas migrantes hablando, o sea, se les arrebata la voz. Esto es muy fuerte porque sí están dejando que hablen expertos, pero también hay personas migrantes que pueden ser expertas. Esto es como limitar a las personas que no son blancas, que son migrantes o de ascendencia inmigrante, a solo hablar desde lo experiencial o la narrativa de la anécdota, pero nunca como personas expertas, formadas y que manejan datos. Además, en la mitad de esas noticias no se utiliza siquiera la palabra persona.

Esto se ve muy claro con la masacre en Melilla: muchas personas acabaron muertas y todo el rato hablaban de los migrantes. Ni siquiera con lo que sucedió se dignaron a llamarles personas, que es lo que son. Eso genera distancia con respecto a lo que sucede. Estamos normalizando que su dolor no es tanto como el nuestro.

Alguna vez ha dicho que la televisión tiende a mostrar a personas negras solo cuando se habla de migración o situaciones negativas.

En televisión a las personas negras no se las suele retratar, salvo en situación de desgracia. Lo que se está haciendo es alimentar una narrativa del dolor que provoca que acabemos normalizando lo atroz. En el caso del continente africano solo se habla de guerras, mutilación genital femenina, LGTBfobia, desastres naturales… Esto es real, pero es una parte de la realidad. Además, prácticamente no hay corresponsalías de medios españoles en África negra, por lo que buena parte de las noticias llegan de agencias o de ONGs y, de nuevo, ahí se incurre en la narrativa del dolor o de la penuria y desgracia.

Luego está el inmigracionalismo, término también de Red Acoge que se refiere a esas noticias de sucesos protagonizadas por personas migrantes: asesinatos, robos, redes de trata… ¿Sucede? Sí, pero el problema no es que se cuente, sino que solo se cuenta eso. No hay una narrativa b con la que contrastar.

También ocurre que, para salir, deben ser excepcionales. Tienen que escalar un edificio o tirarse a la ría de Bilbao. Ser superhéroes o superheroínas. Eso en positivo.

¿Qué narrativa falta?

La narrativa de la normalidad, de lo cotidiano, de las personas que van al curro, que viven en las ciudades. Casi siempre cuentan este tipo de noticias desde una perspectiva rural, pero en África pasa exactamente igual que aquí, que el grueso de la población reside en ciudades. Nos está faltando el África de mujeres que son feministas exactamente igual que aquí, que va a currar exactamente igual que aquí, que investiga exactamente igual que aquí. Hay una especie de discurso profundamente asimétrico: lo que sucede aquí en Occidente se cuenta desde todos los puntos de vista, pero lo de allí solo se cuenta desde uno. Si nos van depositando prejuicios o medias verdades en nuestro cerebrito, se convierten en sedimentos que depositas en una orilla y que van creciendo y creciendo hasta que al final provocan que tengamos un muro en la cabeza.

Si eres migrante eres fuerza productiva, pero no eres persona

A las personas negras se les cuenta siempre como las que llegan, pero nunca están y desde luego no son. Lo que vemos y lo que tenemos en la cabeza son hombres jóvenes recién llegados que son brazos, porque si eres migrante eres fuerza productiva, pero no eres persona. Además, al ver esas imágenes de pateras, lo que vemos es grueso, es multitud, es masa, no vemos personas. Se les arrebata la voz, ni siquiera se entrevista a personas migrantes porque no tienen derecho a contar su historia.

Recuerdo a una mujer que acaba de perder a su bebé justo cuando llegaba el barco de rescate. La mujer gritaba “my baby, my baby” mientras sollozaba y esas imágenes las pusieron en el informativo del mediodía, de la noche y por la mañana. Sí, son imágenes especialmente duras, pero, insisto, estamos normalizando algo que nunca deberíamos considerar normal. Yo me he quejado de estas imágenes y me decían que era por concienciar. Para concienciar, la primera imagen que hay de un cuerpo muerto llegado en patera, que no significa que sea el primer cuerpo muerto llegado en patera, es de un periódico de 1988. Estamos en 2023 y estamos viendo el mismo tipo de imágenes.

Faltan los porqués, porque si algo aprendí durante la carrera es que hay que responder a las 5W (qué, cómo, cuándo, dónde, quién y por qué). En el caso de la llegada de la gente a través del mar o de la valla, lo que nos cuentan es el qué y el cuántos, esa dimensión profundamente deshumanizadora que tiene que ver con las cifras, y el a dónde. No nos cuentan de dónde vienen, porque África subsahariana no vale. África “subsahariana” comprende más de 40 países con realidades súper diferentes y, desde el momento en el que no cuentan el de dónde real, tampoco están contando por qué, y tú puedes moverte por un millón de cosas. Puede ser por esos buques de la Unión Europea que están arrasando los caladeros de pesca en África Occidental, o por las políticas neocolonialistas, o porque la emisión de visados en el caso del continente africano es ínfima y eso provoca que la gente se tire al mar puesto que no tiene otras vías seguras para poder llegar.

Ha señalado al principio que también personas negras interiorizan el racismo. ¿Cómo se relaciona con el racismo blanco?

Igual que existe el machismo interiorizado o un clasismo que provoca que sintamos que hay espacios que no son nuestros. Esto me pasa un montón porque soy de Alcorcón, donde hay gente muy diversa. Es una ciudad de casi 200.000 personas, pero es cierto que sigo sin sentirme cómoda en un photocall, o en sitios súper finos me siento un poco de prestado. Es un proceso doloroso el reconocer todos tus prejuicios, tu endorracismo, es complicado, porque, además, cuando empiezas a analizar el racismo más allá del me han pegado o me han insultado, desde una perspectiva mucho más grande, también implica que te confrontes con, en mi caso, que la mitad de mi familia es blanca.

Incluso puede ser doloroso, pero, a mi modo de ver, también es liberador cuando entiendes que no se trata de que tu madre o tu familia blanca sea mala, sino que simplemente forman parte de una sociedad que les construye. También puede haber un prejuicio por parte del profesorado que entiende que las personas como tú van a llegar hasta un puntito más bajo y todo eso tiene consecuencias: que tengas que ser súper empollona ultrabrillante para demostrar que sí, que puedes llegar a otros sitios.

