Por: Diana Oliver.
Decía Gloria Fuertes que para escribir poesía infantil “se hacía niña”. También contaba que cuando le preguntaban qué trabajo tenía, ella siempre respondía que su trabajo era escribir para los niños y las niñas. “Mi trabajo es escribir libros de poemas y cuentos igual que vuestro trabajo es jugar y aprender y leer libros que os diviertan”, escribía en 1986 en un prólogo que nunca vio la luz. Al menos no hasta que Blackie Books lo recuperó para El libro de Gloria Fuertes para niños y niñas, publicado en 2017. Pocas personas han entendido mejor a los niños que ella, que también fue una niña incomprendida (“Ahora me comprendéis alguno de vosotros / cuando yo era pequeña, nadie me comprendía”, del poema Nací en una buhardilla). Y pocas han visto como ella el valor que tiene la poesía en la infancia para despertar en los futuros lectores el amor por los libros, por la magia de las palabras. Porque la poesía, es para los niños y las niñas, un lugar perfecto que habitar.
Lo sabe Nieves García, maestra de Educación Primaria durante más de 40 años y ganadora de la última edición del Premio de Poesía para Niñas y Niños Ciudad de Orihuela –que organiza la editorial Kalandraka desde hace 11 años– con ‘A la luna, a las dos y a las tres’. “A ellos les encanta y se divierten muchísimo. Siempre comento que un poema es como un dulce en la boca de un niño. Y si les sabemos engolosinar con ellos, nos pedirán más y más”, dice. Su trabajo como maestra le ha permitido disfrutar de la creación poética con alumnos y alumnas de todas las edades. Con los más pequeños, a través de la tradición oral, y con los mayores, con cancioneros populares junto a aquellos poetas que han accedido al mundo de la infancia. Así que García no duda en animarnos a “disfrutar de la música de las palabras y de sus distintas voces por medio de la poesía en las primeras edades”.
Según Ana Garralón, experta en literatura infantil y juvenil y fundadora de la librería madrileña La fabulosa, “los niños son rítmicos por naturaleza, les encanta la musicalidad del lenguaje, los juegos de palabras, las palabras desconocidas, lo corto pero potente imaginariamente hablando”. Por eso, para Garralón, la poesía les llega directamente y “les da igual si es un poema, un juego para echar las suertes, una cancioncilla”, pero somos los adultos los que tenemos más problemas con un género que, damos por hecho, no es para todos. “Los adultos que no son aficionados a la poesía o han perdido ese sentido lúdico del lenguaje prefieren un cuento porque, sin duda, es más fácil de leer en voz alta”, señala.
Que los niños no tienen ningún problema con la poesía es algo que también apunta Santiago Yubero, decano de la Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades y director del Centro de Estudios de promoción de la lectura y literatura infantil (CEPLI): “La poesía bien leída y tratada, por su musicalidad y estética, gusta a los niños y les atrae hacia la lectura”. Desde el CEPLI insisten en la importancia de la creación poética en la formación de lectores jóvenes, de ahí que organicen el Premio de poesía infantil Luna de aire, uno de los más antiguos e importantes certámenes –con 16 ediciones a sus espaldas–, para promocionar la poesía para niños dentro de la Literatura Infantil. Eso sí, Yubero cree que “hay que seleccionar bien los libros y realizar un acercamiento adecuado de las poesías a los niños, con una lectura entretenida en contextos acogedores, positivos y lúdicos; donde leer y escuchar sea un disfrute”. Destaca en este sentido la importancia de las personas que se ocupan de ello: padres y madres, maestros, bibliotecarios, etc. “En muchas ocasiones el problema está en los adultos y también en sus apreciaciones infundadas de que los niños rechazan la poesía. Todo lo contrario”, insiste.
