Reproducimos la entrevista a Yani Aïdali publicada este domingo en el semanario del diario francés Révolution Permanente, miembro de la Red Internacional La Izquierda Diario.
Militante del Partido Socialista de los Trabajadores de Argelia [miembro de la organización internacional a la que pertenece el NPA francés] y estudiante en arqueología a la Universidad de Alger 2, Yani Aïdali es uno de los líderes del movimiento en la capital argelina. Según él, los jóvenes no están listos para volver a casa. Derribaron Bouteflika, y quieren continuar….
RP: En primer lugar, ¿podes volver sobre la situación actual de la movilización, especialmente sobre la intervención del movimiento estudiantil?
Yani Aïdali: La movilización empezó hace dos meses, con las mayores manifestaciones que ocurrieron el 16 y el 22 de marzo. Aún persiste, incluso después de la caída de Bouteflika y sigue siendo igual de intensa a pesar de la represión que sufrimos. Las grandes manifestaciones se organizan el viernes, pero les estudiantes también se manifiestan los martes. En algunas facultades se inició una huelga general ilimitada; a veces se trata de huelgas cuya continuidad se vota semana tras semana, o cada dos días. Depende de los ritmos de votación de las asambleas generales. Las universidades más activas son Argel 2 y las escuelas de El-Harrach, al este de la capital, con 800 estudiantes que se agruparon en un polo de escuelas. Cada escuela tiene un comité autónomo y tienen una coordinación que llaman el polo de las escuelas de El-Harrach. Todavía no hemos logrado estructurar una coordinación de los estudiantes de Argel, pero el proceso está en curso.
RP: ¿Qué significa esta movilización para los jóvenes en un país donde la tasa de desocupación es enorme?
YA:Durante años conocimos una sensación de terrible impotencia en el mundo del trabajo, con una tasa de desocupación muy alta en la juventud. Muy pocas especialidades dieron lugar a verdaderas oportunidades profesionales y para muchos estudiantes la única esperanza consistía en la inmigración, especialmente a Francia. Ahora el giro en la situación nos está dando más esperanzas.
RP: ¿Cuáles son las reivindicaciones de los estudiantes?
YA: Desde el principio, el movimiento estudiantil fue parte de la dinámica del movimiento popular. Esto significa que adaptamos las reivindicaciones políticas del movimiento, en primer lugar el rechazo del quinto mandato de Bouteflika. Desde ahí empujamos, exigiendo la renuncia de todo el régimen. Ahora que Bouteflika se fue y que el ejército tomo la iniciativa política, no reconocemos la legitimidad del Gobierno actual y exigimos la renuncia del Jefe del Estado Mayor, Gaïd Salah, que es ahora el hombre fuerte [del gobierno].
En cuanto a las demandas de los estudiantes, estamos luchando por una universidad pública libre y de calidad contra los intentos de privatización. Queremos que la escuela esté abierta a los hijos de los trabajadores, a los hijos de los campesinos y a las clases populares. Y que sea también de calidad, porque la universidad sufrió un importante deterioro tras la imposición del sistema LMD [Licencia-Master-Doctorado], lo que supuso un desinterés financiero del Estado con respecto a la universidad. Los estudiantes pagan el precio por las consecuencias pedagógicas y sociales.
Con la excepción de algunas wilayas (provincias), se produjo un terrible retroceso generalizado del movimiento estudiantil debido a la falta de estructura y autoorganización. Había también lo que se llamaban «organizaciones satélites», que eran apéndices de la coalición presidencial, aliados de la administración y del poder. Por eso hemos relanzado la consigna de la autoorganización en las Asambleas Generales, porque es una tradición que se perdió en la universidad. Este proceso de autoorganización, al principio, nos tomó mucho tiempo y nos dejó poco tiempo para discutir y debatir políticas, perspectivas y temas del movimiento. Ahora la situación se reequilibro y los debates se están desarrollando realmente.
Muchos estudiantes defienden la perspectiva de la Asamblea Constituyente o, como decimos en una de nuestras pancartas, «el pueblo quiere liderar su período de transición y quiere votar por su Asamblea Constituyente». Hasta ahora nuestras consignas no han sido hegemónicas, porque no tenemos suficiente visibilidad para poder llevar a cabo una campaña alrededor de nuestra orientación. Entonces es la oposición liberal que se impone con la propuesta de una transición pacífica y rápida, es decir, una transición desde arriba que excluye a los trabajadores y a los sectores desfavorecidos. E insistimos en proponer una alternativa a este proyecto: la de la Asamblea Constituyente.
RP: ¿Cómo asegurar que la Asamblea Constituyente no sea una vía muerta para las movilizaciones y una puerta de salida para las clases dominantes, como fue el caso de Túnez?
