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¿QUIÉN ALFABETIZA A LOS ALFABETIZADORES?

Desde la pandemia se culpa a la escuela por no enseñar lo básico, a leer y escribir, y se ponen en marcha planes de alfabetización a la carrera. El problema parece estar en la pantalla, guardiana del sueño en la vigilia, pero en realidad, es responsabilidad de adultos, que hace tiempo dejamos de ser responsables.

 

I.

Paseo con disfraz por la taberna, diálogo con el mandarín, cura o delegado, y hasta lectura de cartas de obreros y de amas de casa. El mandatario quiere saber de qué habla la feria. Rastrear el humor social impreso en el celular es moneda corriente; también los focus group, capilaridad empresaria multiuso. Meses atrás, un ministro de educación provincial contó que, al término de una de estas encuestas, con lágrimas en los ojos, una madre pidió “que le enseñen a mi hijo el alfabeto”.

Occidente se desvela y desempolva planes de alfabetización sin éxito.[1] Desde la post-pandemia, a nivel provincial y nacional se ponen en marcha en nuestro país, donde, según políticos, padres y madres con preocupación real o fingida, los docentes somos los únicos responsables.

Como las armas, las tintas la carga alguien. Aunque en Matemáticas los resultados son levemente peores, algo que intuye el chino del barrio que pide personal,[2] la derecha paleo-liberal manipula resultados de las pruebas de Lengua[3] y agita campañas de padres y madres que visibilizan, antes que ayudan a revertir, problemas de lectura y escritura.[4] Echar leña al fuego de la escuela, en manos del progresismo hace décadas, es la consigna de la derecha anti-sarmientina.

Foto real (y no meme) sacada por la profesora Daniela Parra.

Con ínfimo presupuesto destinado al área (40% menos del año precedente) y la intención de abolir la obligatoriedad de enviar el crío al colegio (para que trabaje como esclavo desde antes de la adolescencia), la reacción conservadora, que ha vuelto a ganar en las urnas, pero mucho antes la confianza de millones en la salvación individual, se propone refundar la educación con prédica emocional y financiera. Una, ayuda a soportar el Apocalipsis planificado del tecno-feudalismo al que sirve la derecha; la otra, ofrece la chance de dejar de ser esclavo mediante el aprendizaje de la alquimia con criptos.

La derecha que nos toca crea esclavos felices. Nada cambió desde que Esteban Bullrich instaba a educar para manejar drones, dedicarse a la cervecería artesanal o crear nuevos empleos (cuyo modelo era el dueño de Mercadolibre); y, sobre todo, para “crear argentinos y argentinas capaces de vivir en la incertidumbre y disfrutarla”. Quedó trunco el sueño de ascenso social que cumplieron liberales, radicales y peronistas, es tortuoso el aprendizaje de un oficio y lejana –también para pocos– la posibilidad de entrar en una universidad. En ese marco, para los y las jóvenes que pueblan las aulas del secundario, esta derecha les ofrece un escenario afín al puro presente al que nos condena el “realismo capitalista” que clausuró el futuro.

Con capacitación de ONGs financiadas por corporaciones, evaluaciones estandarizadas (que apuntan al reconocimiento de palabras por minuto, como si se tratara de máquinas, no de estudiantes) y préstamos del Banco Mundial que engrosan la deuda externa (se aprueban 2.000 millones de dólares y contando), proponen cambiar el enfoque en la alfabetización. Si Sarmiento iba del deletreo al silabeo,[5] ellos quieren volver al enfoque fonológico de la maestra normal y desandar el aprendizaje con la palabra completa que, según prueban, viene dando muy malos resultados.[6]

La derecha sabe que ya no hay piso simbólico, y lejos de restituirlo, lo desfonda más. Reemplaza la argumentación por la persuasión emocional, promueve fake news y se abraza a un mesianismo refractario al ideal ilustrado de la escuela. Pero lo más preocupante es que orada la palabra, que es la que sostiene al bicho humano.

No hace mucho, Facundo Marra dijo que “casta” es lo que a cada uno le parezca. Lo propio podría haber dicho de la “libertad”, que ha perdido la impronta liberal de quien sabía que había otro y algo llamado bien común. Ahora bien, si no hay lengua común, ¿desde dónde alfabetizar?

II.

Leer un texto con la disposición subjetiva de un espectáculo de video tiene como resultado un trastorno serio en las operaciones más elementales de comprensión: imposibilidad de poner en cadena el conocimiento; imposibilidad de “retener” el sentido de lo que se lee.

Pedagogía del aburrido. Escuelas destituidas, familias perplejas. I. Lewcowicz y C. Corea

Era descorazonador llegar a casa y ver que había pasado la hora de los dibujitos animadosAmigos y vecinos del barrio ayudaban a matar el tiempo jugando a las escondidas y a la pelota hasta disfrutar, recién al día siguiente, con nuevas aventuras de Tom y JerryLos autos locos y El coyote.

Todo cambió con la televisión por cable, que hizo solitaria la espera y escondió el tiempo, desde entonces sin espesor. ¿A qué salir a jugar a la calle con tanto entretenimiento disponible, con esa nueva posibilidad de estar sin estar pegado a una pantalla, la misma que tiene mi hija de diez en su juego en red con amigos desconocidos, la que yo tengo al leer mensajes en el celular e interactuar en redes?

Durante mucho tiempo “leer entre líneas” fue simplemente leer. Barthes decía que la lectura se da, no cuando seguimos a pie y juntilla las líneas de un párrafo, sino cuando levantamos la cabeza del libro. Como para Freud una palabra que se escapa de la boca, la lectura, siempre “irrespetuosa porque interrumpe el texto”,[7] ocurre en intersticios en los que aparece una idea o una intuición. Ese vacío necesario fue obturado por la ingesta bulímica de información en la pantalla.

