Por: Luis Britto García.
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En la década de los cincuenta, cerca de 800.000 inmigrantes europeos ingresaron a una Venezuela que contaba poco más de cinco millones de habitantes. A todos se los acogió fraternalmente; no hubo campañas xenófobas ni propuestas de invadir Europa para remediar la crisis humanitaria que ponía a su población en fuga.
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Desde entonces fue Venezuela paño de lágrimas de todas las migraciones de la región y del mundo. A cambio sólo recibe agresiones, y una de ellas es el escándalo mediático que exagera la salida de nuestros compatriotas a otros países. Para ponerlo en perspectiva, consultemos las tasas de migración neta del Index Mundi, a su vez documentadas con los datos del CIA world Factbook.
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La tasa de migración neta revela la diferencia entre el número de personas que inmigra a un país o emigra de éste en un año por cada 1.000 habitantes, y se expresa con una magnitud positiva (+) cuando el número de los que ingresan supera al de los que egresan, y con una negativa (-) cuando salen más de los que entran. En dicha tabla, que cierra en enero de 2018, se asigna a Venezuela una tasa de migración negativa de -1, lo que quiere decir que el año anterior el total de los emigrantes habría superado en 1 por mil a los inmigrantes.
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En la misma tabla, un conjunto de países cuyos gobiernos dicen estar supuestamente afectados por la excesiva migración venezolana, como Chile, Ecuador, Brasil o Panamá presentan una tasa neta de migración de 0 (cero), lo cual indica que, o no han sido objeto de ingreso notable de venezolanos, o que sus nacionales abandonaron dichos países en igual proporción.
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Otros países cuyos gobiernos resienten estar supuestamente afectados por la migración de venezolanos, como Colombia, Uruguay u Honduras, presenta una tasa neta de migración de neta de -1 (menos uno), exactamente igual a la de Venezuela, lo que significa que sus habitantes están emigrando de ellos en la misma proporción que lo hacen los venezolanos, y en mayor cantidad en el caso de mayor demografía, como sucede con Colombia.
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En fin, países alegadamente afectados por nuestra migración, como México, Guatemala y Perú, presentan una tasa neta de emigración de -2 (menos dos) lo que significa que sus habitantes emigran, proporcionalmente, en cantidad doble que los que dejan Venezuela.
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Parecida situación afecta a Jamaica, con tasa de -4, a Guyana, con tasa de -5, a Jamaica y a Trinidad y Tobago, con tasa de -6, y al Estado Libre Asociado de Puerto Rico, con tasa de -12, lo cual significa que, proporcionalmente, sus salídas de emigrantes son superiores cuatro, cinco, seis y doce veces a la de Venezuela.
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Ante estadísticas compiladas por un organismo enemigo de nuestro país como la Central Information Agency, cabría preguntarse cómo pueden quejarse de un exagerado ingreso de venezolanos países cuya población es estable o cuyo flujo emigratorio es igual al venezolano, o supera a éste en proporciones de dos, tres, cuatro, cinco, seis y hasta doce veces. Como fariseos, ven la paja en el ojo del vecino y no la viga en el propio. Contra ninguno de ellos se han promovido declaraciones de crisis humanitaria; ninguno ha sido amenazado con invasión para paliarla, ni ha tenido que defender sus fronteras contra intentos de violarlas con tal pretexto.
Añadamos que, si nuestra tasa neta de migración de -1 representa el número de emigrantes por cada mil habitantes, y suponemos que la población actual de Venezuela es de unos 30.000.000 millones de habitantes, tendríamos entonces que de nuestro país habrían emigrado el año en referencia unas 30.000 personas, y no las cifras apocalípticas que inventan fake news y encuestas fake. Pasqualina Curcio calcula en este diario con mayor precisión el número de 38.027 emigrantes para 2018.
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Comentario aparte merece la calidad de esa emigración. Un informe del Servicio de Estudios Económicos del BBVA Research sobre los venezolanos en Perú destaca que éstos trabajan 20 horas más, presentan mejor estado de salud y en promedio tienen mejor educación que lo peruanos. “En su mayoría, los emigrantes venezolanos son ingenieros, administradores de empresas, profesores, abogados, contadores y enfermeras. Y aquellos que tienen carreras técnicas son en su mayoría administradores o analistas de sistemas y computación. También los hay mecánicos, enfermeros, contadores, comunicadores y hasta periodistas”. Su trabajo habría mejorado la economía del país: “Estimamos que en 2018 el PBI potencial creció 4,4%, casi un punto porcentual más de lo que hubiese aumentado si la migración de ciudadanos venezolanos no hubiese ocurrido” (Elizabeth Fuentes: El Cooperante, Emisora Costa del Sol FM14-10-2019).
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Si el mencionado informe fuera veraz, parte del inmenso esfuerzo en Salud y Educación cumplido por el bolivarianismo estaría en último término beneficiando a países cuyos gobiernos nos adversan al proporcionarles gratuitamente profesionales que necesitamos. Para evitarlo, reiteramos sugerencias para facilitar la inserción productiva de nuestros profesionales: 1) concentrar el esfuerzo educativo en las especialidades que el país necesita 2) enseñar metodología, para facilitar la autoformación y renovación constante de saberes 3) impartir para todas las carreras conocimientos básicos de Derecho, Administración y Contabilidad a fin de graduar profesionales versátiles que se puedan desempeñar en múltiples áreas 4) crear mecanismos informatizados que permitan el encuentro de la oferta y demanda de profesionales tanto en el sector público como en el privado.
La materia gris es el recurso natural más precioso: evitemos su fuga.
PD: Me confirieron el Premio Nacional de Historia.
PPD: Por segunda vez Hidrocapital abre y deja sin tapar un boquete frente al garaje de mi casa en la urbanización Santa Marta. A ver si me premian completando su trabajo.
Fuente del artículo: http://www.radiomundial.com.ve/article/la-migraci%C3%B3n-como-fake-news