Para acercar la poesía a los niños, Nieves García considera importante que el marco de la familia sea el primer punto de partida. Recomienda hacerlo a través de las nanas y las canciones de juegos, primero. Más adelante, según García, solicitando la colaboración de la escuela y las bibliotecas, así como de blogs especializados en poesía infantil, para acceder a los poetas que son un referente en la misma. Los premios de poesía infantil como el de Ciudad de Orihuela o el de Luna de Aire también pueden ser útiles para descubrir poemarios de calidad.
¿Y las editoriales?
Cabe preguntarse si la poesía es una apuesta de las editoriales o si es considerado un género poco interesante en cuanto a ventas como consecuencia de ese escepticismo inicial de los adultos. Hoy son muchas las editoriales que parecen haber sido persuadidas por el espíritu de Gloria Fuertes y que están haciendo grandes apuestas por la poesía en sus catálogos. Según Santiago Yubero, “hay buenos libros de poesía para niños y las editoriales se están esforzando para que así sea”. Y destaca libros de poesía actuales –que considera de gran calidad– como Retahílas de cielo y tierra de Gianni Rodari (SM), Abezoode Carlos Reviejo (SM), El secreto del oso hormiguero de Beatriz Osés (Kalandraka), El bolso en la niebla de Mª Rosa Serdio (Pintar, pintar) o Bululú de Beatriz Giménez de Ory (Kalandraka). Sin embargo, cree que aunque cada día nos encontramos con más libros de poesía infantil, no es suficiente y “se debe seguir promocionando la poesía entre los niños, por la riqueza que proporciona en la formación de futuros lectores”.
Por su parte, Ana Garralón encuentra interesante pensar en la cantidad de editoriales que, sin tener una colección específica, están editando poesía como Litera, Combel o Ekaré. En España, pero también en América Latina, donde según la experta hay mucha tradición y publicación. “Es más difícil leer poesía y, por lo tanto, venderla”, apunta, y añade que dado que la poesía es otra manera de leer, otra sensibilidad, “hay mucha rima «tonta» que se vende como poesía” y tal vez eso pueda llevar a generalizaciones y a pensar que eso es poesía.
La fundadora de La Fabulosa recomienda como imprescindibles las antologías poéticas “porque son una muestra de muchas voces diferentes y permite disfrutar estilos variados”. Suyas son Si ves un monte de espumas (Anaya) y Rurrú camarón (Combel). También considera interesantes la selección de Mar Benegas en la editorial Litera (44 poemas para leer con niños), y el trabajo en general de Antonio Rubio en la colección imprescindible De la cuna a la luna de Kalandraka. De América Latina se queda con los libros del venezolano Eugenio Montejo (Chamario y Disparate, publicados ambos por Ekaré), así como con el trabajo de la mexicana María Baranda (Diente de león) o la chilena María José Ferrada (El idioma secreto en Kalandraka o El lenguaje de las cosas en Santillana).
Concluye la maestra y poeta Nieves García que si bien la poesía infantil parte de nuestras primeras vivencias con la palabra en la que nos inician nuestros familiares más cercanos, esa relación de contacto con la tradición oral se está perdiendo a pasos agigantados y es necesario retomarla de alguna forma pues es una parte fundamental de lo que somos. “Es un estadio fundamental para poder seguir saboreando otros textos poéticos a medida que crecemos; más aún si pensamos que vivimos en una época en la que la relación con las imágenes de una pantalla se está imponiendo sobre el contacto directo con las personas. Y nada que decir sobre la oralidad, esa gran olvidada”.
Quizás debamos volver a la sabiduría de Gloria Fuertes y convertirnos nosotros también en niños de vez en cuando. Para leer poesía con ellos, claro, porque como decía la poeta “desde los cinco años hasta los noventa, quien juega a leer gana siempre”. También para volver a transitar por un lugar, la infancia, en el que, como escribía Carmen Martín Gaite, “todo pasa allí de una manera diferente”.
Fuente del artículo: https://elpais.com/elpais/2019/05/29/mamas_papas/1559138466_432942.html