Lewcowicz y Corea vieron que frente a la televisión por cable había un sujeto “lúdico” y “fluido”, alguien que, de tanto estímulo, termina “aburrido no por represión, sino por saturación”.[8] Según ellos, esa hipnosis destituía la “subjetividad pedagógica” que sabía lidiar con la espera (de no saber) sin la cual no hay deseo (de saber). En ese libro injustamente olvidado, sin melancolía proponían pensar “el aprendizaje en la fluidez” y disponer de estrategias pedagógicas para reponer el sujeto de conocimiento y el deseo por el saber sin el cual no hay educación.

Según los autores, desde que prima la percepción sobre la conciencia en la sociedad de la información, lectura y escritura “están al servicio de la navegación”. Desde entonces, y no desde la aparición del celular, se lee como se ve un video, se olvida rápido como todo lo que aparece en pantalla, y se escribe como se habla, a la carrera. Sabemos que no es lo mismo leer que pasar la vista por las palabras en una pantalla. También que no es lo mismo escribir que compartir datos que van y vienen sin nosotros como aduana, o más bien, fiel. Falta saber qué hacer para alfabetizar ante este cambio que no es sólo tecnológico.

III.

Solo si hay alguien a quien hablar la música de la voz va a metamorfosearse en palabras dirigidas […] que significan algo.

Raíz cúbica del crimen. Incestos de Gérard Pommier

La mamá de Flaubert está preocupada. Con casi ocho, su hijo no sabe leer ni escribir. “¿No será un idiota?”,[9] se preguntó, y le regaló el título a Sartre, que, en el final de su vida vuelve a la infancia de Flaubert, cuando “ve las palabras desde afuera” y no las capta como signo.

Sartre confirma que “jamás la palabra era suya”, pero no por sus ataques epilépticos ni por trastornos de atención e hiperactividad, como diagnosticaría la neurociencia, mitología sobre la que gira la educación contemporánea, sino por su “mala relación con el Otro”, el fantasma de su madre, que en esa familia burguesa y patriarcal hacía las veces de hermana mayor a fin de sostener la autoridad de un padre “que solo ocupaba un lugar secundario”.

En criollo, Flaubert estaba tan solo como los pibes y pibas, de toda clase social, que vegetan 24/7 frente a la pantalla a la que fueron abandonados –muchas veces con sobreprotección– como antaño se hacía en el atrio de una iglesia. Pero el problema no es la pantalla, sino la soledad y el haber hecho a un lado la responsabilidad que nos cabe como adultos. Si hay generaciones que creen que pueden educarse con videítos de YouTube y con un chat de Inteligencia Artificial, es decir, sin la familia ni la escuela, la culpa no es de Elon Musk ni tampoco de la derecha.

Hace rato que del balbuceo se sale más por hipnosis de pantalla y de estímulo visual que con la adánica voz de mamá. El buscador de Google, puerta de acceso al juego en red o al video de TikTok, acerca el alfabeto a quien no sabe gatear, pero sí contentarse con una pantalla. Es por ese plano inerte por el que pibes y pibas de Latinoamérica, además del alfabeto, aprenden a hablar en neutro, que es un modo de estar sin estar en el lenguaje.

Por la pantalla se pierde, diría Barthes, “el grano de la voz” de quien contaba tanto una leyenda alrededor del fuego en el campo como el cuento de las buenas noches en la ciudad. Se perdió a quién le debemos la palabra, que fue sostén en culturas orales y escritas. Por eso hay pibes que aún no saben leer, pero si la maestra del jardín pregunta “¿Con M de…?”, ya no responden “Con M de Mamá”, sino “Con M de McDonalds”.[10]

La lengua no se adquiere por ósmosis, sino gracias a la interacción con alguien a quien, según el psicoanalista Carlos Quiroga, uno le hace falta. Tenían razón Lewcowicz y Corea cuando decían que “La dispersión no está en Internet, sino en nosotros”.

Flaubert “cree en todo lo que le dicen” y, como los pibes que confían más en un youtuber y en la Inteligencia Artificial que en cualquier adulto, “no relaciona las palabras con quienes las han dicho”. No cree, “elige creer”, dirían hoy. Sartre dice que Flaubert debe “creer en las palabras porque son un don gracioso que le obsequian sus padres”. La escuela hace bien en reponer planes de alfabetización. Lo sepa o no, intenta que la palabra vuelva a atar al crío a alguien. Aunque los papis y mamis de chat nos desprecien, los docentes les estamos dando una mano. Algún día nos lo van a agradecer.

IV.

Kaspar Hauser y su carta en una obra teatral de 1928.

Madre, me han quitado todo.

El enigma de Kaspar Hauser (1974) de Werner Herzog

Herzog llevó a la pantalla la historia de un joven, abandonado de niño, que creció en una buhardilla sin contacto humano alguno. Indolente como todo aquel que está pegado a una pantalla, un día apareció en una plaza y quien lo vio se preguntó lo mismo que la madre de Flaubert. No sabía hablar más allá de un puñado de palabras y ni reflejos tenía. La película prueba tanto la necesidad del otro para adquirir el lenguaje cuanto la deshumanización de la sociedad, que sólo ha avanzado desde entonces.

Nuestra situación es tan difícil como la de Kaspar Hauser, pero a diferencia de lo que afrontó él, debemos aceptar el desarraigo de haber tenido palabra y ya no tenerla. Pertenezcamos a una cultura oral o alfabetizada, la dificultad para leer, escribir, hablar y escuchar es una y la misma. Hay algo roto entre las palabras y las cosas. Esa “des-alfabetización” de las últimas décadas es menos producto de una cultura de la imagen que se impuso con intercambio de emojis y esa media lengua usada en chats, que fruto de la desaparición del otro en la familia, la escuela y el Estado, instituciones “desfondadas” dirán Lewcowicz y Corea.