De pequeña, ya me leían como fracaso escolar. Nada más entrar en el instituto tuve que sacar un 10 en historia, en el primer examen que hice para que dijeran “ah, esta no es como el resto”, como si existiera un “el resto”. Gente más joven te cuenta que desde que son peques ya les están orientando a la Formación Profesional o a la diversificación. El problema es que no puedes escoger en libertad como lo hacen el resto de tus compañeros.

También es tremendamente injusto el hecho de que tengas que ser una empollona y que tengas unos criterios de autoexigencia tan bestias desde que eres tan pequeña, y cómo eso después tiene consecuencias en términos de síndrome de la impostora. Nunca será culpa de la persona, siempre será culpa del sistema. Yo escribo con pavor, porque siempre pienso que no lo voy a hacer bien, que no va a ser suficiente, que quizá la gente no se sienta representada.

Mi primer libro estuvo mucho tiempo en un cajón porque yo decía “¿a quién le va a interesar la historia de gente que vive en Fuenlabrada, Torrejón de Ardoz, Móstoles, Lega o Alcorcón?”. Mi segundo libro, Hija del camino, que iba para Netflix antes del cambio de dirección, es un ejercicio de desnudez, no porque cuente mi historia, que en realidad no es tanto mi vida como nuestros mundos, sino porque se me nota mucho cuándo estoy bloqueada y cuando escribo más libre. Me quité la coraza que he tenido que llevar desde pequeña para hacerme la dura y hablo (como puedo) de sentimientos.

Porque sí, somos paquidermas, somos elefantas y en la mayor parte de nosotras, o por lo menos en mi generación, muchas de nosotras nos pegábamos en el cole y no permitimos que nos vieran llorar jamás, y eso tú lo llevas toda tu vida.

¿Cómo se puede actuar contra los prejuicios desde la comunicación? ¿Y cómo se puede favorecer que la juventud racializada pueda deshacerse de sus propios prejuicios y verse en diferentes ámbitos?

Recuerdo que, antes, los atentados se contaban desde una perspectiva tremendamente morbosa, pero eso cambió radicalmente y entendimos que para hablar de muerte no hacía falta ver víscera, que podíamos ver gente corriendo en planos generales, coches de policía y las típicas mantas térmicas. Un ejemplo de esto, y no se trata de un atentado, es en la última Eurocopa, cuando se desmayó un jugador de la selección danesa y su equipo le cubrió para que no viéramos cómo él estaba convulsionando. ¿Qué sucede cuando se trata de personas que vienen del Sur? ¿Por qué ahí sí que podemos ver su cuerpo, su rostro sufriendo y deformado por dolor o pena?

Hay un trabajo fotográfico que me parece fantástico, se llama Passengers y es de Cesar Dezfuli. Él estuvo en un barco de rescate de salvamento y pidió a todo el mundo si podía entrevistarle. De fondo se ve el mar, ellos miran a cámara, hay un consentimiento, un nombre, un país y una edad. Quizá no parezca gran cosa, pero es importante porque no están sufriendo, han consentido, no aparecen sufriendo, se entiende que son individuos y no solo masa.

¿Y en la programación infantil? Se creó un gran debate en redes sociales porque a La Sirenita le puso voz Halle Bailey, que es una actriz negra y hubo quejas “porque la sirenita es blanca, de ojos azules y pelirroja, y elegir a una actriz negra no es fiel al cuento”.

Yo crecí con cero dibujos en donde aparecieran personas como yo, a excepción del Negro Alberto, que eran estadounidenses. Cuando llegó Tiana y el Sapo yo tenía 20 y pico años. El punto de partida es que la gente entienda que hemos crecido completamente huérfanos de referentes y que eso es muy fuerte. A la hora de construir, en términos identitarios, a la hora de poder imaginarte en ciertos sitios. Todo eso es súper importante porque nunca estamos en ningún lado.

Si nos metemos en la propia historia de La Sirenita, sale Sebastián, que tiene acento caribeño y eso nos puede hacer pensar que quizá no estaban en aguas nórdicas, sino en aguas de clima cálido, como en el propio Caribe. A lo mejor la anomalía es que la sirenita fuera blanca; podría haber sido de miles de tonos diferentes. Hay gente que se queja de que les quiten un símbolo y se lo lleva a lo personal.

Pasó lo mismo con Conguitos cuando se inició una petición de firmas para que se cambiara el nombre y la mascota, no para que cerrara la empresa, y la gente decía que querían arrebatarle la infancia. Estamos comparando el individual, tus sueños, tus memorias de niño, con todo un sistema de representación que nos ha dejado siempre fuera o nos ha caricaturizado.

También tenemos cuentos propios, africanos, que podrían utilizarse para contar nuestras historias. No necesariamente tenemos que transformar un cuento de Andersen y llevarlo a la negritud porque tenemos historias propias. Se pueden contar las historias teniendo en cuenta la diversidad que existe en todos los sitios.

¿Cuál es el valor que puede añadir una persona racializada a las narrativas y representaciones mediáticas?

Los medios están incorporando poquito a poco a personas que no son blancas, pero no se trata solo de cuerpos, no es jugar a Benetton o al parchís, hay que favorecer que haya un ajuste entre lo que sucede en la calle y lo que se ve en las pantallas. Es importante que no se queden solo con los cuerpos, sino que tengan en cuenta también los puntos de vista. Incorporar a personas no blancas solo para hablar de racismo o de inmigración es del todo insuficiente. También tenemos gustos, profesiones, saberes y anhelos. También padecemos el cambio climático o nos (me) encantan las croquetas. Podemos hablar desde muchos lugares más allá de nuestro color de piel o de nuestro pasaporte. Limitándose a invitar a gente racializada o migrante a hablar solo de esos asuntos tiende a rebajar cuestiones sistémicas y convertirlas en meras anécdotas. Así las cosas, luego otra persona racializada dice que a ella nunca le ha pasado nada, que no ha experimentado racismo y ahí se acaba la posibilidad de profundizar. Personalmente, no puedo hacer check en todas las anécdotas de todas las personas negras, africanas y afrodescendientes del mundo, pero eso no significa que no lo haya vivido.

