Por: La vanguardia
La educación sexual de las nuevas generaciones es una preocupación compartida tanto por las familias como por las escuelas
La educación sexual de las nuevas generaciones es una preocupación compartida tanto por las familias como por las escuelas. El acceso masivo a internet desde muy corta edad a través de los dispositivos móviles obliga a las instituciones a afrontar una cuestión trascendental que algunas sociedades de tradición cristiana han demorado durante demasiado tiempo: ¿cómo dar respuesta a las inquietudes que surgen en los niños y niñas crecidos en la dualidad entre un entorno hipersexualizado y los tabús heredados de la moral sexual religiosa?
España es uno de los pocos países europeos que aún no ha adoptado las recomendaciones de organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas para la Educación (UNESCO) o la Organización Mundial de la Salud (OMS) para proporcionar un enfoque pedagógico integral sobre la sexualidad a través de la escuela, aunque los argumentos para poner en marcha este tipo de proyectos educativos son difícilmente rebatibles.
¡La educación sexual integral de calidad es UN DERECHO esencial para fomentar la salud y el bienestar, el respeto de los derechos humanos y la igualdad de género!
Consulta el manual de la @UNESCO_es aquí http://on.unesco.org/2CPA1nb
Por un lado, numerosas investigaciones demuestran que en los territorios en los que se imparten estos contenidos de manera obligatoria –entre ellos, prácticamente todos los países de nuestro entorno excepto Italia– el inicio de las relaciones sexuales es más tardío y más seguro. La OMS indica que disminuyen los comportamientos de riesgo de los adolescentes y aumenta el uso de métodos anticonceptivos. Adicionalmente, la falta de información tiene efectos nocivos, ya que cuando los menores no ven satisfecha su curiosidad en materia de sexo ni en clase ni en casa, recurren con una alarmante facilidad al porno online.
“Los chavales de 13 a 18 años tienen el móvil lleno de porno”
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), casi el 90% de los menores de 10 años tienen acceso a internet, y uno de cada cuatro tiene un smartphone propio. No sorprende, en consecuencia, que estudios recientes revelen que los menores españoles tienen su primer contacto con la pornografía a los ocho años de edad : “En estas edades tan tempranas aún no les interesa, lo encuentran asqueroso, e incluso tienen sentimiento de culpa cuando se encuentran con esos contenidos, pero algunos ya empiezan a masturbarse con 9 años; a partir de los 12, cuando ya casi todos tienen móvil, se acaba definitivamente la edad de la inocencia; y los chavales de 13 a 18 años tienen el móvil lleno de porno, conocen muchas más webs adultas que los mayores”, explica Elena Crespi, psicóloga y sexóloga que acaba de publicar el libro ‘Habla con ellos de sexualidad’ (Lunwerg Editores).
Más allá de los riesgos relacionados con la salud y los embarazos no deseados, muchos sociólogos han relacionado el “alto contenido violento” de la pornografía online con el patrón que se reproduce en algunos episodios de violencia sexual en grupo que se han producido recientemente en nuestro país, como el caso de ‘la Manada’ y otros similares. “El problema no es que vean porno, porque eso ya es inevitable, sino que su socialización sexual sea solo esa; que nadie debata con ellos y ellas lo que significa besarse o abrazarse; que no se les explique que el sexo no es un instinto animal y que deben aprender a gestionar su deseo; que en una relación no hay placer sin libertad, y que su felicidad y sexualidad tiene que ver con la felicidad y la sexualidad del otro”, lamenta Jaume Funes, educador y autor de varios ensayos sobre la psicología de los adolescentes.
Ante la falta de una ley estatal que imponga las directrices a seguir en los planes de estudio, las únicas iniciativas en marcha surgen de las comunidades autónomas, aunque de momento son escasas y tienen poco recorrido. Por otra parte, las administraciones que han intentado integrar este tipo de enseñanzas en el currículo escolar se han encontrado con múltiples trabas. Es el caso de Skolae, un programa pionero en nuestro país estrenado en 2017 por el Gobierno Foral de Navarra. De momento ha llegado a 116 escuelas, y el nuevo gobierno socialista pretende implantarlo en todos centros educativos a pesar de la gran controversia política y social que ha suscitado.
Catalunya también ha iniciado en el presente curso escolar su propio programa piloto de educación sexual y afectiva, bautizado como Coeduca’t . En una primera fase se llevará a cabo en 300 escuelas e institutos públicos de todas las etapas educativas obligatorias, desde P3 hasta cuarto de ESO. El conseller de Educación, Josep Bargalló, anunció hace un par de semanas en el Parlament que el objetivo es que llegue a todos los centros públicos en tres años, pero ya a partir de enero los docentes dispondrán de los materiales trabajados con entidades especializadas a través de un espacio web en xtec.cat.