Hay que tomar el riesgo de dar la palabra, de trasmitir el legado que está en toda lengua. Habrá que soplar algo de vida a esta lengua muerta que habla en nosotros con series, memes y chats que de tanto decir, ya no dicen nada. Si lo hacemos, saldremos del solipsismo al que nos trajo esta etapa del capitalismo.

La palabra debe volver a estar atada a otro/a. Si no hay relato ni ley que sé sentido, ni hay tampoco quién sostenga uno y otra, no habrá alfabetización. Nos cabe ocupar un lugar en la lengua, ser alguien para el otro, eso que no fueron, para Flaubert, ni el padre ni la madre. Es el desafío que tenemos por delante, no sólo a docentes, también padres, madres y políticos. El resto es pan comido. ¡Hasta María Eugenia Vidal puede dar una mano actualizando el UPA!, método rápido y efectivo que enseñó a leer a generaciones durante décadas.[11] La lectura y la escritura, después de todo, son técnicas. Con esfuerzo, bien o mal, se adquieren. Hasta Kaspar Hauser pudo. Lo que tenemos por delante es algo bastante más difícil, pero no imposible.

Referencias:

[1] https://www.telemundo47.com/news/nyc-busca-fortalecer-la-alfabetizacion-con-nuevo-plan-de-lectura-para-escuelas-publicas/2387112/

(2) Foto real (y no meme) sacada por la profesora Daniela Parra.

[3] Según Marisa Suffia, docente miembro del equipo técnico del Departamento de ámbitos del Desarrollo de la Educación de la Secretaría de Educación de la Provincia de Buenos Aries, “Las últimas pruebas Aprender 2023 mostraron mejoras en Lengua con respecto a años anteriores. El informe indica que el 66,4% de los y las estudiantes de sexto grado se ubica en los niveles de desempeño satisfactorio y avanzado en Lengua. Dentro del 33,6% restante, poco más de 1de cada 10 tiene un desempeño “por debajo del básico”.

[4] https://www.infobae.com/educacion/2023/05/04/casi-la-mitad-de-los-alumnos-no-alcanzan-el-nivel-minimo-en-lectura-y-lanzan-una-campana-para-revertirlo/

[5] Sarmiento, D. F. Método de lectura gradual, Bs. As., Museo Histórico Sarmiento, 2011.

[6] Facundo Manes, abanderado del mesianismo neuro-científico, sostiene que: “métodos de enseñanza de la lectura basados en aprender a leer a partir de oír palabras completas han traído resultados negativos en comparación a los métodos basados en el reconocimiento del sonido de cada letra y de sílaba, en el desarrollo de la conciencia fonológica. La explicación podría estar en experimentos que muestran que el método holístico estimula el hemisferio equivocado, el derecho, en la mayoría de las personas, quitándole la eficiencia que tiene el hemisferio izquierdo par la discriminación del sonido de cada letra, una habilidad necesaria para poder leer”. Manes, F; Niro, M. El cerebro argentino. Una manera de pensar, dialogar y hacer un país mejor, Bs. As. Planeta, 2016, 217-218.

[7] Barthes, R. “Escribir la lectura”, en El susurro del lenguaje. Más allá de la palabra y la escritura, Barcelona, Paidós, 1987.

[8] Lewcowicz, I; Corea, C. Pedagogía del aburrido. Escuelas destituidas, familias perplejas, Bs. As., Paidós, 2004.

[9] Sartre, J. P. El idiota de la familia. Gustave Flaubert desde 1821 a 1857, Bs As, Editorial Tiempo Contemporáneo, 1095.

[10] La anécdota es real. Me la cuenta una maestra de inicial de una escuela pública del Conurbano.

[11] https://www.infobae.com/politica/2024/02/28/maria-eugenia-vidal-lanza-hacemos-una-fundacion-especializada-en-educacion/

Lomas de Zamora, 5 de octubre de 2024.

*Prof. y Dr. en Letras, y Mag. en Comunición y Cultura, es docente en profesorados del Conurbano, ensayista y crítico de cine. Publicó Hoteles. Estudio crítico (2007), Cambiemos o la banalidad del bien (2019), La invención de la literatura. Una historia del cine (2021). Estuvo a cargo de El Nuevo Cine murió (2021) y prologó Escritos corsarios de P. P. Pasolini (2022). Su último libro esditado es «P3RRON3. El Corsario».

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Opinión | Ciencia, inteligencia artificial y Batman

Interrumpimos este programa…

Me permito hacer una pausa en mi serie de artículos sobre autoaprendizaje (el que vengo publicando en este mismo espacio con el subtítulo Testimonio de un autodidacta) para entregar a ustedes esta nota que ha tomado para mí un carácter urgente (al menos ahora es el momento más oportuno para publicarla).

Hace unos días, la puesta en circulación de una foto retocada por parte de la familia real inglesa, puso de cabeza a la mitad del mundo (la verdad es que la otra mitad sigue tan tranquila, despreocupada de este escándalo, pero bueno…). Desde una avalancha de memes hasta importantes análisis sociológicos, han visto el asunto como algo más que una excelente portada para la revista Hola o una nueva oportunidad de desacreditar al sistema monárquico, y prefieren señalar el inmenso riesgo en que nos pone la generación de imágenes por medios electrónicos (Photoshop, Inteligencia Artificial) y la absoluta falta de confianza que de hoy en adelante tendremos que guardar hacia todo tipo de evidencia visual. Ya nada nos garantiza que la foto o el video de “los hechos ocurridos” sean una evidencia confiable.

La crisis provocada por esta posibilidad de transfigurar la realidad, trasciende hacia algo que a muchas personas nos hace estremecernos aún más: la capacidad de estas tecnologías para imitar las voces humanas con total fidelidad, lo cual nos coloca en una terrible vulnerabilidad ante los falsos secuestros de nuestros seres queridos.