¿Unas últimas palabras para concluir?

Nos han enseñado que ser racistas es algo muy malo, pero la gente no tiene ni idea de qué es. El racismo puede ser que a las mujeres negras nos pregunten cuánto cobramos mientras esperamos a alguien en Gran Vía, producto de la hipersexualización ligada a los cuerpos negros. Pero racismo son también las identificaciones por perfil racial, las dificultades para entrar en los locales de ocio o para que te alquilen una vivienda.

Racismo (y xenofobia) es que haya tanto alumnado de origen migrante que no llega a bachillerato por falta de expectativas del profesorado, por bajas autoexpectativas y por unas realidades que tienen que ver con las vivencias, exigencias y urgencias de las familias migrantes que dificultan que puedan lograrlo.

Fuente: https://ctxt.es/es/20231101/Politica/44404/lucia-mbomio-hija-del-camino-racismo-medios-migrantes.htm

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Pigmentocracia y educación

Por: Erick Juárez Pineda

La pigmentocracia, alimentada del racismo y la discriminación, parece marcar el destino de la población.

En México, existe una relación directa entre el tono de piel, los niveles educativos y el desarrollo socioeconómico de las personas. La pigmentocracia, alimentada del racismo y la discriminación, parece marcar el destino de la población.

Estudios realizados por investigadores de El Colegio de México (2019) y la Universidad Autónoma Metropolitana (2020), revelan que el color de piel está conectado de manera importante al posicionamiento financiero y nivel académico: quienes tienen el tono de piel blanco cuentan con escolaridad que varía entre los 10 y 12 años; mientras que el grupo con tono de piel más oscuro tienen una escolaridad promedio de 8 a 9 años (Herrera, 2022).

Al medir los ingresos económicos, estas diferencias son muy similares. La Encuesta PODER (2019) revela que las pieles oscuras “son más frecuentes entre quienes provienen del 20 por ciento de familias más pobres, mientras que las más claras predominan entre quienes surgen del 20 por ciento más rico” (Solís, 2020).

En el análisis “Tono de piel y desigualdad socioeconómica en México”, los investigadores Patricio Solís, Marcela Avitia y Braulio Güémez (2020) señalan que estas “desigualdades de cuna” junto con la persistencia de prácticas discriminatorias vinculadas al color de piel, alimentan las brechas de movilidad social de manera preocupante: “Las personas con tono de piel más claro tienen más del doble de posibilidades de acceder al quintil socioeconómico superior en comparación con quienes tienen el tono de piel más oscuro, las cuales tienen 3.5 veces más probabilidades de permanecer en el quintil socioeconómico más bajo.” (Solís, 2020)

En el acceso a la Educación Superior, estas correlaciones tienen un impacto igual de profundo. Según la Encuesta de Discriminación realizada por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (2022), las personas con tonos de piel claros tienen mayor acceso a educación superior: el 30.4 por ciento de los que se identificaron con tonalidades de piel más blancas se encuentran en este nivel y aquellos que se identificaron con tonos más oscuros apenas alcanzan un 18 por ciento.

Para las Instituciones de Educación Superior públicas, esto ha sido todo un reto mayúsculo.

Desde la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) también se realiza una importante encuesta de autopercepción de tonos de piel al alumnado de nuevo ingreso para identificar y romper con estas correlaciones de discriminación y “desigualdades de cuna”.

En este análisis, donde también se incluyen preguntas opcionales sobre discapacidad, hablantes de lenguas indígenas y diversidad sexual, se encontró que de los 4112 alumnos aceptados en el trimestre 23-P, apenas el 7.9 por ciento se identificó con tonos de piel claros; el 90.28 por ciento con tonos más oscuros y el 1.75 por ciento no se identificó en ninguna tonalidad.

Dada la conexión entre el tono de piel y la exclusión social, universidades públicas como la UAM buscan contribuir en la construcción de una sociedad más inclusiva e impulsar acciones concretas contra estas desigualdades.

Es lamentable que los factores asociados al desarrollo educativo y social tengan que incluir también el color de nuestra piel. Es ahí, donde las comunidades académicas de todos los niveles desarrollamos un papel importante para eliminar estas brechas y rupturas que nos marca la errónea y lastimosa pigmentocracia.

Fuente de la información e imagen:  https://profelandia.com

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Brasil: CONMEBOL firma alianza con Observatorio de Discriminación Racial para fortalecer lucha contra el racismo y la discriminación

  • Ante los casos recurrentes de actos discriminatorios, la CONMEBOL firma una alianza con el Observatório da Discriminação Racial no Futebol (Observatorio de Discriminación Racial en el Fútbol).
  • Con esta alianza, la CONMEBOL busca potenciar el impacto de las iniciativas de la Confederación para sensibilizar y hacerle frente a unas de las problemáticas que más afectan el fútbol, el racismo y la discriminación.

En línea con su objetivo estatutario de promover el fútbol en Sudamérica respetando los derechos humanos, en un espíritu de paz, comprensión y juego limpio, garantizando que en el ámbito del fútbol no exista discriminación de un individuo o grupo de personas, la CONMEBOL firmó un acuerdo de colaboración con el Observatório da Discriminação Racial no Futebol (Observatorio de Discriminación Racial en el Fútbol) con la finalidad de potenciar el impacto de las iniciativas de la Confederación ante todo comportamiento antideportivo en sus torneos.  El Observatorio de Discriminación Racial es una organización referente en la materia a nivel nacional e internacional que, desde el 2014, trabaja por fomentar el debate contra la discriminación; poner en marcha acciones educativas e informativas enfocadas a eliminar la intolerancia en el deporte; transformar el mundo del fútbol en un espacio más inclusivo y diverso; y fortalecer el empoderamiento de las comunidades minoritarias.

