Redacción: Desinformémosnos
El Movimiento Estudiantil del 68 es una de los momentos más significativos en la historia política de México, sin embargo, a lo largo de muchas décadas, la censura gubernamental logró mantener lo sucedido durante el verano de aquel año fuera de la cinematografía nacional y marginalizó los pocos ejemplos que lograron eludir la férrea mano de los censores, como la cinta Rojo amanecer (1989) o el documental Dos de octubre, aquí México (1968).
Poco a poco comenzaron a surgir ejemplos que acompañaron a El Grito como memoria cinematográfica de aquellos que decidieron marchar y enfrentar a las autoridades para buscar un cambio social, antes de sufrir la vena más autoritaria de su gobierno, preocupado por la imagen del país proyectada al mundo previo a las Olimpiadas de 1968.
Ese ejemplo de valentía y la necesidad de contar lo sucedido antes de la Matanza de Tlatelolco fueron los motivos principales por los que el realizador José Manuel Cravioto, egresado del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) ahora Escuela Nacional de Artes Cinematográficas (ENAC), decidió emprender la difícil tarea de producir, dirigir y escribir una película sobre dicho tema.
“Desde niño que hojeaba libros o le preguntaba a mi papá o a la gente que participó en el movimiento, cómo era la UNAM en esos tiempos, qué pasaba cuando salían a las calles, ver películas, escuchar año con año que se reunían para recordarlo. Pasaron varias cosas y terminé estudiando cine en la UNAM, en el CUEC, donde varios de mis maestros participaron en el movimiento, en la filmación de El Grito.
“Fue como redondear la experiencia, escuchar las historias de cómo filmaron el documental, me hizo sentir parte del espíritu y generé la necesidad de formar parte de este grupo de cineastas, tomar la estafeta para seguir contando lo que me enseñaron mis maestros, mostrar las historias que tenía en la cabeza. Era una inquietud artística”, explica Cravioto.
Olimpia fue el resultado de ese deseo, en la película somos testigos de cómo tres estudiantes –Raquel (Nicolasa Ortiz-Monasterio), Rodolfo (Luis Curiel) y Hernán (Daniel Mandoki)– ven transformadas sus vidas al involucrarse en las manifestaciones estudiantiles, enfocándose en los meses previos a la funesta noche de Tlatelolco.
Luis Curiel afirma que “durante mucho tiempo se trató de cuidar la manera de contar el evento, a nivel de medios y de qué convenía para los políticos. De pronto, nos distrajimos de ver a los jóvenes, cuál era el espíritu primigenio que generó el movimiento. Es bueno, a la distancia, que José Manuel haya tenido el valor de contar todo ese espíritu.”
Para los tres actores protagonistas involucrarse en Olimpia significó cambiar sus ideas sobre el 68, así lo expone Mandoki: “conocía al 68 como un hecho histórico. Había escuchado qué pasó, las fechas, etc. Pero no me había adentrado en el movimiento, cómo era la energía de los chavos, cómo eran ellos, qué significaba para los participantes. No había captado que para ellos fue algo muy bonito, siempre lo hicieron desde un lugar muy pasional. Conocía al movimiento como situación histórica nada más.”
“Se habla mucho del 2 de octubre, hablar del movimiento no se hace mucho. Se habla de muertos, la CIA, Díaz Ordaz, los líderes estudiantiles, quién se volvió político, quién consiguió puesto, quiénes quedaron en Lecumberri. El movimiento no es sólo ese momento terrible, durante meses se gestó algo muy bello que sucedió en la Universidad, el epicentro de ese movimiento nacional”, añade Cravioto.
La intervención de la Universidad Nacional fue clave a lo largo de toda la producción, no sólo el director es egresado de la misma sino que decenas de estudiantes de la Facultad de Artes y Diseño (FAD) participaron en la animación que da vida a cada cuadro del largometraje gracias a la técnica de la rotoscopia, realizada gracias a una máquina que permite a los artistas dibujar sobre las imágenes capturadas por la cámara.
El uso de esta técnica, usada en películas como Tron (1982) o Despertando a la vida (2001), significó una experiencia radicalmente nueva para aquellos que participaron en la producción de Olimpia.
“Al decirles que se iba a dibujar encima de ellos y que sus rostros y físicos iban a quedar un poco escondidos, era difícil explicarles y entenderlo. Fueron muy generosos cuando dijeron: claro, estoy trabajando para el sujeto animado. Debían quitarse lo personal y poner a servicio de un ser animado su actuación”, apunta el también realizador deSeguir siendo: Café Tacvba, donde comparte crédito de dirección con el cineasta Ernesto Contreras.
Por su parte Curiel cuenta que “al principio nos costó un poco entender la dinámica de cómo se filma plano por plano, por capas en realidad. Teníamos una capa para la locación, luego otra para los extras y después nosotros. Había que repetir ese proceso en cada plano, primero no entendíamos la dinámica porque había cierto desconcierto. Al final, fue muy disfrutable entenderlo y trabajar al servicio de eso. Fue una gran experiencia.”
La película, para Nicolasa Ortiz-Monasterio, es una buena manera de acercar a las generaciones más jóvenes al espíritu del Movimiento del 68, que podría resultar algo distante para aquellos que no lo vivieron, porque en la escuela debes “memorizar los hechos históricos, te aprendes uno y vas al museo, ahora el siguiente. Entonces, obviamente, si te dicen 2 de octubre te va a dar hueva. Con la película me pasa que ésta vive, tiene fuego, tiene rock y no sólo políticos. Te emocionas. ¿No mames así fue? ¿Los mexicanos andaban igual que los franceses? ¡A huevo! Te entusiasmas y deja de ser una fecha en un libro.”
“No hay que ser injustos con generaciones jóvenes porque no se interesen. Para que la memoria funcione tienes que estar atada a que físicamente recuerdes los libros o lo que te contaba tu papá. Mi generación estaba muy acostumbrada ese tipo de estímulos”, señala Cravioto y añade:
“Las nuevas generaciones no lo tienen porque nosotros, como padres, no tenemos el interés de llegar y decirles ‘mira, hay esto, hojea este libro’. Conocer los materiales que no están en YouTube cambian la manera en que nos relacionamos con el pasado. No es culpa de los jóvenes, es que la dinámica es otra. No sé tocan esos libros, no se ven esos cuadros, no llevas al niño al museo. Se ha perdido eso.”
Entre esos materiales hay dos que nutrieron de manera especial a Olimpia: El Grito y el libro La noche de Tlatelolco, de Elena Poniatowska. De esta manera lo enuncia el director de Los últimos héroes de la península:
“El Grito me parece un documento muy vivo, hay vasos comunicantes que inspiran a Olimpia en La noche de Tlatelolco y El Grito. Ambos son ensayos, uno literario y otro fílmico, en formatos poco convencionales. No es un documental lineal, ni tiene una narrativa convencional, igual que el libro. Saltan a la vista porque están vivos, requieren mucho de ti porque es como si conocieras a una persona con muchas ideas. Es el lenguaje que tienen, se sienten muy vivos y Olimpia toma algo de esas estructuras.“
Olimpia llegará a las salas de cine del Centro Cultural Universitario y varios complejos cinematográficos del país el 27 de septiembre, previamente fue proyectada en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) y Arcadia, Muestra Internacional de Cine Rescatado y Restaurado, organizada por Filmoteca de la UNAM.
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Fuente: https://desinformemonos.org/olimpia-un-homenaje-al-movimiento-del-68/