Historia
Sobredosis de heroína digital mata a la gran humanidad «La historia es la historia de las innovaciones tecnológicas»
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En la nueva teología digital no se admiten abstracciones metafísicas que demuestran la existencia de Dios por medio de la fe. La mitificación de la ciencia da respuestas concretas que entierran las supersticiones místicas y glorifica el materialismo ateísta.
No necesitamos seres superiores ni de profetas que nos guíen pues el ser humano gracias a su conocimiento es capaz de superar cualquier obstáculo por imposible que parezca. Un chip prodigioso ha trasformado el mundo. La serpiente les dijo a Adán y Eva que en cuanto comieran de la fruta prohibida se convertirían en dioses.
Los amos del planeta invaden sin escrúpulo nuestras mentes y manipulan las audiencias pues la mayor parte de la comunicación humana hoy se hace a través de las redes sociales. La imagen es fundamental para captar la atención de los cibernautas. Desde el nacimiento de un bebé se le coloca frente a una pantalla como si se tratara de un chupete virtual.
Los desarrolladores de aplicaciones saben cómo estimular los impulsos para activar en el cerebro las recompensas de felicidad y alegría. La tecnología está diseñada para ser absorbente y es muy difícil desconectar.
Estudios neurobiológicos nos confirman el cerebro sufre una gran interferencia por diversos distractores. El estado normal de cerebro es la distracción, no la atención.¿Cómo leer, escribir, estudiar entonces si estamos absorbidos por un computador o un teléfono celular? Las pantallas nos enajenan, anulan la capacidad cognitiva, nos obnubilan, no nos dejan ni un minuto de descanso; la gente no lee sino es en las pantallas, los libros están en vías de extinción, ya nadie escribe, sino es tabulando en su computador o teléfonos el iPod, tablets o Smartphones. Se ha perdido esa habilidad innata de concentrarse e incapaces de mantener la atención a cualquier tema por más de un minuto.
¿Existirá algún exorcismo liberador? Esto es algo que están estudiando a profundidad los psicólogos y psiquiatras, pero sin mayores avances pues la mente humana no se puede operar con un bisturí. Domesticados los homo sapiens, castrados sus instintos salvajes ahora son gallinas de corral que se alimentan del “pienso cibernético”.
Lo que detona el aprendizaje es la emoción y son los humanos los que producen la emoción y no las máquinas.
Como una fórmula mágica para sobrellevar el aislamiento social la virtualidad nos salvó de la espantosa tragedia del coronavirus -concluyeron los sociólogos y psicólogos. Los usuarios de Internet aumentaron a 4.900 millones de individuos en el 2021, es decir, que se elevó en un 19% (cifras de la Unión Internacional de Telecomunicaciones)
Porque las redes sociales están hechas para mantenernos conectados el mayor tiempo posible a ellas y crear una feroz dependencia. No podemos olvidar que son empresas y su principal finalidad es generar utilidades mediante la publicidad.
Se estima que en promedio un ciudadano pasa más de 6 horas diarias en Internet –y si no lo usa para trabajar o estudiar- está propenso a convertirse en un adicto a la red. Es tal el poder de hipnosis que muchos jóvenes usan hasta un pañal para no ir al baño y seguir interactuando en las redes sociales o los juegos on line.
La psicotecnología ha experimentado con ratones recién nacidos en el laboratorio donde se les conecta a una pantalla durante 40 días para analizar qué es lo que sucede durante el periodo más crítico de su desarrollo. El resultado es inquietante pues los ratones sobreestimulados mediáticamente agonizan deprimidos y desquiciados.
¿Cómo desenganchar a los miles de millones de individuos víctimas de este maléfico cibervudú? ¿Existirá algún exorcismo que valga para liberarlos del fentanilo electrónico? Para los niños enviciados con la heroína virtual la vida cotidiana deja de ser excitante y caen en un estado de holgazanería física y mental. Y no es para menos pues se pasan horas y horas contemplando series y películas o a la PlayStation o videojuegos. Se comprobó que en los casos de niños asesinos en serie de los EE.UU estuvieron antes en contacto con el videojuego “mortal combat”.
Los trastornos mentales se han agudizado y son tan graves que exigen una terapia de choque hasta el punto de recluir a los pacientes en centros carcelarios de régimen militar. Bajo el estricto control de un especialista en adicciones el tratamiento puede durar meses a base de electrodos cerebrales, dieta controlada, fármacos para atenuar los síntomas físicos y emocionales y la vigilancia continua sin contacto con el exterior ni con artilugios electrónicos.
Facebook lo que pretende es “fomentar el humanismo”, los valores comunes y espacios donde se ponen en contacto los ciudadanos de todo el planeta” Las plataformas digitales deben ser un ágora de la diversidad y la tolerancia donde no existe la lucha de clases, se hacen amigos y se crean nuevas comunidades.
Internet tienen la posibilidad de interactuar socialmente a través de avatares o el pasaporte virtual. El valor del avatar del Metaverso ha ascendido el último año en 500.000 millones de dólares y para 2030 esta cifra podría quintuplicarse. Este negocio es el más lucrativo y superior a la explotación del petróleo o del oro como característica clave de su crecimiento exponencial.
Mark Zukelberg apostó a todo o nada al Metaverso invirtiendo en el 2022 casi 15.000 millones de dólares. Para que su sueño se materialice trabajan 10.000 ingenieros, programadores, codificadores. La evolución natural de Internet es el “oráculo del Metaverso” donde la mentira y el engaño dominarán el mundo.
El poder es comunicación y quien lo domine va a impactar radicalmente en el comportamiento de los seres humanos. El tiempo que pasamos frente a la pantalla es el mayor negocio capitalista ya que de nuestra adicción dependen las ganancias por publicidad.
Los homos sapiens han demostrado ser los más fieles consumidores del “pienso virtual”. En los últimos 20 años el entretenimiento y diversión han escalado a la cúspide de manos de las plataformas de suscriptores en el mundo de videojuegos, fútbol, boxeo, lucha libre, películas, series, novelas, programas de variedades, pornografía, música, etc…
El principal mandamiento de las aplicaciones tecnológicas es mantener distraído al cliente para que no se aburra. La receta es muy sencilla: placer y “satisfaction” ¿Cómo combatir la infelicidad vivencial? hay que elegir entre el dolor o el placer que nos conduce al nirvana.
Paradójicamente a pesar de la hipercomunicación existente más del 50% de personas que habitan en países del primer mundo viven solas o condenadas a la soledad. Se niegan a relacionarse con seres humanos y prefieren compartir sus vidas con máquinas, perros, gatos o cualquier otra mascota. En el paraíso de la realidad virtual podrán establecer citas de ciberamor, contactos rápidos y sin compromiso. Tinder ya contabiliza 85 millones de usuarios activos mensuales.
La industria de la pornografía es la estrella más fulgurante de Internet a nivel mundial. Explotar los instintos básicos, las masturbaciones mentales, el ciberclímax, el orgasmo virtual es un negocio que rinde unos beneficios solo comparables al oro o el petróleo. Más del 40% de los adolescentes han visto porno en Internet antes de los 14 años y se ven expuestos a estos contenidos desde los 8 años. Internet se ha convertido en un gigantesco prostíbulo. En el 2019 las páginas web de pornografía obtuvieron 30.000.000.000 de visitas.
Al sistema le conviene crear clones cortados con la misma tijera; que tengan los mismos gustos, el mismo pensamiento y adoren a los mismos ídolos. Son miles de millones de autómatas enviciados por altas sobredosis de ciberheroína, de cibercocaína. Algo que afecta gravemente la capacidad cognitiva o las habilidades de nuestro cerebro que nos permite aprender, prestar atención, memorizar, hablar, leer, razonar. Asistimos impotentes a la “jibarización” del cerebro, reducido a la mínima expresión para que no reflexione ni critique y devore sin rechistar el “pienso virtual”.
A nivel planetario la «heroína digital» es una de las armas más poderosas del capitalismo depredador. La digitalización ya acapara todas las áreas de la vida y quien no esté integrado en esta secta autodestructiva definitivamente es un cero a la izquierda.
