Por: Jorge Forero*
El 19 de Abril de 1810 se materializa un hecho de gran trascendencia para la historia política de todo el hemisferio. Se produce una ruptura de la subordinación de la Capitanía General de Venezuela con la monarquía española, y además, se construyen los cimientos para la constitución de repúblicas en el denominado nuevo mundo.
De acuerdo con el intelectual venezolano Luis Britto García (2012), la del 19 de abril de 1810 es la primera rebelión que deriva “en un proceso independentista que dura hasta hoy. Sus postulados, el derecho a procurar la propia conservación y defensa, a erigir un sistema de gobierno que las garantice, la soberanía del pueblo, son conceptos relumbrantes y poderosos como relámpagos”, pues dichos conceptos irrumpen en un momento de reflujo de las ideas democráticas y republicanas en la propia Europa.
Este hito histórico de la independencia americana, se concretó en un escenario de crisis de la hegemonía ibérica sobre sus colonias en nuestro continente. Además, las tensiones entre imperios debilitó el control de la Corona española sobre las colonias. Desde finales del siglo XVIII, Francia, Inglaterra y Holanda conspiraron para arrebatar importantes dominios de España en el Caribe. Inglaterra llegó a controlar gran parte del comercio marítimo (legal e ilegal) del mundo. Además en 1806 Francia invade España, y bloquea los puertos de Portugal, con lo cual se evidencia la pugna por dominar los recursos naturales, los mercados y la fuerza de trabajo el nuevo mundo.
En ese contexto, en una aparente “aldea insignificante”, como fue reseñada la ciudad de Caracas en documentos de la Corona española, se habían generado las condiciones intersubjetivas para producir la rebelión. Desde el punto de vista económico, porque los conflictos inter-imperiales obligaron a España a intensificar el saqueo colonial, mediante condiciones de intercambio leoninas y sobre la base de tributos insostenibles para la clase social emergente (los blancos criollos).
En segundo lugar, porque el comercio ilegal (el contrabando de mercancías), generaba ganancias astronómicas y el mismo tenía al puerto de La Guaria, como ancla principal en todo el continente, lo cual significa que la conspiración política de los criollos estaba relacionada con la conspiración económica y los intereses de esa clase social.
Desde el punto de vista político, porque en Caracas se desarrolló una excepcional generación de intelectuales miembros de las clases dominantes, pero con ideas de signo republicano, hombres formados en Europa bajo el espectro de las ideas de la ilustración. De igual manera, porque esas ideas muy asociadas a las consignas de la revolución francesa de libertad, igualdad y confraternidad, y a la rebelión de Haití, calaron en las aspiraciones de las clases oprimidas por la sociedad de castas que condenaba a la miseria y la humillación a cerca del 90% de la población.
En un contexto tan convulso, y bajo la influencia de la sociedad patriótica, la Caracas del 19 de abril de 1810 materializó una revolución política, determinada por la convergencia y yuxtaposición de: una crisis estructural de la sociedad colonial; la influencia de imperios metropolitanos en su afán de desplazar a España; los intereses económicos de una clase social ascendente y pre-revolucionaria para el momento; una vanguardia ideológica con claridad política y decisión firme para dirigir la rebelión; y unas clases oprimidas en ebullición ante el esclavismo y la exclusión inherente a la sociedad de castas.
El 19 de abril de 1810 un huracán subversivo se apoderó de las calles de Caracas, y asedió la sesión del Congreso, en la cual las ideas conservadoras del régimen colonial fueron aplastadas, tanto por los argumentos de los miembros de la sociedad patriótica, como por la avasallante presencia del pueblo en las afueras del recinto (según documentos de la época, esa acción revolucionaria e insurrecta de las clases oprimidas fue promovida y dirigida por Francisco de Miranda).
La consulta (a manera de referendo) de Vicente de Emparan al pueblo de Caracas, tan mencionada en las crónicas, no fue más que un saludo a la bandera, pues ya estaba consumada la insurrección. Aunque el Congreso de Caracas presentaba profundas contradicciones internas en sus intereses y su visión de las decisiones a asumir, la crisis sistémica de la sociedad colonial, las ideas revolucionarias y la lucha de clases confluyeron para producir un hecho histórico extraordinario y sin antecedentes: la ruptura del dominio colonial mediante una revolución política en el nuevo mundo.
Sin embargo, las contradicciones internas de una sociedad tan compleja y atomizada, que además había soportado una carga histórica de opresión, derivaron en la agudización de los conflictos. De acuerdo con el historiador Juan Uslar Pietri (2014), con los hechos del 19 de abril de 1810, la sociedad patriótica -sin saberlo y sin desearlo- generó las condiciones para la rebelión popular de 1814 (que paradójicamente derrumbó a esa república), y para la acumulación de fuerzas y de experiencias en el campo popular revolucionario para la guerra de independencia venezolana, la más extensa y más cruenta del hemisferio.
Cabe subrayar que las relaciones de fuerza derivadas de ese proceso fueron dinámicas y complejas, los negros, zambos, mulatos e indios que siguieron a José Tomás Boves en la Rebelión Popular de 1814 (la denominada guerra contra los blancos), los cuales derrotaron a Bolívar en esa rebelión y produjeron el éxodo de Caracas, integraron posteriormente el ejército patriota que ganó la guerra de independencia bajo el liderazgo sublime y heroico del Libertador. La lección histórica: si las ideas y las acciones políticas no calan en el pueblo, no hay posibilidad de victoria.
En el tiempo histórico actual, los factores de poder hegemónico del sistema-mundo mantienen una pugna de gran escala y amplio espectro para controlar a Venezuela, sea desde posiciones fundamentalistas y supremacistas (que nos conciben como patio trasero), o desde lógicas que nos proyectan como área de influencia y factor clave de un conflicto geopolítico global. Defender la independencia de la república sigue siendo una premisa fundamental, tal y como sucedió hace más de 200 años, la lucha de clases y las tensiones por el dominio en el orden mundial, subyacen y desbordan las tensiones de la lucha por esa independencia.
*Investigador del Centro Internacional Miranda
El Autor escribe para OVE