Educación 3.0: una materia pendiente en un mundo digital

Por: Patricia Fernández Mainardi.

La incorporación de los celulares en segmentos cada vez más jóvenes de la población y la utilización de soportes digitales para la enseñanza ha hecho que la tecnología esté cada vez más presente en las aulas. Para aprovechar sus grandes potencialidades, es fundamental que alumnos y docentes adquieran nuevas habilidades que no siempre se aprenden de forma orgánica. DEF dialogó con distintos expertos sobre el vínculo actual entre educación y tecnología en los distintos niveles de la educación. Todos ellos coinciden en afirmar que la tecnología digital debería ser parte de la solución en el sistema educativo, pero aclaran que no se trata de una receta mágica.
Luciana Alonso, directora de Eutopía –un modelo de transformación educativa en red que alcanza a 16 escuelas secundarias de la ciudad de Buenos Aires–, define el presente como «una oportunidad para recrear el campo educativo». Esta experta hace hincapié en que la generación de conocimiento se ve potenciada por la tecnología, pero que no alcanza solo con ella. «Los avances en el mundo de la informática nos desafían constantemente y existen miradas muy diversas ante los cambios, propios de los procesos de transformación de la cultura escolar. Es necesario derribar el mito de que las tecnologías motivan más o convocan emocionalmente a los estudiantes. Son las propuestas educativas las que potencian los aprendizajes, no los dispositivos», asegura la especialista. «Aun así, debemos interpelar las prácticas de enseñanza para problematizar el modelo escolar actual y asumir el desafío de buscar nuevas formatos pedagógicos», agrega.

Por su parte, Gisela Schwartzman, coordinadora pedagógica del Proyecto Educación y Nuevas Tecnologías de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), plantea que en la relación entre educación y tecnología aparecen posiciones ambivalentes y que se trata de buscar una síntesis: «Para algunos la tecnología va a resolver todos los problemas del sistema educativo; otros tienen una mirada apocalíptica. En ambos casos, la mirada es ingenua. Hay una mirada más madura, la que plantea que ni resuelve todos los problemas ni trae todos los males. La pregunta ya no es si adoptamos o no la tecnología, sino qué hacemos con ella».
Acostumbrado a recibir alumnos interesados en tecnología, arte y diseño a partir de programas de estudios innovadores, Carlos Martínez es actualmente uno de los directores de la Escuela Da Vinci. Él apuesta a la evolución del aprendizaje a través del uso de las nuevas herramientas tecnológicas: «De alguna manera, tiene que existir una convivencia. Son herramientas que terminan mejorando la calidad de la educación. Hoy por hoy, el estudiante termina siendo multidisciplinario, la incorpora fácilmente. No es un obstáculo, siempre que se trabaje de forma clara y con procesos fáciles de incorporar». Sin embargo, Martínez manifiesta que esa relación aún debe continuar su proceso de maduración. Para él, por ejemplo, pese a la presencia de tecnología en las aulas, «el rol activo del profesor sigue siendo sumamente importante».
Matías Cortiñas, gerente de Innovación Educativa de la Universidad Austral, plantea que el vínculo entre ambas áreas es tenso ya que, de alguna manera, la tecnología llega para cambiar el statu quo de la educación, lo que implica una ruptura con los paradigmas tradicionales. «El profesor pierde vigencia como eslabón principal del conocimiento, ante la democratización de la tecnología y de la información. Si bien estamos en el comienzo de un largo camino, los avances de los últimos años han acelerado la incorporación de las tecnologías en las propuestas educativas a nivel global, como así también en otros sectores socio-económicos. Pero, como en todo comienzo, hay mucho de aprendizaje para que su inserción sea genuina», explica.

El profesor pierde vigencia como eslabón principal del conocimiento, ante la democratización de la tecnología y de la información

Alberto Allemand, rector de la Universidad CAECE, señaló: «La universidad es consciente de estos cambios y de su impacto. Por un lado, utiliza la tecnología como herramienta al ofrecer educación a distancia. Por otro, tiene presente a la tecnología en el proceso de generación de conocimiento». Cortiñas brinda su perspectiva sobre la educación en línea: «En su momento fue estigmatizada como de baja calidad. Hoy su calidad no se mide por el medio en el cual se ofrece, sino por el renombre o el posicionamiento de la universidad. Es difícil dudar de la calidad de propuestas en línea de las universidades más prestigiosas del mundo y una razón es que los procesos de calidad, que tienen para que sus programas presenciales sean trasformados, adaptados y extendidos a este tipo de propuestas educativas. Además también dio paso a la educación no formal, con el surgimiento de distintas plataformas que ofrecen propuestas educativas y que cuentan los la suscripción de millones de estudiantes de todo el mundo».
Un caso testigo es de la aplicación BuscaTuClase (www.buscatuclase.com), plataforma creada por el presidente de la Fundación Criteria, Santiago Tito, que se presenta como la mejor manera de encontrar docentes particulares y cursos, generando un perfecto equilibrio entre la oferta y la demanda. Esta aplicación ha logrado vincular, de forma gratuita, una red educativa de 6.000 personas, entre profesores y alumnos, a lo largo y ancho de nuestro país.