Los usuarios de Internet a nivel mundial se calculan en aproximadamente 5.350 millones de personas (que representa el 66,2% de la población), y el número de sitios web accesibles se eleva a los 1.132 millones. ¿Cuántos teléfonos celulares existen en el mundo? según la UIT (Unión Internacional de Comunicaciones) las estadísticas demográficas afirman que hay 8.590 millones de suscriptores de teléfonos celulares o móviles. ¡En el mundo hay más celulares que seres humanos! Si quieres ser feliz necesitas imperiosamente a ese “tótem” de procesadores y microchips.
No hay más que observar el boom de las empresas de reparto o delivery pues los pedidos de comidas rápidas con aplicaciones de teléfonos celulares facturan a nivel mundial la increíble suma de 74.000 millones de dólares. La nueva fase del capitalismo se dirige ineluctablemente a la “macdonalización”, “uberización”, la “didimania”, la “rappimania”. El envío de paquetería o de productos delivery que ya ocupan un lugar privilegiado en la vida cotidian va a trasformar los hábitos de consumo en la sociedad del siglo XXI. Casi 1.000 millones de personas utilizaron una aplicación de domicilios que a nivel mundial algo que generó una ganancia de 74.000 millones de dólares. Los repartidores a domicilio o “jornaleros digitales” conforman una nueva clase social mayoritariamente integrada por jóvenes víctimas de un creciente desempleo. El nuevo proletariado del siglo XXI está marcado por la informalidad laboral, la precariedad y la explotación.
La globalización es un fenómeno histórico consustancial al capitalismo pues ha permitido que las transacciones económicas y comerciales entre empresas de diferentes países sean fáciles y eficaces. Con la globalización digital el capitalismo demuestra que no está en declive sino que recobra nuevos bríos y consolida un sistema al que nadie puede hacerle sombra.
En los últimos años el mercado de artículos digitales se ha multiplicado por tres, o sea, que los consumidores quieren renovar unos equipos que consideran arcaicos. Es la cultura del usar y tirar tan propia de la sociedad de consumo la cual origina una contaminación por plásticos desechables que se estima en 500 millones de toneladas anuales en el planeta.
En la Cuarta Revolución Industrial los productos electrónicos han experimentado el mayor crecimiento en ventas en las primeras décadas del siglo XXI. Cualquier cosa en Internet es transferible y descargable.
La tecnología es la columna vertebral de la economía digital y buena parte de su valor se halla en los programas informáticos que están sujetos a las leyes de la propiedad intelectual. Existen más de 100.000 patentes de computadores de última generación. Solo los dueños de las patentes de los inventos (registros de marcas y secretos industriales) pueden explotarlos o ceder el uso de patentes mediante un pago a otras compañías.
Hay que hacer un repaso muy minucioso de las astronómicas ganancias y beneficios que generan los monopolios tecnológicos que en el año 2022 se elevaron a los 1,6 trillones de dólares. Una multinacional como Google generó 140.000 millones de dólares durante los primeros seis meses del año 2023 o YouTube, con 2.000 millones de usuarios mensuales y que en el 2022 movió en publicidad 18.000 millones de dólares.
Se ha llegado a tal punto que empresarios y potentados multimillonarios como Elon Musk, Billy Gates o Mark Zuckerberg, Jeff Bezos o Sam Altman manejan los tentáculos de la geopolítica mundial. Este club de “reptilianos” e “illuminatis” es el promotor de la agenda globalista que predica la disminución de la población a favor de la robotización.
Internet es el mayor imperio económico, tecnológico y político que jamás haya existido sobre el planeta tierra. Internet ha roto todas las barreras e influye hasta en la misma organización de la sociedad postmoderna y su estructuración. Es tan poderoso que ha producido unos cambios revolucionarios en la historia de la humanidad tan solo comparables con la invención de la rueda. Internet es un metamedio que absorbe todos los medios de comunicación y está al servicio de la especulación financiera de las bolsas de valores tanto de EE.UU o Europa.
Las grandes empresas tecnológicas y monopolios de las plataformas de internet (el monopolio Google maneja el 70% del marketing mundial) explotan este negocio estratosférico. Porque la clave es aprovecharse de las debilidades de estos animales sociales tan propensos a la angustia existencial, la soledad, la ansiedad, y que histéricos pasan de la depresión a la euforia en un segundo. Toda esa bipolaridad desata la fiebre de los consumidores ávidos por comprar las mil y una ofertas y novedades que les quita el sueño. “El mercado capitalista garantiza la libertad del individuo”.
Somos gallinas de corral que se alimentan con el pienso cibernético. Un experimento de ingeniería social muy perverso y bien estudiado que tiene el propósito de engatusar a sus víctimas o “cobayas humanas” e identificar clientes potenciales. No se les cataloga como seres humanos sino como consumidores a los que hay que explotar y exprimir. Los consumidores desde el nacimiento hasta la muerte estarán marcados por una vida digital donde se escribe nuestra memoria e identidad. Los algoritmos personalizan las demandas y los hábitos de la clientela y estimulan los caprichos y la vanidad que define perfectamente la cultura del selfie narcisista.
Algunos predicadores mesiánicos anuncian desde el púlpito que la humanidad le ha vendido el alma al diablo, que las nuevas tecnologías son el anticristo. “Dios castigará con una lluvia de azufre y fuego a Silicon Valley, la nueva Sodoma y Gomorra” Estamos a las puertas del ciberapocalípsis:“La inteligencia artificial es un engendro diabólico que condena a la humanidad a su autodestrucción”-sentencian.
La guerra cibernética puede perfectamente paralizar un país y boicotear la vida ciudadana por medio de virus informáticos o de hackers. Se trata de una “guerra de cuarta generación”, una guerra híbrida donde el campo de batalla es el ciberespacio. Es allí donde se libra una batalla de propaganda, información y contrainformación para provocar miedo, ansiedad, angustia, rabia y psicosis. El principal instrumento en el arte de la guerra es el engaño.
La misión de los ejércitos de bots o robots es imitar acciones humanas de manera automatizada y tienen una mayor eficiencia pues se hacen con el mando de sistemas ajenos a las herramientas digitales. La mitad del tráfico en Internet está asociada a bots. Se confunden con los seres humanos y su maquiavélico papel es el de contaminar el ciberespacio con propaganda y desinformación destructiva.
¿Quién posee la verdad? La mentira y la censura prevalecen por encima de la libertad de expresión y el respeto a los derechos humanos.
Una y mil veces los gobiernos occidentales repiten que la seguridad del mundo está en peligro. El ciudadano al sentirse un ser indefenso aterrorizado exige protección. La inteligencia artificial está enormemente avanzada con cámaras de reconocimiento facial capaces de discriminar a cualquier individuo en medio de la multitud. Algo que ya se ha implementado con gran éxito en China.
El diccionario de la lengua española define la palabra alienación como pérdida o alteración de la razón o de los sentidos, la perdida de la personalidad o de la identidad de una persona o de un colectivo.
¿Cada cuánto estás consultando tu móvil a lo largo del día? Seguro mucho más de 5 horas diarias- ¿quizás casi 10 horas entre las edades de 25 y 54 años? Y encima los autómatas enchufados a sus iPod clavan el pescuezo en la tierra cuando se ven en peligro. Si en occidente la esperanza de vida de una persona (hombre y mujer) es de aproximadamente 80 años lo más seguro es que se pase casi la mitad de su existencia frente a las pantallas.
Conectarse y comunicarse es como respirar. Lo que conlleva un alto grado de adicción al que ni siquiera se presta importancia. Es un acto involuntario o una respuesta a un estímulo auditivo o visual.
Están creando una nueva vía muy eficaz para manipular nuestros pensamientos y acciones. El objetivo es aprovecharse de los puntos débiles de la mente detectadas por los sesgos cognitivos que nublan nuestro raciocinio y determinan muchos de nuestros actos.
La cantidad de información personal que han acumulado las multinacionales acerca de nosotros a partir de nuestra actividad on line la gestiona el Big Data. Allí queda grabada la huella digital para conocer nuestras preferencias y poder vender mejor sus productos.
Afirman los tecnócratas que la conectividad universal digital (paradigma de la libertad) es un derecho humano indispensable para democratizar la nueva sociedad del futuro. Pero más de un tercio de la humanidad no tiene conectividad y sin conectividad no hay desarrollo, educación ni oportunidades.