Los contenidos se han elaborado sobre la base de las conclusiones obtenidas de la investigación ‘ La educación afectiva y sexual: un derecho, una prioridad ’ (pdf), que hace dos años reveló los déficits de los modelos pedagógicos actuales y del abordaje de la materia en los centros educativos, a menudo se limitada a intervenciones externas puntuales, como charlas o talleres. “Lo que ha ocurrido hasta ahora en Catalunya es que cada uno ha hecho la guerra por su cuenta: por un lado, los equipos directivos de los centros decidían qué contenidos impartir y con qué métodos; por otro, las AMPAS organizaban talleres asesorados por asociaciones externas; y en otras escuelas no se ha hecho nada. Esta situación provoca que se perpetúe la desigualdad de acceso a la formación en sexualidad”, explica Jordi Baroja, director del Centre Jove d’Atenció a les Sexualitats (CJAS).
Un amplio estudio realizado por el grupo de investigación AFIN de la UAB, en el que han participado 600 niños, 112 profesores y 78 padres y madres, pone de manifiesto el desconocimiento de los alumnos y las dificultades de familias y maestros a la hora de tratar el tema. “Según los resultados de nuestro estudio, los niños y niñas no saben qué es el clítoris, ya que la mayoría de los libros con los que trabajan muestran el aparato reproductor femenino en vez del aparato genital; todos saben cómo es un pene, pero muy pocos saben dibujar una vulva”, revela Estel Malgosa, una de las investigadoras.
Asimismo, existen grandes diferencias de género en los relatos sobre sexualidad y reproducción que hacen niños y niñas de 8 a 12 años: “Ellas se centran en el embarazo y en una dimensión más relacional; ellos, en las relaciones sexuales y en el placer masculino”, explica Malgosa. Pero la ignorancia es patente. “Muchos niños de 11 y 12 años no tenían información alguna sobre los cambios que se producirán en breve en su cuerpo, como la regla, el flujo vaginal o las eyaculaciones”. Y preguntados para qué sirve la pornografía, un grupo de niños de 6º de Primaria responden: “para aprender”.
Para paliar esta falta de información, el Departament d’Educació ha construido, con la ayuda de entidades especializadas, un itinerario curricular que integra la formación afectivosexual en la escuela con un enfoque interdisciplinario y transversal. “El objetivo es plantear una aproximación integral que cubra todas las dimensiones de la sexualidad, que no sólo tiene que ver con la reproducción y la prevención de riesgos, lo único que se enseña hoy en día”, reflexiona el director del CJAS, uno de los organismos que ha contribuido en la elaboración de los materiales.
La transmisión de conocimientos será gradual y evolutiva, y se tratarán conceptos como la autoestima, la salud sexual, la igualdad de género, los modelos de familia o la diversidad sexual. “Se trata de construir un mapa de competencias básicas que se impartirá tramo a tramo, desde los 3 hasta los 15 años. El objetivo es garantizar que al final de su escolarización los alumnos dominen los conocimientos afectivosexuales básicos, exactamente igual que con las matemáticas”, prosigue el director del CJAS.
Educación en casa
“La educación sexual y afectiva comienza en casa, empezando por no perpetuar los roles de género de la sociedad patriarcal”
Esta formación reglada, sin embargo, no sustituye la educación que los niños reciben en casa: “No es cierto que el porno sea la primera entrada de los niños en la sexualidad. En realidad los educamos desde que nacen. Continuamente les estamos enviando mensajes: cuando paseamos desnudos por casa o, por el contrario, si somos muy pudorosos; cuando no llamamos a los genitales por su nombre y utilizamos eufemismos como pirulina o flor para referirnos al pene y la vulva; cuando cambiamos de canal a la mínima muestra de erotismo en televisión y, en cambio, no lo hacemos ante escenas de extrema violencia en películas o telediarios; incluso no abordar el tema en absoluto es también un mensaje claro”, concluye la sexóloga Elena Crespi.
“Venimos de un contexto muy censurador, centrado en la idea reproductiva de la religión y en un modelo falocentrista en el que se educa a la niñas desde el miedo (¡Ten cuidado con esto y aquello!) y en cambio nadie les dice a los niños: ¡No te pases, no acoses!”, argumenta Crespi. Baroja coincide: “Hay que ser consciente de que la educación sexual y afectiva comienza en casa. Podemos empezar por no perpetuar los roles de género propios de la sociedad patriarcal y no asociar el sexo a un tabú, sino al placer. Ya no son tiempos de esperar a que sean adolescentes para que la madre le hable a su hija de la menstruación y el padre le ponga al chaval un preservativo encima de la mesa. Lo más probable es que ya lleguemos tarde”.
Fuente: https://www.lavanguardia.com/vivo/mamas-y-papas/20191026/471045806216/educacion-sexual-ninos-familia-combatir-porno-escuela-coeducat.html