En específico, el acuerdo firmado entre las partes contempla la asesoría técnica del Observatório da Discriminação Racial no Futebol (Observatorio de Discriminación Racial en el Fútbol).a la CONMEBOL para la consolidación de una política de diversidad aplicable a las competencias de la Confederación; un plan de alfabetización racial y de diversidad para personal técnico y directivo de la entidad; y el acompañamiento para el enfoque de las campañas e iniciativas de la CONMEBOL de cara a concientizar y educar sobre el racismo, y en consecuencia, de minimizar sus expresiones en el fútbol del continente.

Desde la CONMEBOL venimos trabajando por consolidar espacios libres de cualquier tipo de violencia, minimizar cualquier expresión de racismo y discriminación en el fútbol de Sudamérica, y por defender los valores positivos que son la base de este deporte. Sin duda esta alianza nos dará más y mejores herramientas para seguir avanzando en estos objetivos y para continuar alzando nuestra voz, concientizando y enfocando correctamente nuestras iniciativas para hacerle frente a este reto” señaló Alejandro Domínguez, Presidente de la CONMEBOL.

Vale la pena destacar que, como resultado de esta alianza, se espera que las campañas, presentes y futuras, de la CONMEBOL contra el racismo potencien su impacto y movilicen de manera más asertiva a los aficionados del fútbol para generar un efecto positivo en la sociedad.

Nos sentimos muy complacidos de iniciar esta alianza con la CONMEBOL y de sumar esfuerzos para generar una mayor inclusión social y eliminar la violencia y la discriminación racial del deporte. Somos optimistas en cuanto a los resultados que se obtendrán, con acciones importantes y continuas”, Marcelo Carvalho, Fundador de Observatorio de Discriminación Racial en el Fútbol (Observatório da Discriminação Racial no Futebol).

Como contexto, es importante resaltar que el Observatório da Discriminação Racial no Futebol (Observatorio de Discriminación Racial en el Fútbol), ha desarrollado acuerdos de colaboración con otras empresas y representantes del fútbol, la Confederación Brasileña de Fútbol, clubes de fútbol y empresas privadas.

Fuente: https://www.conmebol.com/noticias/conmebol-firma-alianza-con-observatorio-de-discriminacion-racial-para-fortalecer-lucha-contra-el-racismo-y-la-discriminacion/

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El rugby sudafricano, el espejo cambiante de una sociedad desigual

Un grupo de jóvenes en un entrenamiento de rugby en un township pobre y negro de Sudáfrica: una escena así era altamente improbable hace apenas unos años en este país, en el que el deporte del balón ovalado también está marcado por los años duros del apartheid racial.

El título de Sudáfrica en el Mundial de Japón-2019 vino acompañado de la imagen de Siya Kolisi, primer capitán negro de los Springboks, levantando el trofeo, lo que fue interpretado como todo un símbolo. Ahora el país se prepara para buscar la defensa de su corona en la cita en Francia (8 septiembre-28 octubre).

En el township de Tembisa, al noreste de Johannesburgo, en una zona especialmente castigada por la pobreza y la criminalidad, el rugby también ha ganado popularidad, aunque el fútbol sigue siendo allí el deporte rey.

«Tenemos muchos nuevos jugadores cada semana», explica Siyabonga Mogale, jugador de 21 años del equipo local de Tembisa. «Ahora mucha gente se interesa por el rugby», asegura.

A pesar de la fuerza de la imagen de Siya Kolisi como capitán del equipo nacional, muchos no pueden olvidar décadas de segregación y las desigualdades que marcaron durante mucho tiempo el rugby en Sudáfrica.

«El rugby ha instrumentalizado su imagen para lavar el cerebro a los sudafricanos negros, para que apoyen un sistema del que están excluidos», denuncia Mark Frederics, universitario y activista deportivo.

El pasado blanco de los Springboks

Durante noventa años, los seleccionadores de los Springboks solo eligieron jugadores blancos. Los negros o mestizos solo podían participar en ligas separadas, sin posibilidad de alcanzar el nivel internacional.

El pilar sudafricano Ox Nche en la presentación del equipo convocado al Mundial de Francia-2023, en Johannesburgo, el 8 de agostode 2023.
El pilar sudafricano Ox Nche en la presentación del equipo convocado al Mundial de Francia-2023, en Johannesburgo, el 8 de agostode 2023. © PHILL MAGAKOE / AFP

Desde finales del apartheid, la inclusión de jugadores negros y mestizos en el equipo nacional fue extremadamente lenta.

Sudáfrica fue campeona del mundo de rugby en 1995 y el entonces presidente, Nelson Mandela, lo celebró. En el plantel todos los jugadores, con la única excepción de un wing, eran blancos.

Doce años después, en el Mundial de Francia-2007, Sudáfrica reconquistó el título y entonces eran dos los jugadores negros en aquel equipo que se proclamó campeón.

En el tercer título mundial, el de Japón-2019, la situación había cambiado y seis jugadores negros formaron parte del XV titular en la final ganada a los ingleses, entre ellos el capitán Kolisi.

Para festejar su título en el regreso al país, los jugadores iniciaron su gira en Soweto, en el pasado epicentro de la lucha contra el apartheid y donde los Springboks eran especialmente odiados.

«Fue motivador asistir a eso, creo que algún día yo también podré conseguirlo», se ilusiona el capitán del equipo de Tembisa, Amohelang Motaung.

Pero aunque los avances son evidentes queda mucho por hacer, estima Peter de Villiers, que en 2008 se convirtió en el primer seleccionador negro de rugby de Sudáfrica.

«Si miras los Springboks y los grandes avances realizados, ves un cambio de mentalidad», declaró a la AFP. «Pero si quieres a los mejores jugadores en tu equipo nacional hace falta que haya una participación masiva en este deporte. Estamos lejos de eso», añadió.

Desigualdades persistentes

Para jugadores como Motaung, nacido en un township, la vía hacia el éxito es mucho más difícil que para los miembros de las escuelas y universidades privadas que siguen dominando el rugby sudafricano.