En Latinoamérica más de la mitad de la población no tiene conectividad y solo utilizando los satélites lograremos desde el espacio alcanzar el derecho universal al acceso digital.
Amazon actualmente desarrolla el proyecto Kuiper para enviar 3.200 satélites a la órbita terrestre baja especializados en transmitir Internet de alta velocidad en cualquier lugar del planeta. Este es la meta que deben cumplir en los próximos 5 años y así competir con Starlink de Elon Musk. Space X ya lanzó 2.300 satélites (fijos o geoestacionarios) y tiene programado alcanzar los 30.000 de aquí al 2030 para ofrecer cobertura mundial de conectividad Wi Fi. Ya llega el Wi Fi 7, cuatro veces más veloz y mucho más capaz. La sexta generación de tecnologías inalámbricas prevé miles de millones de dispositivos conectados.
El estado impondrá paulatinamente las nuevas reglas del juego para acelerar el control social. Igual que antes se marcaban los esclavos a fierro candente, ahora los terrícolas deberán llevar un número de identificación digital. El teléfono celular será el nuevo pasaporte y la tarjeta para hacer transacciones o movimientos bancarios.
De la noche a la mañana nos encontraremos que ya no habrá dólares ni euros ni yuanes sino monedas digitales. La economía de mercado está agotada y por lo tanto el neoliberalismo financiero especulativo debe mutar. Silicon Valley y la IA planean acabar con el dinero líquido y robotizar todo nuestro entorno desde las industrias hasta nuestros hogares.
Porque los algoritmos, la inteligencia artificial, la robótica, el Big Data y la tecnología 5G superan cualquier obstáculo y determinarán el curso de nuestra existencia. Las compañías necesitan que pasemos más tiempo en sus plataformas e inducir a las cobayas para que se queden enganchadas frente a las pantallas? ¿Quiénes son los que hoy controlan tu instinto de vida y el karma?
El algoritmo es un programa matemático capaz de memorizar el perfil de cada uno de nosotros y las búsquedas que realizamos en Internet. Y no es ciencia ficción que formateen nuestra manera de pensar, un lenguaje, una forma de ser, unos gustos, las tendencias de moda, los ídolos, iconos o prototipos.
¿Cuánto cuesta poner en marcha un ecosistema digital o un medioambiente digital? El consumo energético del ChatGPT es imposible de cuantificar. El excesivo uso de los combustibles fósiles es uno de los factores que más inciden en el cambio climático y por eso lo hacen inviable en el futuro. La energía que consume el sector de las tecnologías de la información asciende al 7% de la electricidad mundial. Si Internet fuera un país sería el sexto más contaminante del mundo. Cada minuto se envían 38 millones de mensajes de WhatsApp, se visualizan 266.000 horas de Netflix, 4,3 millones de vídeos de YouTube y se realizan 3.7 millones de búsquedas en Google, y TikTok con 1.562 millones de usuarios tuvo en 2023 733 millones de descargas e ingresos publicitarios por 13.2 millones de dólares.
La sobreexplotación de recursos naturales y los minerales estratégicos como el paladio, el cobalto, grafeno, silicio o estaño o el litio son esenciales para la fabricación de teléfonos, computadores, carros eléctricos, etc… Por ejemplo, en cinco años se multiplicará por 15 la producción de grafeno y silicio (materia prima de la revolución electrónica y la revolución energética). Todos estos minerales contienen contaminantes químicos que están atacando nuestro cerebro y que provocarán graves repercusiones a largo plazo en la salud mental y física de los consumidores o clientes. Las radiaciones electromagnéticas ionizantes y no ionizantes que emiten los teléfonos celulares absorbidas por el cuerpo humano son letales a largo plazo.
Las empresas Neuralink, Synchron, Paradromics, Neurotech se dedican a tiempo completo al desarrollo del transhumanismo que concebirá robots con apariencia humana, robots de automatización industrial, asistentes domésticos o esclavas sexuales. Además, los androides estarán dotados con sintetizadores de voz para recrear interacción social, elementos de inteligencia y visión artificial. Google, Neuralink de Elon Musk (interfaces de cerebro de computadora implantables que buscan alcanzar una simbiosis total con la inteligencia artificial) o Human Brian Project (proyecto médico-científico tecnológico patrocinado por la UE) tienen el propósito de reproducir en base de algoritmos todas las características del cerebro humano y minimizar sus falencias. Para lograrlo ya han conseguido mapear 90.000 millones de neuronas con superordenadores intensivos en memoria e interactivos que hagan frente a la avalancha de datos que habrá que procesar y almacenar.
Según la neurociencia el transhumanismo tiene como objetivo mejorar a los seres humanos, modificar o redefinirlo mediante implantes cerebrales (BCI) Gracias a la intervención remota de nuestro cerebro un sujeto será capaz de manejar con la mente aparatos electrónicos. Neuralink es el cenit de la locura cuya intención es el de implantar un chip en el cerebro para controlar, configurar tus pensamientos tus movimientos y tu vida, o sea, la total deshumanización. Un proyecto criminal de ingeniería social tecnocrática para reducirlo a un autómata. La neurociencia estudia el cerebro lógico, el conocimiento, el comportamiento, la ósmosis y reacción espontánea.
Es imprescindible aprender las funciones y los secretos del cerebro humano (el número total de cedulas incluyendo neuronas es mayor que el número de estrellas de la vía láctea) La prioridad de la neurociencia es comprender cómo funciona el sistema nervioso para producir y regular emociones, pensamientos conductas y funciones corporales básicas.
Para el 2050 el 80% de la población mundial se concentrará en ciudades. Ya no habrán diferencias entre el mundo urbano y rural. Una ventaja añadida para la buena marcha de la “dictadura digital” de la que depende nuestra felicidad. Nos consta que en el 2023 el 65,5% de la población mundial tenía acceso a Internet. El cableado de estructura fibra óptica supera los 1.3 millones de kilómetros tanto terrestres como submarinos en todo el planeta. La cultura universal se transmitirá vía internet bajo las premisas del pensamiento único. Muchos gobiernos han apostado por la educación virtual con la falsa creencia que van a mejorar el rendimiento académico de las nuevas generaciones. ¿Tal vez la tecnología nos proporcionará el saber y el conocimiento de la mano de Google y Wikipedia?
La mente, la conciencia y el espíritu han sido abducidos con esa paranoia hipnótica de cerebros lobotomizados tan propia de una sociedad de masas enviciada por altas sobredosis de ciberheroína y de cibercocaína. El ciberimperialismo celebra su victoria pues sin disparar un solo tiro, ni movilizar ejércitos ni armadas o lanzar misiles o bombas atómicas ha invadido todo el globo terráqueo. Además, su “sagrada misión” la hace en nombre de la paz, la libertad y el progreso de la humanidad.
La sociedad del conocimiento OAS es vital para competir y tener éxito frente a los cambios económicos y políticos del mundo postmoderno globalizado. Un computador cuántico sin errores es la mejor arma para la gestión empresarial capitalista. Algunos científicos afirman que tiene conciencia y hasta alma, incluso sueñan y muy pronto podrán hablar y proyectar en pantallas sus propias emociones.
Hoy alcanzamos las más alta cima de la civilización hipermoderna pues pasamos de la época analógica a una revolución digital. El mundo gira muy deprisa y cada día que pasa surgen nuevos avances tecnológicos. Sin duda alguna antes de que termine esta década todas nuestras acciones concernientes a la vida diaria se harán a través del teléfono celular.
La paz mundial depende de nivel de alienación a que estén sometidas las “cobayas humanas”; porque entre mayor sea la dosis de “ciberheroína”, mayor será el sometimiento y la resignación. Lo ideal es forjar una sociedad amnésica, acrítica y apolítica con el fin de desmovilizar cualquier intento desestabilizador que pretenda oponerse a los designios del poder establecido.
El mayor factor de cohesión en cualquier comunidad es la lengua. Un lenguaje con un poder de persuasión capaz moldear la forma de pensar, de influir y automatizar la necesidad de pertenecer a un grupo a una tribu y sentirse importantes. La lengua tiene la capacidad de comunicarnos con lo más profundo de nuestro ser. Las palabras para la expresión de ideas son nuestros nexos con la realidad. La lengua dominante de la digitalización es el inglés y por eso su aprendizaje es prioritario en los sistemas educacionales a nivel universal. Nombrar las cosas es poseerlas. Por eso si alguien desea integrarse en el proceso globalizador tiene que obligatoriamente aprenderla. La cultura anglosajona está uniformizando a una velocidad de vértigo el lenguaje.