Sin embargo, quisiera ahora llamar la atención sobre un hecho al que por su falta de espectacularidad se le ha dado menos atención, pero que es posible que atente y cambie por completo nuestras sociedades actuales, aún más que las ya de por si terribles  tecnologías que he mencionado (si se me permite entrar en el tono catastrofista imperante).

Corre en los medios la noticia de que se ha vuelto común falsificar información científica, a través de publicaciones que francamente inventan realidades. Científicos de prestigio han sido desenmascarados por ello, sumergiéndose en graves escándalos. Si alguien me pidiera evidencia de esto que estoy diciendo podría darle aquí algunas referencias periodísticas pero también podría confesar que es algo que me estoy inventando, porque la verdad es que eso no importaría pues todos sabemos que en cualquier momento pueden empezar a ocurrir este tipo de fraudes. Y no solo eso: además de publicaciones falsas sería  posible prever todo un alud de evidencias científicas imposibles  de ser cotejadas no sólo por su impecable simulación sino simplemente por su inmensa cantidad (gracias a la Inteligencia Artificial el número podría no tener límites); así, la verdad confirmada y la no confirmada empezarían a confundirse una con otra, sin posibilidad de distinguirlas.

Esta puerta hacia el caos se basa en la que es una de las grandes fortalezas del método científico, pero que es también -ahora lo estamos viendo- su principal Talón de Aquiles: estoy hablando de la exigencia de exponer las propias conclusiones a la revisión de la comunidad científica entera para que ésta las valide, exigencia que es cada vez más difícil de cumplir. Ciertamente, los resultados científicos siempre han sido falsificables, pero hoy esto alcanza unos niveles que pueden llegar a vulnerar a la estructura del sistema entero (y no creo estar exagerando).

Nunca he sido partidario entusiasta del conocimiento científico cuando intenta posicionarse como la verdad última, pero me parecería demasiado injusto que su esfuerzo de siglos se viniera abajo no por una reconsideración razonada y paulatina de sus alcances, sino por un fraude. La pretensión de la ciencia de explicar la realidad entera a través de su método, debe poder ser cuestionada  con argumentos y no con un tropel de mentiras cuya única fortaleza sea la de que no se les pueda seguir el rastro. Que la comunidad científica se declare derrotada solo por cansancio, sería una tragedia.

No podemos descartar que, ante tal panorama, los científicos se inclinen por la opción (es más, seguramente ya  lo están haciendo) de mantener su actividad en secreto, recreando esa especie de cofradías “herméticas” que  han existido siempre (y que, por cierto, le han dado a los estudiosos  de todos los tiempos un gran poder). De hecho, decirlo así resulta ingenuo porque no cabe duda de que la investigación científica realizada a escondidas y sin socialización de sus resultados, ya se lleva a cabo en todas partes y nutre tecnologías de uso secreto.

Para terminar mi texto con este mismo tono conspiranoico,  permítaseme una idea que no tenía contemplada al inicio: que no sería raro que fueran los propios científicos allegados al poder, los que  -en determinado momento, por  un afán de controlar al mundo- inventaran  ellos mismos millones de resultados  falsos, de tal forma que la ciencia pública quedara vulnerada y solo prevaleciera la opción de la ciencia oculta, con investigaciones a las que nadie, salvo dichos grupos de poder, tuvieran acceso.

¡Entonces sí, solo nos quedaría la opción de pedir ayuda a Batman!

Fuente de la información e imagen:  https://observatorio.tec.mx

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Metaverso

Por:  Luis Britto García

En el Metaverso circulan fábulas, fake news, infundios difícilmente verificables. Sostienen los creyentes que existe un mundo no originado por programas, hologramas ni simulaciones, todavía por explorar.

Fuentes usualmente bien desinformadas anuncian la Fake New de la inauguración del Metaverso por Mandatarios Autoelegidos para el mandato de la Postverdad. Comunicadores Financiados por la Fuente y Portavoces sin Mensaje de Noticias sin Contenido emiten Atentados de Falsa Bandera, Cortinas de Humo, Globos de Ensayo, Información de Calorías Vacías y Fast Food Espiritual para exaltar Falsimedias y Monopolios Mediáticos alimentados con Big Data y difundidos con Bots. Pantallas espiadas por Cookies obturan los multimedias con Pop Ups imposibles de bloquear; tras todas las imágenes Manipulación Digital y Seducción Subliminal. Redes Antisociales atrapan peces chicos para alimentar a los Gordos; crímenes que no existieron desaparecen con aquél que los denunció. Rumores elevados a la categoría de Primicias sobredimensionadas con Sensacionalismos y Amarillismos abren para el Hit Parade de los eventos el cristal de la Opacidad. El telón de la Autocensura disimula que nada hay que ocultar.

Desechos

Primero desarrollé maquinarias para automatizar la agricultura y desechar a los campesinos. Luego construí maquinarias para automatizar la producción industrial y desechar a los obreros. Posteriormente monté maquinarias de automatizar formulación de diagnósticos, interpretación de leyes y cálculo de estructuras, para desechar médicos, abogados, ingenieros. Armé la máquina combinatoria que redacta relatos y poemas y realiza sinfonías y obras plásticas, para desechar a los artistas. Al fin todas las maquinarias unidas me desecharon a mí.