Plantilla de jugadores que representará a Sudáfrica en el Mundial de rugby de Frabcia-2023, en Johannesburgo, el 8 de agosto de 2023.
Plantilla de jugadores que representará a Sudáfrica en el Mundial de rugby de Frabcia-2023, en Johannesburgo, el 8 de agosto de 2023. © PHILL MAGAKOE / AFP

Esos últimos cuentan con infraestructuras y entrenadores con los que los barrios pobres no pueden competir.

El problema es evidente en Tembisa, donde el equipo local, ligado a una escuela local, juega a veces con los pies descalzos en un campo de fútbol poco regular y que no tiene palos de rugby.

«El terreno no está adaptado, no es plano, como debería ser. Hay mucha tierra y no tiene suficiente césped. No está hecho para el rugby», constata el entrenador Zwelakhe ‘Themba’ Mawela.

La mayor parte de los sudafricanos negros, que constituyen el 90% del país, no cuentan con los recursos para pagar los gastos de escolarización en las escuelas privadas.

Muchos no tienen tampoco la posibilidad de dedicarse por entero al rugby, como ocurre con Motaung en Tembisa. Se acaba de diplomar en Biología Animal y está buscando trabajo.

Con el objetivo de diversificar sus incorporaciones, las escuelas privadas han creado becas para los deportistas más prometedores. Ese sistema benefició en su día a Kolisi.

Sin embargo, la fórmula es criticada porque algunos ven una estrategia para arrebatar a las comunidades negras sus mejores jugadores sin solucionar la base de las desigualdades.

«Mientras no haya un sistema en el que una buena escolarización sea accesible para todos, no tendremos un equipo de verdad representativo de este país», sentencia Francois Cleophas, profesor de Ciencias del Deporte en la Universidad Stellenbosch.

Fuente: https://www.france24.com/es/minuto-a-minuto/20230809-el-rugby-sudafricano-el-espejo-cambiante-de-una-sociedad-desigual

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México: La fuerza de las mujeres indígenas, sus dolores y desafíos

Por: Gloria Muñoz Ramírez.

Fotos: Gerardo Magallón


Huetosachi, Chihuahua / Desinformémonos. Reunidas en una paraje de Huetosachi, donde los rarámuri defienden su territorio, mujeres de distintos pueblos indígenas hablan de sus dolores, de la defensa de la tierra, de su nuevo rol dentro de las comunidades, de los obstáculos que enfrentan, del racismo, machismo, de las violencias internas y externas, y también de sus esperanzas, su fuerza y sus desafíos.

Las anfitrionas son las mujeres rarámuri que tienen a su cargo el comedor y tienda turística dentro del concepto “Experiencias rarámuri”, en el que el turista se incorpora de manera respetuosa al conocimiento de su y las artesanías de su pueblo. Un proyecto que une a un grupo de diez mujeres entorno a no sólo a la generación de recursos, sino a la puesta en marcha de otro futuro posible, en el que ellas, al menos en ese lúdico espacio de sabores, colores y juegos, son las que ponen las reglas.

Primero defendieron la tierra que les corresponde, y después todo lo demás. Habla la gobernadora de Huetosachi:

En la comunidad soy gobernadora. La gente me eligió para ayudarle. Lo hago por la comunidad, por las personas. Tengo que ir a reuniones, dicen que porque me pagan, pero no.

Cuando teníamos 18 años, éramos unas niñas, no sabíamos nada ni cómo. María, mi prima hermana, salió a buscar a quién nos asesorara. Ellos nos dieron palabras, porque nosotros no sabíamos hablar ni entendíamos. Fuimos aprendiendo a defender el territorio. Llevamos 15 años peleando. Antes nos cerraban el camino, nos ponían un candado para que no entraran los carros.

Vivíamos muy tristes. Ahora ya ganamos la mitad. Fuimos a varias partes, fuimos a México en caravana. Platicamos con compañeros que viven en otras comunidades. Defendemos la tierra que nos dejaron nuestros abuelos y por los hijos que están creciendo. Si no defendemos, a los hijos les va a tocar sentir ese golpe que nos tocó a nosotros.

Antes aquí era un rancho, vivían 18 personas. Ahorita los jóvenes ya hicieron sus casas y somos 40 personas ya, pero viven muy retirado porque buscan dónde sembrar, dónde hay agua de manantiales. Nos gusta vivir así, escondidos. Muchos de los que visitan dicen que no hay gente, pero más adentro del camino hay muchas casas, porque a los rarámuri nos gusta vivir en los bosques, donde no nos pega el aire.

Cuando ganamos el territorio llegó el proyecto de la cocina. De ahí vino el salón comunitario. Tenemos una escuela y kínder también. Ya tenemos cuatro años trabajando.

Recibimos pocas personas porque a veces andamos ocupadas y salimos. Somos diez mujeres organizadas en una cooperativa. Los que estudiaron salieron a trabajar, pero regresan”.

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Las diferencias con los hombres, sus esposos y padres, no son pocas, como no lo son en ninguna parte. Pero aquí ellas han ido al frente de la defensa de estas tierras. Desde febrero de 2014, de acuerdo a información de Consultoría Técnica Comunitaria AC (CONTEC), que las ha acompañado en el camino legal, “se declaró a los integrantes de la comunidad indígena como legítimos propietarios de 253 hectáreas, identificadas con medidas y colindancias. También se otorgó a la comunidad una servidumbre de paso”.

Del proceso de recuperación y de su organización, habla otra de sus compañeras:

Como los señores de la casa no quieren defender esto, tenemos que hacerlo nosotras las mujeres. Empezamos tres, cuatro mujeres, y después conformamos el grupo de diez. Buscamos capacitaciones para poder capacitar a la comunidad, no solamente a las mujeres, sino también a los jóvenes, a los niños, y a la comunidad en general.