La ingeniería lingüística facilita la comunicación del ser humano con la máquina e incluso entre máquinas. Fundamental para la web semántica donde la representación del conocimiento se lleva a cabo con ontologías que pueden ser compartidas entre usuarios y computadoras para que traduzcan a las diferentes lenguas y culturas. Quien domine el lenguaje será capaz de infiltrarse en el inconsciente de los homo sapiens.
La digitalización engloba todos los ámbitos de la sociedad: la administración, la cultura, la educación, la ciencia, las finanzas, el turismo, el transporte, las infraestructuras, las relaciones sociales, etc… Internet pretende ordenar el mundo imponiendo el teletrabajo (máximo 4 días a la semana)No es difícil imaginar que la digitalización del mundo será prácticamente total y que entraremos en una era de dependencia absoluta del Internet y las redes sociales. No seremos más que un avatar, un nick name-. Los computadores cuánticos tomarán sus propias decisiones con mayor perfección que los defectuosos seres humanos. La dictadura tecnocrática traerá como consecuencia el ocaso de la naturaleza humana a manos de la megamáquina industrial.
La idea de cultura va a cambiar absolutamente por completo donde los protagonistas serán payasos de los reality shows, tuiteros, tiktoqueros, youtubers, instagramers, influencers, estrellas de la farándula o del gran hermano. Estamos criando una generación nihilista marcada por la egolatría, el narcisismo y el hedonismo que son el vector preponderante de las relaciones interpersonales.
La pérdida de capacidades cognitivas nos están idiotizando. ¿Cuál es el grado de concentración de una persona? Se ha comprobado que escuchar un tema musical no pasa de 1,5 minutos y las oraciones que leemos casi no tienen subordinadas, la atención que se le presta a una noticia es de apenas 3 segundos. Es imposible desconectar del mundo exterior; cerrar los ojos y sentir lo que pasa en el cuerpo. Se está atrofiando el lóbulo frontal responsable de habilidades de concentración o meditación. Los dispositivos tecnológicos son distractores que nos impiden leer o escribir. Somos receptores y no emisores. Hemos elegido desconectarnos de la realidad pues prácticamente todas las relaciones sociales están estructuradas por artilugios cibernéticos. El panorama es desolador si observamos como por las calles de cualquier ciudad miles de autómatas digitales vagan como zombies enchufados a sus audífonos Bluetooth.
Para el neuromarketing las emociones son un tesoro muy deseado y atraen los intereses de grandes compañías o gobiernos. Decodificadas nuestras emociones se pueden engatusar a las masas que son muy propensas a la naturaleza adictiva de la tecnología. En este campo los antropólogos se dedican a estudiar la estructuración social: los rasgos étnicos, hábitos, costumbres, lenguajes, ritos, símbolos, creencias o mitos que es un conocimiento vital para incidir en el comportamiento de los individuos.
Hay que analizar detenidamente el funcionamiento del cerebro de los mamíferos del orden de los primates para saber cuáles son sus flancos más débiles e influir en sus gustos y preferencias. Algo muy fácil de realizar porque están completamente enganchados a la heroína digital.
Las empresas y multinacionales del Silicón Valley tienen un gran aliado en las plataformas de entretenimiento o de streaming. Netflix cuenta con 221 millones de clientes potenciales, pero en el mundo hay 850 millones de suscriptores a las distintas plataformas de streaming. Con ese bombardeo continuo de datos nos llega tanta información que nos provoca un cortocircuito cerebral. El cerebro humano no está diseñado para hacer más de una tarea al mismo tiempo. No existe la multitarea. Nos encontramos inmersos en una transición de la economía física capitalista; capital, tierra y trabajo, a una economía digital. Las empresas privadas están desarrollando las infraestructuras hardware y software y redes 5G, 6G o 7G para la transmisión de datos, el Internet de todas las cosas conectado a los celulares capaces de darle órdenes a un robot. Se integrarán todos los objetos, sujetos y animales, seremos un código de barras en un sistema donde los billetes desaparecerán para dar paso a las criptomonedas que es una derivación de la inteligencia artificial y la lógica matemática. El ChatGPT de inteligencia artificial impregnará todas las áreas de nuestra vida y responderá a cualquier orden que le demos. Incluso ya está preparado para mantener conversaciones fluidas con cualquier persona. Sus algoritmos deberían ser capaces de contestar las preguntas que se le planteen por complicadas que sean. Es imposible competir con la Inteligencia artificial porque es generativa y recopila información a granel, o sea, millones y millones de datos que ningún cerebro humano puede almacenar y procesar. Según Elon Musk«La capacidad de los modelos de inteligencia artificial superará a la inteligencia humana a finales de 2025″Las realidades sólidas del pasado se han desvanecido y ahora la historia del mundo es líquida; más provisional, más flexible y siempre lista a cambiar.
Los datos son las nuevas materias primas que están ahí para extraerse, o sea, el “nuevo petróleo” transformado en mercancía que se puede vender. Estos datos acaban volviendo a nosotros en forma de anuncios personalizados. Los dueños de los metadatos son culpables de la perversa intromisión y manipulación en el pensamiento humano.
El Big Tech es un sistema de vigilancia masiva y la totalidad de los textos, las conversaciones, films o fotografías quedarán grabados a perpetuidad en el data center de la National Security Center de Utah. El proyecto Prisma es un programa clandestino de vigilancia electrónica operado por la NSA de los EE.UU para la recogida de comunicaciones procedentes de al menos nueve grandes compañías norteamericanas de Internet. Microsoft y Silicon Valley tienen lazos muy estrechos con el aparato político militar y el complejo industrial norteamericanoque hace parte de la agenda transhumanista que es una herramienta indispensable para imponer el poder global.
La civilización postmoderna se caracteriza por su insignificancia espiritual y la indigencia intelectual. No tendremos más remedio que compartir nuestras vidas con androides. Seremos un holograma que proyecta un objeto tridimensional mediante rayos laser donde hasta los muertos podrán resucitar.
En Occidente se cumple al pie de la letra el mito griego de Prometeo, aquel titán protector de la civilización humana que le roba el fuego a los dioses para entregárselo a los seres humanos. Lo cierto es que la ciencia y la tecnología se han convertido en un dios capaz de dominar y transformar la tierra. Pero aquí no acaban los retos porque siempre hay un paso adelante, jamás habrá un paso atrás o hacía la deconstrucción porque la obsesión es crear una nueva raza de seres humanos ligada al transhumanismo. Como si se tratara del elixir de la eterna juventud nos proponemos prolongar su vida más allá de los 120 años. La muerte es un problema técnico y está al alcance de la tecnología que las células dejen de envejecer. Mediante implantes cerebrales se insertará un chip de la superinteligencia (los BCI electrodos en el tejido encefálico para realizar las interacciones entre el ser humano y las máquinas) en busca de un ser pluscuamperfecto que con el uso de las nuevas tecnologías como la robótica, la analítica, la nanotecnología, la inteligencia artificial o el Internet of Things elimine todo aquellos rasgos que nos hacen frágiles. ¿Y por qué no obtener neuronas de laboratorio a partir de células madre?
El libro el Shock del Futuro de Alvin Toffler, publicado en los años setenta, es muy esclarecedor pues en algunos pasajes nos anuncia: “estamos viviendo una revolución tan fundamental que hemos de retroceder muchos siglos para encontrar algo parecido. Posiblemente, el único cambio comparable es el que se produjo entre el paleolítico y el neolítico. Nosotros en el siglo XX, estamos terminando una era de la humanidad que empezó hace cinco mil años”
Como reza el manifiesto del matemático y filósofo norteamericano Theodore Kaczynsky, y “mártir de la resistencia antisistema” mejor conocido como “Unabomber”: es necesario un parón y regreso a la naturaleza y al primitivismo. Su crítica es la antítesis de la revolución tecnológica y el crecimiento económico. “Unabomber” hace un llamado a desintoxicar a la humanidad, porque el progreso actual de la era digital solo nos conduce a la autodestrucción. El ideal postmoderno es la lógica del individualismo. A tal punto llegó su radicalización que se trasformó en un peligroso “terrorista antisistema” que enviaba cartas bomba a diferentes universidades, aerolíneas y organismos gubernamentales y que causaron varios muertos.