Metaverso

Metaverso o sea la Solución Final para el problema de la Humanidad. El informe Oxfam del remoto enero de 2021 reportaba que los 2.153 multimillonarios del mundo tenían más riqueza que el 60% de la población del planeta, para entonces unos 4.600 millones de personas. Siguiendo la Ley de Concentración de Capitales en virtud de la cual las grandes empresas devoran a las pequeñas y medianas, no tardó mucho todo el Capital del planeta en estar concentrado en manos de una sola persona. En un mundo en el cual todo el trabajo es ejecutado automáticamente por máquinas, ello convirtió a la casi totalidad de los humanos en irrelevantes. De manera voluntaria e incluso ávida casi quince mil millones de desempleados invirtieron sus últimos recursos para entrar en los ataúdes de Realidad Virtual del Metaverso que les permitieron alucinar que vivían existencias espléndidas en mundos inexistentes en los cuales consumían sólo ilusiones o experimentaban los Paraísos de sus religiones diversas, de manera que no había que temer revolución ni rebelión. El Metaverso solucionó también el problema de la explosión demográfica, pues en él son asimismo virtuales sexualidad y reproducción.

Avatar

Al despertar seguir las rutinas preceptuadas. Programar rasgos corporales mediante Photoshop y tono de voz a través del sintetizador que te permite elegir registro de soprano, tenor, contralto, bajo o bajo profundo. Por las palabras no preocuparse, el Asistente de Voz pondrá en tus labios las adecuadas. Elegir mediante Paint color de piel, de cabello y de ojos. Existe el Repertorio de Ideas, pero para evitar elecciones tediosas mejor dejarlo en Predeterminado. Retoques cuidadosos requerirán los proyectores de rasgos mediante el Reconocedor Facial y su antología interminable de Rostros de Celebridades. Diversas aplicaciones permiten elegir el elenco de expresiones; otras, los estilos corporales de movimiento. El sexo es opcional. Cada parte de tu cuerpo puede asumir la forma elegida entre nutridos catálogos, para crear el Ser Aparente que se presentará de manera virtual ante infinidad de otros Seres Aparentes integrados de la misma manera. No te preocupe tener que elegir tantas opciones al despertar. En el Metaverso nadie despierta en realidad.

Realidad real

En el Metaverso circulan fábulas, fake news, infundios difícilmente verificables. Uno de los últimos se refiere a la llamada Realidad Real. Sostienen los creyentes que existe un mundo no originado por programas, hologramas ni simulaciones, todavía por explorar. Al no resultar de una aplicación, sus propiedades no están enteramente predeterminadas, y puede dar lugar a situaciones inesperadas, desviaciones, sorpresas. Dicen que Realidad Real es un sitio multisensorial, con gran variedad de sonidos, aromas, sabores e incluso sensaciones táctiles y térmicas. Lo caracteriza un ritmo marcado por la monotonía, es decir, las percepciones no aparecen ni desaparecen en microsegundos, se toman su tiempo como si pidieran que hicieras el esfuerzo de contemplarlas e incluso reflexionar sobre ellas. También Realidad Real está marcada por el contraste. Por no se sabe cuál razón incluye cosas desagradables, feas o dañinas, quizá para que resalten con más intensidad las agradables, bellas o benéficas. Realidad Real parece dirigida por un conjunto de reglas que llaman Leyes de la Naturaleza, y parte del juego consiste en irlas descubriendo y aplicando. Dicen unos que Realidad Real está regida por el azar absoluto de la mecánica cuántica, otros que obedece a un plan preestablecido. Realidad Real parece ser también interactiva, hay otros jugadores que participan pero sus conductas son impredecibles porque usan estrategias complejas apenas regidas por el principio del provecho propio. En Realidad Real el sexo opuesto es verdaderamente opuesto, y peor son sus matices. El proceso de acceder a Realidad Real es tortuoso y poco recomendable. Presupone ante todo arrancarte los audífonos implantados en los tímpanos y las pantallas de las retinas. Con ellos debes desconectar la mascarilla olfativa de las fragancias sintéticas y el gotero que instila sabores electromagnéticos. El retiro de los guantes sensores de manos y pies es también necesario. Asimismo el de la piel informática que dosifica los placeres. Desconectar la red de electrodos que estimula los centros del goce y la que ocluye la sensación del tiempo creando la ilusión de eternidad. Se rumora que Realidad Real está prohibida, que los pocos que han accedido a ella no han vuelto. Es un programa para sicópatas o masoquistas. Otros dicen que Realidad Real es apenas otra simulación, sólo que sin hardware, apenas un desvarío o un sueño de nuestra mente o de la de un Creador. Mientras menos sepamos de ella, menor el daño.

Fin de los tiempos

En el Metaverso se extirpa el centro cerebral de percepción del tiempo, para lograr que un segundo parezca eternidad. Otra máquina te extirpa a tí para que no dure más de un segundo tu eternidad.

Fuente de la información e imagen:  https://www.alainet.org

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Cuba: ¿una contrarrevolución?

En los últimos días mucho se ha hablado de Cuba. Por diferentes medios circulan noticias sobre la Isla. Nos hemos enterado de manifestaciones y de actos violentos.

A falta de información veraz, se difunde por redes una campaña con mentiras para contrarrestar «la culpa del bloqueo», con argumentos simplones como que hay dinero para las tiendas en dólares, pero no para el pueblo común que no maneja divisas (Rangel, 2021)

En calles y plazas de las distintas localidades de la República de Cuba  hay movilizaciones en apoyo a la Revolución y el Socialismo.

No obstante, una  campaña de fake news también circulan por diferentes redes sociales.

 

En ese sentido, Díaz-Canel afirmó “que la difusión de mentiras sobre el país no es causada por errores o casualidades, sino que es calculada y cumple con los manuales del Estado norteamericano para intervenir mediante tácticas de guerra no convencional” (Indymedia, 2021)

 

 ¿Qué está pasando en Cuba y qué intervención tiene Estados Unidos en todo ello?

