Asia/India/27 enero 2020/elpais.com
Sus concentraciones pacíficas en la capital se mantienen desde hace un mes, mientras caras femeninas del mundo universitario y cinematográfico se convierten en iconos del movimiento
En diciembre de 2019, un pequeño grupo mujeres y hombres se reunieron en el distrito de Shaheen Bagh, al sureste de Nueva Delhi, para protestar contra la represión policial de estudiantes el día anterior en la cercana Universidad Jamia Millia Islamia. La concentración siguió los días y noches siguientes con nutrida presencia de abuelas, madres e hijas mientras los hombres volvían al trabajo. Más de un mes después de que aquella protesta en la capital india se extendiese por todo el país, la sentada pacífica liderada por mujeres continúa y se reproduce en otras ciudades para desconcierto de los líderes políticos de la sociedad machista de India.
La imagen no solo es poderosa por el inusual liderazgo de mujeres indias en protestas estrictamente políticas, sino porque todas las mujeres de Shaheen Bagh son musulmanas; comunidad afectada por las políticas discriminatorias del gobierno indio. Las protestas fueron desencadenadas por la ley de ciudadanía aprobada en diciembre; que permite solicitar asilo en India a refugiados siempre que no sean seguidores del islam. La norma ha despertado a esta comunidad en el país asiático —cerca de 200 millones de población india— y sus mujeres salen a la calle como nunca antes, según activistas por los derechos de este colectivo.
“¡La protesta en Agripada creó una atmósfera inspiradora y eléctrica!”, recuerda orgullosa Aarefa Johari, en referencia a la última manifestación en el corazón de Bombay, la semana pasada. “Hubo, al menos, 10.000 o 15.000 mujeres. Algunas fueron pese a la desaprobación de sus maridos, atemorizados”. Como en la capital financiera de India, las protestas encabezadas por ellas se extienden por las principales urbes del país. Desde Calcuta, al este del país, hasta Cochin, al sur. Incluso en ciudades como Lucknow, lideran las protestas para desconcierto de políticos machistas como el gobernador del estado, que retaba públicamente a los hombres a dar la cara y no “empujar a sus mujeres”, mientras amenazaba con represalias para quien gritase “libertad”.
Si las musulmanas indias desbordan las manifestaciones, secundadas por compatriotas de otras religiones y castas, las jóvenes se han convertido en iconos del movimiento. El mismo día que empezaron las protestas, el coraje de dos universitarias musulmanas protegiendo a un compañero apaleado por policías fue emblema durante las primeras semanas de protestas. Mientras que el ataque al principal campus universitario de Nueva Delhi hace unas semanas tuvo como cara visible a la presidenta de la unión de estudiantes.
A pesar de ser víctima de la agresión por parte de unos 50 miembros de las juventudes del partido en el gobierno, la joven fue una de las pocas personas contra las que la policía de la capital admitió demandas por los altercados; alimentando aun más el temor de la connivencia del gobierno con grupos radicales que intentan hacer pasar las manifestaciones pacíficas por agitaciones sociales violentas, para desacreditarlas.
Además de la participación activa de mujeres, también ha sido una cara femenina de las élites la primera en acercase a un movimiento que, hasta ahora, ha encontrado el silencio de los principales líderes de opinión en India. Días después del incidente universitario, Deepika Padukone fue la única gran figura de Bollywood que se acercó a ver a los estudiantes heridos. El gesto de la actual heroína de la industria cinematográfica local fue aplaudido por los que demandan más implicación sociopolítica por parte de sus millonarias estrellas en un país devoto del séptimo arte. Mientras, representantes del partido del gobierno llamaban, de forma activa o pasiva, a boicotear la última producción de la actriz.
Pese a la condescendencia machista de las autoridades indias, la represión policial también se ceba con las manifestantes. De los más de 350 detenidos el día 27 de diciembre en la ciudad de Lucknow, donde el líder político del Estado promete venganza, muchas fueron mujeres. Esta región, Uttar Pradesh, ha concentrado la mayor parte de los altercados violentos desde que comenzaron las protestas; dando lugar a 23 muertos y otros 1.200 detenidos sin cargos. La pasada semana, el Tribunal Supremo de India denegaba más de un centenar de peticiones para revocar la ley de ciudadanía que motiva las protestas, e instaba al gobierno a responder a las demandas ciudadanas. A las puertas de la mayor instancia judicial de la democracia más poblada del planeta, un grupo de mujeres sostenían pancartas en defensa de la constitución y contra su propio gobierno.
Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/01/27/mujeres/1580117445_597909.html