¿Qué le pasará al mundo de aquí a 100 años? Profetizar o predecir el futuro no es muy difícil si nos atenemos a las actuales circunstancias del impresionante hiperdesarrollo de la informática y la cibernética. La cultura digital prácticamente dominará todas las relaciones sociales causando un cambio antropológico nunca antes visto en todos los ámbitos de nuestra existencia. Algo que sucedió igualmente en el siglo XIX con la máquina de vapor y la mecanización del campo y de la industria. La nanotecnología y su universo microscópico de materias en tamaños increíblemente pequeños aplicada microprocesadores como nanotubos de carbono están cerca de sustituir el silicio como material para manufacturar microchips y dispositivos más pequeños veloces y eficientes. El desarrollo del grafeno para la fabricación de pantallas táctiles flexibles que consumen menos energía y son más rápidos abre la puerta a una nueva revolución industrial con un mercado global en auge cuyo valor superará el próximo lustro los 125.000 millones de dólares. Reafirmando las teorías marxistas los estratos más bajos de la sociedad serán explotados para dinamizar la economía y la productividad. La lucha de clases y los conflictos sociales se agudizarán. Habrá que redefinir al ser humano pues la inteligencia artificial, robótica, la industria 4.0 (cuarta revolución industrial) van a sustituir muchas profesiones destruyendo empleos. En todo caso la mano de obra es prescindible porque cada vez el trabajo en el mundo físico será realizado por máquinas que son más productivas. Los tecnócratas utópicos prevén que en el año 2045 se producirá la fusión del ser humano (subyugado su mente y espíritu) a la máquina que es la que realmente tomará las decisiones.
«La historia es la historia de las innovaciones tecnológicas»
La historia Caracol
Por: Raúl Prada Alcoreza
El caracol es un molusco gasterópodos que carga una concha espiral. Los caracoles se mueven desplegando una serie de contracciones musculares ondulatorias, que recorren la cara inferior del pie. Los caracoles poseen en la boca una estructura llamada rádula, con miles de dentículos, que les sirven para raspar las superficies con el fin de alimentarse.
Podríamos pensar una figura que ilustre adecuadamente lo que ocurre con lo que llamamos historia, en ese sentido, podríamos hablar de una historia caracol o de una historia que se encaracola. En otras palabras, hablamos de una historia que se encierra en sí misma. Que busca ocultarse al interior de su caparazón. Ya no se trata del ángel de la historia de Walter Benjamin, ángel, que no puede mirar al futuro, hacia dónde va, sino que solo puede mirar al pasado, en la medida que se aleja, pues sus alas están inmovilizadas por un viento huracanado. Se trata de otra figura donde la historia, esta vez, como sujeto, mejor dicho como conciencia, se oculta en su cueva. No pude afrontar la exterioridad, mucho menos el afuera. No sabe que la exterioridad corresponde a los diagramas de poder, que se inscriben en la superficie de su piel y se hunden en el espesor de su cuerpo. Tampoco sabe que el afuera, es decir, la vida, que se convierte en resistencias, en campos y espesores de resistencias, frente a las pretensiones de dominación de los diagramas de poder y de sus instituciones, de los agenciamientos concretos de poder, que ese afuera lo encuentra en la profunda interioridad de sí mismo, en su vitalidad, que no quiere reconocer, en su potencia que no quiere liberar.
Entonces estamos ante una historia que se oculta en las profundidades de su propia memoria, buscando no recordar, sino olvidar. Una historia que huye, escapa de su futuro, renuncia al porvenir. Quiere repetir lo mismo, el eterno retorno de lo mismo. Ese mismo que es su comienzo, mas bien, su origen mítico, es decir, la utopía del pasado, inventada por el imaginario de una modernidad en decadencia.
Una historia que escribe, se reescribe sin inventarse, es decir, sin crearse, sino, mas bien, copiándose reiteradamente. Una historia que ha renunciado al conocimiento, pues no quiere conocer lo que ocurre, lo que acontece, incluso lo que ha ocurrido. Lo que hace es recurrir a una gran narrativa de la historia universal, que corresponde al prejuicio de una evolución lineal, de una filosofía dialéctica y de una historia dialéctica, es decir, una filosofía de la historia, que supone un desenvolvimiento de la superación de las contradicciones, una síntesis histórica de los antagonismos. En pocas palabras, una apología de una modernidad, geopolíticamente dominante, autorreferida y autocentrada en las potencias dominantes, que ahora componen el imperio.
Hemos hablado de sujeto, hemos supuesto, por lo tanto, el sujeto de la historia, por razones de exposición, para ilustrar. Pero este sujeto, que suponemos no necesariamente tiene que ver con el sujeto que conjetura la filosofía de la historia, esa síntesis heroica, esa concepción romántica de la figura que encarna la historia. Tampoco estamos hablando del sujeto de la historia materialista, que tiene conciencia para así, el proletariado, sujeto que ha supuesto el marxismo. Esta versión materialista de la historia tampoco sale de la herencia del romanticismo, ni se escapa a la filosofía especulativa de Hegel, sino que reproduce esa filosofía especulativa con pretensiones de ciencia, acudiendo a una suerte de determinismo económico. Hablamos de una manera más sencilla, ese sujeto de la historia es el que escribe la historia. Nos referimos a los historiadores, en el mejor de los casos, y en el peor de los casos, a los que inventan la historia de acuerdo al delirio de sus propios prejuicios y miserias humanas.
La definición que colocamos a un prncipio corresponde a la descripción enciclopédica del caracol. Nosotros usamos al caracol como metáfora, para ocasionar una simbolización apropiada y una configuración significativa pertinente, buscando enunciar la idea de una historia sinuosa, que se arrastra sobre un suelo depredado, abandonado a su suerte. Un suelo, donde se dispersa el conjunto de problemas no resueltos. Respecto a este fracaso rotundo, la historia se ilusiona con una imagen autocomplaciente. Pretende convertirse en una secuencia lineal de un avance civilizatorio y de un desarrollo sin precedentes. Sin embargo, esta hipótesis histórica sostiene la propia narrativa, el relato, no soporta el contraste de los hechos, la fatalidad de los hechos, la facticidad de una condena, que parece ser un destino escogido, sobre todo por los que dominaron y ejercieron el poder desde el comienzo mismo de la civilización, es decir, hace 5000 años.
La historia carga con su propia covacha, ese refugio, donde vive, donde se oculta, donde guarda sus certezas, pero también donde oculta su memoria. La historia deja fluir la densa mucosidad de sus procedimientos, para evitar fricciones, para moverse cómodamente en el líquido espeso de sus propios presupuestos. Elude obstáculos, evita los eventos que podrían cuestionarla, por lo menos cuestionar el eje de la trama de una narrativa consabida, donde cambian los escenarios, los contextos, las épocas, los periodos, los lugares, los nombres, empero, se repite la secuencia de la trama, en busca del desenlace. Nos lleva, nos induce, a corroborar las propias hipótesis cronológicas, las más valoradas por la ideología universal.
Claro está que no podemos olvidarnos de la contrahistoria, que no es exactamente la otra historia, la historia alternativa, por ejemplo de los vencidos, sino, mas bien, es la contra-genealogía alterativa de la propia historia. La irrupción de otras interpretaciones de los hechos, de los eventos, de los sucesos y de los acontecimientos. La irrupción de otras narrativas, precisamente las que cuestionan la narrativa dominante de la historia universal. También está la historia, crítica o la crítica de la historia, que sobre la base de los archivos documentales y otras investigaciones, además de acudir a la arqueología, así como a las memorias colectivas y a las culturas singulares, elabora otra comprensión y entendimiento de los acontecimientos, puestos en observación y considerados en las investigaciones alternativas, que, en todo caso, no tiene una concepción universal, sino que se abren a las multilinealidades históricas. A la emergencia de otros recorridos sociales y culturales.