Es mucho arriesgarse cuando tienes que ir a hacer un trámite a Chihuahua o a otro lugar porque es también enfrentarte sola con muchos problemas, como el racismo y la discriminación. En las oficinas vas a encontrar no a mujeres que te atiendan, sino a hombres, y sientes ese peso. Y si va alguna compañera que no conoce el caso y te ve entrando a una oficina con puros hombres va con el chisme a la comunidad y te enfrentas con otros problemas.

Hay veces en las que se pregunta una si le sigue o no le sigue, pero sientes el respaldo de las otras compañeras y de la comunidad y dices «si me van a estar apoyando, tenemos que continuar». Hemos trabajado mucho la violencia de género, porque a algunas compañeras les ha tocado recibir golpes de los hombres porque no llegan a tiempo a casa, porque se tardaron dos o tres días. Tenemos que empezar desde ahí, que entiendan que no es ir a una fiesta, sino a buscar maneras de que se nos reconozca y se nos respete.

También nos han tocado casos de que nos preguntan para qué queremos todos esos pinos si tenemos muchos, si cuando nos muramos no nos los vamos a llevar. No nos los vamos a llevar pero son los que nos ayudan a mantener buenas nuestras tierras, a tener agua, ahí seguirán nuestros hijos y nuestros nietos, no es para nosotros. Nos hemos fijado que muchas veces desde fuera a todo le ponen precio, hasta a una piedra.

Estamos defendiendo el territorio porque nos talaron todo. Llevamos cuatro años en la lucha y estamos recuperando esa parte y haciendo trabajos comunitarios, plantando árboles. No se nos paga el trabajo, pero el trabajo es para la comunidad.

Es complicado y no todas las mujeres nos animamos a esa lucha, muchas veces dicen que es cosa que tienen que hacer los hombres, pero no. Muchas veces somos las mujeres las que tenemos que enfrentar esas cosas. Ellos están apoyándonos, pero no dicen que irán a tomar las capacitaciones. Nosotras lo compartimos.

Muchas veces para el transporte batallamos, las que tenemos hijos los tenemos que dejar solos en las comunidades, a veces hasta una semana. Es la preocupación de saber qué está pasando en la comunidad, y son cosas que también desaniman a otras. Pero ver a las mujeres que hay en otros lugares nos da fuerza, y decimos que si ellas pueden nosotras también. Compartimos conocimientos y las luchas que han seguido muchas mujeres decimos que si ellas pueden nosotras ráramuri por qué no podemos hacerlo también.

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La potente voz de las anfitrionas da paso a una cadena de testimonios sobre la vida de la mujer indígena en otras geografías. El encuentro se convierte en un espejo que las fortalece.

De la tribu yaqui, procedente de la comunidad Loma de Bácum, se escucha esta historia de violencia, amenazas y fortalezas:

Para nosotras como mujeres de la tribu yaqui, cuando decidimos tomar acción en la defensa del territorio implicó compromiso pero también la responsabilidad de no dejar la lucha tirada. Si iniciamos algo no podíamos dejarlo. Hubo violencia, hubo desprestigio, tuvimos amenazas y los hombres nos señalaban. Decían a los medios que éramos cinco mujeres argüenderas y que no pasaba nada, que sólo queríamos llamar la atención. Pero nada de lo que queríamos decir como mujeres en la lucha ni tampoco de nuestra autoridad tradicional salía en los medios.

Decidimos usar toda la información que ellos pusieron en los medios de comunicación contra nosotras, y con las herramientas de Marabunta Filmadora hicimos un pequeño video. Así pudimos parar de alguna manera el desprestigio y lo que estaban diciendo. Hicieron ellos videos en contra nuestra diciendo que teníamos nexos con el narco y que por eso no queríamos que pasaran el gasoducto por ahí.

Teníamos un poco de temor porque algunos hombres nos habían enviado mensajes de que si no salíamos de la lucha nos iban a violar. Pero algunas mujeres empezaron a decir «ah, pero yo quiero que me viole ese», y los hombres dejaron de decirnos eso. Nos querían amedrentar. Había cinco mujeres principales, pero habías más atrás de nosotras y ellas fueron las que dijeron «si las quieren violar, a mí también, y quiero que sea este», y pararon con eso ellos.

Fue usar todo lo que decían ellos y convertirlo de alguna manera en positivo. Tuvimos que demostrar con pruebas y videos a los que apoyaban que pasara el gasoducto por nuestro territorio, que eran la mayoría, lo que ellos nomás rechazaban con palabras. Lo hicimos en apoyo a nuestra autoridad. Antes ya estábamos en las asambleas, pero no nos preguntaban nuestra opinión. Eso lo logramos.

Y aquí la voz de la mujer nahua de Tlaola, Puebla, defensora de sus derechos y constructora de alternativas. El racismo y el machismo versus el trabajo comunitario.

A mí me daba muchísima vergüenza asumirme indígena, yo decía que no lo era. Sufrí violencia por mi color de piel, por mi tamaño, por la manera en la que hablaba. Pero tuve el privilegio de que gracias a todo lo que hizo mi mamá pude estudiar una carrera universitaria y me fui a la ciudad, y ahí me sentí perdida, porque no sabía quién era. En ese momento dignifiqué a mi mamá y su lucha, abracé todo ese dolor.

Hemos trabajado a nivel familiar todos esos dolores que nos tocó vivir como mujeres indígenas y como mujeres que hacen cosas diferentes y a que al pueblo le enoja muchísimo. Los hace sentir mucha furia que unas mujeres indígenas, una «indias ignorantes», estén trabajando un montón de cosas en la comunidad. Es una violencia para la que muchas veces las mujeres indígenas no estamos preparadas. Por eso tenemos que sanar, porque esa violencia es avasalladora y por eso muchas mujeres abandonan la lucha.

Entendí que el hecho de que yo estuviera en la universidad era gracias a que mi mamá me dejó unos días para irse a su taller y a sus pláticas sobre derechos. Ella siempre decía que estaba abriendo camino para las que venían atrás de ella, y yo iba atrás de ella. Ella tiene claro que hay muchas cosas de las que ha soñado que ya no va a ver ni a disfrutar, pero siente mucha paz consigo misma de que lo que hizo en la comunidad en el futuro valdrá la pena.

