¿Por qué estás en Bogotá?
¿Qué tipo de problemas aquejan a las niñas de tu región?
Una es la violencia física, sexual y psicológica, además de la frustración porque muchas no tienen las oportunidades para estudiar una carrera y muchas veces les queda la opción de quedarse en casa ayudando a sus padres y depender totalmente de un hombre. Por otro lado, la gran mayoría ve la violencia como parte de su vida cotidiana. Que si sales a la calle y te dicen “mamacita rica”, seamos conscientes de que eso no está bien. Eso es acoso. Cada quien tiene derecho a hacer uso de su libre expresión y vestirse y manifestarse como desee sin temor a ser juzgadas.
¿Cómo es la vida para las niñas en estos municipios donde está la violencia y el narcotráfico?
Las mujeres y niñas fueron usadas como objetos de guerra. Han sido víctimas de violencia sexual, muchas secuestradas e incluso hay mujeres que han tenido hijos de excombatientes, producto de un abuso, lo que les ha causado daños físicos y emocionales. Incluso sus hijos han tenido que sufrir la discriminación. Las mujeres han sido pisoteadas. Nos han querido ver sumisas. Pero esta situación está empezando a cambiar, ahora las mujeres están empezando a alzar su voz y están dejando de ser temerosas.
¿Qué tanto hablan las niñas de estos temas?
¿A qué te dedicas?
Me gradué el año pasado en el colegio de Buenos Aires, Cauca. Aprendí muchas cosas, pero me hubiera gustado que la educación fuera mejor, porque la institución educativa no cuenta con implementos necesarios para fortalecer los aprendizajes. Tengo un grupo de niños a los que les doy clases de lectura y les enseño sobre derecho e igualdad de género. Participo en espacios de mi comunidad y sobre todo en la Fundación Plan, que ha hecho un muy buen trabajo con las niñas de mi comunidad.
¿Quiénes son esos niños y niñas que ayudas?
Son del grado tercero de la escuela. Es importante enseñarles sus derechos para que desde pequeños sepan cómo exigirlos. Aprenden a qué entidades tienen que acudir en caso de violencia sexual, física y psicológica. Pero también les enseño sobre valores, como el compañerismo, respeto, amistad, que mejoren sus comportamientos y para que en un futuro sean mejores personas. Es un programa que se llama Construyendo el mundo que queremos.
¿Y cuál es el mundo que quieres?
Quiero un mundo en el que las mujeres y las niñas tengan más oportunidades para acceder a una universidad, tener una educación de calidad; en el que el trabajo del hogar sea compartido; en el que las mujeres adultas tengan los mismos ingresos en sus trabajos que los hombres.
¿Cuál es tu sueño?
¿Qué falta para que puedas entrar a la universidad?
La mayor limitante es la falta de recursos. Las ganas las tengo.
¿Dónde has aprendido todo esto?
En la Fundación Plan gran parte. Desde niña he participado este proceso, comencé a los nueve años en los semilleros. Ha sido un proceso arduo de empoderamiento y creo que ya está dando frutos.
¿Qué dice tu familia y tus amigos sobre esto?
A mi mamá le parece muy bien que participe y sea una chica destacada, que me preocupe por salir adelante. Mi familia me apoya mucho. En ese sentido, le gusta que estudie, que aprenda cosas nuevas. Tengo un hermano de 9 años y otra hermanita de 4. En mi casa también hay trabajo. A mi hermano le enseño que a las mujeres hay que tratarlas bien, respetarlas, porque tenemos los mismos derechos. Y a mi hermanita le leo un libro que me entregó Plan llamado Cuento de buenas noches para niñas rebeldes, para que ella encuentre inspiración y crezca con ese pensar de que las mujeres venimos al mundo a ser y hacer muchas otras cosas diferentes a ser amas de casa o parir, que es la imagen que tienen muchas personas machistas.
¿Cómo cambiar la mentalidad de niñas y niños que están influenciados por conductas machistas?
Hay que empezar no sólo con las niñas sino también con los niños. Si se educa a los niños para que en un futuro sean hombres comprometidos con esta causa y crean en la igualdad, las mujeres vamos a estar más protegidas y unidas. Pero el trabajo debe estar principalmente en las niñas. Aún hay mujeres que no se reconocen como feministas y no comparten los ideales para acabar con esa desigualdad. También hay que trabajar con las familias, con los padres y las madres, que entiendan que las mujeres tenemos más capacidades de lo que se imaginan y vinimos al mundo a ser fuertes, luchadoras, empoderadas, a salir adelante.
¿Qué mensaje envía a quienes viven en las ciudades y piden que siga la guerra?
Que se pongan en nuestro lugar. Es nuestra familia, es nuestro territorio, no pueden pedir que siga la guerra si no la han vivido como la hemos vivido nosotros. A las personas que vivimos en el campo nos duele la guerra, queremos salir adelante, estudiar y trabajar sin miedo. A pesas personas las invito a que vayan a vivir a mi municipio al menos un mes para que cambien esa visión.
Fuente: https://www.elespectador.com/colombia2020/pais/las-ninas-tenemos-una-vision-amplia-del-futuro-sandra-camila-embajadora-de-francia-por-un-dia-articulo-885383