En esta lista, sucinta, no podemos olvidarnos de colocar a las memorias locales, a las narrativas del lugar, tanto orales como escritas, que pueden formar parte del folclore o del saber popular, en el sentido más amplio de la palabra. En este caso, no hay pretensión de ciencia histórica, sino, de manera inmediata y espontánea, también por tradición, aparece el apego de la transmisión de lo conocido, de lo experimentado, de lo corroborado por testimonios consanguíneos o coterráneos. Se estaría más cerca de los hechos, de los eventos fácticos, aunque su circunscripción solo abarca el lugar, el territorio.
No hay solo una narrativa, sino muchas, no hay pues la posibilidad de una sola interpretación, sino de variadas y alternativas. Con eso no queremos decir que, en lo que respecta a la interpretación del acontecimiento social, desechamos la aproximación a una interpretación no solamente descriptiva, sino teórica, de lo acaecido y de lo que acaece. Sino decimos que una interpretación integral merece comprender y acercarse a la complejidad del acontecimiento social. Todas las activas y todas las interpretaciones al alcance son recursos para acercarse a la comprensión y al entendimiento de la complejidad. Esto implica que la complejidad del acontecimiento requiere de una construcción dinámica e integral de los procesos inherentes a las formaciones sociales.
Varias veces hemos dicho que los conceptos pasado, presente y futuro son discutibles. En realidad deberíamos decir que son antropocéntricos, la escala es el ser humano, la experiencia del ser humano, la medida del tiempo que hace el ser humano, que, si bien, fue cíclica, anteriormente, durante las sociedades agrícolas, ahora es más bien lineal, en la sociedad moderna. Para esclarecer lo que decimos, pongámonos en un paisaje cualquiera, ante un paisaje cualquiera, dentro del que nos encontramos. Ese paisaje, sus montañas, sus pendientes, al pie de las montañas se encuentran los valles; las arboledas que pueblan los valles, se encuentran, siguen permaneciendo, mientras son observados, ayer, hoy y mañana. La montaña es pasado, presente y futuro. Ha estado, está y va seguir estando. El que cuenta los días es el observador, es él quien experimenta el paso de los días y las noches, de los meses y los años. Recuerda la montaña, si regresara al lugar, va a volver a ver la montaña, y espera volverla a ver cuando vuelva a regresar al lugar.
El pasado es un concepto a escala humana, se refiere a lo que se ha ido, a lo que ha dejado de ser, por ejemplo un niño. A los seres queridos que ya no están, que han fallecido. A lo que fue su pueblo, su sociedad y su país, teniendo como referente la temporalidad de su generación. En ese sentido se entiende que se hable de una temporalidad corta, una temporalidad mediana y una temporalidad larga. Las estructuras de larga duración se refieren a los ciclos y genealogías de la civilización. Pero todo eso es humano, la escala humana, la percepción y la concepción humana del tiempo.
¿Pero, qué es el pasado para el planeta, para la galaxia, para el universo? Lo que captamos a través de la luz de las galaxias lejanas es lo que fueron, no lo que son ahora. Aquí el tiempo se corresponde con la velocidad de la luz. Lo que nos llega es ya pasado. Nuestro presente está invadido por el pasado planetario y del universo. El pasado más remoto del universo, que llegue algún día a nosotros, a través de un largo viaje, por medio de la luz, será nuestro futuro.
No vamos hablar aquí del tejido del espacio tiempo, ya lo hemos hecho en Potencia de la vida. Lo único que vamos a anotar, rescatando lo que escribimos en en ese ensayo, es que el tejido del espacio-tiempo supone la simultaneidad dinámica. Ahora nos interesa anotar las dificultades que plantea la pretensión de conocimiento del pasado de la llamada historia. Así como que no se puede conocer la complejidad, sinónimo de realidad, tampoco se puede conocer, por así decirlo, todo lo que abarca y comprende e implica el pasado, todavía manteniendo este término en el uso del lenguaje de esta exposición. A lo máximo que se puede llegar es tener una idea, lo más adecuada posible, de la composición o de las composiciones de la complejidad de la realidad efectiva, incluso si la asumimos como pasado. Dependiendo de la información que manejemos, que llegue a nuestras manos, a la que accedamos y recurramos, contando con buenos recursos de decodificación y de interpretación, contando, además, con buenos instrumentos teóricos, tanto críticos como de apertura, dúctiles y abiertos a la creatividad.
En todo caso es discutible hablar de historia, incluso sólo de genealogía, que sería como su corrección, pues se trata del análisis crítico de las estructuras sociales de las estructuras civilizatorias y de las estructuras transcivilizatorias. Estamos ante el desafío de una concepción integral arqueológica genealógica y hermenéutica de las culturas, de los campos de fuerza sociales y de los plegamientos de las subjetividades.
Fuente de la información: https://www.resumenlatinoamericano.org
Fotografía: Pradaraul
Una historia sobre el Canal de Panamá que debe conocerse
El libro…
Esta sensación la he tenido leyendo “Historias Perdidas del Canal de Panamá. La historia del canal de Panamá contada por los panameños”, de Marixa Lasso, publicado por grupo editorial Planeta, en 2021. Originalmente la autora había publicado este libro en inglés bajo el título “Erased. The Untold Story of the Panama Canal”, en 2019, por la editorial de la Universidad de Harvard.
El libro consta de 335 páginas y su contenido está dividido en 7 capítulos más introducción y epílogo. La Introducción y el Epílogo constituyen por sí mismos partes medulares del ensayo, por lo cual conviene leerlos con cuidado. Entiendo que estas “historias perdidas del canal” son parte de los estudios doctorales de Marixa Lasso, quien en la actualidad es directora del Centro de Investigaciones Históricas, Antropológicas y Culturales.
Otra evidencia del racismo y los abusos norteamericanos en Panamá
Este libro describe el papel de Estados Unidos en la apropiación del territorio conocido como Zona del Canal, y el trato humillante que dio al pueblo panameño. Su importancia radica en que pone en evidencia, una vez más y sobre aspectos no tratados hasta ahora: la acción racista, discriminatoria, violatoria de los derechos humanos del imperialismo yanqui en nuestro país.
Mediante un enfoque metodológico guiado por los estudios culturales y decoloniales, Marixa Lasso evidencia cómo Estados Unidos aplicó su política colonialista e imperialista sobre el Istmo de Panamá partiendo por desconocer, en sus informes burocráticos, como iguales a los habitantes del país, y en particular de la Zona del Canal, haciéndolos ver como bárbaros (nativos) pobladores de la “selva”, para luego echarlos de lo que fue por 400 años la zona de tránsito.
Se “borró” a los habitantes originarios de la Zona del Canal
Ello implicó pasar por alto los avances alcanzados por los habitantes de un país como Colombia, de la que formábamos parte, que había formalizado una cultura política republicana desde inicios del siglo XIX, que había abolido la esclavitud mucho antes que Estados Unidos, que acostumbraba a elegir mediante el sufragio universal a sus autoridades y que se hacía representar por un proyecto liberal radical en que destacaron figuras como Buenaventura Correoso. Ellos fueron reducidos a la categoría de “nativos”, que era un eufemismo por “bárbaros” o “salvajes”.
Según Marixa Lasso, también la política racial aplicada por Estados Unidos desconoció el hecho de que los pobladores de la zona de tránsito tenían cuatrocientos años de trabajo integrado al comercio mundial al cual servían desde la época de las mulas por el Camino Real a Nombre de Dios y Portobelo, o por el Caminos de Cruces junto con la navegación por el Chagres. Inclusive fue conducida al mundo “del no ser” (como dirían los filósofos), la agricultura y ganadería practicadas por esos habitantes durante cuatro centurias. Todo ello fue reducido a la categoría de “selva”.
Las autoridades de Estados Unidos se propusieron hacer del Canal de Panamá y sus áreas adyacentes un modelo de proceso “civilizatorio”, con lo cual probarían su derecho a dirigir los destinos del mundo al ser vanguardia tecnológica, tener poderío militar y tener capacidad de salud pública para vencer a las enfermedades del trópico y capacidad administrativa para convertir la selva en civilización e imponer normas de convivencia a los “nativos”.