YA:Una de las debilidades del movimiento radica en su contenido ideológico o, mejor dicho, en la falta de contenido ideológico. Las demandas siguen siendo vagas, pero radicales. Todo el mundo pide que el régimen se vaya, todo el mundo sabe lo que no quiere. Es más complicado saber lo que queremos. La oposición liberal busca una solución a corto plazo, una transición colegiada al gobierno actual.
Sin embargo, creo que la solución sólo llegará a largo plazo, después de un largo proceso de reconstrucción del discurso político y de la autoorganización. Cuando abogamos por la autoorganización, muchos pueden estar de acuerdo con nosotros en definitiva, incluso los liberales, incluso los islamistas que hacen declaraciones retrógradas y reaccionarias. Lo que marca la diferencia es el contenido ideológico y político, que nos devuelve a nosotros los revolucionarios a un proceso a largo plazo en el que somos parte.
La consigna de Asamblea Constituyente nos sirve para marcar el rumbo al movimiento. Se trata entonces de alimentar este rumbo. Así estamos unidos a todos los que están a favor de la Asamblea Constituyente, aunque tengamos una comprensión diferente de la situación y de los objetivos. Por el momento, el PST es la única organización política que propone una Asamblea Constituyente elegida y soberana tras un proceso de autoorganización.
RP: El 17 de abril, asistimos a una movilización masiva de sindicalizados de base frente a la UGTA [Unión General de los Trabajadores Argelinos] para desafiar la burocracia de Sidi Said. ¿Cómo piensa el vínculo entre el movimiento estudiantil y el movimiento obrero?
YA:Hubo otras protestas antes a favor de sacar a Sidi Saïd de la secretaría de la UGTA y el miércoles, a diferencia de las otras jornadas, hubo más apoyo de los trabajadores desde que la protesta fue lanzada por algunos sindicalistas. Aunque la mayoría de los promotores de esta iniciativa son burócratas que quieren sustituir a Sidi Saïd, era importante participar en ella para discutir con los trabajadores, y empujarlos a exigir una UGTA combativa y democrática.
En el movimiento estudiantil, algunos sectores están tratando de construir un puente con los trabajadores. Por eso, una de nuestras mociones en la última Asamblea General de Argel2 fue: «¡Abramos la universidad a todos los sectores en lucha! ». Estas son afirmaciones históricas. El objetivo sería invitar a los trabajadores más militantes de la UGTA a discutir los desafíos de la situación actual.
RP: Vimos que el nuevo gobierno había sacado el arsenal represivo hace una semana; gas lacrimógeno, ultrasonidos, carros lanza agua, y hubo manifestantes y en particular militantes del PST arrestados. ¿Nos puede decir algo más al respecto?
YA:Después del anuncio de parte del Jefe del Estado Mayor, Gaïd Salah, quien decidió plantear el artículo 102 de la Constitución, que estipula que si el Presidente no está en buen estado de salud, en condiciones de presidir, será destituido de su cargo y que será el Presidente del Consejo Institucional quien asumiera el gobierno interino, Bouteflika renunció y Bensalah, el Presidente del Consejo Constitucional, se hizo cargo de la gestión del período de transición de 90 días. Por nuestra parte, hablamos de un golpe de estado blando porque, aunque no hubo tanques en las calles, Gaïd Salah intervino para mantener en pie el régimen con la misma constitución, las mismas leyes, las mismas figuras. Inmediatamente después de la aparición del Estado Mayor en el centro de la escena política, comenzó la represión. Es como si después de dos meses de revuelta pacífica se nos dijera que «la recreación ha terminado», que «las cosas serias están empezando y que ya no tienen derecho a manifestarte en Argel».
La represión empezó en la Gran Oficina de Correos, que es un lugar bastante simbólico, y se prohibieron las concentraciones en otros lugares igualmente simbólicos. Lo que pensamos es que son los militantes de vanguardia los que están en la mira y es por eso que intentamos organizar actos todos los días a las 17hs aunque nuestros compañeros sean interpelados por las fuerzas represivas cada vez, porque pensamos que sin libertad de expresión, sin libertad de organizarse, de manifestarse, de reunirse, no podemos seguir participando en la política. Tienen a toda la prensa en sus manos. Tienen los dispositivos de propaganda. Todo lo que tenemos es nuestra libertad para organizarnos y reunirnos. Pensamos que se trata de conquistas que debemos preservar absolutamente, incluso si se está volviendo un poco más delicado militar.
Optaron por la represión para calmar a las masas, pero tuvo el efecto contrario en la población porque ahora las masas están decididas a salir todos los días. Una de las consignas, por cierto, es «¡no vamos a parar, no vamos a parar! Marchamos todos los días! ». Antes era martes y viernes y ahora es todos los días.