Para todas las mujeres que defendemos y trabajamos de manera comunitaria esto no es algo que hagamos para nosotras mismas. Aprendimos que es nuestra responsabilidad el cuidado, y llevamos ese cuidado no sólo a la familia, sino también a la comunidad. Es un cuidado colectivo. Hemos creado muchos procesos que van liderados por mujeres, pero no es que ahora queramos ser las nuevas caciques de Tlaola o ser las nuevas ricas o las que decimos «muerte a los machos». No queremos mandar, sólo queremos un poco de justicia y que ellos tengan un poco de conciencia.

Las mujeres mayas de la Península de Yucatán hablan de la vida y su defensa, de la discriminación, del autocuidado y de la identidad

Para nosotras es importante reforzar los derechos porque da a paso a entender por qué necesitamos defender el territorio. En el caso de nosotras, somos puras mujeres indígenas, algunas somos neurodivergentes y hemos sufrido algún tipo de violencia, discriminación, abuso y violación. Todo esto nos une y nos hace discutir si el feminismo o la sororidad va con nuestro contexto y nuestra forma de ver la vida.

Foto: Colectivo Maya de los Chenes

Nos dimos cuenta de que teníamos reconocer que nos faltaba muchísimo por sanar para defender a otras mujeres. Porque si vamos a defender a otras mujeres y no hemos sanado ni analizado lo nuestro, terminamos muchísimo peor emocional y físicamente. No podemos maternar a todas las mujeres ni salvarlas. Es importante poner límites en nuestro trabajo y en el autocuidado en el sentido político. Hemos tenido reuniones con el gobierno y a veces tardan un montón de horas, y comprendimos que nos quieren cansadas para que ya no sigamos luchan ni participando en espacios políticos.

Nosotras también usamos nuestra vestimenta, que es el hipil, y lo hacemos en el sentido político, porque eso nos visibiliza en una forma en la que reconocemos nuestra identidad y la herencia de nuestras ancestras. Eso hace que las niñas y las juventudes nos vean como un referente de que también se puede ser profesional, indígena y luchar por algo vistiendo tu vestimenta, reforzando tu identidad y tu lengua.

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Del pueblo maya quiché, se escucha la voz de la mujer que lucha, no sin dolores, y que asume que hay que cambiar, aprender y transformar.

Defender el territorio como mujer implica muchas emociones y necesidades. Ser una mujer maya quiché, asumir espacios de organización o de esto que le dicen liderazgo, ser cabeza a veces para abrir brechas y empezar procesos, implica de nosotras mucha energía y mucha tenacidad.

Ha implicado bastante violencia, en la casa para empezar. Los primeros espacios donde limitan tu quehacer están en la propia familia, en las comunidades, diciendo que estas cosas no son para que las hagan las mujeres. A mí me han dicho que debería estar mejor aprendiendo a cocinar y no estar molestando con mis preguntas.

Ha sido un proceso de fortalecernos entre otras mujeres que estamos avanzando y nos preguntamos muchas cosas sobre los roles impuestos en nuestras casas y en la comunidad. Ha sido revelarnos de ciertas formas y marcar límites en espacios de organización comunitaria, invitar a la reflexión a los compañeros y compañeras sobre las formas en las que nos tratamos y reproducimos violencias.

En los últimos años ha sido un proceso de sanación política, por ser una mujer maya que ha decidido y optado por un proceso de justicia con sus propias manos, en medio de vivir en un estado capturado por mafias y grupos violentos. Es encontrarnos con las abuelas, con la sanación, con el fuego, con la espiritualidad, como un sostén político importante de nuestro quehacer.

En este tiempo de violencia patriarcal, de este momento de despojo del territorio, sanarnos es hacernos justicia. Es poder ayudarnos a levantarnos y tomar energía de la tierra para caminar y abrazarnos con otras mujeres. No existimos en la individualidad, somos posibles y somos resultado de las luchas de otras que avanzaron un montón antes que nosotras para abrir brechas que nosotras tenemos que ensanchar, para que más vengan, para que las más niñas participen y tengan oportunidad de hacer preguntas.

Para mí ha sido una alegre rebeldía ser una mujer maya quiché, pero esto ha venido acompañado de una serie de aprendizajes que varias veces han tenido que pasar por situaciones duras para poder cambiar, aprender, transformar.

Y desde la Sierra Sur de Oaxaca, llegó la voz chontal que habla de autonomía, libre determinación, derechos y, también, de la doble lucha que tienen que enfrentar como mujeres.

Para las mujeres chontales en la Sierra Sur de Oaxaca, defender el territorio tiene que ser por el sentido de pertenencia que se tiene con la tierra, con la montaña, con ser parte de esa comunidad. Partiendo de ahí, de la relación que tenemos las mujeres con nuestra comunidad y la raíz de donde nacemos, el territorio es algo que nadie nos puede quitar ni negar, ni los hombres tienen derecho a decirnos que no podemos sentir eso con la Madre Tierra, con los ríos, con la montaña, con el aire o con los animales.

Esto podemos traducirlo al otro derecho reconocido de la libre determinación, y que esto se lleva a la autonomía de cómo cada comunidad, no sólo cada pueblo, ejerce su autonomía a través de las instancias e instituciones. Es cómo se vive y cómo se hace que las mujeres podamos decir que esto es nuestro, de aquí somos y lo vamos a defender.

Desde la chontal estamos convencidas de que somos parte desde dos luchas, la lucha que se libra al interior de la comunidad como mujeres, y la lucha que libramos allá afuera frente al Estado y las instituciones. Librar esta lucha al interior de las comunidades en un contexto en el que las mujeres tenemos una condición desigual trae muchas implicaciones, como la violencia en todas sus modalidades, la ausencia del derecho a tener una titularidad sobre la tierra comunal y a ser parte de ella, a heredar en la práctica comunitaria la tierra, a tener voz y voto en las asambleas comunitarias tanto municipales como agrarias.