En 1904, la Zona del Canal no estaba vacía y no era selva
Una vez que Estados Unidos impuso la separación de Panamá de Colombia en 1903, para establecer el nefasto Tratado Hay Bunau Varilla, empezó la aplicación de sus cláusulas en 1904, pero se encontró con un hecho: el territorio definido en el tratado para convertirse en Zona del Canal no estaba vacío, sino habitado por 40 mil personas, según Marixa Lasso. Algunos especialistas difieren de la autora respecto a esa cifra demográfica, pero el caso es que, lo que sería la “zona”, estaba habitado por miles de personas, fincas, plantaciones, hatos ganaderos, negocios, etc.
En 1904 no había “selva” en la zona de tránsito, mal llamada después Zona del Canal. Más bien la selva fue creada por los norteamericanos a partir de la expulsión de los habitantes originales. Por razones raciales, militares y administrativas las autoridades norteamericanas decidieron expulsar de esa región a quienes habían habitado ese territorio por generaciones. Esa expulsión ni siquiera estaba contemplada en los Tratados de 1903.
La investigación de Marixa Lasso establece que Estados Unidos trató a los habitantes “originarios” de la “zona” de tres maneras distintas:
1. De 1904 a 1907, se mantuvieron los municipios originales, pero dejaron de estar vinculados a Panamá, pasando a control del gobernador norteamericano;
2. De 1907-1912, se eliminan los municipios y sus alcaldes, los cuales pasan a ser parte del engranaje administrativo de la zona, sin derechos políticos;
3. De 1912 a 1915, se produce el proceso de expulsión de la población panameña de la Zona.
Los “pueblos perdidos” no se inundaron, fueron expulsados por Estados Unidos
La expulsión definitiva de los habitantes de la Zona del Canal se produjo a partir de un decreto del presidente William Taft, emitido el 5 de diciembre de 1912, el cual se redactó a partir de las conclusiones de un viaje de inspección realizado por una comisión del Congreso de Estados Unidos a Panamá, del año anterior.
La salida de los habitantes originarios de la zona NO se debió a la inundación de sus pueblos por el lago Gatún, tal y como ha narrado el mito histórico panameño. Los pueblos de los que fue expulsada la población istmeña no fueron inundados por el canal, señala Marixa Lasso. Salvo algunos poblados menores, y parcialmente Gorgona, ni Chagres, ni Nuevo Gatún, ni Emperador, o Culebra, y otras comunidades fueron anegados por las aguas del canal.
El vaciamiento de esos pueblos fue producto de una orden del gobierno de Estados Unidos. No hubo razones técnicas ni naturales para la diáspora de la población originaria de la Zona del Canal. Las razones del gobierno norteamericano estuvieron basadas en prejuicios racistas contra una población mayormente afrodescendiente y por criterios de tipo militar y seguridad nacional. Recuérdese que para el imperialismo norteamericano el principal valor del canal y su zona no era comercial sino militar. Por eso estuvo siempre bajo el control del Pentágono y no de la Secretaría de Comercio.
La tragedia y la lucha por sus derechos de los desplazados
El libro de Lasso es extraordinario porque va narrando el proceso de despojo que hace el gobierno de Estados Unidos del territorio nacional y de las propiedades de los pobladores que habitaban esos antiguos lugares. El despojo yanqui empieza por la apropiación injustificada de los puertos panameños, que narra muy bien la autora, y que dejó a la nueva república sin su puerta natural e histórica al comercio marítimo.
Los capítulos iniciales describen el modo de vida de los habitantes de esas comunidades tal y como era antes de 1904, antes de que entrara la administración norteamericana, cómo se formaron y qué actividades económicas desarrollaban. Posteriormente, analiza uno por uno el proceso de despojo y expulsión de los habitantes de la zona del canal: Gorgona, Nuevo Gatún, Limón, Chagres, Emperador, etc.
Se reseñan los reclamos de los habitantes, sus gestiones ante las autoridades panameñas y norteamericanas, las respuestas formales que se emitieron ante las reclamaciones y los nuevos asentamientos en que se ubicó a los desplazados. Solo en contadas excepciones la Comisión Mixta de Tierras (organismo binacional) logró que se pagaran indemnizaciones. La mayoría de los habitantes carecía de títulos de propiedad sobre las tierras que habían trabajado y en las que vivían. Por ello fueron considerados precaristas ilegales.
Más mal que bien, a los pobladores se les apoyó con el traslado de sus enseres y el desmonte de las estructuras de las viviendas. Las promesas de un futuro mejor en lugares con todas las comodidades urbanas que dio el gobierno panameño, para motivarlos a aceptar el traslado, no se cumplieron. Eso llevó al fracaso de proyectos como Nuevo Gorgona, muy lejos de la zona de tránsito y carente hasta de agua potable. Por lo cual, muchos desplazados acabaron hacinados en barrios de cuartos comunales de madera de las ciudades de Panamá y Colón. La autora recuerda que el surgimiento de El Chorrillo coincide con este período, y no por casualidad.
Gorgona y Chagres perdieron su río. Pero Chagres perdió más, porque perdió su castillo de San Lorenzo, dice Marixa Lasso. De Nuevo Gatún se desplazó a la gente, pero el poblado siguió siendo utilizado por nuevos habitantes “zonians”. Emperador y Culebra, pueblos al servicio del ferrocarril transístmico, murieron al desplazarse la línea del tren del oeste del canal por donde pasaba, hacia el este de la vía acuática. Emperador perdió su ferrocarril.
Emperador se convirtió en campo de tiro del ejército de Estados Unidos, pero a pocos kilómetros, colindando con la Zona del Canal, se refundó Nuevo Emperador (antes llamado Paja) con habitantes desplazados del antiguo poblado, así como de Gorgona y otros que añoraban la cercanía a la zona de tránsito y a su antigua forma de subsistencia. Marixa Lasso recurre a la historia oral para rescatar algunos testimonios de habitantes de Nuevo Chagres y Nuevo Emperador.
El enclave canalero: ciudades modelo basadas en la segregación racial
No menos interesante es el análisis de Lasso sobre el proceso de planificación y construcción de Balboa como una ciudad modelo estadounidense que debía probar la grandeza del ingenio norteamericano, su capacidad para imponer la civilización sobre el trópico y el atraso. Calles, casas y edificios bien diseñados en base a estrictos códigos sanitarios y estéticos, cuya coronación sería el edificio de la Administración del Canal junto al cerro Ancón.
Respecto al Administration Building, Marixa Lasso, describe los criterios de su diseño, y establece la simbología implícita de construirlo fuera del entorno de la ciudad de Panamá, y más bien de espaldas a ella, con el cerro Ancón de por medio. Lo que no había sucedido antes ni con la construcción del Ferrocarril de Panamá, ni con el fracasado Canal Francés, quienes tuvieron en el centro de la ciudad sus sedes. Este hecho es un símbolo claro de que el país había sido expropiado de su zona de tránsito y que el canal no tenía nada que ver con los panameños.
Un colega me ha contado una anécdota que viene al caso: cuando este libro se presentó por primera vez, en el Museo de Arte Contemporáneo, antes de la pandemia, el Dr. Marco A. Gandásegui, opinando desde el público, un poco contrariado porque interpretó que había una apología del modelo civilizatorio impuesto por Estados Unidos, soltó una afirmación que ya se había hecho en las aulas universitarias, pero que dejó un poco asombrado a algunos presentes: Balboa fue una ciudad construida con criterios socialistas.
Balboa, la ciudad modelo que el imperialismo yanqui construyó a orillas del canal, funcionaba bajo leyes socialistas, pues allí no existía propiedad privada. El estado era dueño de todo: de las casas, de los comisariatos, los servicios públicos. A los civiles norteamericanos que laboraban allí se les pagaba un plus por trabajar en una selva inhóspita, pero tenían todas las comodidades del mundo moderno. El estado controlaba todo, o sea, la Administración del Canal de Panamá, o Comisión del Canal Ístmico, como se le decía entonces, o la Comisión del Canal de Panamá, como se le llamó luego. El estado norteamericano en su variante de enclave colonial era un sistema socialista canalero, pero al servicio del capitalismo mundial. Parece contradictorio, pero así funcionó.
En la “zona” se aplicó la segregación racial
Balboa también era una ciudad basada en la segregación racial (apartheid), que muchos han tratado de ignorar hasta el día de hoy. Una ciudad donde los “colored” (“gente de color”), concepto usado por Estados Unidos en la Zona del Canal, no podían vivir en los mismos barrios que los blancos anglosajones, ni usar las mismas fuentes de agua, ni los mismos servicios higiénicos, ni cobrar igual salario por igual trabajo.