 

En Otras Voces  en Educación publicamos distintas miradas sobre lo que está pasando en Cuba, en esta ocasión, les compartimos un video del Dr. Miguel Erasmo Zaldívar Carrillo,  para  seguir ampliando la información al respecto:

 

 

Referencias:

Indymedia. (17 de 07 de 2021). Indymedia Argentina. Recuperado el 18 de 07 de 2021, de https://argentina.indymedia.org/2021/07/17/masivas-movilizaciones-este-sabado-en-cuba-en-defensa-de-la-revolucion-y-el-socialismo/

Rangel, Á. V. (17 de 07 de 2021). Surysur/CLAE. Recuperado el 18 de 07 de 2021, de http://www.surysur.net/autor/alvaro-verzi-rangel-clae/

 

Fuente del video:  Canal de YouTube de Miguel Erasmo Zaldivar Carrillo

 

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Combatir la desinformación desde la educación

Por: Pablo Gutiérrez del Álamo

  • Desde hace años, la desinformación y las fake news se han convertido en un problema importante para las democracias en el mundo. Varias iniciativas intentan impactar en la población más joven para que sepan identificarlas y tener una mirada crítica hacia todo aquello que ve y lee a lo largo del día.

La situación de pandemia por Covid-19 se ha convertido en el caldo de cultivo más reciente para la explosión de las noticias falsas (fake news) y la desinformación a nivel global. En los últimos meses casi cualquier pesona ha podido ver en las redes sociales, desde Facebook a Instagram, pasando por WhatsApp noticias falsas de diversa índole. Desde remedios alternativos para protegerse del contagio a bulos relacionados con la creación de la Covid en algún laboratorio.

Pero, aunque ahora mismo nos encontramos inmersas e inmersos en esta situación, la desinformación lleva siendo un problema para el mundo desde hace ya muchos años. Desde los primeros 2000 principalmente, gracias al auge de internet y particularmente, de la creación y extensión de las redes sociales.

Recientemente, Marc Amorós, periodista y experto en el fenómeno de las fake news ha publicado ¿Por qué las fake news nos joden la vida?, un volumen en el que repasa algunos de los hitos relacionados con este tipo de falsas informaciones en los últimos años. Un libro con el que coger la medida al fenómeno, en el que abruman las cifras de consumo mediático de la población a través de las redes sociales.

Para él, la educación es uno de los pilares importantes en los que sostener la fomación mediática de la infancia y la adolescencia para el desarrollo de un pensamiento crítico y la detección de las informaciones falsas. Informaciones que no son neutras, siempre tienen detrás importantes intereses económicos o políticos y que, por increíbles que sean, tienen un impacto en la vida de las personas (muchas personas han muerto en los últimos meses por hacer caso de remedios inventados contra el virus, por ejemplo).

«La última gran esperanza blanca ante este fenómeno tiene que pasar por la educación», bromea durante la conversación por videollamada. Para él, el sistema educativo ha de comprender que tiene entre manos a unas nuevas generaciones que están en un entorno de consumo de la información que les empuja «a pensar rápido, por tanto, la racionalidad, la paciencia, la capacidad de ver diferentes puntos de vista desaparece». Al mismo tiempo, asegura, «nos definimos ante los demás en función de lo que compartimos y difundimos en redes sociales».

Para este periodista «la educación puede contribuir a recuperar una cierta pausa para intentar informarse mejor» en un minuto, recoge en su libro, en el que dedicamos entre ocho y 10 segundos a decidir si una información es falsa o no, si la leemos o no.

Amorós señala, además de lo anterior, cómo el consumo de información y gracias a las redes sociales, ha dejado de ser activo para ser pasivo. Te asalta en tus redes sociales, en el muro de Facebook, el el time line de Twitter. A esto se suma, asegura, que hay estudios que afirman que «las nuevas generaciones premian las informaciones que se plantean de forma polarizadora, divisiva, que generan confrontación». La importancia de esto reside en que, si no se hace nada, «estaremos educando y formando a generaciones que en lugar de confrontar ideas confrontarán posturas».

¿Qué podemos hacer?

Jacqueline Sánchez y Enrique A. Martínez, han editado sendos manuales con los que acercan a menores y docentes el concepto de las fake news, cómo identificarlas y defenderse de ellas. Ambos llevan años trabajando en alfabetización mediática desde el Taller Telekids.

El primero de los libros, Educar en el aula sobre fake news, está pensado para el profesorado. En él se facilita información básica sobre este fenómeno, así como una serie de ejemplos para entender mejor la cuestión. Incluye un cuaderno de trabajo para utilizar con el alumnado y con propuestas en función de diferentes edades de chicas y chicos. E incluye una serie de verificadores para que sean usados para encontrar noticias falsas.

El otro, Con las fake news no se juega, se dirige al alumnado del primer curso de primaria y de secundaria obligatoria; «es cuando empiezan a conocer el mundo de la información y de los medios con un poco de énfasis», asegura Sánchez. El libro se estructura en cuatro partes: conceptos básicos sobre las noticias falsas; tipos básicos de contenidos falsos; cómo descubrir estas fake news y, la última, dedicado a conceptos más complejos como el funcionamiento de internet a la hora de conocer nuestros datos, intereses y preferencias.

Explica que en las formaciones que llevan tiempo dando a profesorado sobre alfabetización mediática ha ido surgiendo el interés sobre el fenómenos de las noticias falsas. «Algunos de los docentes querían saber más sobre la desinformación y otros aprender a reconocerlas, sobre todo, para compartir este conocimiento con su alumnado», comenta Sánchez vía correo electrónico. También asegura que «el profesorado tiene claro que es un tema importante en nuestros días».

Según la periodista, en los últimos años han constatado las dificultades de chicas y chicos para diferenciar fake news de informaciones veraces, «incluso para la realización de sus deberes», dice. Una situación, continúa, que «se agravó desde la pandemia cuando una gran cantidad de información falsa relacionada con la COVID-19 empezó a publicarse para todo tipo de público. Vimos que era conveniente aportar algo».