En ese contexto también a las mujeres nos toca la mayor parte del cuidado y de la crianza, de todo lo que hay en la vida comunitaria. En las comunidades chontales, cuando se habla del proceso ya más regional de defensa del territorio frente a un proyecto minero, a las mujeres les atraviesa la pregunta «¿qué es eso de la minería?, ¿por qué hablan de extractivismo?, ¿por qué hablan de despojo?».

Hablan de que tenemos derecho a la libre autodeterminación, a la autonomía, que tenemos derechos como pueblos. Preguntan qué va a pasar, si nos vamos a quedar sin agua, qué significa eso, que tenemos que defendernos e interponer un amparo. Eso para las mujeres implica hacer frente a todas esas violencias pero también a aprender otros conceptos, otra información.

Es aprender qué significa extractivismo, qué dicen las legislaciones en relación con los derechos de los pueblos indígenas, dónde se interpone un amparo, tomar el micrófono para dar una palabra y exigir, pararse frente a un juez, estar en una audiencia. Todo esto forma parte de la defensa del territorio para las compañeras, aprender estas herramientas y echar mano de todo lo que hay.

También es librar la lucha interiormente como mujeres, nuestras inseguridades y miedos, cómo vamos a negociar con nuestros compañeros y la asamblea para salir de la comunidad, de nuestras casas, cómo le haremos con los nenes. Implica muchas tareas. Recuerdo que cuando interpusimos el juicio de amparo hubo compañeras que tuvieron que ir con sus bebés a las audiencias, porque también estaban librando otras luchas para el reconocimiento de sus derechos agrarios y que pudieran ser comuneras, tener voz y voto en la asamblea y ocupar cargos comunitarios.

Se han creado algunas instancias al interior de la comunidad, donde las mujeres tienen un papel de coordinar y convocar a otras compañeras desde la comunidad, y construir los derechos propios, más que sólo tomar los que ya están colocados en las legislaciones nacionales e internacionales. Desde las mujeres se empiezan a crear estos derechos propios basados en cómo queremos que se nos reconozca, que se nos respete en la comunidad.

Esto ha implicado abrir un costalito en el que se han dejado ver muchas cosas. Cada compañera se ha ido descubriendo en la capacidad y en la potencialidad que tiene con relación a cómo coordinar una asamblea, tomar fotografías, hacer videos, presentarse ante una instancia para exigir sus derechos.

*Encuentro convocado por el Fondo Christensen, en la Sierra Tarahumara, junio de 2023.

 

Fuente de la información e imágenes:  https://desinformemonos.org
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Racismo, ¿Dónde?

Pro: Tahira Vargas García 

La discriminación racial en nuestro país afecta notablemente la cohesión social y el clima democrático que debe prevalecer. Se violan los derechos de las personas según su color de la piel y se oculta.

El racismo está definido en términos antropológicos (Ferrer Guerra, 2008) como “cualquier actitud, manifestación de rechazo o agresión verbal, física, psicológica hacia una persona sustentada en el color de su piel y/o sus características físico-raciales”.

El racismo está muy interiorizado en nuestra cultura, afectando el modo en que las personas se relacionan donde el color de la piel provoca barreras y exclusión. Se asocia el color de la piel con cualidades personales, conducta y modelo de ser humano, “el negro no es gente”. Esta expresión muy presente en nuestra vida cotidiana se aplica tanto a la población dominicana de piel negra (que es la mayoría, aunque no lo reconoce), a la población dominicana de ascendencia haitiana como a las personas migrantes haitianas. En distintos estudios encontramos relatos de personas que hacen referencia a situaciones de discriminación racial vividas como las siguientes:

  • Discotecas y lugares nocturnos que no permiten la entrada a personas de piel negra y que disfrazan esta práctica racista con otras excusas. Esta practica es frecuente.
  • Prácticas policiales de persecución a jóvenes de piel negra en residenciales porque supuestamente parecen “delincuentes”. Se han producido casos de jóvenes que en su zona residencial caminan hacia su hogar y son detenidos por la policía para investigarlos “por sospechosos” porque son negros.
  • Centros educativos. En los centros educativos expulsan a jóvenes de ambos sexos que lleven trenzas o el pelo crespo al natural, considerados “peinados raros” y exhortan a las jóvenes a “desrizarse”.Situación que muestra una fuerte carga de discriminación hacia el pelo crespo en su forma natural, al que le llaman “pajón”.
  • En muchos restaurantes las personas negras son las últimas en atender (observaciones realizadas in locus) y tomarle la orden, o si están acompañadas de personas de piel blanca no le toman la orden de comida o bebida. Recientemente se publicó la situación vivida por el hijo de un pelotero en un restaurante de esta ciudad que refleja violaciones de derecho y prejuicios raciales.
  • Tiendas y plazas comerciales ubicadas en lugares de estratos medios-altos. En ciertas tiendas y plazas comerciales personas de piel negra han sido interrogadas por “sospechosas” y se duda de su poder adquisitivo.
  • En guaguas públicas que viajan hacia el interior del país o del interior hacia Santo Domingo, algunos chóferes desmontan a personas de piel negra por ser “prieto” con expresiones como “no quiero prietos en mi guagua”. En los diferentes chequeos militares que se encuentran desde provincias del Suroeste hacia Santo Domingo se tiende a sacar de las guaguas a toda persona que se “vea” como negra porque parecen haitianas, las humillan y le revisan su documentación.

La discriminación racial en nuestro país afecta notablemente la cohesión social y el clima democrático que debe prevalecer. Se violan los derechos de las personas según su color de la piel y se oculta.

Solo se puede erradicar el racismo si se asume en forma clara y transparente su existencia y se desarrollan políticas sociales y educativas dirigidas a su erradicación.

Las personas que más se perjudican de esta negación y ocultamiento de la discriminación racial somos todo el pueblo dominicano. Mientras exista racismo y discriminación no se puede lograr: relaciones de igualdad, armonía, confianza, democracia y sobre todo desarrollo humano.

Este artículo fue publicado originalmente en el periódico HOY

Fuente e Imagen: https://acento.com.do/opinion/racismo-donde-9177498.html

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