Marixa Lasso describe cómo, después de la expulsión de los pocos habitantes originarios del poblado de La Boca, se procedió a construir otro, que mantuvo el nombre, pero para trabajadores canaleros “de color”, también siguiendo criterios estrictos de higiene y ornato, pero un pueblo segregado, al fin y al cabo, con casas de menor calidad que las de los “blancos”. Igual criterio se hizo con Paraíso. La segregación en la Zona del Canal solo terminó con la reversión a Panamá de esos territorios.
Algunas opiniones críticas sobre el libro
Principalmente en la Introducción se repite la apología con que muchos historiadores panameños tratan la historia de la separación de Colombia y la imposición del Tratado de 1903. En la página 16 se le escapa a la autora la expresión de que Estados Unidos había “ayudado” en la separación de Colombia. Llama la atención esta frase proviniendo de una historiadora que ha trabajado y vivido en Colombia cuya historia conoce muy bien.
Por otro lado, se da a entender que los próceres de 1903 fueron sorprendidos por las autoridades norteamericanas al imponer sus criterios de expropiación de tierras y aguas de manera unilateral, cuando en realidad todo eso estaba anunciado desde el fracasado Tratado Herrán Hay (enero de 1903) y fue una de las tantas razones para rechazarlo, incluso por panameños como Juan B. Pérez y Soto y Belisario Porras, que escribieron al respecto.
Criterios que fueron empeorados en el Tratado Hay Bunau Varilla (noviembre de 1903) y que, si bien fue firmado por un francés, lo hizo autorizado por la Junta Provisional de Gobierno que lo nombró su embajador en Washington con ese objetivo, y luego ratificó ese tratado sin cambiar ni una coma, ni hacer ninguna salvedad.
Finalmente, en la página 49 se intenta circunscribir las acciones de Estados Unidos a una definición de “civilización occidental”, que divide al mundo en dominantes y dominados. Pero aquí hay una falencia al no relacionarlo con el proceso de expansión capitalista de fines del siglo XIX, lo que se ha denominado la fase imperialista del capital financiero, que es lo que en realidad explica por qué Estados Unidos se apodera del Istmo de Panamá y construye el canal con su “zona” en ese momento exacto de la historia mundial.
Las acciones abusivas, los actos violatorios de derechos humanos, los desplazamientos, la limpieza étnica, la segregación, así como su “justificación” académica basada en los conceptos positivistas como civilización y barbarie, son producto de un proceso de expansión capitalista de fines del siglo XIX, que se ha llamado la fase imperialista.
Aquí es donde la metodología marxista es útil para explicar mejor los hechos. Estados Unidos no vino a “civilizarnos”, sino que, producto de la expansión imperialista (que implica control de territorios, mercados y fuentes de materias primas), en la Guerra del 98 le arrebató a España sus últimas colonias, Cuba y Puerto Rico, pero también Guam y las Filipinas. El imperialismo norteamericano separó a Panamá de Colombia, impuso el Tratado de 1903, expulsó a la población panameña de la zona y construyó un enclave militar: para asegurar el paso de su armada de un mar con el objetivo de “proteger” sus intereses imperialistas.
En su Epílogo, que es muy bueno, Marixa Lasso recupera la relación capitalismo y esclavitud, en base a un libro de Eric Williams, pero echo de menos esto en su inicio del libro.
Pese a estas reflexiones críticas, insisto, el libro de Marixa Lasso es extraordinario, y lo recomiendo encarecidamente.
Una carta, una historia
Por: Carolina Vásquez Araya
La comunicación epistolar es un recuerdo del pasado, una práctica obsoleta.
En un afán por escapar de un presente lleno de incertidumbre y contradicciones, prefiero echar la mirada a los pasados siglos para rescatar de esas brumas de la memoria uno de los objetos más preciados: la carta. Heredera de los antiguos manuscritos, en donde se plasmaba con exquisito estilo la Historia de la Humanidad, la carta -ese trozo de papel cargado de significado- sobrevivió a las guerras, los avances de la industria, las crisis existenciales y los obstáculos geográficos que retardaban su trayectoria, hasta que la derrotó el siglo actual. Alrededor del mundo, los sistemas de distribución del correo representaron una de las instituciones mas sólidas y de mayor credibilidad, por la importancia depositada en esa práctica.
El uso de la carta, un invaluable archivo documental a lo largo de la historia, se ha extinguido. La eficacia de los sistemas instantáneos desarrollados mediante un avance tecnológico vertiginoso, han acabado con la necesidad y, por ende, con las perspectivas de supervivencia de un modo de relación que toca las fronteras del arte. Las generaciones educadas en la escritura manual han desaparecido, para ser sustituidas por usuarios de computadoras y teléfonos inteligentes desde los cuales se precia mas la rapidez que el contenido, perdiéndose irremisiblemente todo el valor implícito en un documento personal e íntimo.
La carta, entre otros de sus valores, tenía la enorme cualidad de plasmar una forma de autobiografía resultando así mucho más reveladora e íntima, al reflejar en sus líneas el fluir del pensamiento de manera espontánea, sin los filtros impuestos por la obsesiva revisión literaria. Por esa misma razón, sus mejores ejemplares han llegado a poseer más intensidad que la novela y más fuerza que el ensayo, por su cualidad de hacer menos concesiones al despilfarro verbal. Para comprobarlo, nada mejor que escarbar entre las colecciones epistolares de los grandes filósofos. artistas y científicos.
Los objetivos y el modo de escribirlas pueden llegar a abarcar infinidad de posibilidades: lo literario (como en el caso de Proust) puede convertirse en el objetivo primordial, por encima del mensaje en sí, demostrando que un escritor difícilmente puede dejar de serlo aun cuando esté transmitiendo sus sentimientos más íntimos en un trozo de papel supuesto a ser destruido. Sin embargo, también existe la dificultad intrínseca en el hecho de utilizar el método epistolar; y es la imposibilidad de mantener una conversación amena, profunda, ligera, imprevisible y afectuosa, todo a un tiempo, haciendo abstracción del hecho de que entre una y otra intervenciones pueden transcurrir semanas o meses.
Al perderse la carta, se ha perdido la expresión manuscrita absolutamente individual, transformando al texto en una pieza mecánica, diseñada y moldeada de manera artificial. Ya no existen más los renglones torcidos, las señas individuales ni la posibilidad de cometer errores, los cuales se corrigen de modo automático. Tampoco está el hecho de abrir el sobre y disfrutar del momento de revelar su contenido. La auténtica carta era una pieza irrepetible, escrita de un tirón con un estilo coloquial semejante al lenguaje hablado. Es decir, un lenguaje único capaz de transmitir pensamientos, sentimientos y actitudes, con la connotación íntima del tú a tú. Esta práctica extinta para las mayorías, quizás permanezca latente para un rescate reservado al uso exclusivo de unos pocos nostálgicos.
Recibir el correo era la expectativa de obtener una respuesta, un mensaje esperado.
Fuente de la información: www.carolinavasquezaraya.com
Libro(PDF): Tesis sobre la descolonización de la historia
Reseña: CLACSO
*Disponible sólo en versión digital
La descolonización de la historia se basa en el supuesto según el cual no hay una entidad única denominada historia, ya que ningún relato único puede dar cuenta del pasado. Lo que llamamos pasado no es más que una ilusión y un ajuste de cuentas entre fuerzas sociales rivales que luchan por el poder. Si bien el pasado es el de los ganadores, existe un pasado-presente, el de aquellos para quienes la lucha continúa y para quienes existen aún posibilidades de resistencia.
La colección Epistemologías del Sur fue concebida en un formato de libros pequeños y ágiles, que más que conformar un gran edificio del conocimiento al que accedan unos pocos, se presentan como pequeñas artesanías a descubrir y como potentes brújulas para cruzar la línea abisal que separa las formas de sociabilidad metropolitanas de las experiencias coloniales.
Autor: Boaventura de Sousa Santos.
Editorial/Edición: CLACSO. CES – Centro de Estudos Sociais.
Año de publicación: 2022
País (es): Argentina. Portugal.
ISBN: 978-987-813-192-4
Idioma: Español
Descarga: Tesis sobre la descolonización de la historia
Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=2500&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1649