RP: Varios sectores de la burguesía están tratando de posicionarse en la situación ¿El ejército no termina superado? ¿Cómo perciben los manifestantes estos intentos de recuperación del movimiento?
YA:La oposición liberal está tratando de encontrar una salida rápida a la crisis y sus políticos se están proponiendo representar al movimiento popular. En términos de ecos en la sociedad, se trata de personas que son respetadas por su trayectoria, por ejemplo como activistas de derechos humanos, etc…. Pero en general, la población rechaza cualquier representación de arriba porque dos de las principales figuras de esta oposición son figuras mediáticas, ya sea Mustapha Bouchachi o Karim Tabbou, que estuvieron o están en el Frente de Fuerzas Socialistas (FFS). Es una construcción mediática. Se nos presenta gente «honesta», gente «sabia» que puede liderar la transición silenciosamente, sin problemas, pero la oposición, ya sea la oposición del gobierno o la oposición liberal, es un poco preguntarse con que salsa quieren comer a los trabajadores. Es tan simple como eso, porque cuando decimos «sabios y honestos», ¿quién decidió que son «sabios y honestos»? El método, el, no es nada democrático. Por eso proponemos una Asamblea Constituyente que pase por la autoorganización y votación. Significa que votamos a nuestros representantes. Presentan todo lo contrario en términos de enfoque: son representantes propulsados por encima y, por el momento, el movimiento popular lo rechaza rotundamente.
RP: Macron saludó al nuevo gobierno de Bensalah. Los Estados Unidos subrayaron que la elección dependía del pueblo argelino. Vemos que en la escena internacional, el imperialismo vacila y se posiciona discretamente. ¿Cómo es percibido el imperialismo después de veinte años de complicidad con Bouteflika por los manifestantes de hoy?
YA:Entre los manifestantes, lo que se siente es la oleada del saqueo de la riqueza pública, pero aún no se ha formulado en las manifestaciones. Todavía hay poca expresión política al respecto.
Desde el 22 de febrero hubo muchas consignas contra la injerencia de potencias extranjeras en el país, particularmente contra Macron. Hay mucho sarcasmo entre los manifestantes. En realidad, hay un rechazo total a las injerencias, especialmente de Francia en el país. Esto está relacionado en cierta medida con el papel de Argelia como proveedor de materias primas, gas y petróleo a Francia y con los mercados a los que tiene fácil acceso. Pero todavía no existe una conciencia antiimperialista, por ejemplo, sobre el papel de la Unión Europea o sobre el proyecto de adhesión de Argelia a la OMC. Estas cosas son poco denunciadas y poco conocidas entre la población, pero todo el mundo rechaza eso. Lo que ayudó a la aparición de estas palabras clave fue el ejemplo libio, el ejemplo sirio. Nadie quiere experimentar el mismo escenario en Argelia. Todo el mundo equipara la injerencia extranjera con el escenario libio y sirio, es decir, la injerencia ahora significa desorden, caos, guerra civil. Eso es lo que se comparte.
RP: Para vos ¿qué falta en la movilización de hoy para arrancar definitivamente de raíz lo que los manifestantes llaman el «poder asesino»?
YA:Creo que la iniciativa política y la relación de fuerza siguen estando a favor del gobierno, es decir, que aunque haya un movimiento popular considerable, siempre permanecemos en una lógica de preguntas y respuestas con el gobierno: el gobierno decide, nosotros respondemos en la calle. No estamos en una situación revolucionaria en la que exista una dualidad de poder, todavía estamos lejos de eso.
Creo que lo que puede revertir la relación de fuerza es la autoorganización de todos los sectores. No estamos aún lejos de ese punto porque el gobierno impuso un tabú a lo largo de los años destruyendo todas las estructuras democráticas y representativas que existían, incluidos los sindicatos de los estudiantes y los trabajadores. Ahora es todo un desafío, es necesario reconstruirlo todo y la recomposición de estas estructuras representativas y combativas es lo que puede hacer posible revertir la relación de fuerzas. Como el surgimiento de la clase obrera en las calles. Por el momento la clase obrera no está hegemonizando el movimiento popular, los trabajadores no están posicionados al frente. La consigna «huelga general» no se sigue, mientras que el proceso de autoorganización se encuentra todavía en diferentes desiguales.
Por ejemplo, en el sur del país, donde se encuentran los sectores del petróleo y el gas, sectores clave de la economía argelina, los trabajadores no hicieron huelga durante más de cinco días y el proceso y la autoorganización son casi inexistentes. La debilidad actual de la intervención de los trabajadores puede condicionar el desarrollo y el futuro de la movilización.
Entrevista realizada por Maryline Dujardin