Destapar las fake news desde el juego

Desde hace ya un curso lectivo, la FAD, en colaboración con Google, han puesto en marcha un proyecto, (In)fórmate con el que quieren realizar un esfuerzo en alfabetización mediática, informacional, según palabras de Miguel Ángel Rodríguez, responsable del programa.

Lo hacen centrándose en el alumnado de 3º y 4º de ESO («aunque los hay mayores y menores») para «dotarles de las capacidades para manejar información» a través del pensamiento crítico, saber si una información es veraz o no y si es útil.

La parte central del programa es una formación gamificada de módulos a la que han llamado Eraser. El objetivo último es que el alumnado sea capaz de detectar las informaciones, chequearla para ver si es correcta o no, buscar su posicionamiento frente a ellas y, por último, buscar la acción por su parte.

Este trabajo se realiza con ejemplos reales de fake news que han aparecido en las redes sociales, tuits, campañas, vídeos… En ellos se tratan temas como la tolerancia y el racismo, la igualdad de género o la ideología, explica Rodríguez. La dinámica establecida es que el alumnado vaya respondiendo a cuestiones para identificar dónde hay desinformación, al mismo tiempo que se realiza un trabajo relacionado con los valores: «Igualdad, respeto a la diversidad, a lo diferente».

Como material complementario, utilizan vídeos cortos de entre 5 y 7 minutos de duración en los que se enseña a chicas y chicos el trabajo de los periodistas en situaciones de conflicto, cómo realizan su labor en la redacción de algún medio, de una agencia de noticias o cómo hace los vídeos un youtuber. Entre los temas que se trabajan está el de la diferenciación entre lo que es opinión y lo que es información.

Quienes utilizan el proyecto de Eraser pueden participar en la fase de producir su propia información como parte de un concurso al que se pueden presentar. El concurso trata de que el alumnado genere una noticia, bien en formato audiovisual, escrito o en un podcast y durante el proceso son acompañados por un periodista especialista en alguno de estos tres soportes.

«La clave es el pensamiento crítico», asegura Rodríguez. En realidad, aclara, es el leit motiv que mantiene la FAD en todas sus iniciativas, sean esta o las campañas sobre consumo de sustancias.

El pensamiento crítico, la capacidad de análisis y de criba de la información a la que todos los días estamos expuestas y expuestos es la clave principal para poder luchar contra una situación, la de la desinformación, que está poniendo en jaque a buena parte del planeta. Que individuos como Trump (uno de los mayores creadores de fake news) o Bolsonaro estén donde están tiene relación con este caldo de cultivo generado por las redes sociales y quienes las utilizan para transmitir sus mensajes falsos.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/10/15/combatir-la-desinformacion-desde-la-educacion/

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Líderes digitales firman el Primer Código de Prácticas sobre Desinformación

Noticia Global

Un total de 16 líderes digitales entre redes sociales, plataformas web, anunciantes y miembros de la industria publicitaria se unen en la lucha contra la desinformación y las noticias falsas y postulan el Primer Código de Prácticas sobre Desinformación.

Se trata de una serie de normas autorreguladoras establecidas con la finalidad de cumplir los objetivos marcados por la Commission’s Communication «Tackling online disinformation: a European approach» de la Comisión Europea.

Es la primera vez en la historia que la industria llega a un acuerdo de esta naturaleza, comprometiéndose de esta forma con tareas que van desde la transparencia en la publicidad política hasta el cierre de cuentas falsas y la desmonetización de los proveedores de desinformación.

Entre las entidades firmantes de este compromiso destacan Facebook, Google, Twitter, Mozilla, Microsoft, TikTok, Kreativitet & Kommunikation y Goldbach Audience (Suiza) AG. Cada una de estas empresas ha desarrollado hojas de ruta individuales en las que detallan cómo cumplen con el código.

Todas sus labores se orientan a la toma de acción en cinco áreas:

  1. Interrumpir los ingresos por publicidad generados por ciertas cuentas y sitios web que difunden la desinformación.
  2. Hacer que la publicidad política y la publicidad basada en temas sean más transparentes.
  3. Enfrentar el problema de las cuentas falsas y los bots en línea;
  4. Empoderar a los consumidores para denunciar la desinformación y acceder a diferentes fuentes de noticias, mejorando al mismo tiempo la visibilidad y la posibilidad de encontrar contenidos fiables.
  5. Empoderar a la comunidad de investigadores para que vigilen la desinformación en línea mediante el acceso a los datos de las plataformas, respetando la privacidad.

Cabe resaltar que si bien el Código de Prácticas sobre Desinformación es una iniciativa que data del 2018, hasta el momento continúan sumándose más empresas digitales. La última en unirse fue la red social Tik Tok, en junio de 2020. De esta forma, desde el 2019 la Comisión Europea realiza un seguimiento específico a cómo estas compañías cumplen con los compromisos adquiridos, y los informes resultantes de esta evaluación son publicados de manera mensual y anual.

Fuente; http://www.aikaeducacion.com/actualidad/lideres-digitales-firman-el-primer-codigo-de-practicas-sobre-desinformacion/

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El malestar en la mentira

Por: Fernando Buen Abad

 

Aunque algunos se esmeran en reducir la pandemia de falsedades (Fake News) al solo campo de los expertos en lo “comunicacional”, para que pontifiquen diagnósticos y pronósticos, la dimensión del problema ha escalado latitudes de gravedad inusitada. ¿Están haciéndonos adictos a lo falso? Informarse es un derecho transversal a múltiples derechos y responsabilidades. Incluye a la educación, a la democracia, a la justicia… a la política. La información y su relación con la verdad no pueden ser marionetas del circo mercantil mediático, servil a la manipulación ideológica de algunos gobiernos y empresarios oligarcas. Es inaceptable, se lo mire desde donde se lo mire, y cada caso de falacias mediáticas constituye una agresión a la realidad, a sus protagonistas y a la historia de los pueblos. Al modo de conocer y al modo de enunciar la realidad. Nada menos.