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El aprendizaje online es una modalidad que gana cada vez más adeptos. Foto: buscatuclase.com

El impacto del recambio generacional

Los denominados «nativos digitales» tienen la tecnología incorporada a cada ámbito de su vida. «Debemos tener en cuenta que las nuevas generaciones entienden la tecnología como algo más que está en su entorno y no como un factor especial a considerar. Esto hace necesario que el enfoque de la educación tenga en tenga en cuenta esta circunstancia», explica Allemand. Al respecto, Luciana Alonso afirma que «para los estudiantes es la ‘hora de la motivación’, ya que las prácticas de aprendizaje mediadas por tecnología los convocan emocionalmente, dado que recuperan rasgos propios de su cultura juvenil. A su vez, se reconoce en los docentes la pregunta legítima acerca de cómo la escuela da respuesta educativa en tiempos de cultura digital. Se vivencia la necesidad de interpelar las prácticas de enseñanza, problematizar el modelo escolar actual y asumir el desafío de buscar nuevos formatos pedagógicos».
Para Carlos Martínez, el alumno de hoy es más interdisciplinario. «Te  con chicos con un grado tal de curiosidad que van investigando porque quieren respuestas más inmediatas. Hay ciertos lugares en los que el alumno pretende que el profesor esté capacitado y, a su vez, esto hace que los docentes también estén más preparados. Yo lo veo como algo positivo», sostiene.
Gisela Schwartzman aportó una mirada distinta de este nuevo cambio vinculado al manejo de las herramientas digitales por parte de los chicos: «Hay un dominio fuerte, pero eso no los convierte en usuarios críticos». Desde su punto de vista, los chicos aún no logran generar conocimiento a partir de estas herramientas; para ello, es fundamental que los adultos puedan acompañarlo y «formarlos como ciudadanos digitales con una mirada crítica». Para Cortiñas, «las nuevas generaciones esperan que el proceso formativo los dote de capacidades que les permita ser atractivos al mundo laboral en el menor tiempo posible. Por su parte, la democratización de la tecnología ha favorecido la mentalidad emprendedora, que es un rasgo de las nuevas generaciones y las empuja a querer ejercer y crear productos y servicios para las necesidades de la sociedad. Además, demandan que los procesos de enseñanzas sean flexibles, personalizados, segmentados por microcertificaciones, y accesibles en cualquier momento y lugar. Esto marcará la agenda de la alta dirección de las universidades para poder estar a la altura dichas expectativas», subraya.

El futuro en las aulas

Los expertos vislumbran un futuro incierto. Gisela Schwartzman sostiene que, como sucede con el arte y la ciencia ficción, a veces imaginamos futuros tecnológicos que se basan en los aparatos, pero no vemos cómo se transforma la organización social. «Las escuelas van a seguir existiendo como son o van a ser más asediadas por estos desarrollos. Es todo muy poroso. Ya no es más lo que ocurre afuera o adentro del aula. Hay algo ahí que está tensionando la lógica escolar y universitaria, pero no sabemos hacia dónde va», explica.
Para Carlos Martínez, «lo que está pasando hoy con el docente es lo que puede pasar con el alumno del futuro. Hoy el docente debe adaptarse a las nuevas formas de educación. Por ejemplo, yo considero valido que el alumno pueda filmar al docente y llevárselo a su casa para repasar la clase. No debería existir impedimento, siempre que le dé un buen uso». Por otro lado, Martínez manifestó su preocupación por el futuro de aquellos chicos que no tienen acceso a la tecnología, ya que el futuro del empleo está vinculado estratégicamente. «Hay empresas que están tecnificándose y eso va a ser parte de un cambio más, como fue la revolución industrial», explica. Este especialista redobla la apuesta y propone gamificar –esto es, hacer más lúdica– el aula: «La gamificación, que viene de la palabra juego, existe. Es lo que permite generar otro tipo de trabajo en la clase, como colaborar, o bien hacer un trabajo, desarrollo y objetivo que incorpore tips que haga jugar a los alumnos».

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Los nativos digitales integran la denominada «generación táctil». Foto: Fernando Calzada.

Según Matías Cortiñas, el futuro de la educación y la tecnología está íntimamente ligado a los cambios que vivirán las nuevas generaciones: «Dentro de algunos años, los nativos digitales o ‘generación táctil’ buscarán propuestas académicas que estén acordes a sus expectativas y a sus formas de interactuar con el mundo que los rodea. En ellos se están gestando algunas características particulares que potencian estos retos. Todo tiene que pasar por un dispositivo smart y, me atrevo a decir, que el celular irá ganando cada vez más terreno; todo tiene que ser fácil de usar, rápido acceso a su objetivo; y todo tiene que pasar en el menor tiempo posible», explica.
A la hora de imaginar el futuro en las aulas, Allemand plantea la importancia de pensar en el mercado laboral: «Debemos prepararnos para un escenario de cambio que nos demandará una importante flexibilidad para adaptar contenidos, medios, herramientas y procesos. Este desafío abarca a todos, autoridades, docentes, alumnos». El directivo de la Universidad CAECE habla de «las dos i»: innovación e inspiración. «La innovación implica que, al momento de imaginar el conocimiento, se debe brindar a los alumnos herramientas en las que la tecnología funcione como un elemento transversal incorporado a todas las ofertas académicas; y, por otro lado, los docentes deberán ser inspiradores durante el proceso de aprendizaje y conseguir que el alumno desarrolle las habilidades y competencias necesarias para poder insertarse en el mundo cambiante y así poder abordar los trabajos del futuro».
En síntesis, la innovación es un desafío para el docente del futuro. Y, como explica Luciana Alonso, también es importante considerar las potencialidades que la tecnología puede brindarnos en las escuelas: «La posibilidad de ofrecer nuevas experiencias de aprendizaje, de comunicación mediante diversos lenguajes de expresión, de construcción colaborativa de conocimiento, y de motorización de los procesos de creatividad de los estudiantes». En ese sentido, sostiene que a través de la red de escuelas miembros de Eutopía, no solo imaginan sino que están haciendo realidad la posibilidad de una educación con capacidad de reinventarse tantas veces sea necesario.

Fuente de la reseña: https://www.infobae.com/def/desarrollo/2019/05/25/educacion-3-0-una-materia-pendiente-en-un-mundo-digital/

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