Por Andrea Medina
Los poderes curativos de las plantas nativas y todos los conocimientos ancestrales les pertenecen a los pueblos y nacionalidades del país. Ese fue el eje de la conversación durante un encuentro que convocó a representantes de 14 pueblos y nacionalidades. La cita fue en Quito y duró tres días.
Fuego, flores y frutas se utilizaron para una ceremonia ritual que marcó el inicio de este seminario. Lo presidió Ana María Guacho, del pueblo Puruhá. Desde allí se intentó explicar por qué los saberes nativos deben quedarse en las comunidades.
“Es una construcción colectiva la que se está haciendo. Es vital para el país y las nacionalidades que se rescaten nuestros conocimientos, que se los utilice y se sepa en dónde se originaron”, dijo Carlos Chango, del pueblo Chibuleo.
A través de mesas de diálogo, exposiciones e intervenciones se intercambiaron experiencias para crear una propuesta que viabilice el cumplimiento de la propiedad intelectual de los saberes de los pueblos. “No estamos en contra de la investigación pero a veces, a pretexto de esos descubrimientos, han intentado apropiarse de los conocimientos de nuestros pueblos y hacer de eso negocios lucrativos en tierras ajenas”, señalóHumberto Cholango, ministro (e) del Ambiente, durante la inauguración de este taller.
A este taller acudieron también voceros de la Organización de las Naciones Unidas, Senescyt y el Servicio Nacional de Derechos Intelectuales.
Durante las charlas se habló de la factibilidad de cumplir con el Protocolo de Nagoya, al cual se adhirió el país en agosto del 2017. Este documento global se estableció inicialmente en 1992, pero fue reforzado durante una Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible en el 2010. Allí se abordó el acceso a los recursos genéticos y participación justa y equitativa en los beneficios que se deriven de la utilización del Convenio sobre Diversidad Biológica.
La idea es que en Ecuador se cumplan estas directrices y que no excluyan a las diferentes etnias y nacionalidades. Así lo reiteró Carolina Zambrano, subsecretaria de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Senescyt. “Esto es uno de los pilares centrales para pasar de ser una sociedad que depende de los productos primarios a una basada en la bioeconomía. Esto será posible si trabajamos todos juntos en un marco regulatorio que garantice esta distribución justa y equitativa”.
Durante la instalación de las mesas de diálogo, también se habló sobre la importancia de tomar en cuenta a las mujeres de las comunidades, por ser las principales poseedoras de los conocimientos nativos.
Ana María Núñez, del Área de Ambiente y Energía del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD-ONU), contó que desde este organismo apoyan la aplicación del Protocolo de Nagoya a través de proyectos locales y científicos. Citó, por ejemplo, el plan de Conservación de Anfibios y uso sostenible de recursos genéticos, que tiene el respaldo del PNUD.
Fuente de la reseña: https://www.elcomercio.com/tendencias/pueblos-proteccion-saberes-intercultural-interculturalidad.html