En la praxis está la clave. Verdades o mentiras no deben presentarse como “opciones” antojadizas que se ofrecen en el “menú” cotidiano de las conveniencias manipuladoras. Eso es una obscenidad. Aunque la moral burguesa tenga, para sí, un repertorio amplio de justificaciones a la hora de mentirnos. “El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento que se aísla de la práctica, es un problema puramente escolástico”. Marx.

En las Fake News se establece claramente una fractura que corrompe el carácter objetivo y social de una verdad. Los comerciantes de falsedades pasan horas pergeñando qué estrategia del desfalco cognitivo es más funcional a sus intereses sin tener que someter sus Fake a la prueba de los hechos. Eso convierte al “consumidor de falacias en un glotón  de embutes disfuncional y sofisticado. Mientras tanto, la producción de mentiras genera relaciones de producción que, para sostenerse, requiere de extinguir la verdad objetiva. Sitúa a los grupos sociales como animales de noria -como si fuese su destino- para motorizar el saber de lo falso. Desfigura las verdades objetivas y la práctica colectiva que las sustenta.

Esta demolición de la verdad objetiva, se genera para negar la posibilidad de conocer el mundo y con ello la posibilidad de transformarlo. Atenta contra el derecho humano fundamental de crear condiciones mejores de existencia y desarrollo de capacidades, sin límite, gracias al goce de las riquezas naturales y las del producto del trabajo. Hasta ese punto la pandemia de Fake News intoxica la vida y las culturas. Es escandaloso. Entre las agresiones perpetradas por las máquinas de falacias mediáticas, que desempeñan un papel considerable, están los tipos de quiebres decisivos en el punto de vista de la vida que convierte al “auditorio” en holgazán sin pensamiento crítico y lo reduce (a los ojos de la burguesía y sus cómplices) en inútil, incómodo e impertinente. La pandemia de falacias aplasta al raciocinio libre y lo hace adicto a cualquier chatarra idealista; la adicción a las falacias aplasta todo lo que de ingenioso o profundo tiene el pensamiento crítico.

Por lo general las Fake News son extravagancias de la irracionalidad que, como todas las extravagancias, desfiguran a la experiencia. Hay quienes borran con falacias mediáticas la propia vivencia y la sepultan bajo los escombros del “sinsentido” común hegemónico. Emboscados por la pandemia de Fake News no podemos demostrar la exactitud de nuestro modo de entender e intervenir en un proceso social evaluándolo con independencia de praxis. Nos vemos sometidos a restringir nuestros derechos humanos (el derecho a la información) y, a cambio de ponemos al servicio de los propios fines del engaño, damos al traste con la realidad y nos volvemos puramente contemplativos de las mentiras que hacemos propias. Despojados de nuestros derechos, mutamos y nos hacemos parásitos de generalizaciones abstractas y especulaciones subjetivas que obran como “verdades” placebo. Es la  burocratización de la verdad.

Despojarnos del derecho a informarnos no sólo es privarnos de “datos”, es sepultar una necesidad social que reduce el acto de informar al capricho convenenciero de una guerra ideológica alienante. Eso implica una ofensiva contra la consciencia emboscada con una realidad deformada, desfigurada, desinformada. Es un fraude de punta a punta. No es una “omisión” más o menos interesada o tendenciosa… no es una “falla” del método; no es un accidente de la lógica narrativa; no es un incidente en la composición de la realidad; no es una peccata minuta del “descuido”; no es una errata del observador; no es miopía técnica ni es, desde luego, “gaje del oficio”. Es lisa y llanamente una canallada contra el conocimiento, un delito de lesa humanidad. Es como privar a los pueblos de su derecho a la educación.

A estas alturas de la Historia y, especialmente de la historia de los “medios de comunicación”, es insustentable e insoportable cualquier excusa para informar oportuna, amplia y responsablemente. No hay derecho que justifique la acción deliberada de tergiversar lo que ocurre y, en el poco probable caso de que un “medio de información” no se entere de lo que ocurre, ese medio realmente no merece respeto alguno. La excusa de “no saber”, de “no conocer”, de “no tener información” para, por ello, no asumir la responsabilidad profesional y ética… es francamente sospechosa y ridícula. Ningún pueblo debería soportar la falacia inducida al transmitir la información que es propiedad social. Hay tecnología y metodología suficientes que invalidan toda palabrería esmerada en excusar las intenciones míseras de los que des-informan y mienten. Incluso si lo hacen mintiendo con emboscadas finamente elaboradas en laboratorios de guerra psicológica.

Léase críticamente: Artículo 19 “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”. Declaración Universal de los Derechos Humanos. A la vista de todas las canalladas inventadas por el capitalismo para violar el legítimo derecho de los pueblos a la mejor información -evaluada ética y científicamente por las sociedades- bien vendría instruir una revolución jurídico-política hacia una nueva justicia social, irreversible, que tuviera como ejes prioritarios los que competen a la cultura y a la comunicación como inalienables. O dicho de otro modo, que nunca más la cultura, la comunicación -ni la información- puedan ser reducidas, retaceadas ni regateadas por el interés de la clase dominante contra las necesidades de las clases oprimidas, impunemente. Informarse -bien- es un Derecho.

Fuente e imagen: https://rebelion.org/el-malestar-en-la-mentira/?fbclid=IwAR1gPwp2UaFUijob1c3ZPYM0Kn8dJZ_KbYMjdy01CVKnZU5QzgnxtdIcerA

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